Mensajes del Despertar – La Pared de Samoda por Laura

Jorge Gomez (333)

El oasis

En esta entrega encontrarás adjunto: “La pared de Samoda”, una historia milenaria en la que pasado, presente y futuro se unen para ayudarnos a Despertar… a través de un Mensaje secreto destinado a develarse en nuestros corazones.

Que este Mensaje del Despertar toque tu alma, con el deseo profundo de amor, luz y armonía para tu vida.

 

E

l crujir del antiguo pergamino al ser cuidadosamente desplegado, puso en evidencia los olvidados caracteres que ya sólo unos pocos podían descifrar.

-Hace milenios, en todo el mundo, sólo una cosa surgía de la verdad misma- anunció a sus ansiosos oyentes como única introducción; para luego comenzar, con voz calma y profunda, a develar el contenido del añoso manuscrito…

Samoda era una ciudad pequeña y aislada de los dominios persas. Allí y sólo allí, podía encontrarse el único vestigio de los jardines de los dioses en la Tierra: la Fuente de la verdad. Los recién nacidos eran llevados a ella, tras arduas peregrinaciones, con la esperanza de que al ser bañados en las milagrosas aguas antes de que las tribulaciones de la vida alcanzaran sus espíritus, permanecerían tan puros de corazón como habían llegado a este mundo.

Sucedió una vez que en una de esas largas procesiones un rico comerciante llamado Radeshalla, que iba acompañado por su familia y un séquito de sirvientes, murió en el aventurado camino; antes de partir a la tierra de los buenos espíritus, encomendó a su criado de confianza que protegiera a su primogénito en el trayecto a la fuente y luego lo llevara de regreso al hogar, donde debería ser educado en las artes del comercio para asegurarle un futuro lleno de abundancia.

Tras sencillas exequias al estilo de los errantes, por no poder dar al buen amo una pompa más digna, el leal sirviente cuyo nombre era Aldavo se dispuso a conducir la comitiva en busca de las prometedoras aguas. Durante el viaje, que se extendió más de lo previsto a causa de tormentas de arena y una extraña fiebre que mermó en número al grupo, la esposa de Radeshalla sumida en una profunda congoja, entró en un letargo que la condujo también a la muerte.

Aldavo envió un emisario a casa de su señor, avisando a los hermanos de éste lo acontecido; comunicándoles que su sobrino estaba a salvo y retornaría al hogar luego de alcanzar las aguas de la fuente según la voluntad paterna.

Se sucedieron muchas lunas y soles de travesía en los que el  fiel criado, montando su camello a la cabeza de la reducida caravana, se hizo cargo personalmente del chiquillo -cosa inusual en hombres de su cultura-. Llevándolo sujeto a su pecho mediante la seda del tocado de la difunta madre, se ocupaba de alimentarlo con leche de cabra y papilla de frutas que conseguía en los pocos oasis que encontraban, lo cual mantuvo milagrosamente intacta la salud del pequeño Tahir, que cada día daba muestras de estar creciendo bendecido.

En las noches cuando la caravana quedaba silenciosa, Aldavo que se había encariñado profundamente con el niñito, le entonaba bajo las estrellas antiguos himnos sobre un secreto escondido en Samoda. Estos cánticos los había memorizado en su infancia cuando su abuelo, jefe del clan al que había pertenecido, lo preparaba para su futuro. Aún guardaba el recuerdo de la infinita bondad que brillaba en los ojos del sabio patriarca, quien aseguraba a su nieto que algún día cuando sus tierras les fueran restituidas reinaría la verdad. Esos vaticinios quedaron en el pasado cuando siendo Aldavo un mozalbete, unos bandidos atacaron su campamento acabando con toda la tribu y siendo el único sobreviviente lo tomaron prisionero para luego venderlo en un mercado de Ankala como sirviente.

Todavía recordaba el día en que había llegado a casa de su poderoso y justo amo. Radeshalla que poseía un buen corazón, viéndolo tan joven se apiadó tomándolo bajo su protección. Al convertirse en  hombre pudo haber escapado en muchas oportunidades ya que la confianza que su amo depositaba en él, implicaba que se trasladase con pequeñas fortunas de una ciudad a otra, pero el cariño que los unía hizo que jamás faltara a aquel buen hombre, a quien consideraba casi un padre. Y allí estaba nuevamente el destino actuando con sus misteriosos designios, ahora el verdadero hijo de Radeshalla lo necesitaba a él como padre substituto.

