Puntualidad ,Lección No. 41 de Beinsa Duno

Jorge Gomez (333)

El Sol Naciente por el Maestro Beinsa Duno

 

Lección No. 41 del Maestro Beinsa Duno, dada el 4 de junio del año 1930, Sofía, Izgrev.

 

Secreta oración.

 

Una regla que el hombre debe guardar en el mundo físico, esto es la puntualidad. El hombre actual manifiesta la puntualidad cuando tiene algún interés. Si no tiene algún interés de nada, él no es puntual. Cada fenómeno en la Naturaleza se realiza en el tiempo exactamente determinado para éste. Si tarda con un segundo, o se anticipa por un segundo, con esto se quebranta su orden y arreglo. Diréis que nada representan un minuto, dos minutos, incluso y 10 minutos. Para el hombre es así pero no y para la Naturaleza. En un segundo, la luz recorre 300,000 km de camino. ¿Sabéis qué inmensa distancia es esta? El hombre, incluso en un año no puede recorrer el camino que la luz recorre en un segundo.

Ahora, como comprende el significado de la puntualidad en la Naturaleza, el hombre debe ser puntual. Cada uno, que ha decidido seguir los caminos Divinos, debe ser absolutamente puntual. Esto no significa que debe caer en pedantería, sino que procure ser puntual, que siga la puntualidad de la Naturaleza. Que el hombre siga la puntualidad de la Naturaleza, esto significa que se acueste y se levante a tiempo, que coma y que pase hambre a tiempo. Que se vista y se desvista a tiempo, que ame y que odie a tiempo, etc. Que odies a alguien, o sea, que le congeles, esto significa que le enfríes hasta tal punto, que le pongas a tal temperatura que no se estropea, que no se descompone ni pudre. Que odies a alguien esto significa que le des algo. Cuando dices una palabra mala de alguien, tú le das algo. Dices: Un hombre malo es este. Si dicen de alguien que es malo, la gente empieza a fijarse en él y encuentran que no es tan malo, hay algo bueno y en él. El hombre malo no miente. Cuando le cogen en algún crimen, o encuentran que ha cometido algún error, le preguntan: ¿Has hecho tú este error? – Yo lo hice. Aquel que pasa por justo, cuando ve que no han visto su error, se calla, a nadie dice que ha errado. El hombre malo, el que yace en la prisión por su crimen, pero habla la verdad, siempre se eleva delante del mundo invisible. El justo, el que se esconde y piensa que su error con el tiempo se va a alisar, fracasa delante de los ojos del mundo invisible.

Y así, el hombre malo que yace en la prisión por algún crimen, es despiadado hacia la mentira. Él conversa con ella: “Tú irás a trabajar, no vas a esperar de listo como era hasta ahora, yo soy un trabajador, con trabajo saco mi alimento, pero y tú trabajarás como yo”. Aquel que pasa delante de la gente por justo, él mismo se engaña. Él acepta la mentira por verdad y bien la recibe.

Como hablo de la mentira, yo la observo en sus manifestaciones amplias. Donde la puntualidad está ausente, ahí la mentira toma medidas amplias. Te levantas por la mañana del sueño y vacilas de levantar tus manos hacia arriba, de acuclillarte hacia abajo, quieres evitar unas ciertas obligaciones hacia tu cuerpo. Como no quieres hacer ejercicios, empiezas a regatear, te desvías de la verdad. Si es cuestión de ejercicios del cuerpo, harás ejercicios: te levantarás, te pondrás de cuclillas, levantarás y bajarás tus manos. Cuando el técnico trabaja incesantemente, se acuclilla y se levanta – dinero va a recibir por su trabajo. El herrero incesantemente levanta y pone su martillo – dinero va a recibir. ¿No puedes tú sin dinero acuclillarte y levantarte? La gente grande se inclina en todas partes donde es debido. Al ver alguna florecita, el gran hombre se agacha para observarla y olerla. Cuando encuentra algún animal, él se agacha para acariciarlo. Cuando encuentra algún hombre, él se inclina y le saluda como última creación Divina en la Tierra. Al tonto no le gusta inclinarse. La Naturaleza a fuerza le obliga a inclinarse. Cuando rompe su pierna, quiera o no quiera, él comienza a inclinarse.

