La inmortalidad del alma en la historia

Pedro González

¿Qué sucede después de la muerte? Esta es una pregunta que todos nos hemos hecho en algún momento. Es una cuestión que nos inquieta y nos maravilla. Para dar respuesta, las religiones, la metafísica, la filosofía e incluso la ciencia han investigado y profundizado en el tema a lo largo de la historia. ¿A qué conclusiones han llegado sobre la inmortalidad del alma? ¿Realmente alcanzamos un nuevo estado una vez terminan nuestros días horadando la Tierra?

Los boatos funerarios primigenios

La inmortalidad del alma es tan antigua como la conciencia misma. Se sabe de antiguos enclaves funerarios neandertales donde ya se realizaban diversos boatos para el tránsito hacia la muerte y el nuevo mundo que les esperaba en el Más Allá.

Desde entonces, filósofos, pensadores y religiosos han versado sobre esta idea. Budismo, Cristianismo, Judaísmo, Zoroastrismo… ¿es nuestra alma inmortal por naturaleza?, o ¿es una simple creencia necesaria para sostener la fe?

La inmortalidad del alma en el antiguo Egipto

Es evidente que en el antiguo Egipto, hace ahora miles de años, eran conscientes de la inmortalidad del alma. Durante más de 3000 años, esta civilización creyó en un eterno ciclo de muerte y resurrección.

Para los egipcios, el Sol nacía cada mañana y moría cada noche. Lo mismo sucedía con las estaciones, que insuflaban nueva vida con la llegada de la Primavera para caer nuevamente en desgracia durante el Otoño.

Es evidente que en Egipto, el ciclo de vida, muerte y resurrección eterno era una constante. No obstante, esta fase inmortal estaba únicamente destinada a los reyes, según las creencias en las primeras fases del Imperio.

Posteriormente, existía la creencia de que el dios Osiris civilizó a los egipcios y les concedió vida eterna, al igual que les enseñó agricultura y cultura. Así pues, con un funeral apropiado, cualquiera podría vivir una vida eterna. De ahí la necesidad de momificar, para que el espíritu errante tuviera un lugar donde retornar.

La inmortalidad del alma y las ideas filosóficas griegas

En el mismo sentido de la inmortalidad del alma versaron los más importantes filósofos griegos, como Sócrates, Platón o Aristóteles.

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Ya en los albores de la civilización helénica, Homero propuso ideas del alma como algo que insuflaba vida al cuerpo humano. Sin embargo, no creía en su inmortalidad.

Hasta la llegada de Sócrates, cuatro siglos después, el alma presocrática tenía diversas virtudes relacionadas con emociones y raciocinio, pero no inmortalidad definida como tal.

Pero es Platón quien más cree en la inmortalidad del alma, que entra en el cuerpo humano de forma temporal como mero accidente. De esta forma, para ellos se aceptó como algo natural.

La inmortalidad del alma en el antiguo Israel

Las ideas helenísticas profundamente arraigadas en su sociedad, penetraron con fuerza en diversas civilizaciones, caso de las israelí antigua. La intelectualidad griega caló hondo en la necesidad de desarrollar vidas moderadas, virtuosas e intelectuales.

Pero ya en las primeras escrituras hebreas, como el Génesis, el alma se identifica como una criatura física viva. Es lógico pensar que esta acepción dista mucho de la moderna tal como la entendemos hoy en día.

Sin embargo, en los diversos libros del Antiguo Testamento ya encontramos alusiones a la vida eterna. Una vez superada la muerte, espera un nuevo mundo con maravillosas expectativas. Sin embargo, Salomón, el rey más sabio, no creía tal cosa, como vemos en el Eclesiastés.

En definitiva, parece que los israelitas primitivos creían más bien en la resurrección de los muertos y un mundo más allá de la vida. ¿Puede esto identificarse como la analogía de la inmortalidad del alma humana?

