La felicidad por Montse Macanás

flor blanca de la felicidad

La felicidad

¿Qué es la felicidad? ¿De verdad existe?

Se trata de un concepto ambiguo puesto que es muy difícil de definir.

La felicidad es, a mi modo de ver, una opción dado que puedo decidir, a pesar de las circunstancias que rodean mi vida, a pesar de las dificultades y “desgracias” por las que estoy pasando, el ser feliz o no.

La dureza de la vida es directamente proporcional al aprendizaje que cada uno de nosotros deba realizar a lo largo de la misma, así pues, la realidad que nos envuelve es muy diferente para todos nosotros.

¿Cómo puedo decidir, pues, ser feliz si mi vida se halla inmersa en un caos absoluto, no entiendo qué me está sucediendo, mi mente no para de pensar, los pensamientos se amontonan, mi corazón me duele y no puedo respirar? Es realmente difícil y complicado pensar si quiera en la felicidad ante estas circunstancias pero, aún así, puedo decidir ser feliz.

¿Cómo? La clave se encuentra en la aceptación de mi realidad y de mi mismo.

Los acontecimientos se desencadenan tan vertiginosamente que no soy capaz de parar, los días y las semanas pasan a un ritmo tan rápido que ni siquiera soy capaz de apreciar que, en realidad, estoy vivo pero que no estoy viviendo sino que simplemente estoy pasando por la vida.

Tomémonos un momento, unos instantes e intentemos parar, cerremos los ojos, respiremos profundamente, sintiendo como el aire entra por la nariz a través de las fosas nasales y desciende lentamente hacia los pulmones. Tomemos conciencia de la respiración e intentemos disfrutar de ese momento, siendo conscientes de que la respiración nos une a la vida y, que si dejamos de respirar, todo termina.

Parémonos, pues, decidamos momentáneamente no seguir el ritmo trepidante en el que nos hallamos inmersos, no seguir con ese frenesí que nos envuelve pero que no disfrutamos y démonos un instante para tomar conciencia de nuestra respiración. Sintamos como los pulmones se ensanchan, las costillas suben y el diafragma baja, inhalemos esa ráfaga de aire fresco que desciende por nuestra garganta y retengámosla durante unos segundos antes de proceder a su expiración.

Acompañemos además este breve instante con una visualización, imaginando como ese aire que inhalamos es blanco, fresco y brillante, como ilumina nuestras fosas nasales, nuestra garganta, nuestros pulmones y todo nuestro ser, dándole esa luz que nos hace falta para volver a brillar. Y en el momento de la exhalación, aprovechemos para enviar, junto con el aire que expulsamos, todas nuestras penas, dolores, rabias, angustias, odios, apegos, miedos … al universo para que éste se encargue de transmutarlos en amor.

Durante unos segundos sentiremos la liberación de nuestro ser y, posiblemente, contactaremos con esa paz interior que tan ansiosamente buscamos pero que parece estar fuera de nuestro alcance.

Este puede ser un momento de felicidad en nuestro día a día. Empecemos por buscarlo una vez, aunque sea, y poco a poco se irá convirtiendo en algo tan necesario que necesitaremos sentirlo cada vez más a menudo y, sin darnos cuenta, llenaremos nuestro día a día de pequeños momentos “robados” de felicidad.

Sé que es complicado, quizás difícil pero no imposible. Este breve contacto desde la consciencia con nuestro “yo interior” nos llevará poco a poco a una transformación de nuestra propia energía. Sin darnos cuenta, nuestra esencia, nuestra alma se irá sintiendo cada vez más libre pues la consciencia que iremos integrando llevará a nuestro ser a una liberación, aunque momentánea, de las cadenas a las que puede verse atado en el día a día.

No somos conscientes muchas veces de que cada día está plagado de momentos de felicidad: la sonrisa de un vecino, una palabra amable, un beso robado, nuestra canción favorita en la radio, un humeante café matutino, una ducha relajante … Cientos de minutos, de segundos nos proporcionan momentos de felicidad que no recordamos porque estamos tan inmersos en nuestra rutina diaria que pasamos por ellos sin apreciarlos.

¿Cómo podemos tomar conciencia de ellos? Tomemos nota de los que recordemos en nuestra “libreta de sonrisas”. Decidamos desde ya mismo echar de mano de aquella libreta que tenemos en un cajón olvidada y, como si de un Diario se tratara, y antes de ponernos a dormir, tomémonos unos segundos para respirar profundamente e intentemos revivir nuestro día desde el preciso instante en que nos despertamos y anotemos uno a uno todos aquellos momentos que nos hicieron sonreír. Ofrezcamos a nuestro ser esos instantes y dando gracias por ellos regalémonos una tierna sonrisa y un cálido abrazo mientras nos damos las buenas noches.

Toda la generosidad que prodigamos hacia nosotros mismos en un intento de querernos cada día un poco más nos ayudará a poner en una balanza todo lo que vivimos y a valorar si nuestro día a día se puede definir como de “FELICIDAD” a pesar de que nuestra realidad, a veces, sea dura e injustificable.

Montse Macanás

Educadora holística y del alma

montsemac@hotmail.com

http://elamanecerdelalma.wordpress.com

 

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