Un proverbio búlgaro dice: “La cabecita inclinada, la espada afilada no la corta”. En este proverbio falta algo. Este tiene otro sentido: La cabeza inclinada, pero llena, espada afilada no la corta. Si llegáis a la cabeza vacía, la cuestión está puesta un poco de otra manera. Antes que nada, la cabeza vacía no puede ser inclinada. ¿Cuándo se inclina el trigo? Cuando madura. La espiga de trigo se hace más pesada y empieza a inclinarse. En el orden de las cosas está que la espiga de trigo madura se incline. En el orden de las cosas está que la fuente en cada momento dé de sí misma; si no da, si no brota, esta no es una fuente. En el orden de las cosas está que el hombre en cada momento haga lo bueno; si no hace lo bueno, él no es un hombre de la virtud. Una sola obra buena no puede hacer el hombre bueno. Lo Divino impulsa al hombre a cada momento hacia el bien. Si el bien cesa de fluir del hombre, y su conexión con lo Divino se corta. Así como el fluir es un proceso múltiple, así y la manifestación de lo Divino en el hombre es un proceso múltiple. No pongáis fronteras a las manifestaciones Divinas dentro de vosotros, para que no tapéis las fuentes de vuestra vida. El hombre no debe obstaculizar las energías de su organismo. Pero que podría cometer error. Cuando erra, enderezará su error. Y cuando erra, y cuando hace bien, él aprende. Alegraos de que tenéis condiciones para aprender.

Y así, como vive en el mundo físico, el hombre debe ser puntual. La puntualidad es una cualidad que el hombre lleva consigo y en el mundo espiritual, y en el Divino, pero ahí se expresa de otra manera. En el mundo físico el hombre debe ser puntual. En el mundo espiritual él debe cantar. En el mundo Divino de nuevo debe pensar, que contemple, que ore, que ame – que sea un poeta. Entonces, solo el hombre puntual puede estar en acuerdo con la gente sobre la Tierra; solo el cantante puede armonizarse con el mundo espiritual. Solo el que ama y el que ora, puede armonizarse con el mundo Divino. La oración es una gran fuerza. Ella representa un lenguaje del mundo Divino. Entonces, cuando ora, el hombre conversa con los seres del mundo Divino. ¿Sabéis una letra o una palabra de este lenguaje?

La primera palabra del lenguaje Divino es el amor. Por lo tanto, cuando te levantes del sueño, tu primer trabajo es abrir tu corazón para todos los seres vivientes, que ames a todos y que veas en todas partes lo bueno. Esto significa que hables en el lenguaje Divino. Luego descenderás al mundo espiritual donde cantarás. A través de la canción tú conversas con los seres del mundo espiritual. Por fin descenderás al mundo físico y serás puntual en todas tus manifestaciones. A través de la puntualidad tú te conectas con la gente. La puntualidad es un lenguaje para comprenderse con la gente. El que es puntual, el siempre comienza su trabajo a tiempo, y termina a tiempo. Por eso él siempre recoge la nata de la leche.

Puntualidad se requiere en todas partes: en los comportamientos de la gente – para el mundo físico; en el cantar – para el mundo espiritual; en el amor – para el mundo Divino. El que ama, él es puntual. El enamorado no duerme por noches enteras solo por no tardar. El se levanta, se acuesta, mira el reloj para no tardar para la cita con su bien amada. Bella cualidad es la puntualidad. Cuando comienza a envejecer, el hombre encuentra que no es necesario ser puntual, y poco a poco se afloja. Si viene algún deseo bueno en él, él lo pone de lado y dice: Mi trabajo ya se ha terminado. No, si vuestro deseo es bueno, no lo perdáis sin realizarlo. Si os viene algún deseo ajeno, déjenlo pasar por vuestro país sin realizarlo. Por ejemplo, si tienes un par de bueyes, no desees los bueyes de tu vecino. Si tienes una pluma de oro, no desees y una segunda. Si puedes escribir, y con una pluma escribirás. Si deseas más cosas de las que te han sido dadas, estos son deseos ajenos a los cuales no debes dar camino dentro de ti. Si tienes un arma, no busques segunda. Un arma te va a guardar tanto como y las dos.

