Libertad interna por el Maestro Beinsá Dunó

Jorge Gomez (333)

Maestro Beinsa Duno fondo sepia sentado meditando

Verbo matutino dado por el Maestro Beinsá Dunó, el 28 de septiembre de 1930, en Sofía – Izgrev.

         Reflexión.

         Hoy, cada uno solo, hará su servicio espiritual – secretamente, en silencio. Físicamente estaréis sentados, pero espiritualmente estaréis erguidos. El siguiente domingo cada uno hará su servicio espiritual en su hogar, individualmente. A la clase vendréis una vez al mes – entonces todos juntos haremos el servicio espiritual. El cumplimiento del servicio espiritual requiere libertad interna, la cual debe guardarse. El que no realiza la Voluntad de Dios como es debido, él limita a Dios. Cuando realiza la Voluntad de Dios, él da libertad a Dios. Por lo tanto, no puedes realizar la Voluntad de Dios, si no Le das libertad. Si Le das libertad, y Él te dará libertad; si Le limitas, y Él te limitará; si Le escuchas, y Él te escuchará; si no Le escuchas, y Él no te escuchará. Vosotros queréis que Dios os escuche, sin que vosotros Le escuchéis – que vosotros Le limitéis, y que Él os dé libertad. Esto es imposible, tal ley no existe. Esto es igual a como si el loco corriera, agitando sus brazos, pegando a quien encuentre por su camino, y que a él no le peguen. Si pega, y a él le pegarán, no lo dejarán libre. ¿Qué loco se ha quedado hasta ahora libre? Si hace locuras, le meten en el manicomio.

         Ahora de todos se requiere una nueva comprensión acerca de la libertad. Preguntáis: “¿No se puede sin cumplir el servicio espiritual?” Se puede y sin servicio espiritual, puede y que no leáis la Biblia, puede y que no os levantéis temprano por la mañana: como queráis, así se puede. ¿Sabéis a qué se parece esto? Nasreddin Hodja tenía un burro bonito, con el cual se iba cada día al bosque para traer leñas. Se aburrió de ir constantemente al bosque y de regresar a la aldea, de manera que se dijo: “¿No se puede bajar a la aldea cada 2-3 días?” Como dijo, así hizo. Cuando vio que el burro aguantaba con menos comida, Nasreddin Hodja comenzó a nutrirlo aún menos, sin embargo su burro se agotó tanto, que dejo de comer y murió. Cuando se quedó sin burro, él se vio obligado a llevar las leñas sobre su espalda. Y a vosotros digo: cuando vuestro burro deje de alimentarse, vosotros solos llevaréis leñas sobre vuestra espalda. ¨No quiero servir a mi burro¨. Si tu burro no te sirve, eres libre – puede que no le sirvas, que no le suministres paja; sin embargo, si tu burro te sirve, si lleva leñas sobre su espalda, tú estás obligado a nutrirlo. El burro se limita, os lleva leñas, y vosotros no queréis limitarse para nutrirlo.

         El burro y el Nasreddin Hodja son símbolos que deben traducirse – sin estas traducciones el hombre no puede adquirir una comprensión nueva acerca de la vida. “¿Cómo voy a rejuvenecerme, cómo voy a adquirir la comprensión nueva? Realizando la Voluntad de Dios. El que realiza la Voluntad de Dios, él se rejuvenece, se vuelve alegre y gozoso, y su vida cobra sentido; el que no realiza la Voluntad de Dios, él antes de tiempo envejece, lo que se le da, siempre está descontento. Por lo tanto, la solución de la cuestión concluye en el cumplimiento de la Voluntad de Dios. Por mucho que buscáis la solución de otra manera, no podéis encontrarla. Tú estás descontento, sombrío. ¿Por qué? Porque no realizas la Voluntad de Dios. “Mis trabajos no se ordenan”. ¿Por qué no se ordenan? Porque no realizas la Voluntad de Dios. “Yo me afano”. ¿Para quién te afanas? ¿Para quién se afana el topo, para quién hurga en la tierra?

