Ahora aflicción tenéis, por Maestro Beinsá Duno

Jorge Gomez (333)

El Sol Naciente por el Maestro Beinsá Dunó«También vosotros ahora aflicción tenéis; pero os volveré a ver,

y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría”.

(Juan 16:22 – n.d.t.)

La aflicción, esta es una acompañante, una compañera de la vida. Así y la alegría es otra acompañante, compañera de la vida misma. Por supuesto, nosotros sobre la vida hablaremos en un sentido un poco diferente de este, bajo el cual la gente científica contemporánea entiende la palabra “vida”. Bajo la palabra “vida” nosotros comprendemos no esto que se manifiesta y desaparece. Si la vida se manifiesta como la luz en una pequeña lamparita y luego desaparece, cuando giramos la llave, esto no es vida. La gente dice: “Tales son las leyes de la luz – que desaparece y que se manifieste”. No, tal ley de la luz no hay. Esta es una ley de la gente. Solo ellos se manifiestan así. Solo ellos están hechos así – que aparecen y que desaparecen. Abren sus contraventanas, brilla en su habitación. Cierran sus contraventanas, se hace obscuro. Esta es una ley que yo no reconozco. Esta cosa yo puedo comprobarla a la gente. A veces la gente dice que el Sol sale y se pone. No, el Sol no sale y no se pone. Él sale y se pone solo por eso, porque la gente vive en la Tierra, pero para aquellos seres que no viven en la Tierra, para ellos el Sol no sale y no se pone. Si vivís en el centro de la Tierra, para vosotros el Sol no saldrá nunca; pero si os eleváis por encima de la Tierra, para vosotros el Sol nunca se pondrá.

Así que, cuando la gente estudia la vida, ellos la estudian desde su punto de vista personal y dicen: “yo estoy convencido, así pienso, así he percibido”. Tales convicciones tenéis vosotros. Y después de todo esto, la gente contemporánea habla de sus convicciones. Dicen: “mis convicciones son tales y tales” Pues tales convicciones tuvieron tu abuelo y tu tatarabuelo. Tus convicciones son convicciones de tu abuelo. “Pero yo así comprendo la verdad”. ¿Qué comprendes tú? Y tu abuelo así comprendía la Verdad. Cuando lleguen a investigaciones científicas, a los métodos más nuevos de curación, la gente dice: “hoy en día así se cura la gente”. Sí, pero y en la vieja manera de curación, la gente se moría como y en la nueva manera de curación. Esto a lo que hoy en día le llaman “curación”, no es una curación, ello es un engaño. Ellos como curan, curan a alguien, por fin le envían a aquel mundo, le curan perfectamente. Y la gente vieja curaba así, y la nueva cura de la misma manera. Se distinguen solo en esto, que los viejos daban una consolación al enfermo, y los nuevos dan otra consolación. Y el enfermo siempre se va consolado de que le van a curar. ¿De dónde vienen estos errores? Cuando el hombre en la Tierra cae, de todas maneras debe de haber quién levantarle. De aquí sacamos y otra conclusión: cuando el hombre se enferma, indudablemente debe de haber alguien que le cure.

Cristo dice: “Aflicciones habrá en el mundo”. Y verdaderamente, la vida presente es una vida solo de aflicciones, o sea, no exclusivamente de aflicciones, pero la aflicción es el elemento predominante. Este pensamiento debéis sostener en vuestra mente, para que tengáis una solución correcta de la vida. La vida, en su fase presente, soluciona una de las tareas más difíciles: transformar la aflicción en alegría. Y Cristo dice: “Ahora tenéis aflicción”. ¿Por qué? “Porque yo os dejo y me voy. Luego yo de nuevo os veré y tendréis una alegría nueva, la cual nadie os puede quitar”. Bajo la palabra “alegría” comprendemos aquella vida superior, Divina, en el hombre, aquella conciencia magna en él, con la cual él penetra toda la Naturaleza, estudia sus fuerzas y leyes.

Ahora yo voy a detenerme un poco, voy a interrumpir mi pensamiento. Así como interrumpo mi pensamiento hay una conexión ilógica, como cuando alguien corta una tela, toma las tijeras, pero luego de repente se detiene. Se detiene, permanece sentado y piensa. Dicen: “¿Por qué se ha detenido?” – Algún patrón nuevo le ha venido en la mente, algún modelo nuevo quiere introducir. La alegría, esto es lo esencial hacia lo cual nosotros procuramos, pero si no comprendemos las leyes de la aflicción, no podremos alcanzar la Verdad misma, comprender qué cosa es la alegría. La aflicción siempre sobreentiende o pérdida de aquella realidad que nosotros hemos poseído, o bien la no utilización, en el sentido directo, de aquellos bienes que nos son dados. Por lo tanto, en este sentido, todos nosotros tenemos esta aflicción. Aquel alumno que estudia en el bachillerato; o aquel estudiante que estudia en la universidad; o aquel doctor que se prepara para su tesis, para su doctorado; o aquel músico que no reciben en la academia, todos tienen sus aflicciones. Pregunto: ¿Es la aflicción del académico tal como la aflicción del doctor? ¿Es la aflicción del doctor tal como es la aflicción del estudiante? ¿Es la aflicción del estudiante tal como es la aflicción del alumno en el bachillerato? ¿Es la aflicción del alumno en el bachillerato tal como es la aflicción del alumno en la escuela elemental?