Cuando finalmente arribaron a Samoda, el leal Aldavo embargado de emoción, cruzó el muro que circundaba la ciudad para cumplir con lo prometido. Una vez en la fuente empapó al niño en el cántaro, siguiendo cuidadosamente los pasos requeridos por el antiguo ritual. Habiendo cumplido con esa parte de su misión, dispuso que se levantaran tiendas para que el grupo descansara antes de emprender el retorno. Esa misma noche en torno a la hoguera los otros sirvientes le anunciaron que no volverían con él, puesto que muerto el honorable amo sólo les esperaba la tiranía de los hermanos. Aldavo comprendió y los despidió sin reproches deseándoles bendiciones.

-Sólo estamos tú y yo pequeño Tahir- le susurró al niñito que dormía plácidamente, ajeno a los sinsabores que tan temprano le había deparado el destino.

En la mañana en que se disponía a remontar el desierto nuevamente para llevarlo al hogar paterno, arribaron a Samoda unos jinetes enviados por los tíos del infante a recogerlo. Se les había ordenado otorgar la libertad y una bolsa de piezas de oro al sirviente a cambio de que no regresara, con la brusca advertencia de que nunca más sería bien recibido por ser considerado portador de malos augurios, ya que en su compañía sus amos habían perecido.

Sin otra alternativa se vio obligado a entregar a la criatura, pero una angustiosa alarma invadió su corazón al notar que un gran buitre atravesaba el cielo sobre sus cabezas dando un lastimoso graznido en ese preciso momento. Sin perder tiempo realizó el trueque de los resabios de la caravana de su amo por un brioso caballo y decidió seguirlos sigilosamente, para velar por la seguridad de Tahir frente a cualquier peligro que pudiera presentarse.

Al caer el sol cuando los escoltas detuvieron su marcha, Aldavo oculto tras una mata de vegetación seca pudo ver horrorizado que estaban erigiendo una pira de sacrificio para el heredero. Mientras los hombres ingerían el brebaje de setas que solía acompañar aquellos ritos, apremiado ante la necesidad de socorrer a su protegido urdió un plan. Cuando la bebida alucinógena comenzó a mostrar sus efectos, salió de su escondite cubierto con la fina tela que aún conservaba, emitiendo desgarradores sonidos guturales. En la penumbra el aturdido grupo lo confundió con un espíritu atormentado, lo cual le permitió reemplazar al niño por el paño ovillado, salvándolo.

Cuando los hombres encargados del sacrificio se presentaron con huesos de cabrito envueltos en la seda del tocado de la cuñada como prueba de su éxito, los codiciosos hermanos de Radeshalla satisfechos olvidaron al inocente dándolo por muerto. Desde aquel día, los caminos del fiel sirviente y el desamparado chiquillo quedaron unidos para siempre.

En los años que siguieron se asentaron en un poblado más allá de Samoda, lugar ideal para mantener el anonimato por no formar parte de la ruta de peregrinación. El intenso cariño que se prodigaban en aquel forzado destierro hizo que la vida resultara alegre y provechosa. Tahir fue creciendo hasta convertirse en un fuerte y avispado muchachito, criado con la verdad por su padre adoptivo, quien usó el oro que le habían entregado para formarlo en las artes mercantiles cumpliendo con el último deseo del difunto progenitor.

Cada atardecer cuando Aldavo se trasladaba a la ruta para leer las señales del desierto a las caravanas -actividad que le permitía sustentar sus vidas- Tahir lo acompañaba con gran entusiasmo, aprendiendo también esa destreza que era mucho más de su interés que el comercio de seda y especias. Por las noches, siempre entonaban juntos los himnos que el abuelo de Aldavo le hubiera enseñado, lo cual era de gran regocijo para el muchacho que saboreaba cada palabra de los cánticos que desde pequeñín fueron alimentando su corazón.

Siendo Tahir ya un hombre, el ángel de la muerte se presentó a reclamar el espíritu de su cariñoso tutor. Con los ojos empapados de amor, le juró que nunca permitiría que el odio y el resentimiento se apoderaran de su alma, comprometiéndose a llevar una vida honrada como éste le había enseñado; esto permitió que el anciano partiera de este mundo con una dulce sonrisa en los labios, no sin antes revelar a su hijo del corazón su legado.

