Triángulo de las Bermudas: el Portal Secreto

Eva Villa
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Triángulo de las Bermudas

Evocar el nombre del Triángulo de las Bermudas provoca un escalofrío en un lugar oculto de nuestra mente. No en vano se trata de uno de los misterios paranormales más famosos de nuestros días. Desapariciones sin respuesta, accidentes extraños, mensajes enigmáticos de unos pilotos y una tripulación a quienes nunca vuelve a verse en este mundo. Nadie los ha encontrado jamás.

¿Dónde están? ¿Qué fue de ellos?

Vamos a buscar respuestas siguiendo las investigaciones del experto Charles Berlitz, quién ha dedicado su vida a estudiar el fenómeno.

¿Qué es el Triángulo de las Bermudas?

Frente a la costa sudeste de los Estados Unidos, en el Atlántico Occidental, existe una zona geográfica que forma una especie de triángulo. Se extiende desde las Bermudas, por el Norte, hasta el sur de la Florida; va hacia el Este, hasta un punto situado a través de las Bahamas, más allá de Puerto Rico, a unos 40 grados de longitud Oeste, y luego regresa hacia las Bermudas. Esta zona ocupa un lugar inquietante, casi increíble, en el catálogo de los misterios no resueltos del mundo. Habitualmente se le llama el Triángulo de las Bermudas, donde más de cien barcos y aviones han desaparecido en medio de una atmósfera transparente.

La mayor parte de las desapariciones ha ocurrido a partir de 1945, y desde entonces se han perdido allí más de mil vidas humanas, sin que se haya podido recuperar ni un solo cuerpo, ni siquiera un trozo de los restos de los aviones o barcos desvanecidos. Pese a que hoy los viajes por mar y aire son mucho más frecuente, las investigaciones son más exhaustivas gracias a la tecnología y los registros más escrupulosamente llevados, las desapariciones se siguen produciendo en número aparentemente cada vez mayor.

Muchos de estos aviones se perdieron mientras estaban en contacto por radio con sus bases o con sus lugares de destino, contacto que se mantuvo normalmente hasta el momento mismo de la desaparición. Otros enviaron los más extraordinarios mensajes, dando a entender que no podían hacer funcionar sus instrumentos, que sus compases giraban locamente, que el cielo se había tornado amarillo y brumoso (en un día claro) y que el océano (sereno en los alrededores) «no parecía normal», sin precisar mayormente qué era lo anormal.

El 5 de diciembre de 1945, un grupo de cinco aviones que formaban una escuadrilla de Avengers TBM de la Marina de los Estados Unidos, y que viajaban en misión desde la base aeronaval de Fort Lauderdale, más el Martin Mariner enviado en su rescate, desaparecieron y fueron objeto de una de las operaciones de búsqueda marítimo-terrestre más intensas jamás realizadas. Pese a ello, nunca pudieron localizarse restos de naufragio, ni siquiera algún bote salvavidas, o manchas de aceite. Otros aviones, incluso de pasajeros, han desaparecido mientras recibían instrucciones para aterrizar. Como se ha señalado en los sumarios de la Junta de Investigación Naval, pareciera que se hubiesen ido volando por un agujero abierto en el cielo. Navíos grandes y pequeños se han perdido sin dejar rastro. Como si ellos y sus tripulaciones hubiesen sido arrastrados hacia otra dimensión. Algunos muy grandes, como el carguero Marine Sulphur Queen, de 129 metros de largo, o el Cyclops, de 19.000 toneladas, con 309 pasajeros a bordo, simplemente se desvanecieron. Otros barcos y lanchas han sido hallados a la deriva dentro del Triángulo, algunas veces con un animal como sobreviviente, un perro, o un canario, que no podían explicar lo ocurrido.

Las pérdidas de barcos y aviones en el Triángulo de las Bermudas siguen ocurriendo actualmente, aunque inexplicablemente no se les da la misma publicidad mediática que a otras desapariciones menos misteriosas.