Ahora, que os dé otra explicación. Imaginaos que en un teatro grande, magnífico, se hace una representación rara por su naturaleza, a la cual han venido los mejores artistas-músicos de todo el mundo. Y por este caso, a muchos ciudadanos, que logran entrar, se les dan entradas libremente, gratis. Todos que tienen entradas, poco a poco se adentran, se adentran, pero el teatro se llena y la mitad del público queda fuera. Estos que se quedan fuera están descontentos. Dicen: “¡Cómo así que nos quedamos fuera!” Están descontentos, porque no han entrado dentro para ver lo que ocurre. Ellos levantan ruido por fuera – descontentos están. Estos, pues, los que han entrado dentro, tienen otro descontento. El descontento nace de esto, que unos han tomado los primeros lugares, y que ellos permanecen de pie. Ellos dicen: “¡Cómo así, que nosotros permanezcamos de pie y los demás sentados en los primeros lugares!” Diferentes tipos de hombres descontentos hay en el mundo. Unos que permanecen fuera; otros que han entrado dentro pero permanecen de pie. Pregunto: ¿De qué tipo de hombres descontentos queréis ser vosotros? – Por supuesto, es preferible que seáis de los últimos.

Por la misma ley alguna gente entra en alguna hermandad y dice: “¿Cómo así, por qué no aceptarnos? ¿No somos nosotros gente?” – Descontentos están. ¿Por qué están descontentos? – Porque no había para ellos sillas. Digo: vuestra aflicción es una, y la aflicción de los otros es otra. ¿Dónde está la alegría? En la Tierra no hay alegría, aflicción hay. La alegría proviene de otra ley, la cual reconcilia las cosas.

Después de esta representación se da un banquete magnífico. La mesa está ordenada de tal manera que a todos se les dan pañuelos iguales, cubiertos iguales, los sitios son igualmente honorables, de manera que dondequiera que se sienta uno, siempre está en primer lugar. Pregunto: ¿habrá ahora aflicción? – No, música habrá: “traka-traka” – todos comienzan y todos se vuelven gozosos. Digo: mientras estáis fuera o dentro, sentados o de pie, siempre habrá aflicción, pero una vez os sentáis en la mesa, en la cual bienes magníficos hay puestos, entonces habrá alegría. El mundo ahora está lleno con decepciones tan horribles. La gente actual debe describir qué cosa son los sufrimientos, pero en su forma verdadera y no que los exageren. ¡Imaginaos el sufrimiento de una madre que ha dado a luz a un niño, y éste después de 5-6 años muere! ¡Imaginaos el sufrimiento de aquel médico que termina dos facultades y se queda ciego! ¡Imaginaos el sufrimiento de aquel filósofo destacado, cuyo cerebro se paraliza y él apenas logra escribir la mitad de su obra científica! ¡Imaginaos el sufrimiento de aquel músico magnífico, a quien alguien le rompe el brazo! Y hombres de Estado, y reyes, y toda la gente está expuesta a decepciones tan grandes. Esto es y con jóvenes y con viejos. Pregunto entonces: ¿Dónde está la alegría en la vida? Dirás: “Yo soy joven”. Sí, pero envejecerás. No solo que envejecerás, sino que delante de ti aparecerá aquel recaudador viejo – la muerte –, se lo llevará todo y te dejará desnudo. Ella te echará de la Tierra y ni siquiera te dará un billete de viaje para irte. Tal ladrón es la muerte. Te lo toma todo y no te deja dinero para comprarte siquiera un billete para viajar, sino que te dice: “¡Que el Señor tenga cuidado de ti!” Vosotros no habéis muerto como para comprender qué cosa es la muerte. Ahora la gente dice: “El hombre mientras se mueve vive, y cuando deja de moverse, él muere”. ¡Asombrosa lógica! ¿Entonces todos los ferrocarriles que se mueven por las líneas ferroviarias, son vivas? En el hombre verdaderamente hay movimiento, pero hay una vida externa y una interna. ¿Si un hombre dejara de moverse externamente, físicamente, y se mueve internamente, entonces qué diréis? Los científicos contemporáneos no reconocen esto. Ellos dicen: “Cuando se detiene el corazón de algún hombre, él muere”. Sí, su corazón ha parado, pero el que sabe como movilizarlo, él podrá despertar de nuevo la vida. Tomad un reloj parado. Lo coge algún hombre en su mano, lo empuja por aquí, por allá, con una aguja, pero no va. ¿Por qué no va? Este hombre no sabe cómo empujarlo. Pero, venga, dadlo a algún maestro, él sabrá cómo empujarlo. Así es y con el corazón humano – hay médicos que saben cómo empujarlo. Cuando lo empujan, y éste va. Y Cristo encontró a una madre cuyo niño se había muerto. Él empujó su corazón y éste sanó. Cristo se fue a la tumba de Lázaro muerto y le dijo solo una palabra: “¡Lázaro, levántate!” (Juan 11:43 – n.d.t.). Lázaro se movilizó. El corazón de este hombre se movilizó solo con una palabra. Los científicos dirán que Lázaro no estaba muerto sino que durmió un sueño letárgico. Bien, este hombre yació tres días en la tumba. ¿Pero si Cristo puede hacer que se movilice el corazón de un hombre que yació un año entero en la tumba, qué diréis entonces? – “Eh, y esto es un sueño letárgico”.

