Los Efectos de Grecia y Roma sobre nuestro tiempo, por Rudolf Steiner

Jorge Gomez (333)


1ª  conferencia de la serie “Los impulsos internos de la evolución”
Dornach, 16 de septiembre de 1916

ImageDurante los próximos días trataré de proseguir el estudio efectuado sobre la relación del hombre con el universo. Quiero conducirles hoy a un dominio nuevo y mas genérico, y hablarles de las fuerzas que se encuentran operativas en la evolución humana, especialmente aquellas que están actuando en el desarrollo de nuestra propia época. Primero, sin embargo, debo comenzar con una introducción histórica que concordará, por supuesto, con los puntos de vista presentados en la ciencia espiritual. Como ustedes saben, hemos recalcado a menudo el grado hasta el cual, el método convencional de observar la corriente de la evolución histórica no es más que una “fábula convenida”, demostrando que solamente desde la observación científico espiritual se puede arrojar luz, también sobre esta evolución histórica.

Como ustedes conocen bien, cuando estudiamos la evolución en sus principales características, hemos de considerar siempre entre los procesos activos en el presente, ciertos elementos que han permanecido del pasado. Como habrán observado en recientes ciclos, los denominamos luciféricos o ahrimanicos, dependiendo de su naturaleza. Así, nuestro estudio sólo nos conducirá a la plena comprensión cuando tengamos en cuenta lo que progresa de una forma regular, y también lo que ha quedado del pasado.

Hoy me gustaría dirigir de nuevo su atención a la época Grecolatina, la cuarta época cultural post-Atlante de la civilización, y presentarles ciertas cosas que pueden abrirles el camino hacia una comprensión de cómo esta época precedente actúa en nuestra propia época. Así podremos percibir cómo las fuerzas de aquella época aún se encuentran activas. Esto nos ayudará a comprender cómo el hombre, estando en la mitad de la evolución presente, puede encontrar su camino a través de las diversas influencias actuantes. Sólo cuando encuentre su camino, y se halle en la posición de saber cómo actuar correctamente en cada momento de su vida,  merecerá ser llamado hombre.

En lo que respecta a los hechos verdaderos y concretos, me sitúo hoy, por supuesto, en una extraña posición por la posibilidad de confusión, y, como hemos experimentado frecuentemente, por las maniobras deliberadas de confusión. En los últimos tres meses he sido considerado un rabioso germanófilo por un grupo de personas, mientras que otras dicen que no tengo ninguna comprensión de la naturaleza alemana y sólo soy capaz de comprender el mundo clásico, el único mundo cuyas fuerzas siento en mi interior. Por consiguiente, no se sorprenderán de ver que soy bastante consciente de que pueda haber algunas dificultades para comprenderme. Sin importar cómo pueda recibirse, procedo a expresar mi convicción sobre que es la verdad.

Hoy, pues, dirigiremos nuestra atención a la época grecolatina, que brilla en todo lo que ha encontrado su camino desde Grecia y Roma hasta el presente. Tratemos de imaginarnos lo que el mundo griego significa para nosotros. Muchas almas apasionadas sienten un anhelo por este mundo, que ha sido objeto del profundo estudio de numerosas mentes distinguidas. En realidad, todos saben algo de este mundo, ya sea a partir de la historia o de los muchos restos de la cultura griega. Sabemos, por un lado, algo de Grecia por los libros de historia, en la que están registrados los hechos de los griegos y sus organizaciones sociales. Tales descripciones comienzan a menudo con la guerra de Troya y prosiguen después hasta las guerra Médicas, guerra del Peloponeso, etc., conduciendo finalmente a la conquista de Grecia por los romanos.

