La Inteligencia al Servicio de la Mirada

Rosa (Editora)

Ilusiones

Creo que una inteligencia privilegiada puede ser una bendición, pero también puede convertirse en un infierno, dependiendo de cómo la apliquemos.

Recuerdo que en octavo de EGB, cuando tenía 13 años, nos hicieron a todos los niños de mi colegio unos test de actitudes e inteligencia y el mío demostraba una capacidad intelectual por encima de la media.  Lo curioso es que los test también declaraban que no sentía especial interés por nada en concreto, ni profesional, ni de ningún otro tipo.  Además, aunque me llevaba bien con los compañeros siempre me rezagaba, no tomaba decisiones y ni siquiera se me ocurría intentar liderar el grupo o defender mis propias ideas, de las que por aquel entonces carecía casi por completo.

Fue mucho más tarde, cuando encontré otra manera de ver la vida mucho más positiva y asertiva, cuando empecé a confiar en mí mismo y con ello vino también toda una fuente de inspiraciones y búsquedas transcendentales que me cambiaron por completo.

Mi propia experiencia y mis reflexiones me han enseñado que nuestra inteligencia esta siempre al servicio de nuestra mirada, de nuestra actitud, de nuestra visión.  Y si esta mirada y actitud es positiva será una fuente de bendiciones para nosotros y para el mundo pero si es negativa trabajará en contra nuestra.  Con “positiva” o “negativa” me refiero a miradas que afirmen y apoyen nuestra grandeza y nuestro potencial o que al contrario los cuestione o los niegue.

Por eso no me canso de sugerir que alimentemos una actitud positiva, pues cuando la tenemos nuestra mente siempre encuentra caminos para justificarla y construir y desarrollarse en base a ella, e ir más allá incluso de lo que nunca hayamos imaginado.  Pero también ocurre que cuando caemos en una visión negativa, en la desconfianza o en el pesimismo, nuestra mente (especialmente si es aguda) también encuentra mil maneras de justificar esas visiones y colabora a que todo se oscurezca aún más.  Por eso podemos pasar de la euforia a la tristeza en tan solo cuestión de horas.  A eso algunos lo han etiquetado como trastorno bipolar (otra etiqueta), pero en mi opinión no es otra cosa que la consecuencia emocional de nuestro enfoque y actitud en cada momento.

La causa para nuestra alegría o nuestra tristeza no es otra que la calidad y el enfoque de nuestros pensamientos, en qué y de qué manera entretenemos nuestros pensamientos. Y estos pensamientos y en consecuencia las emociones que conllevan crecen exponencialmente para bien o para mal si no se detiene o varia dicho enfoque.

Una situación es posible que no la podamos cambiar pero la manera en que vemos o entendemos esa situación si podemos cambiarla. No estoy hablando de auto-engañarnos sino de estar abiertos a la existencia de otras formas de ver la situación, totalmente lógicas y razonables, que nos pueden hacer sentir de otra manera.  Y una vez que hemos encontrado un pensamiento más positivo sobre esa situación en el que engancharnos y enfocarnos, la prodigiosa mente y su habilidad natural de atraer progresivamente más pensamientos similares harán el resto. Si ponemos nuestra voluntad en ello en breve habremos salido totalmente de esa visión y esas emociones anteriores y nos encontraremos mirando de otra manera y nos sentiremos también sintiendo de otra manera.

Y es ahí, cuando hemos cambiado nosotros internamente, cuando estamos mirando y sintiendo e incluso actuando de otra manera, es ahí donde comienza de verdad el cambio exterior.

Creo que, paradójicamente, cuando ya no necesitamos ese cambio externo pues comprendemos y aceptamos la situación y nos sentimos bien independientemente de ella, es cuando nuestro deseo libre de apegos y necesidades puede generar lo deseado.  Es entonces cuando el cambio externo se produce.

Y ese donde y cuando no depende de nada exterior, depende solo de nosotros y de nuestra voluntad de elegir y mantener una nueva mirada.  Ese donde y cuando puede ser siempre aquí y ahora.

Cambiar los hábitos de pensamiento no es fácil pero se puede.  Yo fui un dramático o como mínimo un melodramático la mayor parte de mi vida, y después elegí forzarme a pensar cada día y a cada momento de otra manera.  Y desde que lo hice las cosas siempre fueron a mejor, incluso mi inteligencia se desarrolló aún más a razón de este proceso.  No solo he leído cientos (¿miles?) de libros desde entonces, los cuales han estimulado aún más mis propias ideas y pensamientos emergentes, sino que he intentado llevar a la práctica aquello que realmente  me convencía de lo que iba descubriendo en mi camino.  Y mi perspectiva de la vida así como mi discernimiento se ha agudizado exponencialmente, eso lo sé porque no soy la misma persona que entonces.

La inteligencia (o su potencial) la tuve siempre pero en el pasado estaba esclavizada de mi percepción de las cosas y de mí mismo.  Hoy considero la inteligencia un instrumento imprescindible al servicio de mi evolución.  La evolución personal pienso que es algo inevitable, algo que siempre está ocurriendo aunque la mayoría del tiempo esta encubierta, a modo de potencial, a la espera de ser desvelada por la mirada apropiada.  Y este desarrollo positivo ha sido más notable en mí desde que descubrí y elegí usar mi mente de esta manera.