La gente actual es ridícula en sus objeciones. Nosotros, la gente contemporánea, no creemos en esto en lo que debemos de creer, sino que creemos en esto en lo que no debemos de creer. Nosotros creemos que de una semillita pequeña, o de una célula pequeña, se puede desarrollar toda la vida de algún ser superior o inferior, en general, y no creemos que en la Naturaleza existe una ley de Inteligencia Superior, una ley de Razonabilidad Superior, que rige todo en el mundo. De lo razonable, razonable nace. De la vida, vida nace. Y siempre la vida manifestada está por encima de la no manifestada. Hay una Inteligencia que sobrepasa nuestra inteligencia. ¿Cómo pensáis, cuáles son los preceptos de esos – los pensamientos, las comprensiones sobre la vida –, de estos seres que permanecen más abajo que el hombre? Y verdaderamente, si tomamos esta escalera sobre la cual el hombre permanece, subimos y bajamos por ésta, veremos que hay toda una Jerarquía de seres, más arriba y más abajo que él. Estas son almas, estos son seres razonables que piensan, que tienen sus comprensiones. Cuando te encuentra algún perro, o algún buey, por tus ojos leerá cuál es tu pensamiento. Cuando te mira alguna avecita en los ojos, conocerá si piensas tirar alguna piedra sobre ella o no. Por lo tanto, hay una comprensión interna entre todos los seres. Nosotros decimos: “Eh, esto son animales, esto son aves”. Sí, pero cuando llegamos a la vida humana misma, nosotros de nuevo no nos comprendemos. ¿Podéis explicar por qué la gente no se comprende? He aquí una tesis filosófica a la cual los pedagogos contemporáneos, los educadores contemporáneos, los filósofos contemporáneos deben responder científicamente, explicar cuáles son las causas de que la gente no se comprende. Dos hermanos, nacidos por una madre, no se aman. Otra madre da a luz a dos hijos, pero ellos se aman. ¿Por qué es así? – Tiene sus causas. En el mundo hay una magna ley que rige estas cosas. Escuchamos la obra de algún músico grande, toda la creación es armónica. El que sabe escribir obras musicales, debe ser capaz de conjugar los tonos. Porque hay tonos armónicos por sí mismos; hay tonos inarmónicos. Dos tonos, tres tonos, cuatro tonos, cinco tonos, diez y más tonos pueden ser armónicos por sí mismos. Si son armónicos, entre estos siempre ocurre una fusión, una expansión de su volumen. Otros tonos, por sí mismos no son armónicos. En cualquier acorde que los ponemos, estos no pueden fusionarse. Por lo tanto, toda la gente que ha salido de Dios, provinieron de una gama, pero no de tal gama que nosotros conocemos, formada por siete tonos, sino de una gama compuesta por 35 millones de tonos, además todos primordiales. ¡Y entre estos 35 millones de tonos hay una conjugación! ¡Y qué conjugación hay entre todos estos 35 millones de seres! Todos estos seres salen paulatinamente de Dios, todos ellos no nacen simultáneamente. Decís: “Toda la gente salió de Dios”. Sí, todos salieron de Dios, pero entre todos hay tal diferencia como entre el “do menor” y el “do mayor” de la octava. Hay diferencia en las vibraciones. No podéis encontrar dos seres en el mundo que sean iguales. Entre la gente hay una diferencia interna grande. Por lo tanto, a la gente le hace falta una conjugación interna.

¿De dónde proviene la desarmonía en este mundo? – El amor no natural en el mundo contemporáneo ha dado a luz a la desarmonía. Cuando un hombre se casa solo por dinero; cuando un hombre se casa solo por los ojos negros de una mujer; cuando un hombre se casa solo por los labios rojos de una mujer; cuando un hombre se casa solo por su nariz bonita; cuando un hombre se casa solo por sus dedos bonitos; cuando un hombre se casa solo por su cuerpo, siempre nacerán tales bonitos “angelitos sin alitas”. Este es un amor criminal, por el cual la gente es castigada. ¡La Naturaleza no aguanta tales cosas! Dicen que la Naturaleza es estúpida, que en ella no había razonabilidad. La gente contemporánea quiere conquistar la Naturaleza, que le ordenen. ¡Qué varita tiene esta Naturaleza! Ella castiga a sus hijos, diciéndoles: “¡Hijos, escucharéis mis leyes, las cumpliréis! ¡Si no, aflicciones tendréis, además no aflicciones ordinarias, sino tales de 35 millones de grados, de manera que os derretiréis bajo su temperatura!”

Y ahora, la gente contemporánea pregunta: ¿Qué debemos hacer? – No vais a amar al hombre por sus ojos negros; no vais a amar al hombre por su boca roja; no vais a amar al hombre por su nariz; no vais a amar al hombre por sus dedos bonitos; no vais a amar al hombre por su cuerpo; no vais a amar al hombre por su dinero, ni tampoco por su posición. Entonces os voy a dar una regla que Cristo ha dado a Sus discípulos. Esta es la siguiente: “¡Sed prudentes como las serpientes y sin malicia como las palomas!” (Mateo 10:16 – n.d.t.), pero una prudencia como la de la serpiente no salva a la gente. ¿Pues quién de la gente mundana no es prudente? ¿Pues, aquel apache ahí, que se ha escondido en alguna parte y te espera, como ha trazado su plan, acaso él no es prudente? ¡De qué manera tan prudente te roba! Pero Cristo dice: “¡Sed sin malicia como las palomas!” Entonces, el conjuga la prudencia de las serpientes y la inocencia de las palomas, para producir un tono nuevo. Entonces, para que comprendáis la vida, digo: vosotros debéis ser honestos para vosotros mismos y no para los demás, que os elevéis como hombres. Si queréis tener comportamientos rectos hacia la gente, sed justos al respecto de todos los seres. Sed inteligentes al respecto de la Naturaleza, porque si no sois razonables como para comprender sus leyes, no podréis subir por sus cimas altas, no podréis cruzar sus océanos. Así que debéis ser inteligentes al respecto de la Naturaleza, que aprendáis sus leyes para que os valore ella, y no la gente de que sois un hombre inteligente. Y por fin, ¡sed nobles al respecto de todos! Estas cuatro reglas os son necesarias: ¡Honesto hacia ti mismo! ¡Justo hacia los demás! ¡Inteligente hacia la Naturaleza! ¡Noble hacia todos! No quieres justificar a alguien. Detente dentro de ti y di a ti mismo: “¡Seré honesto, no voy a manchar mi nombre!” Llegas a tus comportamientos hacia los demás, di: “¡Seré justo!” Llegas a la Naturaleza, di: “¡Seré inteligente!” De esta inteligencia depende no solo tu desarrollo, sino y el desarrollo de toda la generación después de ti. Si llegas a todas las almas, di: “¡Seré noble!”

