Entrevista a Christian Felber: “Los bancos deberían aspirar por ley al bien común”

Jorge Gomez (333)

Christian FelberEl activista austriaco propone en su último libro nuevas reglas para democratizar el sistema monetario

¿Están garantizadas las pensiones? – El autor de ‘La economía del bien común’ y ‘Dinero. De fin a medio’ explica si es viable el actual sistema de pensiones y si estas estarían garantizadas en un nuevo modelo económico basado en la economía del bien común

Christian Felber (Salzburgo, 1972) es uno de los gurús más seguidos por los que sueñan con una alternativa al actual sistema económico y monetario. Licenciado en Filología Hispánica, Psicología y Ciencias Políticas, y bailarín de danza contemporánea, en 2010 se erigió como el padre de la economía del bien común, un movimiento que sienta las bases para la creación de un nuevo modelo económico que priorice el bienestar ciudadano por encima de los intereses de los mercados y el capital. A diferencia de otros muchos pensadores, los principios teóricos que Felber expuso en el superventas La Economía del bien común (Ed. Deusto) han dado paso a acciones concretas, como la aparición de municipios que, a pequeña escala, se rigen por los principios de este movimiento. En España ya hay dos: Miranda de Azán (Salamanca) y Carcaboso (Cáceres), y en breve muchos más se adscribirán a la corriente.

Este austríaco, cofundador de ATTAC y profesor de Economía en la Universidad de Viena, acaba de publicar un nuevo libro en el que expone los pasos a seguir para cambiar el sistema monetario imperante. En Dinero, de fin a medio (Ed.Deusto, en castellano; Miret Editorial, edición en catalán) Felber propone de manera detallada nuevas reglas del juego, radicalmente diferentes a las que desencadenaron la crisis financiera que arrancó en 2007 y que tan graves consecuencias ha tenido para la población. La obra acaba de recibir el premio getAbstract International Book Award 2014 al mejor libro de negocios del año.

Estan garantizadas las pensiones¿Cómo se crea el dinero?
– El dinero en efectivo lo crea el Banco Central, de donde procede también, en muy pequeño porcentaje, el dinero bancario; el 90% restante de estas cifras virtuales lo crean los bancos comerciales mediante la concesión de créditos y la compra de activos.

¿Cuáles son los principales peligros de que los bancos comerciales creen la mayor parte del dinero?
– La distribución más injusta del dinero, inflación, inestabilidad y la no cobertura con efectivo de las cuentas bancarias.

¿Qué tipo de sistema económico tenemos?
– Es una economía de mercado capitalista en la cual todo el mundo trata de acumular la máxima cantidad de bienes materiales y de riqueza monetaria. Los indicadores de éxito económico miden el beneficio financiero de la empresa, el rédito financiero de la inversión o el producto interior bruto de la economía nacional; el incremento del capital es el máximo objetivo y no la satisfacción de las necesidades básicas o que todo el mundo pueda tener una buena vida.

Sin embargo, usted asegura que es un liberal.
– Reducir la libertad a la libertad de la propiedad es una definición muy dudosa y peligrosa. En una sociedad verdaderamente libre existen muchas más libertades: desde la autodeterminación, la seguridad, la satisfacción de las necesidades, la garantía de los derechos fundamentales, la participación política, un entorno ecológico y sano; en definitiva, libertades y derechos que son más importantes y esenciales que el derecho a la propiedad.

¿Por qué sostiene que al actual sistema monetario le faltan principios democráticos?
– No existe país en el mundo en el cual una mayoría de la población haya decidido que deben existir bancos sistémicos que se rescaten con dinero de contribuyentes, que no se descuarticen después del rescate, que haya libre circulación de capitales a paraísos fiscales y que tanto el comercio de alta frecuencia con acciones, como los fondos buitres y los bancos fantasma sean legales.

Pero, ¿por qué están permitidos?
– Porque los parlamentos y los gobiernos los legalizan, a pesar de que los ciudadanos hubieran tomado otras decisiones distintas si se les hubiera consultado.

