Complacer al Pueblo por el Maestro Beinsá Dunó

Jorge Gomez (333)

Conferencia dominical dada por el Maestro Beinsá Dunó, el 23 de noviembre de 1924, en Sofía.

“Entonces Pilato, queriendo complacer al pueblo, les soltó a Barrabas, y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuese crucificado” (Marcos 15:15 – n.d.t.).

En la manifestación de la vida razonable humana actúan tres magnos principios, de los cuales provienen tres leyes. La primera ley con la cual el hombre se ha familiarizado desde tiempos más tempranos, que ha estudiado hasta ahora, es el amor hacia sí mismo, o sea, que te ames a ti mismo. A esta ley todos los seres la conocen – desde los más grandes hasta los más pequeños. Y el ser más minúsculo, que apenas vemos bajo microscopio, ha aprendido esta ley – y él se ama a sí mismo. No hay ser que no se ame a sí mismo.

La segunda ley es el así llamado “amor hacia el prójimo”, cuya ley obliga a todos los seres a consolidarse en uno, a vivir en sociedades, a tener comportamientos unos hacia otros.

La tercera y la última ley es “el amor hacia Dios”.

Y verdaderamente, el hombre, en primer lugar ha comenzado con la ley que se refiere a las partes. La ley del egoísmo, el amor hacia sí mismo es una ley de comportamientos de las partes hacia el todo. El amor hacia Dios, o la ley del todo, por sí misma es incomprensible y se queda para ser estudiada en el futuro. Cuando se habla del amor hacia Dios, esta idea es distraída, incomprensible. La gente dice: “¿Y qué cosa es amor hacia Dios? El amor hacia nosotros mismos lo comprendemos, pero qué cosa es el amor hacia Dios, nosotros no podemos comprender. Yo os voy a determinar cuáles son las relaciones de todos los tipos de amor, pero qué cosa es por sí mismo este magno Amor, éste es inexplicable. ¿Qué manifestaciones pueden aparecer en el amor hacia sí mismo? Tú eres rico, tienes un patio grande y crías gallinas, patas, pavitas. Te levantas en la mañana temprano, mezclas un poco de pienso, les alimentas, cuidas de ellas, rondas alrededor suyo unas cuantas veces al día. Todos estos seres viven alrededor de ti, aparentemente pasas por su amo, y todos ellos se alegran. Ellos piensan que les amas. Sin embargo, un día, así como las rondas, miras a una, a otra de ellas, hasta que echas ojo sobre alguna gallina grasosa, de buena apariencia, y te dices: “Esta me va a regocijar. Después de todo y yo tengo que vivir ¿no?” Rondas alrededor de ella 1-2 veces, hasta cogerla, y ella piensa que la amas. La degollas, la llevas a tu mujer y dices: “¡Mujer, grasocita es esta gallina! ¡Vamos a cocerla con un poco de patatitas, compraremos un poco de vinito, llamaremos y a músicos, invitaremos amigos de visita, de manera que nos haremos un buen banquete! Así va la vida. ¡Esto es amor!” Y vosotros, cuando observáis, veis que cuando cogen a esta gallina, ella grazna un poco, pero no hay ley que la defienda. Ponen el cuchillo en su garganta y ella se calla. Entonces, cuando nosotros nos alegramos, todos los demás seres alrededor nuestro sufren. Mañana, por la misma ley cogerás una pava pequeña, un becerrito pequeño o un corderito pequeño y lo vas a degollar. Pero si en tu alma aparece amor hacia Dios, las manifestaciones de esta ley son inversas. Tú coges una gallina y te es agradable que la vas a degollar, pero esta ley por dentro te dice: “Tú no te vas a comer esta gallina, que y ella vive así como y tú vives. Hay para ti lentejas, guisantes, alubitas, pues hay y frutas: nueces, avellanas, higos, uvas secas, manzanas, peras, plátanos. Luego hay y pataticas, manzanas de invierno y muchas otras”. El Señor dice: “Todo lo que el hombre siembra, puede aprovecharse de sus frutas”. ¡Y esta es una tal variedad! Y entonces tú dices: “Soltaré la gallina, la dejaré vivir”. ¿Por qué? – Por el Señor. Esta es la manifestación más pequeña del Amor Divino.

Ahora, cuando saco esta cuestión, todos dicen: “¿Cómo, nosotros no debemos vivir?” – Debemos vivir, pero razonablemente. En el mundo hay dos vidas: humana y Divina. En la vida humana actúa el amor humano. ¿Qué produce éste? – El amor humano, el amor del egoísmo ha creado la vida de la muerte. Entonces, la primera ley ha dado a luz a la muerte. Del amor humano no puede salir nada bonito. Por lo tanto, cada hombre que cree en este amor y lo acepta como un principio, sin falta tendrá en su vida alegrías y aflicciones. Una vida en la cual reina el amor humano, ahí el fuerte dispone con la vida del débil. Así fue en todas partes y en todos los tiempos.

En la tercera ley, en la ley del Amor Divino, está la vida eterna. Ahí la muerte se excluye.

Y así, ¿en qué se distingue el amor humano del Divino? Ahí donde reina el amor humano, la gente muere. En este amor el hombre sin falta debe morir. Hay causas ocultas profundas que comprueban el por qué el hombre tiene que morir. El hombre debe morir porque él no es el último ser que vive en la Tierra. Después de él hay una multitud de seres más pequeños que deben comérselo exactamente así como y él se come a otros seres. Los bacilos de la peste, de la cólera y de muchas otras enfermedades, todos juntos deciden que el hombre debe morir. Por lo tanto, el amor humano, por sí mismo, trae ciertos sedimentos. Bonito es el amor humano, pero por causa de estos sedimentos que lleva, la sangre se contagia, se vuelve impura y el hombre muere. Este veneno viene siempre de aquellos seres vivos que el hombre come. Cuando cogéis una gallina o un cordero con el fin de degollarlo, en ellos nace el sentimiento de odio y miedo. Este odio, este miedo, hoy introducen un poco de veneno en la sangre del hombre, mañana introducen un poco de veneno, hasta que estos sedimentos se acumulan tanto que ocurre un envenenamiento perfecto de la sangre. Así que la cuestión no reside en esto, de con qué nos alimentamos, sino en cómo fue recibido este alimento. Ahora, yo no hablo aquí a favor de las gallinas, de defenderlas. Que se coman las gallinas, esto es de provecho para ellas, pero lo importante es que nosotros hemos quebrantado el principio, hemos transgredido la ley del Amor de Dios. La cuestión no está y en esto de que no comamos carne, sino que la cuestión importante es que el hombre razonable no fue creado para comer ni gallinas, ni corderos, ni pavas. El hombre fue creado para un alimento completamente diferente. Y Cristo, cuando descendió del cielo, dijo: “Yo soy el pan vivo, y el que me coma, vivo será” (Juan 6:51 – n.d.t.). Pregunto: ¿Por qué Cristo toma las palabras “yo soy el pan vivo”?

