Aprender a vivir – Dejar de sobrevivir por Jaume Campos

Jorge Gomez (333)
Mujer mirando el mar la vida bella

Quisiera presentarme ante vosotros. Mi nombre es Jaume y soy terapeuta de educación emocional. Me gustaría empezar diciendo que la vida no es nada fácil para la gente joven.  Vivir significa absorber una gran cantidad de información, tanto mental como emocional, que entra y sale de nuestro interior. En la mayoría de los casos no somos capaces de entenderla y la interacción con nosotros mismos y con nuestro entorno se convierte en algo doloroso y no nos permite nuestro aprendizaje. Tenemos que entender que la vida básicamente es un proceso de aprendizaje y cuanto mejor sepamos codificar la información que nos llega, más fácilmente podremos hacerlo y por consiguiente menos dolor se producirá en nuestro interior.

Sin una buena educación emocional, el aprendizaje no es posible y sin él nuestra vida se convierte en una repetición continua de situaciones que llegamos a creer que no tienen salida, aunque esto no sea real.

Sí que hay salida pero no con las herramientas que hemos utilizado siempre.

Cuando intentamos algún objetivo y no lo conseguimos, no es porque no somos capaces, simplemente no sabemos que existen unas herramientas diferentes:

¿Os imagináis comer fideos con un tenedor?

Cuando uno intenta una y otra vez algo y no  le sale, cree que no es capaz, que no vale para eso, cuando en realidad no ha aprendido a hacerlo o tiene algo que aprender y por eso está ahí atascado repitiendo una misma situación.

Existen tres partes importantes en la vida de una persona:

1-    Por una parte la relación con un mismo.

Esto significa ser consciente de que tenemos una dualidad interna que interacciona continuamente. Si no sabemos gestionar esa dualidad nos  puede llevar a un caos en nuestro interior que nos alejará de poder conectar con nuestros sentimientos y toda nuestra energía se centrará en entender lo que está ocurriendo, en pensar demasiado por querer entender lo que estoy sintiendo o lo que creo que está ocurriendo, acrecentando cada vez más la distancia entre el pensamiento y el sentimiento.

Es como despertar en una ciudad que no conoces sin mapas ni GPS, no tienes puntos de referencia, porque nadie te ha enseñado y vas aprendiendo a través de ensayo y error, con lo cual la cantidad de sentimientos y pensamientos en tu interior es en ciertos momentos agotadora y muy frustrante. Esto crea un atasco emocional de interpretación y de entendimiento interno que puede llevarnos a encerrarnos más en nosotros mismos perdiendo la mínima conexión con el exterior.

Para comprender, primero es necesario aprender a sentir y a distinguir lo que son tus sentimientos de los que te llegan del exterior (la persona adulta en muchas ocasiones tampoco es capaz de sepáralos), para después entender, con la mente, lo que tus sentimientos te están diciendo.

2-    La segunda parte es la relación con nuestro entorno familiar.

Aquí se juntan las emociones de nuestro interior con las que tenemos que codificar de nuestro entorno más cercano y que nos sirve de referente ante la vida, y sin embargo todavía no sabemos relacionarnos con nosotros mismos, no sabemos codificar la información emocional en nuestro interior. Si no nos aclaramos en nuestro interior cómo podemos hacerlo con el exterior.

No podéis apagar vuestro fuego y queréis apagar el del vecino, ¿un poco absurdo, no?

En este aspecto creo que deberíamos darle el valor que tiene al lenguaje, verbalizar y preguntar lo que no sabemos o lo que creemos, nos permitiría tener una información más amplia que la que nosotros interpretamos. Esto no significa que haya que hacer lo que los demás nos dicen, pero si tenerlo en cuenta y dejar de encerrarnos en una única y subjetiva visión de las cosas.

3-    La tercera parte es la relación con el exterior, no el familiar, sino con el resto del mundo, a través del colegio, amigos… Es cuando empezamos a conocer gente de “otra dimensión”, en la que sus valores no son los mismos que nosotros conocemos o los que nuestro entorno defiende y creemos que los otros están equivocados, cuando en realidad lo que ocurre es que, en todos los aspectos, sea internos, personales, familiares o del resto del mundo, siempre aprendemos por interacción de los opuestos. Siempre nos atraen los opuestos y así es como se aprende pero ¿estamos preparados para aprender de los opuestos, o nos pasamos todo el día discutiendo, sobre quién tiene razón, y con ello dejamos de aprender, permitiendo que el orgullo y la necesidad de que las cosas sean como nosotros deseamos que sean, nos impidan hacerlo?

A través de mi experiencia, independientemente de situaciones personales puntuales y muy complicadas, para que los jóvenes no se sientan solos o incomprendidos, es necesario valorar la distancia que tienen entre la necesidad de expresar sus sentimientos y la realidad de lo que expresan, si no, esto nos puede llevar a entender la vida de una forma que no es lo que en realidad está ocurriendo. A mayor silencio mayor es el bloqueo con la realidad.

Otro elemento importante es darse cuenta que tenemos básicamente dos partes muy diferenciadas, una de ella es la parte mental y la otra la emocional. Las dos juntas forman un todo.  Imaginaros qué ocurre cuando a un niño le dicen frente a una situación conflictiva familiar, que no pasa nada, y él lo entiende así pero sin embargo a nivel emocional lo que le llega es lo contrario: la sensación de miedo de la madre o el padre, la inseguridad, etc…

¿A quien cree, lo que él siente, o lo que le dicen los demás?

Esto hace que el niño tienda a hacer un esfuerzo para codificar la información mental e intentar “olvidar” la emocional. En sí, lo que hace es desconectar de lo que en realidad siente. Ésta situación a través de los años, hace que la persona, en vez de aprender a codificar las emociones para entender que le ocurre, tiende a analizar la emoción mentalmente y la respuesta emocional que tenga no coincidirá con su idea de cómo creía que era la situación.

Se produce una desconexión de la realidad.

De ello tenemos muchos ejemplos:

Dices que vas a hablar claro con esa persona, pero cuando estas delante no lo haces.

Por una parte tienes que portarte bien con tu hermano, pero cuando lo tienes delante le provocas o le insultas.

Hay muchos ejemplos en nuestra vida diaria.

Por eso, es necesario entender cómo funciona la vida y los mecanismos básicos para el aprendizaje. A nuestros padres nadie  les enseñó y es responsabilidad de cada persona querer aprender estos mecanismos.

Como ya he dicho antes aprender de la vida es el elemento imprescindible para no tener que repetir los mismos problemas siempre. Es necesario aprender  a relacionarse,  primero con uno mismo,  y luego con el exterior,  y tener unas herramientas básicas para poder entender.

Si no aprendemos los mecanismos internos no podemos elegir y nos dedicamos a sobrevivir en lugar de vivir.

Jaume Campos

Página web: www.jaumecampos.com

centre@jaumecampos.com

Youtube: https://www.youtube.com/user/Parapaula

 Instituto internacional de terapia Holistica

Aprender a vivir – Dejar de sobrevivir por Jaume Campos

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