Ya, pero los ciudadanos sí que votan a los partidos que luego se encargan de formar gobierno y aprueban esas leyes…
– Votar a un partido y tener la esperanza de que ese partido entre en matrimonio con otro partido y los dos hagan exactamente lo que los electores desean es una forma de democracia, pero también una ilusión en muchísimos casos. Por eso hemos empezado a buscar una democracia más eficaz.

Explíquese.
– Una democracia real debe traducir de manera más literal en leyes y reglas las preferencias, valores y necesidades mayoritarias de los ciudadanos. Y votar cada cuatro años a un partido es quizá la forma más pobre y menos eficaz de democracia. Yo lo llamo predemocracia.

¿Cuál sería el primer paso para ser más democráticos?
– Que hubieran derechos soberanos colectivos y una división del poder más equilibrada entre los ciudadanos y sus representantes en la que los ciudadanos se encargaran de redactar la constitución entera, no sólo la monetaria y la económica. El Parlamento solo podría hacer aquellas leyes que ejecutan la voluntad directiva de la constitución escrita por el pueblo. Es una sola mejora, una sola medida hacia una soberanía real, pero tan solo con eso ya tendríamos otro sistema monetario, otro sistema económico y otra democracia.

Precisamente, la manera de funcionar de las asambleas que se organizaron en el 15-M tenían un talante similar al que usted expone.
– Si le recuerda a ese discurso, quiere decir que tenemos elementos en común.

Sobre todo en la exigencia de que los ciudadanos se involucren más en la toma de decisiones para mejorar la calidad democrática del sistema.
– La condición más importante es convertirnos en Zoon politikon –animal político o cívico-, en vez de ser idiotas, un término que procede del griego antiguo y que se refiere a las personas que se quedan en casita y no se involucran en los procesos democráticos ni en los debates políticos. Solo si se involucran muchos zoons politikons podrían tener lugar asambleas democráticas que redactaran la constitución del mañana.

¿Hay mucha gente idiotizada?
– Siempre habrá una parte de la población idiota, pero es un proceso histórico: por ejemplo, hace 100 años en Austria no sabíamos ni lo que era democracia y hoy parece algo de cajón, pero todavía no es una democracia real, hace falta un paso más. No es necesario que todo el mundo se convierta de idiota a zoon politikon, es suficiente con que la proporción crezca.

¿Quién ha construido el actual sistema monetario?
– Durante siglos muchos parlamentos, reyes y reinas lo han ido creando. Los primeros bancos comerciales surgieron en el siglo XIV; los primeros bancos centrales, en el XVII, y desde entonces el sistema ha ido refinándose y diferenciándose, siempre sirviendo el interés de grupos minoritarios, de los grandes poderes, y por eso no es nada coherente ni democrático ni, por lo tanto, justo. Pero nadie tenía un plan master. El sistema monetario es una herramienta que debería diseñarse de manera muy consciente y democrática.

O sea, el sistema monetario actual continúa al servicio de una minoría.
– Y la prueba es que la desigualdad se está disparando cada vez más a pesar de que todo el mundo diga que está en contra; no hay nadie que la apoye y, aún así, sigue creciendo. Una prueba muy clara de que el sistema continúa beneficiando a los más ricos.

Usted critica que el control y la supervisión del actual sistema monetario esté en manos solo de los 20 países más ricos del mundo.
– Tenemos 192 países , ¿y por qué van a determinar una veintena el rumbo del sistema monetario? Y dentro de cada país se repite lo mismo: una minoría de la población, que no llega ni al 20%, hace las reglas a las que está sometido el resto. Por eso creo que la reforma más importante no es del Banco Central, del banco comercial, del crédito, de la creación de dinero, sino de la democracia.

¿Qué es un banco fantasma?
– En teoría, la supervisión bancaria existe para asegurar que los créditos son concedidos exclusivamente por instituciones que tienen permiso para hacerlo y que los incluyen en sus balances. En el momento en que los créditos o bien se traspasan fuera del balance, o bien se conceden sin autorización, aparecen los bancos fantasma. Si el dinero de estos préstamos no se devuelve, los bancos o instituciones propietarios de estos fondos también fallarán. Este es el gran peligro de bancos no supervisados que conceden créditos muy arriesgados.

