Paramahansa Yogananda: La sinceridad y la intensidad de tu esfuerzo.

Eva Martín Garcia

Conciencia espiritualLa conciencia espiritual reside en el sincero esfuerzo interno de avanzar a contracorriente hacia la verdadera y perdurable felicidad.

Muchas personas afirman que están siguiendo un camino correcto, pero muy pocas realizan un esfuerzo verdaderamente sincero.

No se te pide que seas un ángel de un día para el otro. Dado que sólo el Absoluto es perfecto, podremos decir que, ante Dios, incluso el mejor de los ángeles es un pecador. Los santos no son sino pecadores que nunca se dieron por vencidos.

Independientemente de las dificultades que debas afrontar, si no desistes significa que estarás realizando progresos en tu lucha a contra corriente. Mantenerse firme en esta lucha entraña ganar el favor de Dios. Debes realizar ese esfuerzo supremo. No dejes que, indolentemente, la vida te arrastre corriente abajo.

No puedes engañar a Dios, porque Él ve tus pensamientos. Él no va a medir cuánto tiempo has trabajado en pos de logros espirituales: tu intensidad es lo que cuenta. No importa cuántas encarnaciones con mal karma hayas acumulado; si tu Devoción y sinceridad son lo bastante profundas como para traer la luz de Dios a tu conciencia, toda la oscuridad del mal de aquellas encarnaciones se desvanecerá.

Así pues, aunque tus Errores sean de un calado tan profundo como el Océano Atlántico, haz un constante esfuerzo mental para convertirte en una buena persona. Durante unas pocas encarnaciones fuiste un ser humano, pero a lo largo de toda la eternidad has sido, eres y serás un hijo de Dios. Jamás te consideres pecador, porque el pecado y la ignorancia son sólo pesadillas propias de los mortales.

Cuando despertemos en Dios, nos daremos cuenta de que nosotros – el alma, la conciencia pura – jamás hicimos nada malo.

Libres de las experiencias mortales, somos – y siempre hemos sido – hijos de Dios. Somos como el oro enterrado en el fango: cuando limpiamos el lodo de la ignorancia, podemos contemplar el refulgente oro del alma, hecho a imagen de Dios.

La conciencia espiritual proviene de una firme resolución mental. Independientemente de la forma en que otros se comporten alrededor de ti o con respecto a ti, tienes que ser bueno. Tu mayor enemigo eres tú mismo; pospones indefinidamente el ser bueno.

Yo solía enredarme en ciertas rutinas mentales, de modo que pasaban muchos meses sin que hubiera podido meditar profundamente; a pesar de ello, seguí haciendo el esfuerzo mental. Los progresos se materializaron con rapidez al darme cuenta, repentinamente, de que tenía que adoptar una determinación más firme para controlar todos mis hábitos y ejercitar mi espiritualidad.

De igual forma, “tú tienes que tomar el control de tu conducta” y de tu conciencia. Haz las cosas que sabes que debes hacer, y nunca hagas algo que contraríe la conciencia espiritual.

Fuente: www.yogananda-srf.org

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