         Dirás que y el alumno hurga en los libros. Sí, sin embargo el topo está todavía más profundamente enterrado en la materia. Él debe salir de la materia densa para encontrar el sentido de la vida. El alumno ha encontrado el sentido de la vida en la lectura. Cada uno realiza la Voluntad de Dios a su manera. Yo reconozco vuestros esfuerzos, entiendo vuestras dificultades – yo he pasado por vuestro camino. Yo he estado ahí donde vosotros no sospecháis. En el futuro y vosotros iréis ahí, alguna vez y vosotros llegaréis a aquellos lugares que yo he visitado. Si creéis en esto o no, este es un trabajo vuestro. Pero hay diferencia entre vosotros y yo en la comprensión de la Voluntad de Dios. Puede que un hombre haya visitado muchos lugares – esto todavía no muestra nada. Puede que hayas visitado todas las bibliotecas europeas – y esto todavía no muestra nada. Muchos libros has visto, pero no los has leído. Inmensa es la diferencia entre los libros que has visto y estos que has leído. Importante es que cumplas, y no solo que comprendas las cosas. Vosotros os pensáis hombres grandes. Tenéis derecho, hombres grandes sois. Pasáis por alguna parte, veis algo caído y no os agacháis para levantarlo y erguirlo. Yo, cuando veo algo caído en el suelo, me agacho y lo pongo de lado. Yo sé por qué me agacho, y vosotros no sabéis por qué os agacháis. Yo soy una rama del árbol, y cuando viene el viento me agacho, para que no me rompa; cuando pasa el viento, de nuevo me levanto. Vosotros permanecéis erguidos como grandes ramas secas, sin embargo como no os agacháis, el viento pasará y os romperá. La diferencia entre yo y vosotros es la siguiente: yo soy una rama viva, y vosotros – ramas secas, muertas. Si me comprendéis literalmente, os ofenderéis de que os llamo ramas secas.

         Esto es para aclaración. Bajo vosotros, entiendo a toda la gente de la Tierra. Bajo yo, entiendo a toda la gente razonable, y no yo, el que está sentado delante de vosotros en la silla. Yo me distingo de vosotros por mi comprensión acerca de Dios. Cuando digo Dios, yo entiendo a aquel Inicio Eterno, a aquel abismo, a aquella base magna de la Vida. Cuando digo el Espíritu de Dios, entiendo a aquel inicio en el hombre que se despierta y trae todos los bienes de la vida. Sin estos bienes nada se puede lograr. Bajo Señor entiendo a aquella conexión viva con todos los seres razonables: Él vive en nosotros, nos eleva, nos consuela en las aflicciones y las desgracias. Dios, Su Espíritu y Señor son los tres Inicios que se expresan a través del Yo en el hombre. En él se esconde la vida idealista. Si dices Yo para el Señor, sabrás que no hay nada imposible para ti. Si nombras este nombre, cada dolor debe abandonarte. Si estás cojo, andarás; si estás muerto, te vivificarás; si eres un rey y oyes el Nombre de Dios, tirarás el manto Real y comenzarás a trabajar. Si te quedas con el manto y con el cetro Real, tú no has comprendido al Señor – tú eres un ganadero.

         Decís: “Hijos de Dios somos”. Un Hijo de Dios eres, que recibe la vara sobre su espalda. Vosotros sois Hijos de Dios, pero en cada momento podéis probar la vara de Dios sobre vuestra espalda. Y el maestro puede pegar a su alumno 1-2 palizas. Esto significa que todavía no te has vuelto un Hijo de Dios. Preguntas: “¿Por qué me pegan?” ¡Extraña cosa! Cuando el alfarero pega a una vasija, ¿qué significa esto? Él le pega: quiere romperla porque no salió lo que esperaba de ésta. Mientras la vasija está todavía blanda, él la machaca, la moldea a la rueda misma. La vasija dice: “Yo estoy hecha de una arena Real”. De cualquier arena que seas, el maestro te moldeará hasta que recibas la forma deseada. Él dice: “Bonita salió esta vasija”. Y el maestro ya está contento. Esta es la verdadera comprensión, ésta es la filosofía de la vida.