Si todavía son legales este tipo de entidades, es que poco hemos aprendido de la crisis que empezó en el 2008 con la quiebra de Lehman Brothers.
– ¿Quiénes somos nosotros? Todos hemos aprendido. Las elites han aprendido que si continuamos con la democracia indirecta, ellas pueden seguir imponiendo sus intereses a la población entera, y por eso intentan mantener a toda costa la democracia indirecta, una democracia falsa.

¿Y el resto?
– La mayoría de la población ha aprendido que se deberían descuartizar los bancos sistémicos, gravar las grandes fortunas, limitarse la circulación de capitales a los paraísos fiscales y prohibirse toda una serie de derivados financieros. Pero no tienen el poder político para implementar la lección.

En su último libro aboga por una reforma profunda del sistema monetario, pero a la vez advierte que es muy difícil que se produzca.
– A veces hay que abordar los proyectos difíciles porque la alternativa es continuar con lo mismo y eso es todavía más complicado. ¡Mira como está la gente, entre la desesperación y la pérdida de dignidad! Y, seguramente, este es aún un mal mayor que abordar un proyecto difícil que aporte posiblemente la solución. Los derechos humanos, la democracia y la igualdad de mujeres y hombres nunca han sido un regalo de los poderosos.

¿La nueva reforma del sistema monetario tiene que ir en la línea del informe que Joseph Stiglitz elaboró para Naciones Unidas? ¿Cuáles serían las cuestiones más interesantes que se deberían implementar?
– Que los ciudadanos determinen los objetivos de los bancos centrales y que sus órganos estén compuestos de representantes de la sociedad, que la creación del dinero sea monopolio del Banco Central, que los bancos comerciales estén orientados al bien común, que no se evalúe solamente cada entidad de crédito por su viabilidad financiera, sino también por su viabilidad ética y su contribución al objetivo de la economía, poner fin a los ingresos del capital, limitar la desigualdad y quizá establecer un sistema monetario internacional cooperativo en lugar de la hegemonía del dólar.

¿Cómo valora la irrupción de Podemos, un nuevo partido en España que podría romper el bipartidismo imperante durante décadas en las próximas elecciones generales?
– En España, al igual que en Austria, los partidos tradicionales no ofrecen una alternativa a su política, que ha causado la crisis y no sabe resolverla. Una nueva fuerza política cuenta otra historia y, como hay mucho apuro y desesperación, mucha gente opta por la alternativa con la esperanza de que se implemente y se ponga en práctica.

¿También ocurre lo mismo en su país, Austria?
– Cada vez la participación en las elecciones es más baja, el descontento con el sistema político es mayoritario y cada vez hay un respaldo mayor a la democracia directa. En mi opinión, no creo que la solución sea otro partido con otros contenidos, sino otra división de poderes entre los ciudadanos y sus representantes; una democracia soberana.

¿Cómo sería la toma de decisiones en una democracia directa?
– La idea es que una parte de la ciudadanía se reúna para definir las cuestiones fundamentales del orden monetario del mañana y que busque las soluciones a cada uno de los problemas. Transcurridos unos meses, se mediría la resistencia contra cada una de las propuestas y ganaría la que tuviera una menor oposición, la que restringiera la libertad global en el menor grado posible. En la última reunión, se elegiría un delegado que represente la reunión municipal a nivel nacional, incluso europeo, donde se sintetizarían los resultados de las asambleas municipales elaborándose las variantes finales, que estarán sometidas a un referéndum en todo el país.

¿De qué manera se mide el grado de resistencia de una propuesta? Usted propone un método de brazos alzados, semejante a cómo se tomaban las decisiones en las asambleas del 15-M.
– Es un método un poco más refinado, que considero de alta tecnología social y que desarrollaron dos matemáticos de la universidad de Graz. Hay diversas variantes: la más fácil consiste en levantar cero, uno o dos brazos, según el grado de dolor que uno siente cuando escucha la propuesta y que se corresponde con la resistencia que esta genera. Si está de acuerdo con la propuesta o no tiene nada en contra, no levanta ningún brazo; si siente inquietud o considera que hay cuestiones importantes a tener en cuenta, levanta un brazo, y si levanta ambos brazos significa que veta la propuesta. Otra variante sería evaluar con puntos de resistencia entre cero y diez: la propuesta que menor cantidad de puntos obtuviera sería la ganadora.