Cuando los aviones o las embarcaciones desaparecen en esta zona, existe un número creciente de personas que se sienten invadidas por la duda persistente respecto a si las pérdidas han sido «normales«. Si se han producido a causa de condiciones atmosféricas anormales, fatiga o error del piloto, fallo de los mandos, defectos estructurales o del motor, o si existe una fuerza externa que a menudo parece arrebatar del cielo a los aviones y de la superficie del mar a los barcos.

John Goodwin en This Baffling World (Este mundo asombroso), al comentar la pública aceptación de una posibilidad semejante, hace notar que las autoridades norteamericanas y británicas nunca han proclamado oficialmente el área del Triángulo como una «zona peligrosa», y agrega: «Sin embargo, privadamente, tanto los expertos de la Marina como de la Aviación han confesado que podrían estar frente a un fenómeno ambiental, y no ante una cadena de accidentes técnicos«. Goodwin observa también que, sea lo que fuere, lo que está ocurriendo podría resultar tan desconocido para las gentes de hoy como «el poder del radio para los alquimistas del siglo XV«. Agrega que, «aunque no puede uno estar seguro de que exista una relación entre los aviones y barcos desaparecidos… todas estas naves se hallaban dentro de los mismos estrechos confines geográficos».

Principales desapariciones

Principales desapariciones de aviones en el área del Triángulo de las Bermudas

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  1. 5 de diciembre de 1945: cinco bombarderos Avenger TBM en vuelo de entrenamiento desde Fort Lauderdale, Florida; total de la tripulación, catorce; duración normal del vuelo: dos horas; perdido aproximadamente a 360 km al nordeste de la base.

  2. 5 de diciembre de 1945: bombardero Martin PBM; despachado con una tripulación de trece hombres para auxiliar a la patrulla TBM; veinte minutos más tarde se perdió el contacto radial y el avión desapareció.

  3. 1947: Un C-54 del Ejército de los Estados Unidos desapareció a 180 km de las Bermudas.

  4. 29 de enero de 1948: Tudor IV, Star Tiger, cuatrimotor. Se perdió comunicación radial, después del último contacto, a 600 kilómetros al nordeste de las Bermudas; el avión se perdió con 31 pasajeros y tripulantes.

  5. 28 de diciembre de 1948: DC-3 de alquiler, privado. Iba de San Juan de Puerto Rico a Miami; llevaba 32 pasajeros más la tripulación.

  6. 17 de enero de 1949: Star Ariel, aparato gemelo del Star Tiger; iba de Londres a Santiago de Chile, vía las Bermudas y Jamaica; la comunicación radial se perdió a 600 km al sudoeste de las Bermudas, en la ruta hacia Kingston.

  7. Marzo de 1950: Globemaster (norteamericano); desapareció en el borde norte del Triángulo, en ruta hacia Irlanda.

  8. 2 de febrero de 1952: Transporte York (británico); desapareció al norte del Triángulo, en ruta hacia Jamaica, con 33 pasajeros a bordo.

  9. 30 de octubre de 1954: Super Constellation (Marina); se desvaneció al norte del Triángulo, con 42 personas a bordo.

  10. 9 de noviembre de 1956: avión anfibio patrullero tipo Martin P5M, de la Marina; desapareció con sus diez tripulantes, cerca de las Bermudas.

  11. 8 de enero de 1962: avión-tanque KB-50, de la Fuerza Aérea; iba de Langley Field, en Virginia, hacia las Azores.

  12. 28 de agosto de 1963: dos cuatrimotores Stratotankers KC-135 de la Fuerza Aérea, nuevos; iban de la base Homestead, de la Fuerza Aérea, en Florida, a un radio de reabastecimiento secreto en el Atlántico; desaparecieron a 480 km al sudoeste de las Bermudas.

  13. 5 de junio de 1965: Flying Boxear C-119; con diez pasajeros a bordo; se perdió al sudoeste de las Bahamas.

  14. 5 de abril de 1956: B-25 transformado en carguero civil, con cuatro pasajeros; se perdió en la Corriente del Golfo, entre Palm Beach y la Gran Bahama.

  15. 11 de enero de 1957: Chase YC-122, transformado en carguero, con cuatro personas a bordo; perdido en la Corriente del Golfo, entre Palm Beach y la Gran Bahama.