         Frecuentemente os he dicho que comprendo el lenguaje de las plantas, de las moscas, de los escarabajos, de los animales y converso con ellos. Y ellos tienen su filosofía, su comprensión. Paso al lado de algún árbol, presto oído a él: oigo que me habla algo. Y él se tortura, sufre; no me habla de una manera humana, sino en un lenguaje específico suyo. Él me dice: – “¡Espera, no tengas prisa!” – “¿Qué quieres?” – “¿No ves que el viento rompió mis ramas?” Él me cuenta de su vida, me cuenta por qué unos árboles son más grandes, otros – más pequeños. Ahora yo no quiero que creáis en esto, pero digo: conocimiento es este. ¿Qué significa el conocimiento? Cualquier cosa que os hable, no quiero haceros que me creáis. Cuando aro el campo, esto es conocimiento; al terminar de sembrar el campo, mi conocimiento se termina. ¿Por qué? Porque yo ya sé lo que éste puede dar a luz. Yo dejo el campo al Señor, que Él termine el trabajo. Hasta la siembra el trabajo era mío, de aquí en adelante mi mente ya no alcanza. El trabajo que no comprendo, lo otorgo al Señor. De ahí en adelante yo creo en el resultado bueno. Me volteo hacia el Señor con las palabras: “Señor, si Tú no tomas participación en mi trabajo, yo quebraré”. Cuando me ve que oro, el Señor dice: “Yo terminaré este trabajo”. Después de cierto tiempo el trigo comienza a crecer, a florecer y a atar. Dios envía un mensajero a través del cual me dice: “El trigo ha madurado – Yo he terminado Mi trabajo”. Yo voy al campo, tomo la hoz y la manija, cosecho el trigo, lo ato en haces, recojo las haces en cruces, los llevo a la trilla para que se trille y lo recojo en el almacén. Después de un tiempo llevo el trigo al molino para molerse y como harina lo utilizo. De nuevo me volteo hacia el Señor con las palabras: “Todo hasta aquí lo sabía, pero qué ocurre con el pan dentro de mí, no entiendo. Si Tú no tomas participación en este trabajo, quebraré”. El Señor de nuevo viene, pone las cosas en su sitio y dice: “Y éste trabajo lo he terminado”. Y finalmente, cuando adquiero fuerza, digo: “¡A trabajar ya! Tomaré mi bolsita e iré a la escuela. Yo ya sé leer”.

         Ahora yo os hablo de cosas concretas, saco la Verdad en una forma concreta. Estas son fórmulas, leyes. Si trabajáis por éstas, verificaréis la Verdad. Yo quiero que creáis, que verifiquéis las cosas y que digáis: “Esto, lo que el Maestro dice, es cierto”. Digo: arad el campo, el año siguiente éste traerá fruto cien por cien. “¿Qué crea en esto?” Cuando lo siembres, creerás. Entonces tú verificarás esta verdad a través del conocimiento y la fe. Ararás el campo profundamente, a 30 centímetros, escogerás semilla bonita y entonces la sembrarás. Si procedes así, el año siguiente tendrás un buen resultado, sin ninguna excepción: solo, te convencerás que como he dicho, así salió. Lo que tú hiciste y lo que Dios hizo, todo es bueno. En primer lugar yo pongo al Señor. Dios dice: “Yo soy el principio y el fin, o sea alfa y omega”. Cuando está al final, Dios verifica los trabajos – Él es el más sabio. Si tenéis algún error, algún defecto, Dios os volverá atrás y dirá: “Yo enderezaré este trabajo”.

         Por lo tanto, cuando Dios está en el principio de un trabajo, Él mira a ti como a un hombre sabio; cuando está al final del trabajo. Él te considera un ignorante. Cuando el niño es pequeño, la madre está en el principio, lo guarda, el padre está al final, a la cola, y el niño está en el medio. Bajo cola no comprendo el último lugar, sino aquel inicio que piensa y del cual depende la existencia del niño. El padre piensa y trabaja. Cuando el animal agita su cola, éste quiere decirte: “¡Tienes que trabajar!” Cuando algún animal se detiene delante de ti y comienza a agitar su cola, él pregunta: “¿Tú trabajas, piensas? ¿Qué has comprendido hasta ahora de la vida?” Si le dices que piensas y trabajas, él cesa de agitar su cola. Cuando los sufrimientos vienen sobre ti, esto indica que tú no agitas tu cola, o sea no piensas. Cuando comienzas a pensar y a agitar tu cola, los sufrimientos te abandonan. Tú dices: “¡Un hombre debo llegar a ser!” Después de esto viene la alegría y tú ya estás cerca del Señor. Por lo tanto, pensaréis: el pensamiento es lo más esencial en la vida. “¿Y el comer?” Y el comer es importante, y la respiración es importante, sin embargo el pensamiento distingue al hombre del animal.