En general, nosotros, la gente contemporánea, debemos guardarnos de todos los engaños del pasado que temporalmente sobresalen en nuestra conciencia. Así como está el mundo, incluso y la gente más prudente, y la más buena, tiene la posibilidad de engañarse en su vida. Y el viajero más experto, si no tiene brújula, puede engañarse en su camino. Si cae en un tiempo nebuloso en algún campo, él no sabrá dónde está el Este, el Oeste, el Norte y el Sur, y ves, se ha engañado en su dirección. Si él es un hombre muy prudente, si ha observado la Naturaleza, no perderá su camino, pero muchos de vosotros podéis enredaros. Entonces, ¿cómo conoceréis hacia dónde está el Este? Durante el día por ejemplo, en la niebla, ¿cómo conoceréis hacia dónde está el Este, hacia dónde el Oeste, hacia dónde el Norte y hacia dónde el Sur? Si habéis observado las piedras, conoceréis por éstas. Estas piedras que están hacia el Norte, tienen unos colores, y estos que están hacia el Sur tienen otros colores. Por lo tanto, las piedras serán vuestra brújula. Tomaréis una piedrecita y ésta os indicará hacia dónde está el Este. Cuando encontréis el Este, por unas conjeturas matemáticas específicas encontraréis y las demás tres direcciones, y de ahí y vuestro camino.

Ahora, vosotros decís que tenéis que vivir. ¿En qué reside vuestra vida presente? ¿Reside la vida en el comer? No, el comer es solo una condición para vida. ¿Reside la vida en el dormir? No, el dormir es solo una condición para vida. ¿Reside la vida en el pensar? No, el pensar es solo una condición para vida. ¿Reside la vida en los sentimientos? No, los sentimientos son solo una condición para vida. ¿Reside la vida en el trabajo? No, el trabajo es solo una condición para vida. Eh, ¿entonces en qué reside la vida misma? La vida nosotros no la observamos fuera de nosotros. La vida somos nosotros. Algunos quieren observar la vida objetivamente. Vosotros no podéis observar la vida objetivamente. Si sacáis la vida fuera de vosotros, vosotros estáis muertos. Y entonces, ¿en qué puede reflexionar, en qué puede pensar el hombre muerto? Por lo tanto, la dirección en la cual nosotros nos movemos ahora es la de adquirir la vida. ¿Qué vida? No esta vida egoísta – la humana –, sino la Divina. Nosotros tenemos la vida humana, pero ésta no nos satisface, esta es una vida que constantemente trae cambios. Cualesquiera reformadores que aparezcan en la Tierra, de cualquier cosa que os hablen, no pueden cambiar la vida humana. En ésta hay dos estados. Uno de los estados es un estado de aflicción, y el otro – de alegría. Vosotros no podéis cambiarlos. El que quiere estar alegre en la Tierra, sin falta debe estar y afligido; y el que está afligido en la Tierra, sin falta estará y alegre. Vosotros podéis decir: “¿Por qué el Señor ha hecho el mudo así?” No, el Señor no lo ha hecho así. Hoy en día, y filósofos, y gente ordinaria dice: “¿Por qué hace tanto frío en la Tierra? ¿Por qué el Señor envía el frío?” No, el frío y el calor la Tierra los produce, frío y calor hay solo en la Tierra. El Sol envía solo la energía, ahí no hay frío ninguno. En los cálculos contemporáneos de los científicos, que afirman que en el Sol hay un calor de 35 millones de grados ¿cómo es posible que se hable de frío? Eh, ¿entonces por qué hay frío en la Tierra? ¿Qué cosa es el frío? – Poca cantidad de calor. Por lo tanto, la Tierra forma el calor, la Tierra forma y el frío. El frío y el calor son cualidades de la Tierra. Yo digo que nosotros somos la causa de la aflicción y de los sufrimientos en la Tierra, y Dios envía el Amor, o sea, esta energía de calor. Y así, las aflicciones y los sufrimientos son estados nuestros. Tú estás afligido. ¿Por qué estás afligido? – Porque has perdido algo. Tú estás alegre. – ¿Por qué? – Has adquirido algo. ¿Qué filosofía hay en esto? La causa de estar afligido es que has perdido algo, o que quieres mucha cosa. Pero mañana cuando la adquieras, de nuevo la perderás y después de esto de nuevo estarás afligido. Tienes casa – te alegras, pero mañana se quema tu casa, estarás afligido. Te nace un hijo – te alegras, mañana muere tu hijo – estás afligido. Tienes un amigo – te alegras, mañana lo pierdes – estás afligido. Eh, bien, en toda esta decepción que nosotros, la gente contemporánea, tenemos desde hace miles de años para acá, ¿habéis buscado lo inmutable? Todos nosotros nos parecemos a Napoleón, somos napolitanos, ¿pero en qué aspecto? En una batalla en Waterloo, Napoleón tomó participación con su caballería, pero por el camino por el cual debería pasar había un despeñadero profundo. Para pasar este despeñadero, una gran parte de la infantería debería llenarla y por encima de estos cadáveres pasar Napoleón con su caballería. Todos nosotros nos tiramos en este despeñadero y cuando pase Napoleón por encima de nuestros huesos, decimos: “¡Que Napoleón venza!” ¿Venció Napoleón? ¿Dónde están los resultados de las guerras napolitanas? ¿Dónde están los resultados del rey romano Cesar? Al final de todo, estos magnos resultados se reducen a nada. Frecuentemente, los americanos ricos, a los que les gusta la variedad, se van a alguna parte al Norte, a los lugares fríos, y ahí tienen la costumbre de hacer palacios grandiosos de hielo, que brillan excelentemente, pero cuando viene la primavera y el verano, éstos se derriten, les sirven solo para 3-4 meses. Todo esto que nosotros edificamos, esto son palacios hechos de hielo. ¿Dónde quedará nuestro afán?