  16. 22 de septiembre de 1963: Cargomaster C-132, desaparecido en ruta hacia las Azores.

Principales barcos desaparecidos o encontrados a la deriva en el área del Triángulo

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  1. 1840: Rosalie, un gran navío francés, fue hallado en su ruta desde La Habana a Europa, dentro de la zona del Triángulo, con las velas desplegadas, la carga intacta y todo el personal desaparecido.

  2. Enero de 1880: Atalanta, una fragata británica; salió de las Bermudas hacia Inglaterra con 290 personas a bordo; se desvaneció en una región presumiblemente no lejana de las Bermudas.

  3. Octubre de 1902: Freya, un buque alemán de tres palos; fue hallado poco después de salir de Manzanillo, en Cuba, mostrando una fuerte inclinación hacia un costado, sólo con una parte de sus mástiles y con el ancla colgando; el calendario de la cabina del capitán señalaba el 4 de octubre, el día siguiente al de su salida.

  4. 4 de marzo de 1918: Cyclops, un barco de aprovisionamiento de la Marina de los Estados Unidos, de 150 metros de largo y 19.000 toneladas de desplazamiento; navegaba desde Barbados a Norfolk con 309 pasajeros; el tiempo era bueno; no hubo mensajes radiales ni se encontraron jamás restos de naufragio.

  5. 1925: vapor Cotopaxi; se desvaneció en su ruta desde Charleston hacia La Habana.

  6. Abril de 1932: John and Mary, un buque de dos palos con registro de Nueva York; fue hallado flotando pero abandonado, a 80 km al sur de las Bermudas, con las velas plegadas y el casco recién pintado.

  7. Febrero de 1940: el yate Gloria Colite, de Saint Vincent, Antillas británicas; se le encontró abandonado, con todos sus elementos en orden, a 320 km al sur de Mobile, Atlanta.

  8. 22 de octubre de 1944: Rubicán, un carguero cubano; fue encontrado por la Guardia Costera en la Corriente del Golfo, frente a la costa de Florida; estaba desierto, salvo la presencia de un perro.

  9. Junio de 1950: Sandra, un vapor carguero de 106 metros que se dirigía desde Savannah, Georgia, a Puerto Cabello,, en Venezuela; llevaba una carga de 300 toneladas de insecticida; pasó St. Augustine, en Florida, y luego desapareció sin dejar rastro.

  10. Septiembre de 1955: Cannemara IV, un yate; apareció misteriosamente abandonado, a 640 km al sudoeste de las Bermudas.

  11. 2 de febrero de 1963: Marine Sulphur Queen, un carguero de 130 metros; desapareció sin enviar mensaje alguno y sin que pudiera darse con alguna clave acerca de lo ocurrido; no se encontraron restos de naufragio; iba en ruta hacia Norfolk, Virginia, desde Beaumont, Texas, con tripulación completa; la última ocasión en que se oyó de él fue cerca de Tortugas Secas.

  12. 1 de julio de 1963: Sno’ Boy, un bote pesquero de 20 metros con 40 personas a bordo; navegaba desde Kingston, Jamaica, a Cayo Nordeste, 128 km al sur; desapareció con todos sus hombres.

  13. 1924: Raifuku Maru, un carguero japonés; envió un mensaje radial pidiendo ayuda entre las Bahamas y Cuba, y luego desapareció.

  14. 1931: Stavenger, un carguero con una tripulación de 43 hombres; la última ocasión en que se supo de él fue cerca de la isla Cat, en las Bahamas.

  15. Marzo de 1938: Anglo-Australian, un carguero con una tripulación de 39 hombres; su último mensaje, recibido desde las Azores, decía: «Todo bien».

  16. Diciembre de 1967: Revonoc, un yate de carreras de 15 metros. Desapareció mientras se hallaba a la vista de tierra.

  17. 24 de diciembre de 1967: Witchcraft, embarcación de crucero; el dueño y un pasajero desaparecieron mientras la nave se hallaba atada a una boya del puerto, a 1.600 metros de Miami.

  18. Abril de 1970: Mílton latrides, un carguero que se dirigía desde Nueva Orleáns a Capetown.

  19. Marzo de 1973: Anita, un carguero de 20.000 toneladas, con 32 tripulantes, que navegaba desde Newport News a Alemania.