Un viajero, armado con dos revólveres, pasaba por un bosque denso, le cogieron bandoleros y empezaron a esculcarle. Por miedo, él no pudo utilizar ni uno de sus revólveres. Los bandoleros le preguntaron: ¿Por qué llevas dos revólveres? – Para defensa, en caso de algún ataque de bandoleros. – ¿Pues qué mal más grande que el presente esperas? Los bandoleros le despojaron, le pegaron bien y lo soltaron. Mas adentro en el bosque, ellos encontraron a otro viajero al que también atacaron. El no estaba armado, sino que se volteó amistosamente hacia los bandoleros: Escuchad, yo no tengo nada en mi mismo con lo cual satisfaceros. Vengan conmigo a mi hogar, os alimentaré bien. ¿Por qué no llevas un revolver contigo? – Yo creo en lo bueno dentro de la gente, no hay por qué guardarme de mis prójimos.

¿Qué muestran estos ejemplos? El hombre bueno cree en lo bueno de la gente y no se arma. La gente buena no necesita de revólveres. La gente mala sin embargo, necesita de una defensa externa. Ellos llevan por dos revólveres dentro de sí. Ellos no creen en el bien. El que comete errores él lleva revólveres consigo. El hombre de la puntualidad, sin embargo, no necesita de revólver. Cuando cumple todo a tiempo y exactamente, el hombre no erra. Los errores aparecen como una excepción en su vida. Cada regla tiene una excepción. Esto está permitido y en la misma Naturaleza, pero el hombre debe guiarse por las reglas y no por las excepciones. Si se guía por las excepciones, él vive en las sorpresas de la vida. Por ejemplo, dicen a alguien que tal o cual banco ha quebrado, y él inmediatamente tiembla. Se va a verificar, resulta que no es cierto. Él de nuevo se tranquiliza. Si es un alumno, le dicen que le han reprobado en el examen. Al verificar, resulta que ha aprobado su examen. Otra vez le dicen que ha aprobado excelentemente, pero en realidad le han reprobado (En búlgaro, en vez de ser reprobado se utiliza “está cortado” – n.d.t.). Él una vez tiembla, otra vez se tranquiliza. ¿Hay algo malo en ser reprobado, o sea, en el fallo del alumno? Frecuentemente el corte de algo es un bien para algunos seres. Si el saco de trigo se corta las hormigas se alegran.

Como no comprenden las leyes de la vida, la gente la ha mecanizado, y con esto la ha privado de sentido. Por muy medido que esté en sus actos, el hombre de todas maneras cometerá algún error. Muy naturalmente, él no camina por una superficie plana. Si la superficie por la cual el hombre se mueve es medida, sus pasos y sus movimientos también serán medidos. Cuando comience a subir hacia arriba, el hombre pierde su paso medido y su movimiento medido. Sus pasos se vuelven irregulares y él pisa por aquí y por allá, no puede moverse libremente. El mundo en el cual vivimos está compuesto por sitios planos y por grandes pendientes, en consecuencia de lo cual el hombre se enfrenta con grandes dificultades y pruebas. ¿Pensáis que en las dificultades y en las pruebas de la vida el hombre puede tener movimientos y actos medidos? El que sube por sitios altos, él sin falta sudará. El que trabaja mucho, también suda. El que no trabaja, él no tiene condición de sudar. Si no trabaja y suda, el hombre está enfermo. Es preferible que el hombre esté sano, que trabaje, aunque sude, a que no trabaje y que no sude.

Muchos quieren tener bienes, sin trabajar. Ellos quieren aprovecharse de la bendición del Señor sin hacer algo por Él. Esto es imposible. Si el hombre es bueno o malo, trabajador o perezoso, esto es para él mismo. En todos los casos, Dios queda uno y mismo en cuanto al hombre. Sin embargo, el hombre solo detiene los bienes que vienen del mundo Divino. El que no se da cuenta de su vida, él cae en contradicción y se asombra porqué está abandonado. Él mismo es la causa de su posición. Cuando ve que hay algo que no va como es debido, es menester cambiar la dirección de su vida. – Pero yo hago grandes esfuerzos, me esfuerzo mucho. – No es necesario esforzarte mucho. Hay un cierto límite hasta el cual el hombre puede y debe hacer esfuerzos y esforzarse. Ved lo que hace el violinista. Cuando toca, él afina su violín, gira las cuerdas hasta cierto límite. Si pasa este límite, las cuerdas se rompen. Lo mismo se refiere y al arco. Cuando deja de tocar, el afloja un poco las cuerdas y el arco, para que no permanezcan tensos. Así que si quiere vivir correctamente y el hombre debe hacer lo mismo. En la noche, cuando termine su trabajo él debe aflojar algunas llaves, que las libere de la tensión, y otras, que las deje en la misma posición en la cual estaban durante el día.