Aquí, en el versículo leído se habla de un gobernante, Pilato, un hombre con una posición social alta, ávido, con una mente fina, como de los romanos, quien para complacer a su pueblo, otorgó a Cristo en sus manos. Él dice: “Yo quiero hacer un favor al rey judío, soltarlo, pero el pueblo no quiere”. No, para tener el beneplácito de su pueblo y para complacerlo, Pilato les soltó a Barrabas, y Jesús, después de azotarle, Le otorgó a crucifixión. Pregunto: ¿Por qué Pilato quería complacer al pueblo y por qué otorgó a Cristo a crucifixión? ¿Por qué los sacerdotes principales hebreos se rebelaron contra Cristo? En esto, vosotros decís que en el mundo hay una magna ley Divina, que el Señor reina en todas partes. Si el Señor es magno y reina en todas partes, ¿cómo permite ocurrir en Su Reino tales anormalidades? Así reflexionaría si estaba defendiendo una teoría materialista. Yo hubiera sacado una conclusión completamente diferente, hubiera dicho que no hay Señor en el mundo, que no hay Providencia Divina, que esto es un trabajo vacío, que aquello es un trabajo vacío, etc. Todo es un trabajo vacío ¿y qué es un trabajo lleno? ¿Qué es lo más real? – Que te alimentes. Bien, esto de lo que la gente dice que es lo más real, debes cumplirlo tres veces al día, y de todas maneras se vacía, fluye hacia fuera. Entonces, el hombre es un cántaro roto que constantemente se llena y se vacía. Después de todo, este cántaro se vacía perfectamente y no queda nada de él en el mundo. Entonces escriben su nombre y dicen: “¡Este hombre era un poeta destacado, un filósofo destacado!” Sí, él era un cántaro roto. ¿Y qué dejó al mundo? – Algunas paginitas obscuras. Él alabó algún cántaro roto, algún rio turbio, alguna fuente turbia, etc. Y todos estos ríos, fuentes y árboles alabados, en conclusión se resecan y se secan. La mejor gente de vosotros, incluso y estos los que pasáis por santos, no sois tan buenos. Algunos os miran gozosos, pasáis por ángeles, pero esto es solo vuestro lado bueno. No sois de los muy buenos. Vosotros os parecéis a aquella novia joven, de la cual el novio se elogiaba que era mansa, noble, templada y educada. Un día él lleva donde su novia a uno de sus amigos, que vea cuán noble es. Cuando ella les servía, él intencionalmente le tropieza con su pierna y ella se cae, vuelca toda la bandeja con dulce, vasos, cucharitas – todo al suelo. Se levantó, sacudió sus ropas del polvo y se dio apariencia de que esto no le preocupaba, pero cuando bajó abajo, por ira, por descontento, mordió el borde de la mesa, incuso hizo un agujero. Apenas después de casarse, su bien amado comprendió que ella tenía dientes. Un día, cuando estaba descontento de ella, él le pegó, pero en este tiempo ella lo mordió bien y le dijo: “Sé que tú puedes pegar, pero yo tengo dientes para morder”. Entonces la gente dice: “¡Que sean sanos estos dientes!” ¿Entonces dónde está lo bello en la vida? Vosotros os engañáis pensando que lo bello está en la vida humana. Yo os hablo la verdad misma, pero no como a niños. Yo no voy a hablar esta cosa a los niños, porque si les destruimos a los niños las muñecas, habrá un gran alboroto y llanto. Yo no os considero niños, pienso que habéis pasado esta edad infantil. Si algunos de vosotros se ocupan todavía con sus muñecas, que las pongan ya en sus maletas. Ya no es tiempo para muñecas. A vosotros, los que habéis rebasado las muñecas, os pregunto: ¿En qué reside la vida? – Eh, en que estudiemos. –No, el estudio es una condición para vida. – Eh, casarnos. – No, casarse es una condición para desarrollar nuestra vida. – Eh, casar a nuestra hija. – No, esta es una condición para librarnos de la carga. ¿Entonces en qué reside la esencia de la vida? Dice la Escritura: “Que conozcamos a Cristo, que creamos en Él”. ¿Pues qué mujer no conoce a su marido? ¿Cuál de vosotras no ha corrido y llorado detrás de él cuatro filas de lagrimas, diciendo: “¡Sin ti no puedo vivir, me muero; contigo solo puedo vivir!”? Eh, ¿por qué después de tomarse con él, de nuevo muere? Y él dice que sin ella no puede vivir – que se muere, que solo con ella puede vivir, pero después de tomarse con ella, de nuevo muere. ¿De dónde proviene esta contradicción? Otros se detienen y dicen: “¡Así es la vida!” ¿Pues vosotros cómo podéis pronunciarse de que la vida es así? Sí, la vida presente es así, pero esta no es la vida verdadera. Que adquiramos la vida verdadera y entonces hablemos.

