Latido del Corazón Shaumbra de noviembre, 2011

Rosa (Editora)

Fuera de Mi Mente

El otro día decidí relajar mis músculos cansados de quitar nieve (sí, ya hay nieve aquí) en un agradable baño de tina caliente antes de ir a la cama. Acomodándome en el agua, pensaba sobre cómo Adamus dijo hace un tiempo que “Celebraré con ustedes, bailaré y beberé con ustedes hasta la madrugada, cuando dejan de pensar.” “Entonces,” dije en voz alta, “¿vas a aparecerte esta noche?” La respuesta fue inmediata. “Si realmente dejas de pensar, definitivamente me dejaré ver,” dijo. “Pero no me vas a reconocer.” ¡No me digas!

Así que… ¿cómo dejo de pensar? Mi mente dio vueltas con eso un rato, divirtiéndose tanto como un perro tratando de agarrar su cola. “Entra en tu cuerpo,” me dije. Así que cerré los ojos, me enfoqué en mi cuerpo, el agua caliente, y respiré profundamente. Mi mente comenzó a perder el enfoque y divagó en una exploración incoherente que del todo no recuerdo.

De repente, casi como si alguien me hubiera dado un codazo, abrí mis ojos – ¡justo a tiempo para ver una araña cayendo del techo justamente a mi lado! Rápidamente cayó los últimos pocos centímetros y se detuvo, colgando apenas por encima del agua. Ahora, no le temo a las arañas, pero definitivamente no las quería tocándome – ¡o uniéndose a mí en la bañera! Así que cuidadosamente me moví a un lado lo más lejos posible, sin querer hacer ninguna ola que la arrojara directo en la bañera. De repente, como si “despertara” pareció percibir el agua y empezó a subir de nuevo por su telaraña. ¡No le quité los ojos de encima hasta que estuviera arriba de nuevo en el techo!

Totalmente despierta ahora, pero también queriendo acomodarme de nuevo en mi asunto de “no tratar de pensar”, intenté calmarme, aun manteniendo mis ojos en el techo. Entonces de repente me llegó en un ataque de risa. “¡Maldita sea Adamus, aléjate de mí si te vas a parecer a una araña!!!” Juro que escuché una risa. “¿Ves?” dijo. “No es tan difícil. Y no me reconociste tampoco.” Pfff.

Ahora, soy la última en llamar al Adamus una araña, pero empecé a darme cuenta de que “no pensar” no quiere decir lo mismo que una “mente vacía”. Lleva más fuerza de voluntad de con la que quiero esforzarme para sacar a la fuerza todo pensamiento de mi mente. Y de todas maneras, si eso trae iluminación, ¿acaso todas las personas que practican la meditación de vaciar la mente ya no estarían iluminadas?

Me acomodé de nuevo en el agua caliente, atisbando de vez en cuando para asegurarme de que la “araña” estuviera todavía en el techo, e hice todo lo posible por relajarme de nuevo. Respirando profundamente, también me di cuenta de la presencia de Kuthumi, la cual no tiendo a notar muy a menudo (mi culpa, no la de él), y me aseguró de que si realmente quería salir de mi mente, él estaría feliz de ayudarme. Bueno, nada como la voz de la experiencia, ¿verdad?

Así que dije que sí, y después de unas cuantas respiraciones profundas y relajantes, una vez más mis pensamientos empezaron a vagar y divagar. Pero sin mi enfoque, empezaron a mantener su forma tan ligeramente que no podía recordarlos exactamente de un momento al siguiente. Quería recordar la conversación que sentí dándose con Kuthumi, pero dijo que tratar de recordar es una función de la mente. En lugar de aferrarme a ello, simplemente tener la experiencia, y su sabiduría estaría ahí para contactar cuando pudiera necesitarla.

De nuevo estaba completamente relajada cuando de repente un arranque de burbujas estalló de “la nada” justo en mi hombro, ¡despertándome de un solo susto de nuevo!! Me incorporé y mire a mi alrededor, completamente sin poder explicarme la física de esa pequeña maniobra. Luego, en otro ataque de risa, me di cuenta de que Kuthumi me acababa de hacer una pedorreta, ¡ahí mismo en mi hombro! ¡Um, esta bañera se está llenando!

Después de que las risas entre dientes terminaron, ambos me dijeron, “Observa lo que en realidad significa dejar de pensar.” Cada vez que se “aparecieron” con un poco de magia (espeluznante), había estado absorta, no forzando a mi mente a estar quieta, sino realmente no importándome lo que estaba haciendo, y no pensando en ello. Al relajarme y simplemente dejarlos fluir, los pensamientos se volvieron apenas perceptibles e irrelevantes, alejándose como un sueño al despertar.

Dejar de pensar es más o menos como salirse del asiento del chofer de la mente, ya no dirigiendo o analizando los pensamientos sino sólo dejando que ocurran. Es como la diferencia entre flotar suavemente por un río disfrutando del paisaje, versus esforzarse en un bote de motor tratando de llegar a algún lado. (Y supongo que tratar de forzar a la mente a detenerse es como forzar al bote a que detenga todo movimiento, lo que lleva su propio tipo de fuerza de voluntad y fuerza.)

Volver a simplemente aceptar todas las cosas, afuera y adentro, exactamente como son. Tratar de detener o cambiar lo que estoy pensando es únicamente navegar al bote de motor en una dirección diferente. Pero si simplemente apago el motor de mi atención, bueno, ¡entonces quién sabe lo que podría pasar!! Adamus podría venir de visita (a menudo visto, pocas veces reconocido), Kuthumi podría tomarse libertades en la bañera, y la vida se vuelve más o menos divertida (si no un poco extraña).

Entonces, ¿por qué no simplemente dejar ir y divertirse con ello? No se preocupen tanto en ser “demasiado mental,” sólo respiren y experimenten lo que sea que esté pasando en el momento. Aun si los pensamientos todavía estén divagando, esa sensación de ensueño, desapego y comodidad es lo que abre las puertas a las cosas mágicas. Y cuando sucede la magia, no traten de entenderlo. Simplemente experimenten, déjenlo ir, y estén atentos a la risa. ¡Tan sólo está a una respiración!

 

Por Jean Tinder, editora del Shaumbra Mensual

Traducido por Maribel González – marigo28@gmail.com

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