Ahora, Cristo se vuelve hacia Sus discípulos que han comprendido Su Enseñanza y les dice: “¡Aflicción tendréis!” Él se ocupaba con ellos, les enseñaba a comprender la aflicción, que sepan cuáles son las causas de su aparición. Por lo tanto, nuestra aflicción la puede tomar solo un amigo nuestro. Solo un ser razonable puede tomar tus aflicciones. Imagine que usted camina, está pensativo y cae en algún pozo profundo, en alguna parte en la montaña. Le pregunto: ¿Qué siente abajo? Primero siente un horror, dice: “¡Todo se terminó conmigo!” Tiene una aflicción inconsolable. Pero detrás de usted camina vuestro amigo con una cuerda en la mano y le pregunta: “¿Tú estás abajo?” – “Estoy abajo”. Cuando oye la voz de su amigo, dice: “¿Tú estás aquí?” – “Aquí estoy”. Él echa una cuerda y empieza a jalar hacia arriba. Inmediatamente su aflicción se transforma en alegría. Le pregunto: ¿Después de salir del pozo, recuerda su aflicción? – Usted recuerda su aflicción, recuerda y el pozo. ¿Pero qué es aquello lo que fuertemente se ha sellado en su mente? – Su amigo. Por lo tanto, su aflicción se ha hecho causa para que se manifieste el corazón de su amigo, que comprenda cuán cuidadoso, cuán noble es él hacia usted. Así que, en todas nuestras aflicciones, en todos nuestros sufrimientos, nosotros aprenderemos magnas lecciones, tendremos una magna ciencia de la cual comprenderemos hasta qué punto Dios es cuidadoso hacia nosotros, hasta qué punto el Magno Espíritu Divino tiene cuidados, piensa en nosotros. Yo determino a Dios así: el Único Ser que siempre, en todos los momentos piensa en nosotros; el Único Ser que nunca nos olvida. Por lo tanto, todos los sufrimientos, todas las aflicciones, todos los horrores en nuestra vida son solo para esto – que probemos el magno Amor de Dios hacia nosotros, que comprendamos que Él puede rescatarnos de todas las aflicciones en nuestra vida. Es esto lo que comprenderemos al final de las cosas. Algunos dicen: ¿Vamos, decidme qué cosa es el Señor? – Este Ser que piensa en ti desde tiempos inmemorables, desde que el mundo fue creado, hasta que se termine – esto es Dios. Como digo “hasta que se termine el mundo”, no comprendo que éste realmente se terminará, sino que comprendo todo el período de tiempo, desde que saliste de tu Padre, hasta que regreses a tu Padre. Para mí, el mundo entonces se termina. Para mi es importante comprender a Éste, que durante todo el tiempo de mi peregrinaje, constantemente me ha escrito. Me escribe el Señor: “¿Hijo, cómo estás, cómo la estás pasando, tus cercanos cómo están?” Frecuentemente preguntáis: “¿Por qué vienen los ángeles? – Carteros son ellos, traen cartas de Dios. Cuando el Señor quiere enviar una carta importante a alguien, para que no caiga en manos ajenas, Él envía a un ángel cartero especial para traer esta carta y entregarla directamente en las manos de ese, para quien está determinada.

Ahora, como me escucháis, vais a decirse: “Se ha sentado él para que a nosotros, la gente científica, a nosotros, la gente cultural, nos cuente de cosas que no eran”. ¿Qué diréis, si yo abro la barriga de algún hombre y empiezo a contaros de sus intestinos, de su vesícula y después de esto de nuevo lo suturo? Diréis que esto es una realidad, creeréis en todo lo que os hablo. Bien, pero si abro este magno libro y empiezo a contaros de algún ángel que trae una carta de Dios, sobre aquel mundo, en esto no creéis. ¿Qué es más importante, sin embargo, en el caso dado? – En una enfermedad, la operación es importante; pero cuando estás sano y tienes una aflicción incurable, este ángel es el más importante. Este ángel viene siempre. Esto no es una ilusión. Cuando viene un ángel, siempre trae alegría. Su venida se distingue. Nosotros no alimentamos las ilusiones de las cosas. Si viene un ángel en el hombre, su inteligencia debe aumentar. En general, en él, en tal caso, ocurre un cambio de raíz. Si alguno dice que a él ha llegado un ángel, y con esto no ha llegado a ser más prudente, esto es una ilusión. La realidad siempre realiza un cambio de raíz en el hombre: ella fortalece la inteligencia humana, fortalece el amor humano, fortalece su amor hacia la Verdad.

