Trilogía de la Comunidad a través de Canal de Luz.

Rosa (Editora)

– La vida en comunidad

– Las comunidades de hoy

– El concepto Comunidad dentro de la Vida

 

1 Night Bloom 1995

 

La vida en comunidad

Para generar o bien integrarnos en una comunidad, deberíamos considerar ciertos requisitos indispensables sin los cuales tarde o temprano, las comunidades se convierten en simples concentraciones de individuos desconectados entre sí.

Cualquier comunidad debe ser de una esencia y con una finalidad propias, y éstas esencia y finalidad deben ser igualmente común y vigente en todos, absolutamente en todos los individuos que formen parte de dicha comunidad.

Para que una comunidad sea vida en sí misma, sus integrantes debemos aportar respectivamente nuestra propia vida, cada uno de nosotros completamente fieles a nosotros mismos y a la vez igualmente al resto de la comunidad.

Son requisitos básicos para su perfecto funcionamiento: Que todos sus integrantes tengan en común su plena complementación y potenciación entre sí. Que las realidades que en ellas se generen, sean el fruto de las respectivas razones particulares naturales de vida de sus integrantes. Que la realidad de cada uno de los integrantes esté siendo común en todos ellos respecto a ser parte de la Luz o de la Oscuridad, a la vez que sus respectivos niveles evolutivos se complementen entre sí convirtiéndose la comunidad por si misma en el común camino para la evolución natural, tanto individual, como colectiva.

A la hora de plantearnos nuestra participación e integración en cualquier comunidad, debemos observar fielmente todas aquellas posibles incompatibilidades naturales entre la luz y la oscuridad, entre los egos y los seres, entre los que son vida en sí mismos y los que utilizan la vida para su lucro individual.

No deberíamos caer en la trampa de pretender actuar dentro de una comunidad, según es la necesidad que alguien pueda necesitar o menester. Dentro de cualquier comunidad ante todo debemos asumir todos sus integrantes crear nuestra “bolsa de servicios” de acuerdo con nuestros conocimientos, inquietudes y compromiso con nuestro camino a seguir. Una vez definido dicho contenido, toda la comunidad deberá plantearse su día a día viviendo y abasteciéndonos de la realidad del producto o del contenido que entre todos generamos y alimentamos. En los casos de necesidades verdaderas ante las que no disponemos de recursos propios para atenderlas correctamente, deberemos buscar cubrir dichas necesidades al margen de la comunidad en sí.

Cualquier comunidad debería ser autosuficiente en alguna medida, pero en especial durante los primeros tiempos esto incluso resulta imposible de lograr. La finalidad de la propia comunidad debe ser un beneficio para el resto o alguna que otra parte de la sociedad, nuestra propia aportación conllevará los medios para cubrir aquellas necesidades que se tengan que cubrir fuera de la comunidad.

Es sumamente importante no alimentar la compra–venta dentro de la comunidad. Que el propio intercambio de prestaciones y servicios sea algo absolutamente habitual y natural. Con ello se alimenta la igualdad real entre nosotros, siempre y cuando cada individuo esté vivo, creciendo y desarrollándose fiel a sí mismo.

Para cualquier comunidad de Luz, resulta imprescindible que se desarrolle desde su primer momento plenamente acorde y en sintonía máxima con los planos superiores, al igual como también debe ocurrir en cada individuo de manera particular. Sin ello, la imprescindible armonía no puede materializarse, menos aún como algo normal, constante y natural.

Nadie puede ni debe adulterar su propio espíritu ni el de la comunidad, la transparencia entre sus integrantes ha de ser absoluta, a la vez que dicha transparencia no debe dificultar o impedir la más estricta libertad e intimidad natural para todos y cada uno de los integrantes.

Es por ello que ningún ego puede integrarse por completo bajo ningún concepto dentro de una comunidad de Luz. A nivel personal es imprescindible que cada integrante se sea fiel a su propia y particular razón de vida, que exista en la conciencia de cada uno de los individuos razones propias y a la vez comunes o compartidas para vivir integrado por completo al resto de la vida que forma la comunidad. No podemos contemplar por ninguna razón, inhibición de nadie hacia nada existente en ninguno de los integrantes del núcleo. La guía ha de ser constante y a la vez recíproca, todos sin excepción nos compartimos en alguna medida con los demás integrantes. Por esta simple razón natural, todos sin excepción alguna nos resulta imprescindible disponer de nosotros mismos, siendo en verdad libres sin debernos a nadie ni a nada en particular.