Y así, Pilato quiso complacer al pueblo. ¿Por qué debería golpear a Jesús y otorgarle a crucifixión? Pregunto: ¿Por qué el Señor no intervino en los trabajos de Pilato? – Al Señor no le gusta intervenir en los trabajos humanos. Él dice: El trabajo de Pilato es complacer al pueblo y otorgar a Jesús a crucifixión, y mi trabajo es resucitarle, darle vida, hacerle eminente y mostrarle como un ejemplo de cómo se debe vivir en el futuro”. Vosotros habéis leído el Evangelio, sabéis, más o menos, por cuánto tiempo se terminó este proceso de juicio. Cerca de tres días duró este proceso de juicio, de llevar a Cristo al Cesar, a Pilato, se reconciliaban, hasta que por fin deberían degollar a Cristo como una gallina, que sirva para un banquete – ¡nada más! Entonces, en todo este proceso Pilato debería complacer al pueblo. No es malo que el hombre complazca. El complacer por sí mismo es bueno, ¿pero a quién debemos complacer? Si tú te complaces a ti mismo, morirás; si complaces a tus prójimos, morirás; si complaces a Dios, vivirás. Cuando un hombre quiere complacer a Dios, él no puede esperar a la gente, diciendo que yo, como vivo para Dios, tendré el beneplácito y de la gente. No, aquel que ha llegado a la idea de servir a Dios, él está tan ocupado con este magno pensamiento que a él no le viene a la mente ocuparse con las pequeñeces en la vida. Vosotros os encontráis en la posición de aquel discípulo que se fue a un gran Maestro hindú y le dijo: “Maestro, quiero que me enseñes el arte de conocer las leyes del magno Amor”. Él le da el siguiente examen: “Saldrás en el camino y verás a tres hombres – un gran adepto, un brahmán y un militar. Irás a cada uno de ellos y le pegarás dos palizas. Luego vendrás para decirme qué has aprendido”. Se sale el discípulo a la calle y ve a aquel adepto que se ocupaba con una magna idea acerca de la humanidad; ve al brahmán, ve y al militar que se ocupaba con planes de liberación de su pueblo. Se va primero al militar y le pega una paliza. No le quedó tiempo de pegarle y la segunda paliza, cuando el militar le pega dos palizas y además más fuertes que las suyas. Se va después de esto al brahmán, le pega dos palizas y éste apenas levantó su mano, pero inmediatamente le vino el pensamiento de que no debe y se detuvo, bajó su mano hacia abajo. Se va por fin al adepto, le pega dos palizas, pero éste ni siquiera movió su mano, no presto ninguna atención. El discípulo regresa a su Maestro y le cuenta cómo el militar le pego dos palizas. – No es una cosa mala el golpe, pero debes saber que este es el destino presente del mundo. Allí, cuando pegas una paliza, te pegarán dos. El brahmán, pues, representa la legalidad presente, estas creencias ordinarias, por eso él levantó su mano, pero luego la bajó. Pocas, sin embargo, son las personas como este adepto que estaba tan dedicado a reflexiones sobre el bien de la humanidad que incluso no notó estas dos palizas. Con este silencio suyo él decía: “Cuando tu mente, cuando tu corazón se sobrellenen con el deseo por este magno Amor, ven a mí, yo te mostraré el camino verdadero”.

Y nosotros somos tales viajeros enviados aquí a la Tierra. Viene alguien a ti, te pega una paliza, y si tú eres más fuerte, le pegarás dos, como este militar. Si eres como este brahmán, reflexionarás acerca del mundo moral. Te pegarán dos palizas, pero tú solo levantarás tu mano y rápidamente la bajarás abajo. Pero, hay y una tercera posición. Puedes ser y como este adepto y no notar que te han pegado palizas.

Ahora, muchos dicen: “Las condiciones de la vida son tales”. ¡De las condiciones no habléis! Las condiciones vosotros las creáis. Dios es un Ser del Cual fluyen solo bienes. Pero si nosotros hacemos dentro de nosotros una obstrucción al Amor Divino, esta obstrucción produce una grieta de la conciencia en nosotros. Cuando la presión de una canalización es grande, ésta puede producir una grieta, tal como y la presión del Amor Divino puede agrietar la conciencia de cada uno de nosotros. El Amor Divino es una fuerza que debe pasar por la mente humana, por el corazón humano y por la voluntad humana – en general, por todas las partes del cuerpo. “Y Le otorgó a crucifixión”.

Entonces nosotros peguntamos: ¿Dónde está el Señor? Algunos pueden decir que no hay Señor. Yo pregunto: ¿Cómo es posible, cómo ocurrió esta cosa, que a este hombre débil que no podía defenderse, a quien los hebreos otorgaron a crucifixión, hoy en día se Le inclinan 500 millones de personas y Le reconocen como Dios? Vosotros diréis que Él era el Señor. No, al Señor nadie puede así crucificarle. Ahora, no hay por qué detenerme para explicar el otro lado de la cuestión, pero la fuerza está en esto, que lo Divino trabaja a través de los sufrimientos. Dios trabaja en las contradicciones de la vida humana. Supongamos que vosotros os encontráis en la posición de Cristo. ¿Qué haréis? Si tenéis una pistolera ¿no vais a sacarla para defenderse? Decís: “Por supuesto que voy a defenderme”. Eh, bien, tú vas a defenderte, ¿pero qué ganarás? – Matarás a tu alma, pues puede que y a ti te maten. Pregunto: ¿Dónde está el heroísmo entonces? Dices: “Me defiendo para estar vivo”. Yo no llamo hombre fuerte a aquel que puede matar a su alma, que puede matar y a la demás gente. Hombre fuerte es aquel que puede convertir a sus enemigos en amigos. Por lo tanto, el sentido de la vida reside en esto: de que de las contradicciones que aparecen en nuestra vida saquemos una moraleja excelente. En este versículo tenemos dos contradicciones. ¿Cómo debemos reconciliarlas?

Hace más de 25-30 años dos americanos se van para visitar la cascada del Niágara, pero se emborracharon un poco. Decidieron pasearse con un barco por la corriente del rio, por encima de la cascada; sin embargo, no notaron cómo el agua se los llevó y les arrastró hacia la cascada. En un tiempo el barco se encontró en las aguas de la cascada, en medio de la corriente más fuerte. Por esta corriente fuerte el barco se voltea hacia abajo y uno de ellos cae, y el otro logra agarrarse a una roca y se queda sobre ésta. La cascada por debajo de él brama, retumba. Se reúnen americanos por un lado, canadienses por el otro – piensan un día, dos, tres, en cómo salvarle. Un barco no puede ir hasta allá. Todos se interesaron por este caso. ¿Cómo pensáis que le salvaron? La humanidad contemporánea se encuentra sobre esta piedra en medio de la cascada, como este americano – sobre esta roca. Costas por los lados hay, pero esta cascada por abajo brama, y en el deslice más pequeño – ¡todo está terminado! Finalmente los americanos decidieron echar con un cañón una cuerda sobre la roca, y que éste allí se ate fuertemente con ésta. Ahora dejo que más adelante la historia transmita el hecho. Vosotros leed la historia, que veáis si este americano se ha salvado o no.