Os voy a contar uno de los cuentos fantásticos, imaginarios. Nosotros llamamos a estos cuentos “símbolos”. Vivía un rey, llamado Ben-Adet y su hija Zebrú-Medí. En el reino de este Ben-Adet las leyes eran muy severas, y por el crimen más pequeño cada uno era castigado con pena de muerte. Cada uno que comía en exceso era castigado con pena de muerte; cada uno que sonreía era castigado con pena de muerte; cada uno que suspiraba era castigado con pena de muerte; cada uno que se quejaba era castigado con pena de muerte; cada uno que no trabajaba era castigado con pena de muerte; cada uno que no se acostaba exactamente al tiempo determinado, a las 9 de la noche, era castigado con pena de muerte; cada uno, en cuyo bolsillo se encontraba un monedero vacío, sin una monedita de oro, era castigado con pena de muerte; cada uno que viajaba descalzo era castigado con pena de muerte; cada uno que caminaba con cabeza descubierta era castigado con pena de muerte; cada hombre que decía una palabra mala a su mujer era castigado con pena de muerte. Tales eran las leyes en el reino de Ben-Adet. Y los turcos tienen la palabra “adet”. Todos los súbditos en su reino se encontraban en una situación muy pesada. ¡Imaginaos cómo debería haber sido la vida en ese reino! Vosotros, la gente contemporánea, os quejáis de los regímenes presentes. La gente en Bulgaria se queja de su situación presente. Esto lo que ocurre ahora en Bulgaria, es una flor delante de la situación de los súbditos del reino de Ben-Adet. Decís: ¡Qué ocurre en Bulgaria! No, Bulgaria todavía no ha llegado a una situación tan deplorable. En un momento, la hija de este rey se enamoró de un hijo Real, llamado Ben-Adet-Isabet, que llegó a vivir es este reino. Cuando llegó al reino, logró convencer a Ben-Adet de hacer una prueba, de dar libertad a su pueblo. Hasta su venida estos súbditos clamaban a Dios, querían que les ayudase, que les sacase de este estado oprimido. Por fin los magnos Maestros enviaron a este hijo Real Ben-Adet-Isabet para que introdujera la nueva ley en el reino. Él inmediatamente saca el siguiente manifiesto: “Desde ahora en adelante toda la gente es libre de manifestarse así como quiere; así como el Señor les ha creado. Cada uno es libre de acostarse cuando quiera, y dormir cuanto quiera; cada uno puede reír cuando quiera; cada uno es libre de llevar o no llevar dinero en su bolsillo; cada uno es libre de caminar con cabeza descubierta, o descalzo, como quiera. En general, a cada uno se le daba libertad de hacer esto lo que su corazón quería. Ocurrió una magna alegría en el mundo. Todos salieron con sus ropas festivas para gozar y agradecer a Dios porque envió a Ben-Adet-Isabet para hacer este cambio de raíz en el mundo. Salieron un día Ben-Adet-Isabet con la hija Real para pasearse y ella le dijo: “Yo te estoy muy agradecida porque llegaste a nuestro reino para introducir alegría en los corazones de toda la gente”, y por gratitud quiso besarle la mano, pero para gran sorpresa suya, ve que él se convierte en una fuente grande, de la cual fluía agua abundantemente. Inmediatamente ella bebe de esta agua, se olvida de que la fuente era un hombre. Se dice: “¿Dónde se quedo Ben-Adet-Isabet?” Aún antes que terminara de pronunciarlo, ve al Isabet, pero la fuente ya no está. Esta agua satisfizo su sed de tal manera, que ella quiso beber más, pero siente la realidad dentro de sí.

Caminan más adelante, ya obscurece – llega la noche. Ella le cuenta: “Estoy muy agradecida porque llegaste a nuestro reino, introdujiste alegría para todos”. En este momento en ella aparece un deseo de abrazarle, de besarle y de agradecerle por todo, pero inmediatamente se encuentra en un palacio magnificente, con una iluminación excelente. Ella se olvida de Ben-Adet-Isabet y comienza a leer de un libro que encuentra en este palacio. Y lee lo siguiente: “Isabet Ben Adet-Ben Adet Isabet” ¿Qué comprenderéis ahora de él? Ella inmediatamente comienza a filosofar, a reflexionar sobre cómo se encontró aquí, pero de repente despunta el alba, el palacio desaparece delante de sus ojos y delante de ella aparece Ben-Adet-Isabet. ¿Dónde quedan estos nombres? – Hoy en día y los dos son vivos. Ben-Adet es el hombre viejo. Ben-Adet-Isabet es el hombre joven. ¿Qué correlación hay entre estos dos, entre el hombre viejo y el joven? Vosotros diréis: “¡Que el viejo se muera!” No, el hombre viejo es el padre del joven. Algunos toman versículos de la Escritura y dicen que el hombre viejo es aquella forma vieja del pecado. No, el hombre viejo no es el hombre del pecado. Esta es una traducción torcida. El hombre viejo, el manifestado, el sabio, el prudente, llega a ser base para que se manifieste el hombre Divino, razonable, el que aplica y percibe las leyes razonables. El hombre viejo es el hombre que por su honestidad puede sacrificar todo en el mundo; el hombre, quien por la justicia hacia los demás está listo de sacrificar todo en el mundo; el hombre, quien por su inteligencia hacia la Naturaleza está listo de sacrificar todo en el mundo; el hombre, quien por la nobleza al respecto de todas las almas está listo de sacrificar todo en el mundo. ¡Este es el hombre viejo!