Vivir en comunidad significa mucho más de lo que muchos de nosotros están dispuestos a compartir con todos los demás e incluso también a aceptar de su entorno. Para demasiados de nosotros vivir en comunidad les significa escabullirse en alguna medida de sus propias responsabilidades, a la vez que pretenden obtener, o bien se creen con el derecho de disponer de las aportaciones ajenas. Este último comportamiento es plenamente genuino de los egos y esta es la razón que los limita e incluso les impide entrar a formar parte de cualquier auténtica comunidad de Luz.

Nuestra vida se desarrolla individualmente de manera natural, nuestra unión o unicidad con alguien siempre debería ser para potenciar a ambos integrantes de aquella posible unión. Lo mismo nos ocurre a la hora de plantearnos crear o entrar a formar parte de una comunidad, pero para que en ambos casos sea una realidad, cada individuo debe aportarse a sí mismo en pleno estado de vida viva, inmerso por completo en su propia evolución natural e integrarse en aquel proyecto para potenciarse más y más de manera recíproca entre todos los integrantes.

La vida en sí misma es una enorme comunidad viva. En la misma medida que nos planteamos generar una comunidad, debemos aprovechar lo que la Vida nos muestra a la hora de desarrollarse plenamente dentro de la comunidad que es en sí. Hoy por hoy, no todos podemos o incluso ni siquiera estamos formando parte de esta comunidad natural que es la Vida. Por lo mismo, exactamente igual y por las mismas razones, quien está viviendo a expensas de la Vida, se impide con su propia actitud poder integrarse a cualquier otra comunidad viva.

Joan J. Giralt

 

2 Lord Of Elements 1976

 

Las comunidades de hoy

El concepto de vivir en comunidad también está viviendo su propia transformación de lo que normalmente hicimos que fuera hasta ahora, más aún si alimentamos e integramos estas comunidades como una concentración propicia de vida viva, para que cada uno de sus integrantes llevemos a cabo nuestra propia razón natural de vida, tanto particular como colectiva.

Toda comunidad debe permanecer conectada en la red de comunidades o constelaciones que forman la Vida, no sólo las existentes en este planeta Tierra, sino también con aquellas comunidades, núcleos o constelaciones existentes en otros mundos y niveles de vida a lo ancho del cosmos.

Las actuales comunidades han de ser de nivel crístico, donde sus integrantes, seamos o no de una misma especie, nos complementemos entre nosotros de manera recíproca y natural; donde cada individuo que permanezcamos integrados en ella, vivamos alineados por completo a nuestra propia razón natural que nos llevó a nacer en este mundo físico, incluso a la hora de formar parte viva de aquella puntual comunidad. Todo ello va mucho más allá de los lazos de sangre, de nuestras relaciones personales, de la infinidad de roles caducos que hayamos alimentado entre nosotros hasta hoy. Cada individuo se integra en su comunidad por razones propias directas y nunca como “fardo o extensión de nadie”. Es por ello que para integrarnos en cualquier comunidad crística, cada uno hemos tenido que haber alcanzado dicho nivel evolutivo en nuestro propio camino personal.

Repito que son comunidades integradas al nivel crístico, donde no tiene cabida alguna cualquier posible relación interpersonal, ni interser, que sea o pueda llegar a existir en detrimento de nada ni nadie que sea parte de la Vida. Donde cualquier avance evolutivo particular es en sí mismo, un avance para el resto de la Vida y por consecuencia de ello, también para el conjunto de la comunidad.

Dichas comunidades son medios para que cada uno de los integrantes experimentemos el arte de vivir fieles a la parte de la Vida que somos en nosotros mismos. Son núcleos de niveles vibratoriales que nos facilitan aquellas vivencias que necesitamos desarrollar y asumir en nosotros. Todo cuanto se genere de ello, debe tener una proyección hacia el resto de la Vida, incluido claro está, las demás comunidades existentes dentro de Ella. Ello es en sí, un concentrarnos unos seres en concreto en aquel espacio idóneo, para llegar a manifestarnos todos nosotros en nuestra máxima plenitud viva, para posteriormente expandirnos por completo irradiándonos unicitadamente con el resto de la Vida. Este latir constante es el que aportamos todos y cada uno al latir constante de la Vida, no sólo a nivel terrenal, sino incluso también a nivel cósmico. Este es el reto que a todos nos está ofreciendo la Vida en este momento de nuestra evolución global, particular y colectiva.

Un mundo de luz, físico de 5D requiere que sus integrantes vivamos en este nivel como mínimo y en plena comunión y unicidad viva entre nosotros y a la vez también con los niveles superiores de la Vida.