ImageToda esa historia constituye, sin embargo, solamente un capítulo del gran libro mundial de la historia que nos habla de la Grecia de la que tan a menudo he hablado. Otro capítulo incluye los poemas de Homero, los trabajos poéticos de Eurípides, Sófocles y Esquilo en la medida en que han llegado hasta nosotros, las canciones del gran Píndaro, nuestros recuerdos del gran arte de Grecia, y lo que queda de la filosofía griega. Ese es el otro capítulo, que habla sobre un tesoro infinito de experiencias, de sentimientos, de puntos de vista e ideas relativas a la estructura del mundo. Y atravesando todo esto, como una luz brillando sobre todo ello, están los mitos griegos, aquellas sagas divinas que expresan tan maravillosamente en imágenes lo que los griegos eran capaces de percibir de los secretos del cosmos. Y también nos ha llegado algo de los Misterios griegos, y pertenece ciertamente a este otro capítulo de la historia griega. Aquí, cualquiera que quiera elevar su alma a la esfera espiritual encontrará mucho más para interesarle que lo que encontrará en el primer capítulo. Hoy, cuando nos preguntamos qué significan los griegos para nosotros, debemos prestar mucha más atención a este capítulo que al primero, que sólo puede proporcionar información de los hechos pasados por los que los héroes se hicieron famosos, pero pocos de estos vestigios son de verdadera importancia para el alma en la actualidad. Los contenidos del segundo capítulo, sin embargo, pueden hacerse vivos para nosotros, que entramos de buena gana en aquel elemento entusiasta y creativo de los griegos. Este es la parte de la época greco-latina que podemos situar ante nuestra alma.

Entonces comenzamos a ver cómo Grecia se mueve rápidamente hacia su plena maduración en las esferas espirituales. Es una experiencia maravillosa seguir esto en detalle. Tomen la filosofía griega, aquel extracto de la vida espiritual de Grecia. Vean cómo se desarrolla desde los grandes filósofos pertenecientes a lo que Nietszche llamó “La Época Trágica” –Tales, Heráclito, Parménides, Anaximandro, Anaxágoras- hasta Sócrates, que anunció una nueva era, y finalmente hasta Platón, que elevó al hombre de una manera extraordinaria hasta los ideales espirituales y los puntos de vista del “mundo de las ideas”. Entonces llegamos a Aristóteles, que formó las ideas más abarcantes y profundas con tanta fuerza que, siglos más tarde, los hombres que han tenido que trabajar con su pensamiento; aún son incapaces de hacer un uso pleno y correcto de sus ideas. Sabemos que Goethe cambió al final la frase “La entelequia de Fausto”, en la última escena de Fausto, por “La parte inmortal de Fausto”. “La parte inmortal” es una expresión negativa, mientras que “entelequia” es positiva. Goethe, sin embargo, dándose cuenta de que “entelequia” no aportaría una idea clara de lo que se pretendía decir, lo cambió posteriormente por el término más común “parte inmortal”. Sin embargo, sentía la profundidad de la idea de entelequia. Aún no nos hemos hecho con esta idea de los griegos y con otras similares. Las elaboraron de una manera verdaderamente plástica, tomándolas directamente de la realidad, pero los hombres de la quinta época post-atlante, y también los de la alta edad media, tuvieron bastante con tratar de comprender las ideas más toscas de la realidad material exterior. Aquellas ideas más refinadas, que según Aristóteles unen la realidad material exterior con la realidad espiritual, se encontraban más allá de su comprensión.

Así vemos desplegarse en la vida y cultura griegas algo hermoso, maravilloso. Según continuó progresando esta cultura, en parte madurando en exceso, fue conquistada, en un sentido externo, por Roma. ¡Un extraordinario proceso, esta supuesta conquista de Grecia por Roma! En estas dos corrientes de civilización tenemos lo que constituye la cuarta época post-Atlante. Una comprensión de las mismas puede arrojar luz de una manera externa, exotérica sobre lo que obra y entreteje interiormente durante esta época. Externamente, Grecia fue sometida a Roma de tal forma que la crónica de su relación conforma un capítulo maravillosamente interesante de la historia del mundo.

Miremos ahora hacia Roma, que se haya en una relación con nuestra época actual distinta a la de Grecia. Muchas almas entre nosotros están buscando el mundo griego. Pero debemos buscarlo. Debemos extraerlo de las grises profundidades del espíritu, por así decirlo. No sucede eso con Roma, que sobrevive en el presente europeo con una fuerza mucho más viva de lo que normalmente se cree. Recordemos, por ejemplo, durante cuanto tiempo el pensamiento completo de los pueblos de la civilización y cultura europeas, y de aquellos pueblos que vivieron con ella, se expresó en latín. ¡Qué gran importancia tiene aún el latín, este “romanismo cristalizado”, para aquellos que tienen que prepararse para ocupar puestos destacados en la vida! ¡Cuántas de las ideas y conceptos que formamos en nuestras almas están tomados del mundo Romano! Hasta cierto punto aún pensamos como los romanos. Casi todo el pensamiento legal, y gran parte de nuestros conceptos e ideas en otros ámbitos, se transmiten de esta forma. Aquellos que se preparan para puestos destacados tienen, en el curso de su educación, que absorber junto con el latín, toda una plétora de sentimientos e ideas pertenecientes a la época romana. El resultado es que hoy nuestra vida pública se haya impregnada por doquier de conceptos e ideas que surgen de Roma. Poca gente se da cuenta de hasta qué grado esto es cierto.

