Orgullo y prejuicio: ¿Qué es primero?

Pilar Vazquez

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Si, “Orgullo y Prejuicio” es el título de una famosa película de Kate Winslet y Hugh Grant, sin embargo, éste tema trasciende la ficción y lo podemos observar en nuestra vida cotidiana con facilidad.

¿ Qué se entiende por orgullo?

Pero ¿qué se entiende por Orgullo?, en realidad es una emoción o estado mental aflictivo en el que tendemos a exaltar nuestro valor personal sobre el de los otros, en realidad es un punto de vista equivocado, pues implica una inversión cuantiosa de energía para sostener una personalidad y estilo de vida totalmente alejado de la realidad.

¿ Qué es un prejuicio?

Y ¿Qué es un prejuicio? , básicamente es un punto de vista que sostenemos como útil y verdadero para aplicarlo a cosas, situaciones y personas. Por ejemplo, cuando hacemos generalizaciones afirmando que todas las personas mayores de cuarenta años son aburridas y lentas o que todos los adolescentes son irresponsables, o que todas las mujeres elegantemente vestidas son ricas. Estas afirmaciones son etiquetas y prejuicios que nos motivan a actuar de una manera equivocada y poco precisa hacia los demás.

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Y cuál es entonces la relación entre el orgullo y prejuicio, pues básicamente es que en defensa de nuestro orgullo creamos prejuicios y falsas realidades, por ejemplo, en algunos países sostienen que las personas de raza negra son delincuentes,  así es como los discriminamos, los etiquetamos y los limitamos en defensa de un punto de vista  incorrecto y personal, o en defensa de un orgullo que concibe que todo lo demás ajeno a sí mismo es  equivocado o  inferior.

Los transmitimos de generación en generación

De igual manera existen prejuicios que heredamos generación tras generación y que defendemos como justos o ciertos, por ejemplo, cuando afirmamos que solo las personas que acuden a un sitio de prestigio son educadas y con un nivel cultural elevado, y todos los demás son inferiores, así vemos a abuelos, padres e hijos con los mismos patrones de conducta que son equivocados y dañinos al exterior y al  interior de las personas que los sostienen.

También podemos trascender al exterior con orgullo, maltratando, menospreciando y humillando a los otros, lo cual es de cuidado pues estamos generando causas y efectos de carácter negativo y no edificante, que volverán  a nosotros en el mismo sentido detrimental.

La humildad elimina el orgullo

El antídoto al orgullo es la humildad, generosidad y el espíritu altruista, además de que a través del análisis introspectivo y atención sostenida podemos observar que ni todos los ricos son educados, ni todas las personas de raza negra son violentas, que las generalizaciones nos restan sabiduría al actuar y corremos el riesgo de ser de manera equivocada parciales y poco precisos en nuestras relaciones y decisiones.

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A través de la historia podemos observar también conductas bastante dañinas respaldadas en la defensa de un orgullo que ya por naturaleza es desproporcionado, como la masacre al pueblo judío en la segunda guerra mundial en defensa de una raza pura, o la mutilación de niñas pequeñas en oriente para mantenerlas puras hasta el momento de su casamiento, si son acciones dañinas, poco constructivas y generadoras de gran karma negativo, sin olvidar que éste tiende a la expansión y que regresará a nosotros en el mismo sentido, así que si creemos que maltratar al otro defendiendo nuestra falsa o equivocada superioridad no tiene consecuencias, la realidad es que estaremos sembrando semillas negativas que florecerán más adelante en nuestra vida en la misma o mayor proporción.

Es así entonces que dispongámonos a actuar con humildad entendiendo que ésta expande nuestro campo de acción y de pensamiento, y el orgullo nos vuelve cerrados, cortos de criterio y con un entorno limitado de acción. La humildad abre las puertas el orgullo nos las cierra.

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Nunca es tarde para empezar a ser generosos y humildes con nuestro entorno, recordando que las etiquetas, los prejuicios y los puntos de vista equivocados no son nuestra naturaleza, son algo que creamos para defender un mundo inexistente que nos hace creer que estamos seguros cuando en realidad carecemos de paz, tranquilidad y de una auténtica felicidad.

 

AUTOR: Pilar Vázquez, colaborador de la gran familia de la Hermandad Blanca

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