Por lo tanto, en el mundo aparecen dos cosas: la sed que debe saciarse con la vida, y la razonabilidad que debe saciarse con la luz. Entonces, a nosotros nos hace falta agua y vida abundante – nada más. Si estás descontento, te hace falta vida; si estás envidioso, te hace falta luz. Nosotros siempre envidiamos a la gente. Este Universo en el cual vivimos es creado de tal manera que para todos nosotros hay agua abundante y luz abundante, las que podemos recibir. Cuando veis a un hombre lleno de conocimientos, alegraos de que en él hay luz. Es más bonito que vivamos entre la gente viva que entre los muertos.

Os voy a presentar otro ejemplo real de la vida presente. Este se refiere al poeta Vinson y su discípulo Kamrin. Vinson escribe una obra poética, que pensaba editar, sin embargo, su discípulo logra sobornar a uno de sus siervos, toma su obra y la edita como suya. La saca y pone su firma abajo. Los demás poetas se van al Vinson y le dicen: “¡Señor Vinson, vea al nuevo poeta que apareció con sus poesías magníficas!” El rostro de Vinson ni mucho menos cambió por las palabras de sus amigos. Él sinceramente saludó al nuevo poeta. ¡Idea tiene Vinson! Voy a explicar qué ocurrió más adelante. Después de 10 años Vinson escribe una obra, todavía más bonita, la cual edita solo. Ahora ya comparan la primera y la segunda obra y comprenden lo que ocurrió. El famoso Vinson de nuevo se manifiesta. Esta es una prueba en la vida ¿comprendéis? Cuando vosotros sacáis una magna Verdad, dadle lugar de andar, no pongáis vuestra firma. La fuerza no está en vuestra firma. Vosotros sois solo exponentes de lo Divino. En la música, en la ciencia, en los actos sagrados, o en lo que sea, vosotros sois solo exponentes de lo magno. ¿Ha puesto Dios en alguna parte Su nombre, para que se sepa que de Él han salido estas cosas? En todas partes escriben: Tolstoi así ha dicho; Kant así ha dicho; Ibsen así ha dicho; Cristo así ha dicho; Pablo así ha dicho, etc. Dicen: “Esta es gente magna, dioses”. Sí, todos somos dioses, ¿pero de qué clase? Hay dioses pequeños, hay y dioses magnos en el mundo. No, en el mundo hay solo un Dios el cual únicamente se manifiesta, y todos los demás son Sus Hijos, exponentes de Su magno Amor, de Su magna Sabiduría, de Su magna Verdad, los cuales envía por doquier por todos los Sistemas Solares, como y a nuestro Sistema Solar, como y a nuestra pobre Tierra.

Nuestra Tierra es una guardería, nosotros tenemos todavía sufrimientos de los súbditos del reino de Ben-Adet. Pero ya es tiempo de que venga Ben-Adet-Isabet, el hijo Real. Cuando venga Ben-Adet-Isabet, dirá: “Que desde ahora en adelante cada hombre viva así como encuentra por bien”. Este es el Amor Divino, lo Divino en nosotros. Cuando digo que Dios está en nosotros, nosotros no sobreentendemos la ley externa. No, Dios hablará en las almas de todos. Y cuando veamos Su rostro, nosotros estaremos en la posición de Zabrú-Medí, beberemos de la fuente de la vida y leeremos a la luz de la Sabiduría el magno libro Ben-Adet-Isabet e Isabet-Ben-Adet. Estas palabras son tan sagradas que no merece la pena ser traducidas. En el lenguaje búlgaro no pueden traducirse. No hay palabra tan sagrada con la cual podrían reemplazarse, por eso, cuanto captéis. Vosotros podéis captar algo cuando en vosotros hay un impulso de creer.

La gente contemporánea piensa que cuando creen, para ellos ya no hace falta ciencia, no hace falta arte. ¡Asombrosa es la gente en sus creencias sobre Dios y sobre la fe! ¿Pues, no es este magno Dios de la Sabiduría quien ha creado todos los mundos?; ¿no es Él quien ha creado los ángeles? No, hay otra ciencia, hay otra música, hay otras poesías, hay otro arte, hay otros mundos, miles de veces más bonitos que estos alrededor de nosotros, hay otros organismos, miles de veces más bonitos que el humano – hay qué estudiar. Algunos dicen: “Como el organismo humano parecido no hay”. No, el organismo humano todavía no puede elogiarse con su organización. ¡Si vosotros miráis con un microscopio al hombre contemporáneo, veréis en su sangre, en su cerebro tantas impurezas! Para que se purifique esta materia, hace falta una corriente eléctrica de por lo menos 35 millones de voltajes. Esta materia, de tal manera debe purificarse, que el hombre pueda pensar así como piensa un ángel aquí en la Tierra. Al aplicarse en la ciencia contemporánea esta manera de purificación, nosotros llegaríamos ya a resultados reales, visibles. En la química entonces podrán hacerse pruebas de una manera todavía más hábil, que estas que hoy se hacen. Esta cosa podemos lograr en todas las ramas de la ciencia y ver los resultados nuevos.

