Seis experiencias corporales del Maestro del Silencio

Jorge Ariel

Bienvenidos Amados Hermanos en la luz del espíritu os envuelvo en mi luz y mi amor os abraza con su cálido esplendor.

 

Amados míos, desde mi humilde Mansión de luz os doy la bendición a todos los hermanos de la tierra y mi pequeña luz será el faro que os guiará en este pequeño espacio, que con mi amor he esperado, para compartir con vosotros algunas de mis sencillas experiencias que fueron muy útiles para el crecimiento espiritual de este humilde servidor.

Estas fueron básicas para la expansión de conciencia que me llevó a  la ascensión. Estas sencillas experiencias que vivencié en mis últimas incorporaciones podrán ayudaros a alcanzar vuestro victorioso logro.

Primera Experiencia

Comienzo amados mío, con la experiencia que abrió a este servidor, el camino a la Ascensión.

Estaba en la humilde casa de habitación donde compartía con otros miembros de la familia carnal; allí pasaba la mayor parte del tiempo debido a mi humilde trabajo de herrero.

En el amplio patio de la humilde casa tenía un pequeño taller de herrería, donde trabajaba en compañía de otros seres. Por ser el único taller de esta índole en el pequeño lugar, era muy concurrido por aquello de las guerras en esos tiempos entre pueblos.

Estas guerras traían mucho trabajo al pequeño taller; mi pequeño ser observaba detenidamente  aquellos caballeros de la realeza, con fuertes y poderosas armaduras pasar por el pequeño taller en busca de algún trabajo de herrería, igualmente, a renombrados paladines con corceles de las más finas razas y clases.

Llamaba mucho mi atención cuando ponía a fundir el hierro y pensaba anonadado, que siendo el hierro un metal tan fuerte capaz de segar una vida y a otros proteger, podía ser doblegado al calor del ardiente fuego . Pensaba mucho en esto, y cada vez que con el martillo golpeaba el hierro de encendido rojo, quedaba asombrado al verlo débil e indefenso y maleable al golpe de martillo.

Una noche mirando las estrellas, después de una dura jornada, meditaba en el poder del fuego que aun en las alturas resplandecía. Pensando en estas sencillas cosas y venía a mi mente un fuerte deseo de poseer el poder del fuego, que fuera capaz de doblegar el más fuerte de los seres, pero, me preguntaba ¿cómo podrá ser esto?

Mi deseo por derretir el más fuerte, como el fuego al hierro, crecía día a día y así fue que una mañana uno de los paladines más renombrado del lugar, por su habilidad y destrezas en el manejo de las armas, llegó al pequeño taller solicitando herraduras para su caballo. Al ver al paladín más renombrado, me sorprendí, pues, vestía con sencillez y lo acompañaba una bella mujer y un tierno niño, coloqué las herraduras al caballo se despidió y siguió su camino.

Entonces comprendí que mi deseo se había hecho realidad, comprendí que el ardiente fuego del amor hace dúctil y maleable al más fuerte y poderoso de los seres y comencé desde ese día a encender en mi humilde corazón el ardiente fuego del amor divino.

¿Comprendéis, amados míos?, y os digo que seáis los herreros del amor en vuestros corazones y encendáis el fuego esplendoroso  que doblegue dulce y amorosamente vuestros enemigos internos.

Segunda Experiencia

En otras de mis pequeñas incorporaciones vivía en una opulenta casa con amorosos servidores de la opulenta familia que por su abolengo era muy respetada en la comarca.

Como era de suponerse era un niño mimado por mis padres carnales y por la servidumbre y me complacían en todos mis caprichos, por consiguiente, mi comportamiento no era agradable para quienes nos rodeaban, pero, me soportaban por la opulencia y el abolengo de la familia.

Así, fui creciendo en medio de riquezas, llevando una vida despreocupada y vacía perdida en el mundo material.

Un día después de una noche de liviandades con los amigos, sentí en mi humilde corazón el arraigado arrepentimiento que experimentaba siempre, después de una noche de hacer cosas vanas, que dejaban mayor vacío en mi corazón y una profunda soledad con ese sentir, me retiré a los jardines de la casa y allí me puse a contemplar las flores, los pájaros, las mariposas, las hormigas, las libélulas y pensaba en lo feliz que eran rodeados de paz y armonía; observaba la alegría con que los pájaros y aves cantaban en su variadísimo trinar, que regocijaban mi ser.

Todo esto me llenaba de complacencia y el arrepentimiento que me agobiaba fue esfumándose y el sentimiento de soledad desapareció. Con el cambio interior que experimenté decidí visitar el jardín todos los días.