Y así, el hombre debe ser puntual. ¿En qué? En su Amor. El debe Amar como Dios ama. Si puede amar a un hombre de tal manera, él amará a toda la gente. Que ames, esto significa que des sin tener cuenta que has dado. Por ejemplo, llevas una canasta llena de cerezas. Por donde pasas a todos das: a niños, a hombres, a mujeres, a jóvenes y a viejos. Hasta que llegas a tu hogar, tu canasta se vacía. Sin embargo, alguien te alcanza y llena tu canasta con cerezas. Tú entras en tu hogar de nuevo con una canasta llena. Por lo tanto, cuando amas, tu canasta se vacía; cuando te aman, tu canasta se llena. Si tu canasta ni se vacía ni se llena, esto muestra que tú no amas pero y a ti no te aman. Cada noche cuando regresa a su hogar, el hombre debe darse cuenta en qué posición se encuentran sus canastas. Cada hombre lleva por dos canastas: de una da, en la otra recibe. Y si las dos canastas están llenas, esto muestra que él ha recibido pero que nada ha dado. El ha quebrantado la ley de la puntualidad. Es correcto que una de las canastas esté vacía, y la otra llena. A veces puede que y las dos canastas estén vacías, esto muestra que este hombre ha cumplido su deber, pero la gente entre las cuales se mueve, no aplican la ley del amor.

Si te mueves entre la gente y tu canasta siempre queda vacía, esto muestra que ellos no cumplen la voluntad de Dios. Ellos toman y no dan. Cuando vayáis a aquel mundo, San Pedro inmediatamente mirará vuestras manos, si lleváis canastas y en qué posición se encuentran. Si la canasta en vuestra mano izquierda, que está cerca del corazón está vacía, y la canasta en la mano derecha está llena, San Pedro os dejará en el paraíso. Él ve que todo lo que habéis tenido, lo habéis repartido por amor; y lo que habéis recibido, de nuevo es por amor. Si vais a aquel mundo con dos canastas llenas, de ninguna manera os van a recibir en el paraíso. Por lo menos una de las canastas debe estar vacía, y además la canasta que está en la mano izquierda.

La gente religiosa habla de aquel mundo sin conocerlo. Ellos hablan de santos pero no les conocen. ¿Por qué? Porque detienen su atención sobre la apariencia externa. Ellos piensan que el santo debe ser flaco, amarillo, siempre serio, pensativo y vestido de manera simple. Si buscáis la santidad en la apariencia externa del hombre, siempre os vais a engañar. La santidad es una cualidad interna. Vosotros conoceréis al santo por la manera de su vida, por sus manifestaciones, por sus capacidades internas. La gente mundana, pues, habla del hombre científico sin conocerle. El que es verdaderamente científico no se conoce por fuera. Y la cientificidad es una cualidad interna. Y el santo y el científico tienen grandes conocimientos y capacidades que podéis ver en casos especiales. Y el santo y el científico viven en la alegría. Ellos son los primeros que se aprovechan de sus conocimientos. Cuando prueban sus conocimientos, entonces los ofrecen al mundo. ¿No hace lo mismo el panadero? Cuando saca el pan del horno, él es el primero que lo prueba. ¿No hace lo mismo y el cocinero? Cuando cocina, él es el primero que prueba la comida. ¿No hace lo mismo y el ama de casa? Antes de poner la comida sobre la mesa, ella la ha probado, sabe lo que ha preparado.