Otro caso: un americano, después de vivir cierto número de años, encontró que la vida no tiene sentido, se aburrió y decidió de alguna manera glorificarse. Llegar a ser un poeta – no puede. Llegar a ser un científico – no puede. Después de pensar largos años, le viene finalmente la siguiente idea: forrar un barril, alquitranarlo bien y recubrirlo con chapa, para que con ésta bajara de la cascada. Se van sus amigos junto con él para soltar el barril desde arriba, desde la cascada. Le sueltan desde arriba y el agua le cacha. Después de girarlo alrededor de una media hora, sus amigos toman el barril, lo abren, pero él dentro apenas respira. Con pena despertó de este aturdimiento. Sus amigos le preguntan: “¿Eh, cómo estaba la situación en el barril? – Una segunda vez, aunque me den todo el mundo, no entro en un barril y desde una cascada no bajo”. Hay una ley según la cual el hombre puede ser destacado solo una vez. La primera vez es destacado, pero cuando repite la misma prueba, él es destacado a la mitad; la tercera y la cuarta vez ya no le prestan atención. Este americano aprendió una ley: aunque ya le dieran todo el mundo, una segunda vez no entra en un barril para pasar por la cascada. Un hombre embrollado no debo de ser, gloria no me hace falta.

Y así, el primero quiso pasearse con barco por la cascada, pero se queda sobre la roca. El segundo pasa por la cascada con un barril, y el terceto quiso pasar la cascada sobre una cuerda. La primera vez pasa la cascada con una barra en la mano, para equilibrio. La segunda vez la pasa sin barra, y la tercera vez, para mostrar su arte, pasa la cascada con otra persona sobre su espalda, y ya sin barra. ¡Esto es arte! Me gusta este hombre.

Y yo desearía que cada uno de vosotros así pase la cascada. Cada cristiano debe pasar esta cascada tres veces: una vez con barra en la mano; una segunda vez sin barra, y una tercera vez sin barra y con un hombre sobre la espalda, sin perder la presencia de su espíritu.

Ahora, vosotros me preguntaréis: “¿Qué debemos hacer con estos sufrimientos que enfurecen, que comen nuestro corazón y turban nuestra mente?” Digo: tú tendrás la presencia del espíritu, como aquel americano que pasa la cascada una vez con barra, una segunda vez sin barra y una tercera vez con un hombre sobre la espalda, que nada te inquiete. Si puedes hacer esto, bien; si no puedes hacerlo, baja de la cuerda, a ti no te corresponde gloria ninguna. Un creyente debe tener el valor de este americano. Él debe permanecer incluso más alto que éste. Siempre cuando llegáis a las dificultades grandes en la vida, decid: “Yo pasaré por esta cuerda”. Cristo se encontró sobre esta cuerda y debería pasarla, y no es que no tenía fuerza, Él tenía fuerza, pero inevitable fue el paso por esta cuerda. Cristo tenía la fuerza de caminar por encima del agua; Él pudo alimentar 5000 personas con cinco panes y dos peces; Él tenía la clarividencia para decir a Pedro que la moneda perdida fue tragada por un pez y que ahí la busque, pero en este caso él no se sirvió ni con uno de estos medios. Entonces, con todo esto Cristo aprendió una magna lección – de magna lealtad hacia Dios. Él dice: “Yo cumpliré esta gran lección, cumpliré la voluntad de Dios, y esto lo que no puedo, esto lo magno, es un trabajo Suyo”. Hay cosas que nosotros como hombres cumpliremos, y hay cosas que dejaremos a Dios que las realice. ¿Qué cosas? Por ejemplo, tú, después de morir, ¿dónde irás? ¿Qué decía Cristo? Después de que te deshonren, después de que tomen todo ¿de dónde vendrá tu gloria? Para esta cosa, dice Cristo, hay quién se ocupe. Esto está de acuerdo a la Enseñanza de Cristo, porque en otro lugar Cristo dice: “No busquéis gloria de los hombres, sino de Dios”. La gloria humana fácilmente puede ser quitada, la riqueza humana fácilmente puede ser quitada, pero la gloria de Dios, la vida de Dios, nadie puede quitarla.

Ahora, en esta posición, cada uno debe tener la experiencia del Amor de Dios. Cada uno de vosotros debe llegar a estar en acuerdo, en contacto con esta magna esencia. Entonces comprenderá que el amor humano está en conexión con el Amor de Dios. Entre el Amor de Dios y el humano hay tal conexión como entre una bomba y su mechero. En el Amor de Dios hay los mismos resultados como y en la bomba, y el amor humano es el mechero de esta vida eterna. Si no hay nada que pueda dañar la conexión entre el Amor de Dios y el humano, el hombre naturalmente llegará a esta posición de conocer el Amor de Dios, de conocer la vida eterna. Su conciencia constantemente se va a desarrollar. En esta posición él pasará del amor humano hacia el Divino. Por lo tanto, el amor humano es un paso que conduce hacia el Amor de Dios, hacia la vida eterna. Cristo concientizaba esto y dijo: “Mi vida está terminada, yo termino con el amor humano y ya empiezo a vivir con el Amor de Dios, con la vida eterna”. Pilato Le entregó a crucifixión, Le pegaron, Le crucificaron, pero hoy en día 500 millones de personas creen en Él. ¿En qué creen? Ellos creen que Cristo murió y resucitó. Ellos creen que Cristo puede salvar a la humanidad. Pero hay algo que ellos deben percibir. ¿Qué es esto? – Ellos deben percibir aquel Amor a través de cual el alma y el espíritu estaban conectados con Dios. Ahí, en la Escritura, está dicho: “No vine al mundo para hacer mi voluntad, sino la voluntad del Padre que me ha enviado” (Juan 6:38 – n.d.t.).