El silencio y la paz fueron llenando mi corazón y comencé a permanecer más tiempo en el jardín y menos con los amigos y cada vez más sentía la necesidad de participar de la paz y alegría de aquellos encantadores seres que llenaban mi vida, que se había vuelto un laberinto de insatisfacciones.

Este comportamiento inquietó a mis padres carnales, parientes y amigos, pero, les decía que no  había razón de tal inquietud, sino que era motivo de alegría porque había encontrado la paz y la alegría que había buscado en los placeres de la vida mundana, ellos comprendieron y su actitud comprensiva me ayudó y me fortaleció.

Tiempo más tarde, hice construir en medio del extenso jardín, una ermita y allí pasaba casi todo el tiempo encontrándome conmigo mismo.

Amados hermanos, en esta experiencia logré el gran ENCUENTRO.

Tercera experiencia

En otra incorporación casado con una bella mujer cuya santidad admiré profundamente, pues, solía por la noche levantarse silenciosamente y postrarse en actitud de oración por largas horas, mientras este humilde servidor, dormía cansado por el trabajo de contador de varias empresas mercantiles.

Al principio no me daba cuenta de esto, por mi pesado sueño, pero, una noche me desperté sobresaltado y me sorprendió que ella no estuviera a mi lado, me levanté y la busqué por toda la casa y la encontré de rodillas con las manos sobre el pecho y los ojos mirando hacia arriba. Me quedé observándola por largo rato ya casi amanecía, volví a la cama en silencio y cuando regresó me hice el dormido, pero, estaba sorprendido y admirado de la devoción de mi esposa, ese día pensé m ucho en la actitud de ella y la comparaba con la mía y me llenaba de pesar conmigo mismo.

Entonces comencé a pensar en la espiritualidad de mi esposa, que desde ese día me cautivó.

Seguí observándola por las noches, después de hacerme el dormido, hasta que una noche me sorprendió mirándola y con una sonrisa me dijo: ven oremos juntos.

Desde ese día mi vida cambió, juntos tomamos un espacio de la casa para pasar allí en recogimiento y en oración.

Y fueron numerosos los seres que fuero allí buscando orientación y guía espiritual para sus vidas.

Cuarta experiencia

En otra incorporación fui paralítico de nacimiento, nací con una dificultad en la columna vertebral que me impidió caminar, pertenecía a una familia de escasos recursos económicos, de tal manera que mi infancia y mi niñez la circundaron la pobreza y la imposibilidad de moverme; en esta encarnación dependí de quienes me rodeaban.

Tenía una excelente capacidad mental que me permitió, con esfuerzos hacer los estudios primarios y secundarios. Quienes me conocían despertaba en ellos su compasión y algunas veces su lástima, esto fue creando en mí un fuerte deseo de superación y pensaba que superándome evitaría la lástima de los demás.

Decidí  cursar los estudios superiores con ayuda de una entidad pública, de esta forma me hice matemático en las ciencias de física y matemáticas.

Después de la partida de los padres carnales, me dediqué al estudio de las estrellas. Ese estudio fue definitivo para este servidor, pues, en la infinitud del cosmos que a través de potentes lentes observaba comprendí mi pequeñez y desde entonces nació en mí una profunda humildad.

Pasaba largas noches pensando en mi pequeñez y en la inmensidad del cosmos y de su Creador. Comprendí y con todo mi amor acepté mi pequeña limitación y fui feliz en esa corta incorporación.

Quinta experiencia

Estaba en el vientre materno y oía rezar a mi madre sus plegarías, pedía que su próximo hijito naciera sano, saludable y de buen sentir, también oraba por todos los familiares en el silencio de la noche y este humilde servidor la escuchaba en el silencioso seno maternal. Comía poco y acompañaba su suave dieta con largas caminadas, que este servidor  disfrutaba  plácidamente.

En su oración cotidiana me unía a ella y también orábamos pro aquellos seres que estaban alejados de Dios.

Participaba con alegría la dieta de mi madre y amorosamente la inducía a que compartiera con los pobres el excedente de su dieta y así lo hacía amorosamente. Por las noches antes de ir a dormir, acariciaba su vientre y este pequeño ser recibía complacido su caricia.

Así pasaban los días y las semanas y al llegar a la dieciseisava semana un agudo dolor afectó el vientre de mi madre que me desalojó de mi tibia y acuosa cunita.

Sexta experiencia

Finalmente, en mi última y pequeña incorporación fui un humilde y sencillo labrador, tenía una pequeña parcela a mi cuidado, la cultivaba y dedicaba parte del día a la meditación en la casita que había construido en la parte alta de la parcela.