En España ya existen municipios que aplican los principios de la Economía del Bien Común, como Miranda de Azán (Salamanca) y Carcaboso (Cáceres).
– Y una treintena de municipios españoles -150 en el mundo- están en vías de aprobación por parte de los consejos municipales y de acreditación por parte de la Asociación del Fomento de la Economía del Bien Común. En total son diez los municipios que se han adscrito en todo el mundo, han ido muy rápido, aunque el movimiento es muy joven y aún las herramientas no están refinadas.

¿En qué se diferencian estos municipios de los demás?
– Que son un poco más valiosos, aunque todos sufren la globalización, el vaciamiento del territorio, la competencia fiscal, que va a su costa, y la tendencia de hacer grandes infraestructuras desde grandes superficies transnacionales y la industria. Todos están sufriendo y, poco a poco, se van dando cuenta que tienen que ser ellos mismos las que tomen las riendas para ayudarse y, por eso, se interesan cada vez más por este tipo de alternativas.

¿Los bancos existirían en la economía del bien común?
– Por supuesto que sí, pero se limitaría el tamaño a 30.000 millones de euros en activos – el umbral que fija la Unión Europea para su supervisión- y tendrían que aspirar por ley al bien común. Eso puede expresarse en una serie de requisitos: no distribuir beneficios a propietarios, no pagar intereses a los ahorradores y, lo que es más importante, evaluar en cada solicitud de crédito no solamente la viabilidad financiera, sino también la ética. Y si estas inversiones contribuyen en gran medida a valores como la sostenibilidad, la educación o la salud, serían financiadas de la forma más barata.

¿Estos bancos podrían invertir activos en bolsa?
– Mi propuesta es que no deba haber ningún tipo de rédito sobre el capital. La entidad financiera no podría crecer a través de intereses, dividendos ni ganancias de compra-venta. Esto beneficiaría al 90% de la población, aunque generaría un fuerte rechazo porque la gente cree que son los beneficiados de las rentas del capital, pero es una ilusión. Son un mecanismo de redistribución del dinero que paga la mayoría a través de su trabajo a una minoría. El 90% de la población paga un múltiple de los intereses que recibe. Es algo que los bancos deberían enseñar.

¿Habría alguna práctica que estaría prohibida en una economía del bien común?
– Los fondos buitre, los bancos fantasma, los bancos sistémicos, los paraísos fiscales, las rentas sobre el capital y toda la especulación. Pero esa pérdida de libertad sería contrarrestada por una ganancia de libertad muchísimo más alta: pleno empleo, trabajo consentido, distribución de la riqueza justa, menos pobreza, menos exclusión, ecosistemas sanos…

¿Usted no tiene miedo de convertirse en la peor pesadilla de los especuladores?
– Bueno, algunos no están muy contentos conmigo, me tachan de todo.

– ¿Ha recibido amenazas?
– No, tengo un ángel protector muy potente.

El profesor de Economía fundó el proyecto de banco democrático, Demokratischen Bank

ATTAC, asociación sin ánimo de lucro, denuncia que el pasado 5 de noviembre fue publicada en el BOE la Ley 21/2014, de 4 de noviembre, por la que se modifica el texto refundido de la Ley de Propiedad Intelectual, aprobado por Real Decreto Legislativo 1/1996, de 12 de abril, y la Ley 1/2000, de 7 de enero, de Enjuiciamiento Civil, en virtud de la cual la reproducción total o parcial, así como la descarga del material de esta página es susceptible de ser gravado por un canon a cobrar por CEDRO, en contra de nuestra voluntad, y por tanto solicitamos su inmediata derogación.

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Fuente: http://www.attac.es

Raquel Quelart – La Vanguardia

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