¿Cuál es la voluntad de Dios que nos ha enviado a la Tierra? Los cristianos contemporáneos consideran que para cumplir la voluntad de Dios, debemos negarnos de todo. Y dicen: “en esta posición, en tal ambiente, la vida pierde cualquier sentido, en esta ya no hay ninguna satisfacción. Si no hay comer, si no hay beber, si no hay dormir, si no hay placeres, ¿entonces en qué reside el sentido de la vida espiritual?” – En la Tierra hay dormir, en el cielo hay descanso. El comer en el cielo está relacionado con el proceso de adquirir. Y los ángeles comen, se alimentan, y ellos tienen comidas como nosotros, pero después de alimentarse, sienten una expansión, su vida se vuelve más abundante y ellos se enriquecen. En nosotros no es así. El hombre, después de alimentarse, en primer tiempo, mientras es joven se expande, pero luego, cuanto más come, él poco a poco envejece y nada adquiere. ¿Por qué el hombre hasta cierta edad crece y adquiere, y luego envejece y disminuye? La ciencia contemporánea dice que el metabolismo no es correcto, o sea, que el hombre gasta más energía y adquiere menos. En su juventud el hombre adquiere más energía y en su vejez adquiere menos energía, en consecuencia de esto envejece. ¿Por qué exactamente en su vejez, cuando el hombre es más prudente, gasta más y adquiere menos, y en su juventud, cuando es más estúpido, adquiere más y gasta menos energía? Esto está en oposición a esta ley que dice que el hombre prudente debe ganar más. ¿Por qué es así? – La gente joven vive más cerca de Dios, y la gente vieja vive más lejos de Dios. El niño pequeño cree en todo lo que se le dice, y el hombre viejo es un filósofo, él dice: “Tú no me enseñes, yo he pasado por esto, lo he probado”. El niño cree en todo, y el viejo dice: “¡Traedme el libro para leer!” Él verifica cada cosa. Él es como Tomas el incrédulo. Toda la gente vieja son siempre Tomasitos. Él dice: “Yo que toque un poco y entonces me voy a convencer”. Los viejos dicen: “Nosotros somos hombres viejos, gente prudente, que toquemos un poco, que nos aseguremos. ¡Nosotros, la gente vieja, prudente, no nos vamos a dejar así que nos mientan, que nos engañen!” – ¡Ah, la gente vieja no podría engañarse! Exactamente son ellos los que más se engañan. Por ejemplo, algún hombre viejo, prudente, tiene dos hijas, muchachas en edad de casarse. Viene algún muchacho, y él se engaña – vende a su hija, por encima de esto da y 40-50,000 levas, para que la pegue este muchacho tres veces al día. Tú, como eres un hombre viejo, prudente, ¿por qué diste a tu hija para que le peguen tres veces al día, y por encima de esto diste y 40-50,000 levas como dote? Entonces, nosotros somos madres y padres que vendemos a nuestras hijas para que les peguen tres veces al día. Así y el pueblo hebreo traicionó a Cristo en las manos de Pilato para que Le crucificara. Pilato promovió el proceso de juicio. Él era un juez excelente, y en su autoridad estaba liberar a Cristo o crucificarle. Yo pienso que todos los jueces presentes se parecen a Pilato, lavan un poco sus manos según tal o cual ley, y quitan de sí cualquier responsabilidad. Yo os hablo simbólicamente. Hay tales ejemplos en el mundo. Se va algún comerciante al jefe de la estación del tren, le pide que le conceda un vagón, para sacar su mercancía. El jefe de la estación no concede el vagón, se lo niega. “¡Por favor, señor jefe, estamos en el invierno, tengo mujer, niños en casa, hacedme el favor!” – y levanta sus manos hacia arriba, señala sus 10 dedos. ¿Qué significa este levantamiento de las manos? Esto significa: “Eh, señor, por favor, hacedme el favor, 10,000 levas recibiréis de mí, de otra manera mi mercancía se va a estropear”.

Inmediatamente el jefe da sus órdenes: “Conceded vagones para este hombre. Estamos en el invierno, mujer, hijos tiene, que se le haga el favor”. Pregunto ahora: ¿De dónde han penetrado todos estos defectos en el hombre? ¿Dónde está el humanitarismo, dónde está su nobleza? El soborno no está solo aquí. Éste existe y en otros lugares. Yo voy a transmitir otro tal ejemplo. Alguna mujer se casa con alguien. Ella debe ser honesta en sus comportamientos al respecto de su marido, debe amarle. Pero, la miras, va con su marido, aparentemente camina con él, pero mira a algún otro hombre. Inmediatamente él le pregunta: “¿Qué estás mirando?” No pasa mucho tiempo, pasa alguna mujer a su lado, y ahora, pues, el marido mira. “¿Qué estás mirando? – Eh, es bonita. – Así, así, bonita es”. ¡Ridícula es la gente! Los turcos dicen: “No es malo mirar lo bonito”. Una cosa mala es cuando nace en ti un celo, algo impuro. Cuando dices que amas al uno, y quieres obsesionar y al otro, y le mientes, juegas con él, ¿es esto honesto? ¿Dónde está lo humano? Que ames, esto lo comprendo, pero que en el nombre del amor juegues, que mientas, esto no lo comprendo. En el amor humano mentira se permite, todos estos comportamientos se permiten, pero en el Amor Divino la mentira no se permite en absoluto. ¡Una ley hay para esto!

Vosotros frecuentemente pensáis: “¿Cómo viven los seres en el Cielo?” – Muy bien viven, viven idealmente. Si una pareja del Cielo, que vive en toda la pureza, llega a la Tierra y permite entre sí la tentación más pequeña, la impureza más pequeña, ellos no pueden unirse más juntos, el divorcio entre ellos está terminado. Aquí en la Tierra ellos pueden errar, pueden manifestar alguna debilidad, pero en el Cielo no hay condiciones para errar. Aquí, en la Tierra, hasta que el marido se libere de su mujer, verá y sufrirá. Él la echa, ella no se va; ella le echa, él no se va. En el Cielo tales cosas no hay. Esta es una magna ley del Amor de Dios. Y entonces digo: cuando el Amor de Dios comienza a actuar, en nosotros nace esta magna conciencia, magna comprensión de las cosas y nosotros ya no podemos pensar en algún crimen. Suficiente es solo pensar en aquella magna entidad y nosotros nos ponemos en la posición de un hombre. Yo soy jefe de la estación del tren. Alguien se vuelve para un favor hacia mí y levanta sus manos. Digo: “Amigo, y sin levantar tus manos yo puedo hacerte el favor, no hay necesidad de levantarlas”.