Cristo dice a Sus discípulos: “Aflicciones tendréis en el mundo; pero os volveré a ver, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría”. No penséis que con estas tesis severamente científicas, sobre las cuales podemos filosofar, podemos salvarnos; no penséis que con aquellas tesis severamente científicas, sobre las cuales podemos filosofar, podemos salvarnos; no penséis que con aquellas verdades y teorías científicas, como las hay en el oriente, como las hay y en Europa, todavía no editadas, que se quedaron de la antigüedad, o bien con aquellas obras de matemáticas o geometría, se va a salvar la gente. Estas son necesarias, pero estas son ocupaciones para la gente más razonable. Solo un matemático magnífico puede comprender estas verdades matemáticas. Solo un músico, además no de los ordinarios, puede comprender esta música. ¡Para la música se requiere alma! ¡Para la poesía se requiere alma! En los sectores magníficos se requieren almas magníficas que comprendan qué cosa es la ciencia, qué cosa es la música o qué cosa es la poesía.

Es esto lo que sobreentendía Cristo bajo las palabras “vuestra alegría nadie os la quitará”. Tratad alguna vez de influenciar el medio ambiente para bien. ¿Por qué no? Vosotros esperáis que venga la salvación de alguna parte de lo alto. Este es el lado físico. El Sol no puede hacer a la gente prudente. El Sol puede dar solo vida a la gente, pero no y razonabilidad. Cuando sale el Sol, la madre se prepara para dar una lección a su hijo; el bandido prepara el rifle; el lobo se prepara para observar dónde hay más ovejas para atacarlas. ¿Por qué el Sol da resultados tan diferentes? Entonces, el Sol da vida, pero no puede hacer a los seres buenos. No, hay otra cosa en el Sol que todavía no ha llegado. En el Sol hay otro elemento específico que por ahora está perdido. ¡Él viene ahora! Él es Ben-Adet-Isabet. En el Sol presente hay vida, pero esta vida no es razonable. Está sentada la gente y disputa si hay Señor o no hay. Dos estudiantes americanos, que pronto habrían de terminar la universidad, uno médico, el otro teólogo, disputan si hay Señor o no hay. Uno sostiene que no hay Señor; el otro sostiene que hay. Viajan ellos y conversan. El exprés pasa sobre un puente, pero se derrumba en el río y los dos estudiantes americanos se encuentran en el fondo del río. Ahí ellos solucionaron la cuestión de si hay Señor o no hay. Y el uno, que sostenía que hay Señor, y el otro, que negaba, se encontraron en el fondo del río. ¿Qué solucionaron ellos? Considero ridículo de que se discuta sobre la cuestión de si hay Señor o no hay. Sería ridículo comprobar a un hombre que una madre le ha dado a luz. “No, a mí no me ha dado a luz una madre”. ¡Pero madre tienes! “No, no tengo ninguna madre, yo solo me di a luz”. Sí, después de que tu madre te dio a luz, y tú ya pudiste solo darte a luz. No hay ninguna filosofía en esto.

Aflicción – dice Cristo – tendréis, puesto que los niños nacieron tales como las madres no los querían. Los científicos tendrán aflicciones, puesto que sus alumnos no salieron tales como los querían. Los dirigentes tienen aflicciones; los sacerdotes tienen aflicciones. Toda la gente tiene aflicciones. Desde los seres más pequeños hasta los más grandes, todos tienen aflicciones. Pero cuando llegue aquel rayo Divino, lo Divino en el hombre, cuando encuentres a un hombre, sabrás que te comprende, que él tiene para ti tal convicción, como y tú para ti mismo. Que tengas un amigo, pero no amigo solo en palabras, sino un modelo – ¡esto es lo más bonito en el mundo! Este amigo tuyo debe ser cuidadoso, despabilado, que tenga todas las cualidades excelentes. Este amigo debe ser poeta, músico, un hombre prudente, filósofo. Este amigo debe contener todo lo más bello dentro de sí, que comprenda tu alma y que la guarde tan santa y pura, como guarda y su alma. A esto le llamo yo amigo – un amigo en todas las condiciones de tu vida.

Y dice Cristo a Su discípulos: “Yo luego os veré”. Cristo les dice más: “Yo tengo sufrimientos grandes”. Y Cristo pasó por sufrimientos. Entonces, recordad, que todos los sufrimientos que pasáis ahora, esto son solo condiciones para que conozcamos la Primera Causa en el mundo, que conozcamos lo Razonable dentro de nosotros, que conozcamos a Dios. Y cuando Le conozcamos, aparecerá esta alegría. Ahora, aún ahora aparecerá esta alegría. Cada uno de vosotros probaría en miniatura esta alegría. Yo no quiero exponer este principio, pero digo que cada uno de vosotros probará esto, lo razonable en el mundo.

Me contaba un médico el siguiente hecho: “Después de curar a un hombre por largo tiempo, utilice bien uno, bien otro método, aplicaba los métodos de los profesores más destacados, los científicos más destacados, sin embargo la situación de este enfermo de día en día empeoraba. Yo amaba a este hombre y prefería morir en vez de él. Entonces no creía en nada. Volcarme hacia Dios, no sabía cómo, otra vez no había orado. Por fin, sin embargo, me dije: ¡Señor, si existes, muéstrame una manera de cómo curar a este enfermo! Recibí la respuesta de mi oración, aplique un método nuevo y tuve éxito”. Y verdaderamente, le llegó a la mente utilizar un medicamento simple, el cual no os voy a decir, pero de ahí en adelante la salud de este enfermo mejoró, él cobró ánimo, sano por completo. Este enfermo no sanó por los medicamentos, sino cuando el médico se volcó hacia Ben-Adet-Isabet. Desde entonces comienza a trabajar en él esta ley y da sus buenos resultados. Este método es muy simple. Por lo tanto, nosotros, la gente contemporánea, necesitamos solo una cosa: volcarnos hacia Dios. Si todos los hombres de Estado se hubieran volcado hacia Dios con el pedido: “¡Señor, nosotros hemos utilizado todos los métodos para la corrección del mundo, dinos una manera por la cual arreglaremos el mundo!” Si oran de todo corazón, este método llegará. Éste es muy simple, pero cuando lo apliquen llegará el Señor en el mundo y ayudará a la gente. Esta ley trabajará y en el país, y en la iglesia, y en las escuelas – en todas partes.