         Regresaré de nuevo a la cuestión del servicio espiritual. Habéis comprendido que tres semanas lo cumpliréis solos, y la cuarta estaremos todos juntos. Entonces tres semanas trabajaréis para sí mismos, y la cuarta – para el Señor. Si venís aquí 52 días de domingo, esto será mucho para vosotros. Y para que no haya disculpas ningunas, de que os duele la pierna, el brazo, la cabeza, un diente, de manera que no podáis venir, nos iremos reuniendo una vez durante las cuatro semanas. Diréis que vuestra mujer no os permite salir tan temprano por la mañana. La mujer no tiene derecho para entrometerse en los trabajos del Señor – si llegáis a Dios, ahí nada puede tropezaros. Yo no quiero poneros un yugo, que os obligue a fuerza a trabajar. Yo soy un hombre de la libertad: amo la libertad, y no amo las limitaciones. Yo no quiero que y vosotros me pongáis un yugo. Nunca tratéis de criticarme – de por qué hablo así o de otra manera – y que con esto queráis limitarme. El que ha intentado criticarme, nada ha logrado – esto es igual como si criticara al Señor. Que critiques al Señor, esto significa que de ti nada llegará a ser y nada quedará. Como un hombre podéis criticarme, pero cuando realizo la Voluntad de Dios, no tenéis derecho para criticarme. Y yo no tengo derecho para criticaros cuando realizáis la Voluntad de Dios. Cuando veo que pegas a alguien, te preguntaré: “¿Le pegas de manera humana, o sea, en tu nombre, o en el Nombre de Dios?” Si le pegas en tu nombre, deja de pegarle; si Dios te ha dicho que le pegues, pégale, pero por las reglas de lo Divino. Guárdate de no pegar en tu nombre, porque vendrá alguien más fuerte que tú – y él te pegará.

         Entonces hay zurra y en el Nombre de Dios. Cuando Cristo tomó Su azote y echó a todos los comerciantes del templo, ¿hizo esto en Su nombre, o cumplió la Voluntad de Dios? Él hizo esto en el Nombre de Dios, después de lo cual dijo: “El celo por Tu hogar Me traicionó”. Este azote y hasta hoy día se pone sobre las espaldas de los hombres. Cristo les dice: “Si no salís fuera del templo con vuestro comercio y no cumplís la Voluntad de Dios, el azote jugará por vuestras espaldas”. Recordad: nadie tiene el derecho de corregir lo Divino.Hay cosas humanas, hay y cosas Divinas: las cosas humanas podéis corregirlas, pero no y las Divinas. Cuando llegáis a las cosas humanas, ahí cada uno puede actuar como encuentra para bien; cuando llegáis a los trabajos Divinos, ahí hay reglas determinadas que no están impuestas. Hay cuestiones, para cuya solución es necesaria una luz grande. Esto se refiere a aquellos, cuyos ojos están abiertos. Para aquellos, cuyos ojos están cerrados, la luz es inútil. La luz vendrá cuando se abran vuestros ojos.

         Ahora, salgamos al claro para hacer los ejercicios. Preguntaréis: “¿No se puede sin éstos?” La gente muerta puede y sin ejercicios, pero los vivos – nunca. Esto es igual a como si preguntarais si se puede sin pan. Los muertos pueden sin pan, pero los vivos – nunca. Si sois vivos, comeréis, respiraréis. “¿Sin respiración no se puede?” Sin lo Divino no se puede. Comerás para Dios, respirarás para Dios, harás ejercicios de nuevo para Dios. Y cuando cumplas todo esto, tu alma se alegrará y regocijará. Como vives en la Tierra, te alegrarás de todo: de la mosca que se posa sobre ti, del escarabajito, de los humanos, del cielo, de la tierra, del ángel que te ha visitado. Si comprendes todo esto, te llenarás de alegría y gozo; si no los comprendes, echarás a la mosca que te saluda, te aburrirás de la gente, etc. Como no entiendes la predestinación de la mosca, te irritarás y preguntarás: “¿Por qué me preocupa esta mosca?” Ella dice: “Un día y yo llegaré a ser como tú…” “No ha venido todavía tu tiempo. Ahora tú eres una mosca, y yo – un hombre. Cuando tú dormías y descansabas, yo trabajaba. Puesto que siempre he trabajado, yo llegue a ser un hombre”. Dicho de otra manera: el que cumple la Voluntad de Dios, llega a ser un hombre; el que no cumple esta Magna Voluntad, por siempre se quedará una mosca.

Libertad interna por el Maestro Beinsá Dunó

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