Ahora, todos nosotros sufrimos por un defecto grande, queremos complacer. ¿A quién? – Al pueblo. ¿A quién más queremos complacer? – A nosotros mismos. ¿Más? – A nuestros amigos. ¿Más? – A nuestros prójimos. ¿A quién más? – A este, a aquel, a todos. Sí, complaceremos a todos, pero al final de todo nosotros sin dejar huellas perdemos nuestra vida. Nosotros, la gente contemporánea, nos columpiamos. Incluso hay almas avanzadas que dudan. La cuestión importante en el mundo no depende de esto, en qué lugar permanece la vela, en qué candelabro está puesta, si es de madera, de plata o de oro, sino que depende de su luz. La vela puede ser puesta y sobre alguna piedra, lo importante es si flamea y cómo brilla. Por lo tanto, cada enseñanza debe contener dentro de sí vida, debe tener espíritu. El Espíritu de Dios que fluye de toda la gente, debe ser para ellos una conexión común, que los una en uno. Y entonces algunos preguntan: “¿Cómo voy a conocer si estoy en Dios o fuera de Él?; ¿cómo voy a conocer cuándo Le he encontrado?” Digo: ¿La mano cómo conoce si ha encontrado al hombre o no? Si la mano está sana, ella está sobre el hombre, le ha encontrado. Si está sana ella se aprovechará de todos los jugos. Si la mano se corta, ésta se separa del cuerpo, no puede aprovechar de sus jugos y comienza a estropearse, a oler. Hasta entonces, hasta que tienes en ti paz, una fe imperturbable, tendrás luz, conocimiento, tendrás una inteligencia; hasta que tienes la Verdad dentro de ti, tendrás libertad; hasta que el Amor reina en ti, tú tendrás vida, estarás conectado con Dios. Cuando tu amor comience a vacilar, tu vida disminuye y tu luz se vuelve pálida; cuando dudas de la Verdad, tu libertad se limita, y tú experimentas un aprieto grande. Si tú no te guardas, puedes cortarte de Dios y perder tu vida. La cuestión es que el amor hacia Dios da expansión al alma y cariño hacia toda la gente. Yo no os hablo de este amor que vosotros sabéis. No voy a detenerme para explicaros la diferencia entre el Amor de Dios y el humano, pero digo que el hombre debe escudriñar el amor humano en todas sus manifestaciones. Vosotros lo habéis probado en todas sus manifestaciones, no hay por qué probarlo ahora. Hay un Amor que no habéis probado, éste es el Divino. Para probarlo, vosotros pasaréis por la vida de Cristo. Ahora muchos de vosotros dirán: “¿Pero no hay otro camino?” – No hay otro camino en el mundo. Este es el único camino, en el cual están puestos muchas dificultades y obstáculos. Y Dios prueba a toda la gente de si ellos han recibido Su Amor. El salmista dice: “Pruébame, Señor, y mira si he recibido Tu Amor, prueba mi corazón” (Salmo 26:2 – n.d.t.).

Y así, de Pilato aprenderemos dos cualidades negativas: que no complazcamos como él a la gente, y que no otorguemos a Cristo para que Le crucifiquen. ¿Y qué debemos hacer? – Tomaremos el lado positivo de las acciones de Pilato: complaceremos a Dios. Y en vez de otorgar a Cristo para que Le crucifiquen, Le otorgaremos a Sus amigos, a Sus apóstoles, los que Le aman. Cuando Pilato preguntaba: “¿Queréis que suelte a Jesús?”, esto significa que él tenía libertad de hacer esta cosa, en su autoridad estaba soltar a Cristo. Digo: ¡Dad libertad a vuestro espíritu! La Escritura dice: “¡No selléis el Espíritu, dejadle trabajar!” En cada hombre trabaja lo Divino, y si vosotros dais preponderancia a lo humano, a lo animal, a lo irrazonable en vosotros, las consecuencias de esta vida son malas, catastróficas. Y aquellos que han recibido la Verdad, que han entrado en este camino, deben ser valientes, caminar hacia adelante para alcanzar la perfección – la meta de vuestra vida. La perfección es para los discípulos verdaderos. Muchos de vosotros tienen que aprender la ley del sacrificio, de la auto-negación; algunos, pues, tienen que estudiar ciertas virtudes, y aquellos que han pasado esto deben estudiar el auto-perfeccionamiento, que se manifiesten y que den modelos de Amor Divino. Por ejemplo, muchos dicen que y sin dinero podemos vivir. ¿Quién puede vivir sin dinero? – Solo el hombre prudente puede vivir sin dinero. No entendáis que este dinero debéis tenerlo en vuestro bolsillo. Y Tolstoi decía que puede sin dinero, pero subía a los trenes y viajaba con estos. Si nosotros aceptamos esta posición de que se puede sin dinero, entonces no debemos subir a ningunos trenes, a ningunos coches, siempre a pie debemos caminar. Entonces y sin zapatos debemos caminar, y llevar solo esto lo que solos podemos hacernos. Tolstoi, cuando predicaba esto, entró en una contradicción. Nosotros podemos sin dinero, pero el dinero debe reemplazarse con otra cosa. Como digo que podemos sin dinero, esto será solo entonces cuando los corazones de la gente se obsesionen por el Amor Divino. El amor debe servir como una moneda de cambio. ¿Qué significa que trabajemos sin dinero y que el amor sea una moneda de cambio entre nosotros? Supongamos que tú vienes a mi hogar para trabajar sin dinero y por amor. Entonces yo te diré: “Hermano, te agradezco por el Amor Divino que manifestaste hacia mí, desde ahora tú tienes mi amor y yo diré a todos mis amigos que te hagan favores”. He aquí la moneda de cambio. Un tal señor se va a América y no tiene algún conocido en ninguna parte. Inmediatamente yo diré un verbo a un amigo mío y él le acepta, le acomoda, le revisa. Le digo: “Amigo, cuiden de este hombre, dadle un billete gratis, dadle alimento, dadle todo de lo que tiene necesidad”. Y un tal hombre puede pasar libremente de un extremo del mundo al otro sin dinero – cada uno le hará favor. ¿Pero cuándo? –

Cuando este Amor llene nuestros corazones.