El campesino podrá refunfuñar contra toda esta influencia latina pero él, también, la acepta al final. Después de todo, permite que se le diga la Misa en latín. Esta influencia latino-romana es, como si dijéramos, inyectada en la sangre de aquellos que están preparándose para asumir puestos destacados, y así el pensamiento de las clases superiores europeas que están involucradas en la historia, política, ley y gobierno, está impregnado en un alto grado por Roma. Esto es cierto no sólo en los nombres y términos utilizados, sino también en el método y carácter. Así que ustedes ven que un europeo está en una relación diferente con la corriente romana, la otra corriente de la cuarta época post-Atlante, que con la primera, la corriente griega.

ImageSituemos ahora a la antigua Roma al lado de la antigua Grecia, que es lo que debemos hacer si realmente queremos comprender las cosas correctamente. Puestas una al lado de la otra, difícilmente podemos encontrar entre los factores de la evolución reciente (estoy tomando Grecia y Roma como pertenecientes a los tiempos modernos) un mayor contraste en la esfera espiritual. Cuando miramos a Grecia desde una cierta distancia en el tiempo, nos parece sumergida en la fantasía, el arte y la filosofía, radiante en sus formas y significado interno, elocuente en su alma y espíritu. Roma, por el contrario, no tuvo nada en su naturaleza de lo que es tan profundamente característico de Grecia. Los romanos fueron un pueblo desprovisto de fantasía. A diferencia de los griegos, sus almas no estuvieron impregnadas en una profunda comprensión de la naturaleza directamente cósmica de la vida humana. A pesar del hecho de que los griegos tenían esclavos, como civilización la vida griega se revela como una civilización de excepcional libertad. Después vemos esta vida griega maravillosamente libre ser sometida a Roma, una civilización profundamente desprovista de fantasía e imaginación en cualquier esfera de la cultura: legislativa, militar y política. Si se hablara desde el Conocimiento y no desde la carencia del mismo, incluso aquellos que aman el elemento romano en la historia moderna confesarían que ni en la esfera de la ciencia ni en la del arte, fue Roma en modo alguno original. Cuando Roma conquistó Grecia política y militarmente, adquirió el arte y la ciencia griegas. Incluso si pensamos en los más grandes poetas de Roma, comparados con la grandeza del arte y la poesía griega, no son sino imitadores.

Roma, sin embargo, se hizo grande en una esfera bastante distinta, una en la que los griegos no estaban muy interesados. Por la peculiar constitución de los romanos, desarrollaron unas percepciones y sentimientos tan enérgicos en el dominio legal, político y militar, que aún siguen actuando en el presente.

Esta distinción entre Grecia y Roma se revela especialmente cuando consideramos las lenguas griega y romana en sus aspectos espirituales internos. Los hombres que han profundizado más en estas cosas como, por ejemplo, Herbart en el siglo XIX, estaban preocupados por que la educación secundaria no se viera tan inundada por las olas de aquella poderosa corriente de Roma, como ha sucedido. Herbart quería que los estudiantes aprendieran primero el griego, antes que el latín habitual, porque en su opinión el latín insensibilizaba el alma de un hombre a la actuación más interna e íntima del idioma griego. Aún no ha surgido nada de esta sugerencia, pero es todavía un ideal mantenido por muchos profesores con visión, actuales. Como ustedes saben, nuestra época no está guiada por la inteligencia y debe así acarrear el karma de ese fracaso.