Desde entonces he decidido confiar en mí, en la gente (o al menos en su bondad intrínseca), en el mundo y en la vida.  He bendecido lo que me molestaba y no me gustaba y simplemente me he apartado de ello, intentando no luchar sino fluir con los nuevos caminos que se me abrían.  Y las cosas siempre han mejorado.  Pero os prometo que cuando algún día me olvido y me encuentro influido por las noticias y las interpretaciones negativas de otros, puedo hundirme inmediatamente si no hago el tremendo esfuerzo de salir de ese agujero de negatividad y proyectarme hacia el Alberto que hoy soy, hacia la mirada que hoy sostengo.

Cuando dudamos de nosotros mismos, de nuestra pureza esencial, cuando dudamos de que esa belleza también existe en otras personas, o en nuestra sociedad, o en la vida en sí misma,… cuando eso ocurre nos desconectamos de nuestra verdadera esencia.  Nos desconectamos de quién realmente somos.  Y pensamos, sentimos y actuamos según esa visión desconectada que tenemos de nosotros y del mundo.

Pero esa esencia verdadera siempre está ahí.  Ese amor y esa belleza es nuestra verdadera naturaleza.

Al menos desde mi mirada.

No somos tan distintos del asesino, o el estafador.  Tampoco lo somos del héroe ni del místico.  Solo nos diferencia la mirada y las elecciones que tomamos con respecto a ella.

Cuando vemos que alguien esta desconectado y vemos que nos ataca a nosotros o a otros, y vemos que nuestra influencia no lo mejora sino que lo empeora, lo mejor es simplemente apartarse y dejarle seguir su camino y nosotros continuar el nuestro.  No por rencor ni por miedo, sino por amor, a nosotros mismos y a esas otras personas.  Si perdemos nuestro equilibrio no ayudamos a nadie y además podemos terminar perdiéndonos del todo nosotros mismos.  Esas personas encontraran también su camino como tú encontraste el tuyo.  No te necesitan ni tú a ellos.  Es su elección no la tuya.

Y esa capacidad de decisión la tenemos todos y cada uno de nosotros.  Podemos resistirnos o podemos fluir.  Y fluir siempre te lleva a buen puerto, la mayoría de las veces a nuevos y excitantes.  Y la gente agradece que le demos la libertad de ser ellos mismos, que no los juzguemos, que no les pongamos etiquetas, que no les impongamos nuestra visión de las cosas.  Que eso es lo que quieres pues para ti, yo prefiero otra cosa, y ya está, no hay más que hablar. Todo está bien.  Una palmadita en la espalda y a otra cosa mariposa.  Tututu

El amor da libertad, no se deja abusar, pero da la libertad al otro de ser él mismo y con ello nos liberamos nosotros también.

Pero… eso es ser egoísta, es que está molestando a mi vecino… pero tu vecino también puede elegir, ¿no?

En todo caso ayúdale a entender eso.

Ayúdale a entender que él también puede elegir.

Ayúdale a entender que existen otras miradas.

Un abrazo fuerte,

Alberto

(Artículo extraído de mi blog www.conlaluzenlamirada.blogspot.com)

 

Alberto Agraso y Mony Dojeiji se conocieron en el 2011 y emprendieron juntos un camino por la paz desde Roma a Jerusalén en el que recorrieron 5000 km a pie atravesando 13 países durante 13 meses.  Actualmente se encuentran en el proceso de publicar su historia.  Podéis descubrir más sobre su aventura interior en su página web www.caminandoporlapaz.com.

También podéis visitar sus otros espacios de índole espiritual:

Obra artística de Alberto: www.albertoagraso.blogspot.com

Reflexiones de Alberto: www.conlaluzenlamirada.blogspot.com

Reflexiones de Mony: www.dejandolamontana.blogspot.com

Cuenta de facebook: http://es-la.facebook.com/people/Caminando-Por-la-Paz/100001551650692

 

 

 

3 comentarios

  1. Gracias Alberto! 🙂
    Gracias por tu compartir tu reflexion tambien y por tus amables palabras.
    No te parece que obviando las diferencias mas sutiles y superficiales todos recorremos el mismo Camino, nos dirigimos hacia el mismo destino? Me alegro mucho de que nuestros senderos se hayan encontrado tambien en la superficie. Un abrazo fuerte y como dicen en el Camino de Santiago… Buen Camino!

  2. Gracias por estas tus reflexiones que nos compartes,en gran medida me vi reflejado en muchas de tus experiencias,mucho más en cierta parte donde dices,…y proyectarme hacia el Alberto que hoy soy…imagínate…me dije,ese soy yo?…mi segundo nombre es Alberto y con el cual me conocen mis amistades y familiarez más cercanos.Con ello quiero decirte que muchas de las etapas que has recorrido en tu sendero se asemejan al que yo he recorrido,claro con las particularidades de cada uno.Gracias hermano,saludos en la luz,Agustín Alberto.

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