-Querido Tahir has sido la alegría de mi vida- expresó afectuoso -bendigo a tus progenitores y a los dioses por haberte puesto en camino. Aunque no pude darte el lugar que te pertenecía por derecho, me ocupé de mantenerte a salvo y brindarte la educación que tu padre me encomendó para ti. Eres muy amado hijo mío, devuelve ese amor al mundo y sabe que nunca estarás solo, porque siempre viviré en tu corazón. Antes de irme quiero entregarte mi herencia, que te corresponde por tratar a este humilde sirviente con el respeto y amor que sólo un hijo podría prodigar.

-Ya lo has hecho padre- protestó emocionado Tahir -interpretar las señales del desierto es la herencia más grande que un hombre puede recibir. Aunque respetando la voluntad de Radeshalla me he preparado para ser comerciante, lo que anhela mi corazón es ser un sabio como tú.

-Lo sé hijo mío- admitió Aldavo -lo he visto en las estrellas cuando eras tan sólo un crío, luchando por sobrevivir a la partida de tu venerada madre. Mi legado no es oro ni riquezas, se trata de un secreto… Mi abuelo Mihr me anunció que desciendo de una antigua y noble estirpe que algún día volvería a regir en este mundo para que la verdad brillara en luz, así le fue revelado a él por sus antepasados quienes crearon los himnos para que el saber no se perdiera en las arenas del devenir de los tiempos. Ahora serás quien ocupe mi lugar, porque aunque no nos une la sangre, estamos emparentados por el lazo sagrado que reunió nuestros destinos a través del amor. Encuentra tu Camino y construye en Samoda tu reino como lo mencionan las rimas que desde tus primeros días entoné para ti.

-Padre, no sé cómo lograrlo- exclamó Tahir apesadumbrado por el temor de no poder cumplir con los vaticinios de Aldavo -Cómo reclamaré esas tierras, no soy un guerrero ni siquiera poseo una espada. Y aunque lo lograra, no he aprendido el arte de la política ¿cómo haría para ser un justo soberano?

-No te sientas indigno -dijo el anciano conmovido- esta humildad que expresa tu espíritu será la base de tu sabiduría, ten fe y utiliza todo lo aprendido. Las señales te guiarán, bien sabes que se encuentran en todos lados, sólo debes prestar atención a ellas. Posees un don que vino contigo desde el dichoso día en que llegaste a este mundo, ese será tu mejor arma, búscalo en tu corazón. Y lo más importante, comprende que tu misión no consiste en ser rey, sino en lo que harás ocupando ese lugar. Te bendigo hijo mío, que tu existir esté lleno de riquezas, como riquezas guarde tu noble alma. Y recuerda… el don se oculta siempre en lo que más nos llena de gozo.

Dicho eso, con el reflejo de la luna en su rostro, Aldavo partió a la morada de los dioses en paz.

Cuenta la historia que el joven Tahir tras una turbulenta travesía por los mares de su corazón, que resistió durante largo tiempo con fortaleza y valentía, finalmente encontró su Camino.

Lo primero que hizo fue, mediante sus conocimientos sobre interpretación de indicios y artes del comercio, convertirse en destinatario de consultas de ricos y pobres a quienes atendía con la misma dedicación y bonhomía; lo cual le valió el título de sabio entre los habitantes de la región. Enterado de eso el gobernante que contaba a Samoda entre sus dominios, previendo que tener bajo control al admirado hombre del desierto podría traerle beneficios, en una decisión que juzgó estratégica lo invitó a instalarse dentro de los muros de la ciudad. Tahir que había aprendido a escuchar su corazón aceptó, acomodándose en una sencilla vivienda que dispusieron para él.

Rápidamente el rumor de su talento recorrió los caminos y al pasar de boca en boca fue cobrando un halo místico, dándole una fama de oráculo que despertó gran curiosidad. Pocos años después gente de todos los confines atravesaba mares, montañas y desiertos en busca de su guía.

Las consultas que antes fueran sobre comercio y presagios pasaron a estar motivadas por profundas inquietudes existenciales; a las que Tahir respondía con humildad haciendo uso de su don, que había descubierto buscando en su corazón lo que más gozo le daba desde niño: develar los secretos ocultos que despertaban en su alma los cánticos que habían sido legado de sabiduría durante generaciones. Así la fama de la Fuente de la verdad, que antes había sido motivo de peregrinaciones, quedó eclipsada por la de Tahir.