El lenguaje griego revela repetidamente una corriente que fluye detrás de la vida espiritual griega, que proviene de las antiguas imaginaciones de la época egipcio-caldea (tercera era cultural post-atlante). Nuestra humanidad moderna no es ciertamente lo bastante sensible como para sentir este elemento viviente detrás de cada palabra griega, pero para el alma griega cada palabra era más bien un gesto externo de una plena experiencia interna. Por supuesto, la imaginación no estaba ya presente en la misma medida en los griegos como lo estuvo en los hombres de la época caldeo-egipcia, pero aún podemos detectar en las palabras griegas un fuerte sentimiento, vestigio de la fuerza inspiradora de la antigua ideación imaginativa. Se puede sentir en los griegos una total indiferencia por la mera palabra y una saturación del lenguaje con el alma. Este elemento anímico interno aún puede sentirse en aquellas palabras griegas, que nos han sido transmitidas en su forma más pura. Vemos a través de la palabra; no sólo la oímos sino que vemos a través de ella un proceso anímico que tiene lugar detrás de ella. Esto se expresa en las mismas configuraciones fonéticas y gramaticales de los griegos.

El lenguaje romano-latino es otro asunto. Incluso en la mitología romana pueden reconocer una característica del idioma romano-latino. En la mitología griega con sus nombres tradicionales para los dioses encontrarán por doquier detrás de estos nombres divinos los sucesos más concretos del mito y, viviendo con estos eventos, a los dioses. Los dioses mismos permanecen ante nosotros y los vemos pasar. Se nos muestran en carne y hueso, por así decirlo. (Estoy hablando, por supuesto, del alma). Pero los nombres divinos de los romanos –Saturno, Júpiter, etc.- se han convertido casi en conceptos abstractos. Los mismo es cierto para el idioma romano-latino al completo. Mucho de lo que reside detrás del lenguaje griego se ha perdido, y ahora se concentra la atención en la palabra, cómo suena y se forma gramaticalmente en el discurso. Uno vive en la palabra. El elemento anímico directo, el núcleo, el sentimiento interior que captamos en el griego se ha enfriado en el latín. No era necesario para los romanos escuchar detrás de este lenguaje el eco de la vida de la imaginación. Ciertamente ya no estaba allí. En vez de ello, el romano necesitaba pasiones y emociones para poner su mundo en movimiento porque el latín es esencialmente lógico. Para que fuera algo más que una corriente de fría lógica, tendría que ser continuamente encendido de nuevo por el elemento emocional que estuvo siempre detrás de la vida y la historia de Roma. El segundo capítulo, como lo establezco ante ustedes para Grecia, no se puede encontrar de la misma manera en la historia de Roma. En Roma tiene lugar esencialmente el contenido del primer capítulo, y es esto lo que aún estudian hoy nuestros jóvenes como el factor determinante de la evolución.

El secreto del latín ha llegado a ser comprender la ley y la jurisprudencia y representar las relaciones humanas según se desarrollan a partir de las emociones. Debemos observar tales cosas sin simpatía ni antipatía si queremos comprenderlas realmente. Es importante comprenderlas porque juegan un papel muy importante en nuestra vida cultural actual.

ImageConsideren sin empatía ni antipatía, sino solamente a nivel histórico lo que es absorbido por nuestros jóvenes cuando estudian la historia romana. Por supuesto, mucho no está puesto en palabras, pero lo inexpresado es recibido por el cuerpo astral y perdura en los sentimientos. Lo que hoy llamamos “derecho” existía, sin duda, de una u otra forma antes de la civilización romana. Sin embargo, la forma en que comprendemos el derecho fue, en cierto sentido, un descubrimiento romano. El derecho que se presta a ser escrito, que puede establecerse en párrafos, que puede ser exactamente definido, etc. es una invención de los romanos.

¿Por qué no deberían los romanos haber proclamado al mundo lo que es correcto y cómo actuar de una manera correcta? Este fracaso está directamente ilustrado por el hecho de que los romanos remontan su historia hasta Rómulo, que asesinó a su hermano y después reunió a todos los descontentos y criminales e hizo de ellos sus primeros ciudadanos romanos. Entonces se propagaron a través de la violación de las Sabinas. Por tanto, parece que los romanos, gracias a la fuerza que actúa al esforzarse por lo opuesto, fueron ciertamente el pueblo que fue llamado a inventar el derecho y a extirpar el mal. ¡He aquí una nación cuyos hombres se remontan a ladrones y cuyas mujeres se remontan a una violación! Muchas cosas en la historia del mundo encuentran su explicación en los opuestos.