Es evidente que estas sociedades creían en un dios todopoderoso. Además, vislumbraban historias increíbles como las plagas, la separación de las aguas del Mar Rojo y otros milagros. Cuesta diferenciar si sus creencias iban hacia un alma inmortal o simplemente la muerte y resurrección como un ciclo natural.

La inmortalidad del alma durante el cristianismo

A lo largo de la historia cristiana, y dado que bebe con fuerza de la tradición hebrea, existe una confusión patente. Nuevamente la idea entre la resurrección del ser humano tras la muerte y el alma inmortal resulta compleja.

Es evidente que para los cristianos, la necesidad de un dios todopoderoso que habita en cada uno es imprescindible. Ahora bien, según esta creencia, existe una combinación entre el cuerpo espiritual insuflado de una nueva vida tras la muerte y la inmortalidad verdadera del alma.

Parece evidente que si Dios creo a Jesús a la imagen y semejanza de los humanos, y este resucitó una vez muerto, ¿todos los hombres y mujeres de este mundo podrían seguir su estela? ¿Lo hacemos o no?

¿Quiere esto decir que ya somos inmortales? Parece ser que según la Biblia, existe un plan para cada una de las personas. Dios tiene un propósito para todo ser que habita este mundo. Pero resultaría evidente que nuestro destino ya está escrito, y es estar junto a él una vez terminan nuestros días terrenales.

Otras ideas sobre la inmortalidad del alma

Pero la inmortalidad del alma no acaba en los escritos históricos y las diversas religiones y filosofías. Otras corrientes de pensamiento han postulado sobre ello en varias ocasiones y épocas diferentes.

Por ejemplo, la corriente conocida como humanismo, creía fielmente en la espiritualidad del ser humano sin necesidad del uso religioso. Así pues, para ellos, la inmortalidad del alma es evidente, y no hace falta que nadie interceda por él, ni dios todopoderoso ni figura alguna.

También podemos entrar en otras creencias, especialmente la hinduista. Esta línea nos lleva no solo a creer que cada cosa del mundo tiene un alma, sino que existe incluso un multiverso donde aparecemos y resucitamos de forma constante.

¿El alma humana es inmortal?

Y así podríamos seguir investigando y entrando en las entrañas de la historia para conocer hasta donde puede llegar la inmortalidad del alma. Observamos que nuestros ancestros ya llegaron a conclusiones similares. Ahora bien, ¿es un fenómeno meramente antropológico, o realmente existe algún tipo de base?

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En este sentido, podemos encontrar diversas creencias. Los epicúreos griegos consideraban el alma como algo real, formado por átomos. En este caso, sea inmortal o no, debía ser corpórea y estar dentro de cada cuerpo humano, pues es quien insuflaba vida.

Las teorías científicas estiman que la material ni se crea ni se destruye, simplemente se transforma. En este sentido, y con un alma corpórea, no es descabellado pensar en su inmortalidad. Se produciría simplemente convirtiéndose y adaptándose a cada fase.

De hecho, el propio universo en el que nos movemos parece infinito en el espacio y en el tiempo. Así al menos lo estiman las investigaciones. ¿Qué nos hace pensar que nosotros, fruto e hijos del mismo, no somos de su misma naturaleza eterna e inmortal?

En definitiva, yo no me atrevería a afirmar la sentencia sobre la inmortalidad del alma. Otros más sabios que yo postularon sobre su existencia. Me encantaría pensar que es real. No obstante, tantas pruebas encontramos en un sentido como en otro, a lo largo de la historia y en la actualidad.

Sea como fuere, la espiritualidad y nuestra propia alma sí serán eternas y necesarias a lo largo de la existencia del hombre. Nuestras enseñanzas pasan de padres a hijos durante generaciones. ¿No es esa una forma real de asegurar la inmortalidad del alma a lo largo de los tiempos desde que el hombre es hombre?

Por Pedro, escritor de la Hermandad Blanca, parcialmente basado en visionjournal

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