Buscando una explicación lógica

El afán de minimizar el impacto del Triángulo de las Bermudas, o incluso de negar su existencia, ha hecho afirmar en algunas ocasiones que no hay tal misterio, puesto que los barcos y los aviones suelen desaparecer en el mundo entero. Si se proyectase un triángulo sobre cualquier área de rutas marítimas importantes, el resultado sería una perturbadora incidencia de pérdidas, si hiciéramos el triángulo suficientemente amplio. Además, el océano es enorme, los barcos son relativamente pequeños y las aguas están en perpetuo movimiento, tanto en la superficie como en las corrientes submarinas. Hay barcos y aviones pequeños que se han perdido entre las Bahamas y Florida, donde la corriente del Golfo fluye hacia el Norte a más de cuatro nudos, y luego han aparecido a una distancia tan grande del punto en que se les vio por última vez, que se ha llegado a darlos por desaparecidos. No obstante, la velocidad de esta corriente es conocida por la Guardia Costera, cuyas misiones de búsqueda y rescate la tienen muy en cuenta, al igual que las desviaciones debidas a los vientos, cuando rastrean el área aproximada de la desaparición de alguna nave. Al iniciar una búsqueda, establece de inmediato un radio de rastreo circular que abarca 8 kilómetros si se trata de un barco grande, 16 en el caso de un avión, y 24 en el de una embarcación de tamaño menor. Enseguida, se determinan otros radios que cubren el primero, según las corrientes, los vientos y la dirección o rumbo de la nave.

Además, algunos barcos se han hundido para reaparecer luego en otro lugar, como ocurrió con el A. Ernest Miles, que naufragó con una carga de sal frente a la costa de Carolina. Cuando la sal se disolvió, el buque fantasma volvió a la superficie y fue inmediatamente recuperado. La Dahama, otro buque perdido, o fantasma, que resurgió desde el fondo del mar, es mencionado frecuentemente en relación con el Triángulo. Se le dio por hundido en abril de 1935 y sus pasajeros fueron rescatados por el vapor Rex. Sin embargo, poco después el Aztec lo halló a la deriva frente a las Bermudas. La tripulación del Aztec no sabía que ya antes se había hundido, ni que sus pasajeros habían sido rescatados, y creyeron que la Dahama era un barco perdido hasta que llegaron las noticias del Rex, de regreso en su puerto de Italia.

Sin embargo, la forma en que el buque volvió a la superficie es todavía un misterio.

Al considerar las centenares de desapariciones del Triángulo de las Bermudas, se advierte que el único rasgo que tienen en común es el hecho de que los aviones y barcos han desaparecido por completo, o que los barcos han sido hallados sin pasajeros ni tripulaciones. Algunos de estos casos misteriosos se han producido aisladamente y podrían explicarse por las circunstancias extraordinarias en que han ocurrido, o por la coincidencia de fallos humanos y trastornos meteorológicos, pero en cambio, otros tantos incidentes del Triángulo de las Bermudas se han producido en medio de aguas transparentes, cerca de puertos, playas o bases de aterrizaje, que resultan incomprensibles, de acuerdo con nuestros conocimientos actuales.

La historia del Triángulo de las Bermudas abarca acontecimientos que ya están sumidos en la bruma de las leyendas antiguas y modernas; inexplicables aberraciones causadas por fuerzas naturales intermitentes en apariencia, y teorías del campo de la física que podrían revolucionar nuestras concepciones anteriores. El Triángulo de las Bermudas nos hace pensar en tierras perdidas o sumergidas como la Atlántida, en civilizaciones olvidadas como la perdida Hiperbórea, y en seres que han visitado la Tierra durante siglos, viniendo del espacio interior o exterior, y cuyo origen y propósitos son desconocidos.

En lugar de elaborar teorías para explicar lo que actualmente no tiene explicación, resulta quizá más sencillo decir que el Triángulo de las Bermudas existe sólo en la imaginación de los místicos, fanáticos, supersticiosos y sensacionalistas. Se ha llegado a decir que: «Los que creen en el Triángulo de las Bermudas creen también en las serpientes marinas…«.