Los romanos construyeron gradualmente un imperio poderoso y vean cómo los siete reyes, que fueron más que mitos, rigieron y murieron finalmente a través del orgullo. Avancemos hasta el tiempo de la República, que la gente nunca admitirá que tiene tan poco interés o importancia hoy. Este es el período que aún juega un papel tan importante en la educación de nuestra juventud. Las luchas entre los patricios y los plebeyos, la lucha algo repugnante entre Gaio Mario y Lucio Cornelio Sila, Roma temblando bajo Catilina, las interminables y terribles guerras de esclavos, toda esta sucesión de desagradables eventos aún proporciona en gran medida el material para la educación y cultura de nuestros jóvenes. Entonces vemos cómo, mientras todo esto ocurre en suelo romano, su dominio se extiende gradualmente hasta que Roma se transforma en un imperio que se esfuerza en abarcar todo el mundo conocido, y que en realidad, finalmente lo consigue.

También encontramos cuán solo se siente el romano, una cualidad de su alma que es apta de pasar por alto. ¿Cómo encajan los actos de un Caracalla o de cualquier otro con el descubrimiento del derecho para el bien de la humanidad? Tendemos a olvidar que estos romanos combinaron su sentido del derecho y su autocontrol con una terrible esclavitud a la que sometieron a sus colonias y a los pueblos que conquistaron. Mirando a Roma desde este punto de vista por una vez, vemos que no debemos corregir los hechos, sino muchos de los sentimientos que hemos adquirido en nuestro estudio de la historia romana. Si uno mirase el asunto con simpatía o antipatía, pero de tal forma que uno fuera parcial debido a las frecuentes simpatías y antipatías que prevalecen hoy en día, podría preguntarse: “¿No le dieron los romanos posteriormente a las colonias la ciudadanía romana?” Ahora, sin embargo, si consideran el motivo detrás de esto, lo verán bajo otra luz. Fue Caracalla quien hizo eso, y no fue un hombre al que se le pudieran atribuir motivos altruistas. Fue un hombre con un egoísmo característicamente romano. Eso dice bastante sobre la vida anímica de los tiempos antiguos. Había, por supuesto, rectos abogados que se entregaban a la jurisprudencia con toda su alma. Papinio, por ejemplo, fue un hombre noble, pero Caracalla le hizo asesinar. Uno podría continuar presentando tantos ejemplos que podría corregir nuestros sentimientos habituales.

ImageDe las formas que pudo, esta civilización romana se apoderó de Grecia. Espiritualmente, Roma fue conquistada por Grecia, pero Grecia tuvo que pagar por esta conquista con su propia caída como comunidad política, uno no puede decir “unidad”, pues eso nunca lo fue Grecia. Bossuet dijo con razón –se maravilla de sus palabras pero las palabras pueden aún ser correctas sin importar cómo uno las siente- “Uno sólo oye hablar de la grandeza del nombre de Roma”. En el mejor tiempo del gobierno romano fue la grandeza de su nombre, que había entrado en la palabra y se sentía como su cualidad más importante. En cuanto a las condiciones sociales, Roma nos muestra las infinitas riquezas y tesoros que fluyeron a ella desde sus colonias, y junto con su riqueza, la terrible pobreza de una gran parte de la población.

En la primera época de sus conquistas, Roma se apoderó de Grecia. Entonces vemos cómo el cristianismo impregnó la civilización romana, permitiéndole extenderse con el elemento formal que pertenecía a Roma. Todas las instituciones del cristianismo primitivo fueron recibidas en la estructura de la administración legal romana y, perpetuando el antiguo elemento romano, preservadas en las formas de la Iglesia. Muestra por doquier en sus formas institucionales que se ha desarrollado en Roma. También adoptó el latín como lengua y así llegó a latinizar su pensamiento. Con la expansión del cristianismo, este elemento latino-romano se extendió por toda Europa.

