Ser Testigos del Colapso por Paul Chefurka

Rosa (Editora)

Mariposa

18 de Mayo de 2011

Una vez que entendí y acepté que la desintegración de nuestra civilización ya está en marcha, pasé varios años tratando de hacer que la gente cambiara sus creencias y su comportamiento. Sentía que si ellos hacían los cambios que yo proponía, harían más probable un “buen” resultado. Me sentí decepcionado cuando mis exhortaciones e intimidaciones cayeron mayormente en oídos sordos – es decir, siempre que no estaba sólo predicando a los conversos. Ese era también el dilema de Casandra*.

Cuanto más trataba de promover el cambio, sin embargo, más sufría yo. Pero el sufrimiento no se derivaba simplemente del dolor de la decepción. Era mucho más profundo que eso, y a la larga, precipitó mi Noche Oscura del Alma. El Buda estaba en lo cierto cuando enseñaba que todo sufrimiento se deriva del apego. En mi caso, el apego era a un resultado en particular – mi visión de una sociedad sostenible, justa y ecológicamente consciente, que diera cabida a todos los seres vivos en el planeta, no sólo a nuestros familiares y amigos. Cuando ese resultado se vio frustrado por la indiferencia e incluso hostilidad pública, sufrí enormemente.

Afortunadamente, pasé por una transformación hace unos tres años. El cambio fue lo bastante completo que me permitió desapegarme de los resultados a la vez que seguía comprometido con la conciencia de lo que está sucediendo. Al mismo tiempo, adopté la posición de que esta realidad es co-creada por todos sus participantes, y que en algún nivel la naturaleza de la realidad y nuestros roles individuales en ella han sido elegidos conscientemente por todos nosotros. En ese momento, me di cuenta de que había estado trabajando en propósitos contrarios a la realidad que se estaba desplegando. La transformación en curso, incluso si se convierte en un colapso de la civilización, no debe ser detenida. Más bien, es el vehículo dentro del cual nuestra conciencia se está nutriendo, desarrollando y templando. Esto lleva a la conclusión más bien incómoda de que el colapso no es de lamentarse ni impedirse, sino más bien de celebrarse e involucrarse. No será ninguna sorpresa para aquellos en viajes similares que cuando me rendí ante esta comprensión, mi sufrimiento cesó.

Desde esa perspectiva, decidí que lo más útil que puedo hacer – algo que está alineado con el propósito del ejercicio y no opuesto a él – es simplemente contribuir al campo mis pequeños aportes de conciencia. Trato de hacerlo sin expectativas ni apegos, sin tratar de obtener ninguna respuesta ni resultado en particular. Solamente expongo mi conciencia por ahí. Aquellos que todavía no están listos para ella la van a ignorar o rechazar, aquellos que todavía no la ven pero están listos podrían despertar un poco más, y aquellos que ya son conscientes podrían encontrar algunos matices frescos con qué jugar. Cualquier rol que mis observaciones y discusiones desempeñen en el despliegue, es la parte que les corresponde desempeñar. Esto es lo que yo llamo “ser testigos activos”.

Todavía me importa profundamente lo que está sucediendo, pero ahora me mantengo relativamente desapegado de cómo podría desarrollarse en el futuro. Como resultado, evito hablar de soluciones tanto como sea posible, en gran parte porque no creo que las haya – por lo menos al nivel que la mayoría de la gente piensa en “soluciones” (como nuevas políticas o nuevas tecnologías). El propósito de todo este despliegue aparentemente catastrófico no es que nosotros “resolvamos el problema”, sino que despertemos.

Estoy totalmente de acuerdo con el escritor Charles Eisenstein (“El Ascenso de la Humanidad”) y otros observadores – nosotros no tenemos un problema resoluble, tenemos un dilema irresoluble. Debido a eso, nuestra respuesta más útil estará en ángulo recto con el espacio del problema. Eso significa que la puerta para salir de este lío no se va a abrir con una nueva versión de nuestras viejas maneras (nueva legislación, energía limpia y más reciclaje) aunque eso jugará un papel importante. La verdadera salida se encontrará al cambiar a una forma de ser completamente nueva – la revolución de conciencia que muchos de nosotros sabemos en nuestros huesos que está a la vuelta de la esquina.

En estos días estoy apostando todas mis fichas en alentar esa r/evolución de la conciencia humana, actuando como testigo activo del colapso que se despliega.

Dentro de la comunidad de quienes son conscientes ambiental y ecológicamente, ésta es una posición poco común, aunque quizá no tanto entre aquellos que han elegido una respuesta espiritual a su miedo del colapso. Dentro de la corriente principal de pensamiento activista esto se sigue viendo como fatalismo y derrotismo.

¿Cómo los hace sentir pensar en esta perspectiva? ¿Creen que es un punto de vista útil o no? ¿Es provechoso o peligroso? ¿Es un enfoque que han tomado, o podrían verse a sí mismos tomando? ¿O se siente como sofistería – simplemente una justificación astuta para tocar la lira mientras se quema Roma?

* N de la T: En la mitología griega, Casandra era hija de Príamo, rey de Troya. Enamorado de su belleza, Apolo le concedió el don de la profecía. Sin embargo, cuando ella rechazó su amor éste la maldijo: seguiría teniendo su don, pero nadie creería jamás en sus vaticinios.

Publicado en Spirit Pathways Foundation, www.spiritpathwaysfoundation.com

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Traducción: Margarita López

 

 

 

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2 comentarios

  1. Me parece arrogante de parte del escritor sentirse profeta y no sentirse creido como si fuera una obligación por parte del lector, mejor dediquese a tocar la lira como el mismo lo dice mientras espera el colapso total, por nuestra parte si tenemos la oportunidad de ser testigos humildemente pediremos valor al Gran Arquitecto del Universo para esperar lo que nos toque.

  2. Asi es, tu comentario es correcto dentro de tu creencia e intención, y que igualmente comparto desde hace poco tiempo atraz, habrá otros que bajo su «prisma» y realidad lo enfoque de otra manera, lo cual tambien esta bien.. te agradezco tus comentarios.

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