Como discípulos, vosotros debéis estudiar la ley del discernimiento, que no os engañéis por las formas externas. Muchas de las formas actuales de la vida tienen que cambiar. Decimos, por ejemplo, que el ama de casa debe de haber probado la comida antes de ponerla sobre la mesa. ¿Qué tiene que hacer aquella mujer cuando es vegetariana y cocina a un hombre carnívoro? ¿Tiene que probar la comida? No tiene. Desde aquí aparece la pregunta: ¿qué debe hacer una mujer que no ama a su marido? ¿Qué se quede con él o que le abandone? El hombre representa la mente humana, y la mujer – el corazón del hombre. Si el corazón no ama a la mente, ellos no están en acuerdo y no pueden trabajar juntos. Para que se aproveche de los bienes y las condiciones de la vida, para que el hombre se desarrolle correctamente, su corazón y su mente deben estar en armonía. Si no están en armonía, esto muestra que entre ellos ha entrado algo ajeno. Hasta que no se liberen del elemento ajeno, ellos no pueden trabajar juntos. La misma ley se aplica y en los comportamientos del hombre hacia Dios. Mientras ama a Dios, el hombre está listo de hacer todos los sacrificios por Él, pero y Dios responde a sus oraciones. Lo que pide de Dios se le da. Si se corta esta conexión, y los comportamientos se cortan.

¿Cómo oráis cuando queréis algo de Dios? Para que vuestra oración sea aceptada, vosotros debéis saber el lenguaje del mundo Divino. ¿Cuál es la primera letra de este lenguaje? ¿Cuál es la primera palabra con la cual empezáis vuestra oración? Tomad esta pregunta como tema y escribid para la siguiente vez: “La primera letra y la primera palabra del lenguaje Divino”. El tema es difícil, pero que cada uno piense un poco, que vea qué nacerá en su mente. Para que escriba sobre algo, el hombre debe ser libre, que no se influencie de esto que ha oído o leído en alguna parte. Para que esté libre, el hombre debe purificar su mente y su corazón de aquellos pensamientos y sentimientos pesados que lleva de su pasado. De su pasado el hombre lleva y cosas buenas, y cosas malas. El ha pasado por diferentes situaciones que han dejado huellas en su vida. El deber de su vida presente es liberarse de las huellas malas de su pasado y seguir por adelante con una vida nueva, pura. Muchos preguntan cómo eran en el pasado: ¿ricos o pobres, científicos o simples? Esto no es importante. Para el hombre es importante, al haber vivido, qué ha adquirido y qué lleva consigo.

Como estudiáis la vida de la gente, veis que alguien se mueve en círculo y otro en elipse. Si el hombre se mueve en círculo todos sus actos están medidos, si se mueve en elipse, sus actos no están medidos y sus movimientos son irregulares. Cuando se acerca hacia los focos, su movimiento se hace más rápido; cuando se aleja de estos, su movimiento se vuelve más lento. Con esto se explica el movimiento irregular del hombre que se mueve en elipse. Cuando estudiáis el rostro humano, desde el punto de vista de la geometría, por sus líneas vosotros conocéis cómo se han manifestado su mente y su corazón.

La gente contemporánea se parece a los niños que se visten en ropitas nuevas, se van entre sus amiguitos para elogiarse. Esta es una manifestación natural. Y el niño y el adulto quieren oír algo bueno de sí. El religioso va a la iglesia, ora, y de vez en cuando mira si los demás ven cómo ora. El predicador da una prédica y cuando baja del púlpito, mira hacia la gente para comprender si están contentos de su prédica. El científico que ha escrito algún libro científico, constantemente lleva el libro consigo, quiere oír la opinión de la gente sobre su trabajo. Él piensa que toda la gente sabe de su libro. No es mala esta cualidad. Cada hombre espera oír por lo menos una buena palabra de sí, pero debe tener paciencia, que le digan esta palabra a tiempo y a lugar.

La primera cosa que se requiere del hombre es que tenga libertad interna – que no limite a nadie: ni a sí mismo, ni a su prójimo. Si quiere oír la opinión de alguien, el hombre primero debe escuchar dentro de sí. La mejor autoridad para el hombre es él mismo. Cuando termine su prédica, que se voltee hacia sí mismo y que se pregunte: ¿He predicado bien hoy? Él oirá la voz de su oyente interno que le dirá: Hoy has hablado bien, u hoy no has hablado bien. Y el científico puede oír su propia opinión acerca de su libro. No es necesario esperar a que alguien por fuera se pronuncie sobre nosotros. Para que confíe a su opinión, el hombre debe ser sincero dentro de sí: ni que se subestime, ni que se sobrevalore. Como hombre, tú no puedes ser ni el más bueno, ni el más científico, ni el más santo. Si el hombre dice para sí que es el más bueno, esto sobreentiende que ha dado camino al inicio Divino dentro de sí para que se manifieste. De otra manera, como un hombre ordinario, dejado a sus propias fuerzas, él no puede manifestarse como el más bueno.