La riqueza, que tanta afluencia de gente trajo a Tahir y a la familia que había formado, le permitió comprar la ciudad de la fuente a su anterior gobernante; quien accedió a ello por preferir a un hombre tan influyente como vecino, antes que verlo convertido en un poderoso enemigo que podría destituirlo si se le antojara contando con el apoyo de muchos reyes que acudían en busca de su sabiduría. La gente festejó con algarabía verse liberada del tirano sátrapa que exigía el pago de altísimos tributos, proclamando rey al  generoso sabio.

El Rey Tahir de Samoda y sus descendientes fueron justos soberanos que prodigaron bienestar a su pueblo durante siglos. Nunca se lanzaron a guerras ni conquistas. La expansión de su reino se basó en extender sabiduría a todos los rincones del mundo a través de preceptos que más tarde fundaron las bases de muchas filosofías y religiones… los mismos que Tahir hizo grabar en la pared que rodeaba la ciudad, resumidos en sencillas palabras de fácil comprensión para cualquiera que quisiera acceder al secreto de la verdad y la felicidad absolutas.

En medio de un respetuoso silencio, enrolló nuevamente el pergamino al tiempo que se dirigía a sus oyentes…

-Aunque en nuestra Era la posibilidad de que haya existido un mundo así durante muchos milenios, resulta imposible y doloroso de imaginar, es fundamental que no lo olvidemos.

Muchas miradas inocentes con sus ojos muy abiertos por el asombro se posaban en el Maestro sentado frente a ellos, en uno de los maravillosos jardines del Saber al que acudían los seres más jóvenes a recibir educación.

-Entonces Maestro ¿esa historia sucedió en verdad?- preguntó con su voz cargada de espanto uno de los aprendices.

-Así es queridos niños- respondió.

-¿Y también es cierto que los monstruos de las antiguas leyendas existieron?- quiso saber otra niña, presa de una aterrada fascinación.

-Bueno… no tenemos la seguridad de que todas esas leyendas terroríficas sobre armas nucleares, guerras y seres humanos privados del recuerdo de sus infinitas capacidades, viviendo en condiciones tan tristes sean reales… pero lo que sí se sabe con total certeza es que los monstruos de la antigüedad asaltaban sus almas sin previo aviso.

-¡¿En verdad existió el odio Maestro?!- exclamó boquiabierto el mayor de la clase.

-Todos los monstruos oscuros que han conocido a través de las tradiciones orales y escritas como: odio, codicia, envidia, miedo, indiferencia, desprecio, ira, mentira, resentimiento, culpa, entre tantos otros… existieron realmente- afirmó el educador -pero no deben temer, porque esos espantos que acecharon el corazón de las personas durante milenios, han sido desterrados definitivamente. Y así nació nuestra Era de Amor absoluto.

-¿Cómo fueron desterrados los monstruos?- cuestionó entusiasmado el mismo niño.

-Todo este bienestar se lo debemos a aquellos que, como Tahir, lucharon por alcanzar la Sabiduría una y otra vez sin perder las esperanzas; usando la Armonía como escudo y la Luz de su Ser como el arma más poderosa que, habiendo sido forjada en el calor del Amor, logró cegar a los monstruos acabando para siempre con ellos.

Los pequeños vitorearon emocionados con alegría brillando en sus caritas.

-Y ahora… como saben que el tiempo no es lineal como se creía en otras Eras, antes de comenzar con sus ejercicios de auto sanación y levitación… dediquemos un momento como lo hacemos a diario, para enviarles energía de amor a nuestros valerosos Héroes de Luz que en una línea temporal paralela están llevando a cabo esa lucha en este mismo lugar del Universo.

Todo el grupo de niñitos de entre 3 y 5 años de edad, cerraron los ojos sonrientes junto a su Maestro y guía espiritual. Una poderosa vibración de energía cargada de amor puro, llegó en ese instante a las almas de millones de personas, que en la tercera dimensión del

Si acabas de abrir tu corazón para recibir amor, seguramente ya formas parte de la historia de la humanidad como uno de los  Héroes de Luz que logró desterrar a los monstruos de este mundo.

Si aún no lo hiciste… ¡¿Qué estás esperando?!

planeta Tierra abrieron intuitivamente sus corazones para recibirla.

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5 comentarios

  1. Mientras lo leía una inmensa alegría llenaba mi corazón,

    y una comprencion mas profunda de la vida espiritual me

    invadía totalmente, GRACIAS.

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