Como ustedes saben, después de absorber a Grecia y al cristianismo, llegó un momento en que Roma ya no podía comprender lo que había recibido, y ya no deseó comprenderlo. Lo sentía como elementos extraños. En el tiempo en que Grecia fue conquistada, la influencia griega actuó poderosamente sobre Roma, pero los romanos fortalecieron gradualmente su poder político y legal. El elemento griego se sentía entonces como un cuerpo extraño que ya no era deseado. Como consecuencia final, las escuelas atenienses de filosofía fueron cerradas por el Emperador Justiniano, el regente del siglo VI del imperio romano oriental que codificó los principios legales y políticos de Roma en el Corpus Juris Civilis. Justiniano, que fue una especie de encarnación del elemento romano-latino, fue el emperador que finalmente cerró las escuelas y puso fin a la filosofía griega, prohibiendo categóricamente su práctica. También detuvo la libre expansión original del cristianismo, haciendo que las obras de Orígenes, que unió la sabiduría de Grecia con las profundidades del cristianismo, aportando también conocimientos esotéricos, fueran condenadas por la Iglesia.

Así vemos cómo Roma fluyó en las instituciones de Europa por medio de la Iglesia. Las demás instituciones políticas coincidieron con ella, podemos incluso decir que tomaron su origen de ella, porque los regentes europeos valoraban mucho su título de “Defensores de la fe”. Posteriormente, por supuesto, cuando quisieron divorciarse de la Iglesia, perdieron el título y fundaron una iglesia propia. Bien, no siempre la gente se toma las cosas con tanta seriedad. Así los regentes se llamaban a sí mismos “Defensor de la fe”, “el más Cristiano de los Monarcas”, etc. Las instituciones públicas se desarrollaron a partir del pensamiento y costumbres romanas, y Roma lo infectó todo, injertando su propia naturaleza en la cultura europea. Después de que Justiniano hubiera establecido el código de pensamiento legal y político romano, hubiera barrido la filosofía griega y hubiera condenado a Orígenes, Roma continuó viviendo en las instituciones de Europa sin el contenido griego. Después de haber extraído la savia vital misma, su contenido espiritual, sólo quedó lo externo, petrificado en la palabra y creció fuerte y testarudo en las instituciones externas. Los ocultistas con perspicacia siempre han tenido un cierto sentimiento que aún se conserva, un sentimiento compartido por aquellos que no tienen razones para ocultarlo. Este sentimiento se expresa en la frase: “El fantasma de la antigua Roma aún vive en las instituciones de Europa”.

ImageAhora vemos una y otra vez en la historia cómo lo que se ha ido es trasladado de nuevo a sucesos posteriores donde surge a la vida de nuevo, a través de ellos. Así, encontramos cómo Roma fructificó gracias a Grecia por segunda vez. Durante la primera etapa, la República se estaba desarrollando en el seno de un Imperio, y el arte, la filosofía y la vida espiritual griegas fluyeron hacia Roma. Fue la época en que los romanos vivenciaron Grecia, por así decirlo. Se comportaban como grandes señores y pensaron que sería fácil apoderarse de toda la cultura griega. Utilizaron sabios griegos, que en realidad eran esclavos, como preceptores de sus hijos, lo cual, según los estándares romanos era la forma de adquirir una cultura conquistada.

Entonces, después de una época de estancamiento, siguió otra, de la que incluso la historia nos cuenta poco. Fue una época en la que el derecho estaba compenetrado por la influencia de la Iglesia; en que la Iglesia estaba impregnada por la política y la esfera legal. Le siguió algo parecido a una renovación de la cultura griega desde Dante hasta la caída de Florencia, la etapa del Renacimiento, en la que Grecia volvió de nuevo a la vida en Roma. Cuando Goethe viajaba a Italia, buscaba allí no a Roma, sino a Grecia. Trató por doquier de reconocer en la cultura romana la forma de pensamiento y la vida de Grecia. Durante el Renacimiento, el Cristianismo y Grecia se hallaban tan fusionados, que hoy en día ya no podemos distinguir lo cristiano de lo griego en el arte de la época. En relación con la famosa pintura de Rafael, “la Escuela de Atenas”, a menudo se plantea la cuestión de si las figuras centrales representan a Platón y Aristóteles o a Pedro y Pablo. Hay tantas buenas razones para una opinión como para la otra. Así, en una de las más extraordinarias pinturas del Renacimiento, uno no puede afirmar con certeza si las figuras son griegas o cristianas. Los dos elementos se han fusionado de tal forma que el maravilloso matrimonio entre lo espiritual y lo material en la vida del pensamiento griego puede igualmente expresarse por Pedro y Pablo o por Platón y Aristóteles. Platón, a quien a muchos les gustaría ver en esta pintura, está representado como un anciano que señala con su mano a las esferas celestiales, y a su lado está Aristóteles con su mundo conceptual, que señala hacia abajo al mundo material buscando lo espiritual en él. Podemos, sin embargo, ver también a Pedro en la figura que señala arriba y a Pablo en la que señala abajo.