Así que no es malo cuando estas contradicciones existen en el mundo, pero de este mundo debemos aprender dos leyes. Nosotros debemos ser tan activos como el mundo es activo. Trabajadores con la gente mala. Yo respeto a un lobo. Para tomarse un cordero él rondará por lo menos diez rediles. De aquí, de allá le perseguirán perros, pero de todas maneras tomará un cordero de alguna parte. ¡Trabajador es él! Yo no puedo juzgar a un lobo de que ha tomado un cordero. Nosotros con ley hemos colgado en ganchos los corderos, ¡y esto no era un crimen! ¡Pero era crimen esto de que un lobo se ha tomado un cordero! Inmediatamente le pegamos un tiro. Dicen: “Nosotros tenemos derecho”. Este derecho es humano. Estos razonamientos vuestros no son rectos. Todo en el mundo tiene su sentido. En el mundo contemporáneo, en todo este abono, en todos estos pensamientos negativos, nosotros esperamos alguna mejoría. No, nosotros debemos tener una fuerza para transformar todo esto en bien y detener el mal. Yo os voy a transmitir un ejemplo que un amigo mío, un búlgaro científico y eminente me contó. Él me escribe desde Alemania lo siguiente: “Yo hasta ahora en el diablo no creía, y en Satanás no creía, pues y ahora no creo, pero hace un mes soñé un sueño que me convenció de que hay diablo en el mundo. Así como vi a Satanás en sueño, él era más grande y más fuerte que yo, pero cabeza no tenía. Comprendí que si le doy mi cabeza, él podrá hacer mucha cosa, pero si no le doy mi cabeza, nada podrá hacer. En el mundo nosotros damos nuestra cabeza al diablo, por eso la gente se enloquece. Alguna gente tiene miedo del diablo. ¡No hay porqué tener miedo, pero no deis vuestra cabeza y vuestro pensamiento al diablo! ¡Sostened vuestra cabeza! La Escritura dice: “Humillaré a Satanás bajo tus pies” (Romanos 16:20 – n.d.t.). Entonces vosotros os pareceréis a aquel santo que trató de disminuir al diablo y logró hechizarlo, de manera que le encerró en una vasija. Así encerrado en la vasija, el santo le hizo pasearle por todo el mundo, incluso y al Santo Sepulcro. Después de todo el santo le preguntó: “¿Tú me vas a torturar más? – No voy a torturarte”. El santo abrió la vasija y le liberó. Y así, cuando el diablo entre en la vasija, hechizadle, él retrocederá. Vosotros solo poned vuestra mano por encima y él hará cosas excelentes. Y por eso nosotros no debemos decir: “¡Cuán cruel era Pilato!” Pilato era un hombre como toda la gente, con debilidades. Y hasta los cristianos más devotos alguna vez manifiestan tales debilidades.

Hoy en día, de toda la gente se requieren estudios del Amor de Dios. Por eso debe empezarse por el humano. No os asustéis que el amor humano vaya a desaparecer del mundo. No, y millones de años más el hombre tendrá hacia sí mismo amor. Incluso y en el Nirvana cuando entre, de nuevo quedarán particulitas de este amor. Algunos piensan que cuando entren en el Nirvana no van a manifestar amor hacia sí mismos. Digo: ¿Pues de dónde apareció el egoísmo de estos espíritus perfectos que salieron de Dios? En cada particulita del hombre existe amor hacia sí misma y por eso el amor egoísta en el hombre se manifiesta y se manifestará. Cada amor, sin embargo, está a su lugar.

Y así, nosotros estudiaremos estas tres magnas manifestaciones del amor. Cabeza de nuestra existencia será Dios. Se dice en la Escritura: “Cabeza de Tu Verbo es la Verdad” (Salmo 119:160 – n.d.t.). Y así, en primer lugar está el amor que tenemos hacia Dios. Después de esto el amor que tenemos hacia nosotros mismos, el cual va a crear los pulmones y el sistema arterial. Y finalmente el amor hacia nuestros prójimos, el cual va a hacer los brazos, las piernas y el estómago. Por lo tanto, en estos tres principios se va a vestir el espíritu humano y vivirá conforme al Amor de Dios. Y así: conforme el Amor de Dios trabajaré, pensaré y ordenaré a todo lo inferior en mí; conforme a mi amor respiraré, y conforme a mi amor hacia el prójimo trabajaré fuera, me manifestaré. Pilato, el que otorgó a Cristo a crucifixión, no tenía cabeza. A él le pondremos la cabeza Divina, de manera que cuando venga una segunda vez, no va a crucificar a Cristo. Y Cristo, cuando venga una segunda vez, le mostrará cómo debe actuar, le mostrará dónde está su lado débil. Cristo le dará una buena lección. Eliphas Lévi cuenta una pequeña anécdota en la cual encontraré la imagen de Pilato. Satanás, después de trabajar 2000 años en el mundo, después de dar a la gente una buena experiencia, ellos no le escuchaban más, no querían saber de nada. Un día, él salió a descansar, se paró en un lugar pedregoso, agachó su cabeza y reflexionaba: “Así es, enseñaba, enseñaba al mundo y cuando le enseñé, hoy nadie te honra. Yo actué de una manera irrazonable, porque transmití mi enseñanza a esta gente no noble”. En un momento ve a Cristo que viene a dirección hacia él, y Satanás le dice: “Eh, muy tarde vienes a mí”. ¿Por qué? – Hace 2000 años, cuando era tan fuerte, tan rico, tú no viniste a mí para darte todos estos mundos que tenía a disposición, sino vienes ahora cuando no tengo nada. – No, yo no vengo para tus reinos – le dice Cristo –, yo vengo para ayudarte”. Satanás es un hombre corpulento, muscular, pero Cristo vio en su pecho a dos grandes serpientes negras hinchadas. Cristo se acercó a él, empujó estas serpientes y éstas cayeron al suelo. Cristo entonces le dice: “Sí, tú muy bien enseñaste al mundo”. Esta es una alegoría. Que no digáis: “He aquí lo que nos predica este hombre, que Satanás debería venir para enseñar a la gente”. Pues Satanás y ahora os enseña. ¿Qué os enseña? – Que os hagáis rifles, que os matéis y cualquier otra cosa, pero ahora Satanás está reformado. Y éste, el nuevo Satanás reformado, andará por un camino completamente diferente. Él andará conforme a la Enseñanza de Cristo.

Y así, ¿cuál es la idea principal? – Pondréis el Amor de Dios como cabeza de vuestra vida, vuestro amor – como sistema respiratorio, y el amor hacia vuestros prójimos – como condición para la creación de piernas, brazos, estómago, en general como partes de vuestro cuerpo. Entonces la filosofía de vuestra vida cobrará sentido. Vosotros podéis hacer una prueba y veréis que esta prueba saldrá exitosa.

Complacer al pueblo

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