Desde allí contemplaba el ocaso por las tardes y el amanecer cada mañana. Era el séptimo hijo entre once de padres campesinos y éramos todos labradores.

En la ancianidad partieron los padres carnales.

En esta incorporación, desde joven me separé del hogar materno, pues sentía la necesidad de vivir sólo, aislado de cualquier compañía, pese a mi deseo, trabajé por algún tiempo en varias parcelas, hasta cuando me dieron a cuidar la parcela que cultivaba, en la cual experimenté intensamente la vida espiritual.

Pasaba las noches en vigilia suplicando a Dios Padre que tuviera misericordia de este pobre pecador, por fin  fui escuchado y una de esas santas noches de vigilia, vino la Madre Divina con su corte celestial y me consoló dejando en mi corazón la dulzura de su amor, después de esa visita celestial quedé muy reconfortado.

Pasó el tiempo y el dueño de la parcela pagó mi humilde servicio con la tierra que por mucho tiempo había cultivado y cuidado. Allí me quedé hasta cuando una noche bajó un querubín, trayendo en sus divinas manos tres vasos de oro y me dio a beber el contenido de los vasos y mi pequeño cuerpo resplandeció.

Séptima experiencia

Esta es la eterna experiencia en que me encuentro unido al amor del Padre Creador de todo cuanto existe, siendo uno con todos y con todo.

Desde esta eterna experiencia os acompaño incondicionalmente, amados hermanos, en vuestra ascensión que también lograreis como lo hizo este humilde servidor, os amo y por amor a vosotros, os he rebelado parte de mi pequeña existencia.

Amados míos, contad siempre con este humilde servidor que está siempre listo a serviros, os suplico que me uséis, pues, esta es la razón de mi ser.

Os he platicado desde la pequeña mansión de luz, mis sencillas vivencias, que como dorados peldaños de amor, me condujeron a la ascensión.

Os digo, amados míos, seguid adelante que el camino del amor os llevará a la felicidad eterna.

Vuestro humilde y eterno servidor, desea que sigáis en el silencio conquistando vuestra propia victoria ¡ánimo mis amados!

Maestro del Silencio.

Niño pidiendo silencio

NOTA DEL EDITOR.

Tomado del libro: Maestros Ascendidos platican a la humanidad lV. Editorial Solar. Octubre de 2007.

MEDITACION DEL SILENCIO

Respiro profundo, comprendo y amo la luz que habita en mi corazón. Comprendo la inmensidad que tiene el vivir y compartir.

Respiro profundo y miro los espacios de amor que me ofrece el maravilloso silencio.

Respiro profundo para poder encontrar en el silencio las respuestas sagradas a todo aquello que genera dolor en mi ser.

Respiro profundo y miro desde mi corazón la paz que el bello silencio puede crear.

El me abre la puerta a la inmensidad del cielo, presente en mí.

El construye el santuario de luz y de paz que mi evolución requiere.

El silencio nace de la libertad que siento en mi corazón, por amar la luz y sentir la paz.

Bello silencio, cómo amo lo que siembras en mí.

Bello silencio, cómo amo los sonidos que me permites sentir…

Bello silencio, en tu paz puedo escuchar  cómo son mis palabras y cuáles son mis pensamientos  y mis intenciones cuando expreso:..

Mi bello silencio, cómo agradezco la paz que me das , porque en ti encuentro mi perdón, mi luz y mi libertad…

Gracias por mi vida y por mi silencio, que me permite sentir mi corazón, puerta infinita que me comunica con la luz.

 

10 comentarios

  1. Gracias, por este mensaje, yo he practicado el silencio, y puedo decir que fué muy dulce y benévolo conmigo… me enseñó a perdonarme y a ver en mí otras virtudes. Desde entonces, es algo que aprecio enormemente.

  2. Queridos amigos

    Rafael y Melida, muy bello lo que aqui compartis con amor para todos.

    SEAMOS FELICES NO EN EL FUTURO SINO AHORA..AHORA…..

    Un abrazo en la luz.

  3. Gracias amado maestro del silencio es lo que necesito en mi mente para poder callar los pensamientos que perturban mis meditaciones, agradesco tu luz y amor.

  4. Gracias Amado Maestro Del Silencio,ya que el siencio interior de la mente es el camino hacia Ascención.Cuando no se piensa en nada y solo siento la presencia YO SOY QUE YO SOY ,poco a poco voy uniendo mi ser a ese silencio interior que va tomado mi vida paso a paso.

    Gracias amado Maestro Tus palabras de sencillez han llenado mi corazon.

  5. el maestro del silencio compartio con nosotros sus experiencias q lo llevaron a su pequeña mansion de luz gracia por compartirlo y buscare como ponerlos en practica

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