ImagePero durante el Renacimiento encontramos este tipo de dicotomía siempre por una buena razón. Después del Renacimiento, que fue, como hemos visto, un resurgimiento de Grecia, tenía que venir algo fresco y original, y esto sólo podía suceder a través de una síntesis más elevada. Hoy en día los dos gestos, uno apuntando a los cielos y el otro apuntando hacia la tierra, se encontrarán en la misma persona. Entonces también necesitamos lo luciférico y lo ahrimánico en su contraste. Lo que ustedes ven dividido entre dos personas en una de las mayores obras de arte del Renacimiento, tendrán que verlo en los gestos de la figura del Representante de la humanidad en nuestro grupo escultórico, que va a ser modelado en breve: ¡ambos gestos! a la vez.

La Edad Media o el comienzo de nuestra época requerían esa Re-animación de la antigua Grecia, el Renacimiento. Cuántas cosas han derivado desde entonces su vida del Renacimiento. Vemos cómo, en un filósofo como Nietzsche, este Renacimiento viene de nuevo a la vida en sus mejores años. Vemos cuán maravillosamente vive en todas las enseñanzas de Jacob Burckhardt. Hasta en los tiempos modernos continúa este Renacimiento influyendo, trayendo un hálito de los antiguos tiempos griegos a nuestra época moderna.

Podemos afirmar con certeza que mientras Grecia fue externamente aniquilada por Roma, gran parte de su fuerza espiritual ha permanecido. La influencia de los héroes griegos espirituales perduraron hasta cerca del 333 d.C., su ataúd comenzó a construirse en el siglo IV, y Justiniano posteriormente sólo le clavó la tapa. Entonces, estos héroes del espíritu reaparecen en la época del Renacimiento como impulsos del Mundo espiritual que han quedado atrás. Igual que en la evolución de la Tierra y del hombre ciertas fuerzas lunares se encienden de nuevo en un momento determinado, haciendo de este modo posible el nacimiento de la inteligencia y el lenguaje humanos, del mismo modo el mundo griego se encendió de nuevo en los siglos XV y XVI para crear el Renacimiento.

Tenemos aquí un ejemplo viviente de cómo algo que ha quedado atrás y continúa actuando en un tiempo posterior, incluso aunque sea luciféricamente, es utilizado no obstante para el progreso de la humanidad. La Grecia que reaparece de nuevo en el Renacimiento puede ciertamente llamarse luciférica, pues al lado de figuras tales como Leonardo da Vinci, Miguel Ángel y Rafael ¡están las figuras del Papa Alejandro VI, César Borgia y el resto! Europa necesitaba el Renacimiento, que le aportó mucho. Así, desde los siglos XV y XVI en adelante tenemos de nuevo las dos corrientes con las que empezamos, aunque ahora están disfrazadas. Una fue llamada a la vida de nuevo en el Renacimiento, la otra siempre ha estado con nosotros en el romanismo, habiendo experimentado solamente múltiples cambios de forma. Las dos corrientes fluyen juntas de nuevo y ambas poseen una influencia profunda en la humanidad. Al describir estas cosas debemos aprender a observar el mundo y la vida, de tal forma que veamos las cosas objetivamente sin asociar simpatías o antipatías con las palabras utilizadas.