Dicen algunos: “El Señor no se ocupa con cuestiones espirituales”. No, se ocupa Él, pero no así como los espiritualistas. El Señor se ocupa con la ciencia, pero no así como los científicos. El Señor se ocupa con filosofía, pero no así como los filósofos. Algunos consideran el sacerdote como algo específico. ¿Qué significa en el lenguaje búlgaro la palabra “sacerdote”? Esto significa: el hombre manifestado busca, busca algo. Los búlgaros bajo “sacerdote” sobreentienden un hombre santo – ner de Sham, ner de Bagdad (es una expresión turca que significa “¿dónde está Sham, dónde está Bagdad?” – n.d.t.). El sacerdote es un hombre que se manifiesta, que busca la Verdad, que debe cumplir la voluntad de Dios. El predicador es un hombre que cuenta a la gente la Verdad, les cuenta cómo deben vivir. El que quiere servir a Dios debe servir gratuitamente, y no por algún dinero, que no ponga su esperanza en aquellos 10-20,000 lev. El que quiere servir al mundo, a la gente, esto es otra cuestión, pero el que quiere servir a Dios, debe servir por amor. El Amor lo toma todo y el Amor lo da todo. Que no penséis que yo gratuitamente trabajaré para vosotros. No, yo, o todo lo tomaré, o nada. No penséis que gratis pasará. Con donar una camisa padrino no se hace. Y ahora, como dan al padrino una camisa, dicen: Le donaron. Bajo “camisa” yo comprendo otra cosa. Cuando alguien firma una póliza ¿qué comprendo bajo esta póliza? Esta póliza debe ser firmada por el hombre que tiene peso. Esto yo comprendo que firme alguien para mí una póliza.  ¿Si hubiera firmado por vosotros Rockefeller en América, sabéis cuánto vale su firma? Esta firma vale millares, puesto que grandes riquezas tiene él. Dios dice: “Yo os escribo en Mi Mano”. Pregunto: ¿Sabéis cuánto vale la firma de Dios? Ésta vale tanto como vale y todo el Universo. Pregunto entonces: ¿Qué hay que dudéis en Dios? La Escritura dice que el Señor os ha escrito en Su Mano (Isaías 13:16 – n.d.t.). Pero vosotros, los filósofos pequeños, estáis sentados y filosofáis: “¡Es poco probable que Dios se ocupe conmigo! ¿Tendrá Él cuidado de mí? ¡Estos o aquellos filósofos así dicen!” Que estos filósofos vuestros vengan para estudiar de nuevo. Esta firma vale tanto como todo el Universo. Cada uno de vosotros puede hacer esta prueba, que pruebe esta magna Verdad. Pero este hombre, el que va a hacer la prueba, debe ser absolutamente honesto, absolutamente justo, absolutamente inteligente, absolutamente noble. Él debe ser un hombre que está listo en todo momento de cumplir la Voluntad de Dios.

Cada uno de vosotros puede hacer esta prueba. Cuando hagáis la primera prueba, cuando nos encontremos, nosotros nos comprenderemos así como se comprenden los músicos magníficos en una orquesta. ¿Comprendéis vosotros esta cosa? ¿Podéis comprenderos como algunos músicos magníficos? Cuando os sentáis ahí 30-40-50-100 primeros violines, y cuando comiencen a tocar, como que si un violín está tocando… Cuando comiencen a tocar aquellos 100 altos de violines, como que si un violín está tocando. Cuando comiencen a tocar aquellos 100 tenores, como que si un tenor está tocando. Cuando comiencen a tocar aquellos 100 bajos, como que si un bajo está tocando. En una orquesta sinfónica no tocan 100 bajos, pero yo los tomo así, esta es una exageración pequeña. Y en la música hay ciertas proporciones. ¡Pero qué exactitud, qué ejecución hay! ¡Maestros son esta gente! Otra cosa hay en esta orquesta sinfónica. Cuando lo escuchas atentamente, como que algo por abajo está tocando, como que se derrama alguna armonía y de nuevo se pierde; se acerca y se aleja. ¡Domina esta gente su arte! Bajo sus tonos como que lo olvidas todo y dices: “¡Qué bonito es vivir! ¡Agradable es la vida! ¡Hay sentido de vivir!” ¡Pero cuántas aflicciones tuvieron estos músicos, cuántas veces se rompieron sus cuerdas! Y por eso hoy todos dicen: “Las raíces del conocimiento son amargas, pero los frutos – dulces”. Al principio tendréis aflicción, y al final tendréis alegría.

¡Ahora, yo quiero que cada uno de vosotros tenga su violín, de manera que cuando tocáis todos bajo aquel tacto armónico del magnífico director del coro, que os manifestéis como maestros, y que toquéis de tal manera que vuestra aflicción se transforme en alegría!

Ahora aflicción tenéis, por Maestro Beinsá Duno

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