¿Por qué es necesario que el hombre sea el más bueno? ¿Sabéis cómo es la posición del hombre más bueno? Él está expuesto a grandes sufrimientos. Para aguantar estos sufrimientos, él debe llevar en sí las cualidades del hombre más bueno. Y el hombre más malo está expuesto a grandes sufrimientos. El bueno debe tener fuerzas dentro de sí, que responda a las necesidades y a los requisitos de la gente. Cuando da incesantemente de sí, por fin él se cansa y se retira. Es natural que el hombre se canse y desee descansar. Solo Dios, solo lo Divino en el hombre no se cansa. Cuando el hombre deja de dar, la gente dice que se ha vuelto malo. No es malo, sino que está cansado. Veis que algún hombre lleva alguien a su espalda. Mientras le lleva, él pasa por bueno. Si lo baja de su espalda, él pasa por malo. Esta no es una manera recta de pensar. Estas son conclusiones torcidas. No es fácil determinar cuál hombre es bueno y cuál – malo.

Ahora, como hablamos contra la crítica y el chismorreo, tenemos en cuenta el guardar la pureza del pensamiento humano. Para que esté sano, el hombre debe guardar la pureza de su mente y de su corazón. El que se ocupa con el pensamiento superior, Divino, él debe estar lejos de los chismorreos ordinarios. Cada chismorreo es un agua turbia que quebranta la pureza de la fuente montañosa. Por lo tanto, no soltéis el agua turbia en la fuente montañosa pura. Y el agua turbia tiene su lugar, pero solo ahí donde la vida se corta. Si veis un grifo seco, suelten el agua turbia a que fluya por él. Es preferible que a través del grifo seco fluya agua, aunque turbia, a que no haya ninguna vida en este. Si el hombre no puede amar, por lo menos que odie. Es preferible que el corazón se mueva, en vez de encontrarse estancado. Así como el amor puede transformarse en odio, así el odio puede transformarse en amor. El hombre vive en los contrastes de la vida. Cualquier cosa que haga, él no puede evitarlos.

Como se enfrentan a las contradicciones y los sufrimientos, la gente quiere liberarse, abandonar la vida terrenal. Ellos no sospechan que la vida que les es dada es el privilegio más grande del cual se aprovechan. Cualquiera que sea la vida, es preferible que el hombre viva, a que no viva. Alguien se queja que ha pasado hambre, que no tenía casa, vestimenta. ¿Qué hay de esto? He aquí, Cristo pasó hambre durante 40 días, después de lo cual ángeles del Cielo le trajeron el alimento más sabroso en el mundo. – ¿Pero cuándo se va a arreglar el mundo? – Éste no es un trabajo vuestro. Aquel que ha creado el mundo, tiene cuidado de él. El deber del hombre es vivir de acuerdo a la voluntad de Dios. Después de que pasó por grandes tentaciones, Cristo dijo: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Evangelio de Mateo 4:4 – n.d.t.).

Como discípulos, vosotros debéis aprovechar de todas las posiciones. Sabed, que cada hombre tiene la posibilidad de ser científico y simple, rico y pobre, bueno y malo. De él depende que esté en una o en otra posición. Mientras ama, el hombre nunca puede ser malo. Si el amor le abandona, él es capaz de dar camino al mal dentro de sí. El Amor es un proceso incesante que actúa fuera del tiempo y el espacio. El Amor es un proceso múltiple. Así que, con derecho se puede decir que donde está el Amor, ahí mal no existe. Esto lo que aparece y se corta, no es Amor. Por lo tanto, cuando decimos que algún hombre es malo, nosotros entendemos que él vive en el amor de los cambios. Si dice que no puede amar, el hombre está expuesto a un gran peligro – el mal entra en él.

Para liberarse del mal, la gente debe pensar, que encuentre las causas de las cosas. Como no piensan mucho, y la gente religiosa, y la gente mundana hablan solo de su pasado y dicen: ¡Cómo éramos hace tiempo! ¡Cómo eran los tiempos hace tiempo! ¡Cómo nos amábamos hace tiempo! Digo: Como es ahora, esto era y hace tiempo.

El Amor Divino trae la vida plena.

Puntualidad ,Lección No. 41 de Beinsa Duno

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