Muchas ideas y conceptos del Renacimiento nos vienen no tanto de la escuela sino a través de nuestra vida espiritual completa. La gente no piensa en estas cosas, pero las ideas del Renacimiento viven en todos. Constituyen un elemento distinto a las ideas y puntos de vista del romanismo que nunca ha desaparecido y siempre se encuentra actuando. El Renacimiento fue, en cierto modo, la salvación del elemento imaginativo. Representa una liberación del elemento latino meramente lógico y frío, que, al ser tan frío, requiere siempre un impulso emocional para darle vida. En contraste, vemos la vida elevadora, imaginativa que fue traída a Europa a través del Renacimiento y que ha sido portada desde la antigua Grecia. Mañana veremos qué significa realmente que, cuando se estaba pasando de la cuarta etapa post-Atlante a la quinta, se reavivara esta vida imaginativa. Permaneció como una especie de “apadrinamiento” durante el nacimiento de la quinta época post-Atlante, que hoy debe liberarse del romanismo que hemos descrito no a través del uso de impulsos emocionales, sino a través del conocimiento. No estamos aquí menospreciando la grandeza de este romanismo, pero las cosas deben estar correctamente equilibradas. La salvación y curación de la humanidad reside en equilibrar las cosas correctamente y no permitir que deriven hacia los extremos.

ImageHay muchas ideas en la vida intelectual de Europa que engañan y tientan a los hombres. Han quedado atrás desde la civilización romana y evocan conjuntos de ideas y sentimientos en el alma de los que los hombres no son siempre plenamente conscientes. Como he dicho, no se puede afirmar que los romanos inventaran completamente el pensamiento político-legal, aunque lo hicieron en el sentido del que hemos hablado hoy. En contraste con aquello que los griegos observaron entre los hombres a través de su imaginación viviente, o a través de su herencia de imaginaciones vivientes, Roma formó un concepto definido que vino a la vida por primera vez con el romanismo. Es una planta que crece en un suelo político-legal. Este es el concepto de ciudadanía; el hombre deviene ciudadano, ciudadano romano. Por tanto, al concepto de hombre se le da un tinte político-legal. Lo que pasó así a la sangre de los pueblos europeos con el concepto de ciudadano está íntimamente relacionado con lo que describí en la última conferencia (ver NOTA 1)  como la “politización” del mundo del pensamiento. Ha habido abogados en los tiempos modernos que han basado la relación del hombre moderno con Roma simplemente sobre este concepto de ciudadanía. En virtud de esto, cuando se experimenta vívidamente, el hombre asume su lugar en la comunidad de una manera política y legal, incluso aunque no lo admita ante sí. Aristóteles habló del Zöon politikon (Animal Político). Aún relacionaba lo político con el Zöon, el animal. Esa era una clase completamente distinta de pensamiento, un pensamiento imaginativo que aún no era pensamiento político, una politización del concepto.

Así este elemento político-legal crece en nuestro pensamiento humano. La gente a menudo no es consciente de cómo el hombre está situado en una categoría político-legal a través de la asociación natural de ideas. En la palabra “civilización”, que yo llamaría concepto monstruoso ya que es algo que sólo tuvo su significado adecuado en la antigüedad, en este monstruoso concepto de “civilización” sentimos, aunque a menudo inconscientemente, nuestra cercana relación con el mundo romano esencialmente político y legal. “Civilización” proviene de civis, y dentro y detrás de ella está el romanismo. Toda esta charlatanería de la civilización que a menudo escuchamos hoy día, no es otra cosa que un romanismo irrealizado que se siente a menudo. Con frecuencia sucede que un hombre puede usar una palabra para expresar algo sublime y extraordinario sin tener idea de cómo, al utilizar la palabra, se conecta con las grandes fuerzas de la historia. Cuando uno es capaz de percibir todo el trasfondo político y judicial de la civilización mundial, entonces el oírlo pronunciar a menudo es suficiente para hacerle estremecer.

Estas cosas deben decirse ya que la ciencia espiritual no es para la guardería como algunas personas parecen pensar, sino para revelar un conocimiento serio del mundo. En la presencia de este conocimiento, muchas de las ideas que el hombre ha elevado como ídolos y a los que “reza”, se caen de sus altares. No es la intención de la ciencia espiritual acercar simplemente a los seres del mundo espiritual al hombre, para que éste pueda experimentar una especie de íntima relación con ellos, como podría experimentar con los poetas, por ejemplo. No, la ciencia espiritual está aquí para que el hombre mismo se acerque al mundo espiritual y a sus impulsos con toda seriedad.

 

Rudolf Steiner

 

Traducido por Luis Javier Jiménez
Equipo Redacción Revista BIOSOPHIA

NOTAS

1  Conferencia pronunciada el 11 de septiembre de 1916, contenida en el volumen GA 272. Nunca se publicó en inglés.

 

–> VISTO EN http://www.revistabiosofia.com

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