Pero el buscador de la Verdad sabe que no se puede afirmar que el Triángulo no existe porque las serpientes marinas tampoco existen, ni que si alguna vez se llegara a identificar uno de esos monstruos de manera definitiva, las demás leyendas oceánicas se harían automáticamente más verosímiles.

En general, la gente suele ser reacia a enfrentarse a misterios que no pueden ser explicados de manera satisfactoria o que no encuentran una justificación teórica en términos que le resulten comprensibles. Resulta mucho más reconfortante sentirse capaces de reconocer lo que tenemos frente a nosotros, dentro del radio del mundo físico, que enfrentar una amenaza desconocida. Si el fenómeno no puede ser explicado, la mejor respuesta consiste en ignorarlo, lo cual es una actitud mucho más tranquilizadora y, en cierto modo, más inocente también. Sin embargo, la época de la inocencia científica ya pasó, lo mismo que la sensación de seguridad que nos proporcionaba. Se acabaron definitivamente el 16 de julio de 1945, en Alamogordo, Nuevo México, cuando la teoría atómica demostró en forma concluyente que ya no era una teoría.

Vivimos en un mundo en que las líneas de la ciencia y la paraciencia comienzan a converger; un mundo que alguna vez fue mágico y en que los sueños de los magos han sido aceptados por la ciencia y han pasado a ser aceptables para la nomenclatura científica. Ahora los biólogos pueden producir la vida; los biólogos expertos en hibernación podrán muy pronto preservar indefinidamente la vida humana, mediante la congelación de cuerpos vivos; se ha demostrado la posibilidad de transmitir a películas las imágenes pensadas; la psicokinesis (o telekinesis), que consiste en mover objetos mediante la fuerza de la voluntad, no es ya un tema propio de la levitación, sino el objeto de seria investigación científica; las dos potencias espaciales están realizando experimentos con telepatía, desde y hacia el espacio exterior. La transmutación de la materia, sueño de los alquimistas, ya no es algo imposible, y los únicos impedimentos para transformar cantidades de plomo en oro consisten en que resultaría demasiado costoso.

Hablando ya en términos cósmicos, el firmamento de las verdades científicas ha sufrido tales grietas, que muchos de los que prefieren apoyarse sobre tierra firme y familiar se sienten aturdidos y desorientados. La posibilidad de la existencia de la antimateria, la curvatura del espacio y el tiempo, los nuevos conceptos sobre gravedad y magnetismo, la presumible existencia de planetas oscuros en nuestro propio sistema solar, soles que estallan, las novas y las pequeñas partículas de materia más pesadas que un planeta completo, los quasar y los agujeros negros del espacio, un Universo interminable, que se hace mayor cuanto más se extiende nuestra visión telescópica, llevándonos a millones de galaxias no descubiertas. Estos son los misterios del conocimiento que nos aguardan, mientras avanzamos a un paso tan acelerado que ningún «misterio» debería sorprendernos por el solo hecho de que no nos parece lógico.

El Triángulo de las Bermudas, una zona situada dentro del territorio familiar de nuestro planeta, aunque relacionado quizá con fuerzas que aún (y tal vez no por mucho tiempo) desconocemos, podría ser uno de esos misterios. Como especie, nos estamos acercando a la Verdad. No podemos abandonar la búsqueda de nuevos conocimientos o explicaciones, estén en este mundo o más allá de él.

AUTORA: Eva Villa, redactora en la gran familia de hermandadblanca.org

FUENTE: » El Triángulo de las Bermudas» y «Sin rastro» de Charles Berlitz

3 comentarios

  1. Muy interesante el artículo, hay un video en you tube con un dron donde se ven 6 pirámides. Hay un libro Cruce de Almas de David Melchizedek donde el protagonista entra en esa ciudad en forma astral en un intento de la Otán de llevarse unos cuarzos lemurianos y una gema del destino y se encuentran a Horlet, muy detallada. Por último hay una teoría de erupciones de metano, de una gran bolsa de metano que hace que los barcos pierdan flotabilidad y destruye instrumentos aeronaúticos.

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