Que nadie piense ni por un instante que la Vida nos está ofreciendo este gran reto y se inhibe de nosotros. La Totalidad de la Vida, la totalidad de Dios, está junto a cada uno nosotros y nuestra propia conciencia lo puede percibir más nítidamente que nunca. Dicha Totalidad está esperando nuestra integración particular dentro de Ella o Él, y todos aquellos que decidamos libremente y por voluntad propia asumir este reto, contamos con todo cuanto es la Vida para llevar a cabo nuestro propio compromiso, siempre y cuando permanezcamos integrados realmente y por completo a este nivel crístico.

Las llamadas internas que percibimos son estrictamente individuales, al igual como lo es el propio compromiso que asumimos por nuestra parte. La llamada de formar en este planeta estas comunidades crísticas, la sentimos muchos de nosotros desde hace un tiempo hacia aquí, pero demos crédito a esta llamada contemplando fielmente lo que ello nos requiere y a la vez es en sí misma. No interpretemos dicha llamada como un apartarnos de la vida, o bien huir de nuestra propia realidad de hasta hoy. Quienes se integren e irradien su vida a estas comunidades es para integrarse mucho más de lo que jamás nos hayamos podido sentir estar integrados dentro la Vida.

Cada comunidad es una célula de la Vida y para que tenga sentido debe permanecer unicitada con todas las demás células existentes por doquier. Cualquier comunidad, cualquier núcleo, cualquiera de estas células al vivir y ser la parte del nivel crístico que es, es a la vez con plena conciencia viva, parte auténtica de Dios, de la Vida, de Él o Ella.

Para que ello sea realidad para nosotros, antes cada uno debe tenerse por completo a sí mismo, permanecer alineado a los designios de la Vida y permanecer integrado por completo dentro de Ella o Él. Que de nosotros mismos emane constantemente la energía de Vida que es el Amor y que la Luz que ésta irradia, ilumine no sólo nuestro camino, sino también el de todos aquellos que transitan a nuestro alrededor.

Joan J. Giralt

3 Illumination Window 1989

El concepto comunidad dentro de la Vida

Una comunidad de auténticos seres humanos unicitados entre sí, es una concentración puntual de vida viva que genera en sí misma constantemente todo tipo de manifestaciones e interrelaciones entre sus integrantes que a ningún ego le es posible ni entender ni vivir.

En la misma medida que los integrantes de una comunidad de este tipo se son fieles cada uno a sí mismo y la vez se mueven dentro de los designios de Dios, de la Vida, alimentando cada uno de ellos su propia e individual evolución natural, las relaciones interpersonales serán siempre cíclicas y libres a la vez, sin que haya lugar para ningún tipo de dependencia, ni de sometimiento, ni de posesión de absolutamente nada ni nadie que permanezca unicitado dentro o fuera de la comunidad.

¿Cuántos de nosotros estamos preparados para no pretender poseer a nadie ni nada en particular? ¿Cuántos de nosotros somos realmente libres para poder aceptar el compartirnos con todos por igual? ¿Cuántos de nosotros nos movemos únicamente por lo que nos lleva a encontrarnos con los demás, sin considerar ni siquiera lo que podamos pretender o necesitar de alrededor? ¿Cuántos de nosotros nos estamos moviendo por el simple hecho de ser fieles a los designios de Dios hacia nosotros y hacia cada uno de los demás seres de nuestro alrededor?

Sin estos requisitos básicos vivos en nosotros mismos, nadie puede pretender integrarse en ninguna posible comunidad auténtica. Esto es rotundo en sí mismo, igual como nos está ocurriendo ante la oportunidad de entrar a formar parte de la comunidad que es el nivel Crístico.

Dentro de cualquier comunidad auténtica, cada uno de sus integrantes necesita tener conciencia de lo que son en sí mismos como esencia, como espíritu. Esta es la oferta que hace cada uno al resto de los integrantes, a la vez que también es su propio compromiso vivo hacia cada uno de los demás seres con los que se convive.

Cualquier comunidad auténtica es en sí misma una identidad y contenido partes auténticas de la Vida, partes auténticas de Dios, con su propio contenido nato, y los frutos que se generen de él han de permanecer siempre alineados a los designios de Dios, de la Vida. Sin esta realidad viva gracias absolutamente a todos sus integrantes, la realidad es que en lugar de existir una comunidad, lo que existe es un gueto formado por individuos más o menos egocéntricos, que se agrupan bajo alguna bandera o estandarte más o menos común entre ellos, para normalizar y disfrazar sus respectivos intereses egocéntricos, y su común y permanente renegación de lo que son auténticamente cada uno de ellos en sí mimos dentro de la Vida, dentro de Dios.

El nivel Crístico hacia el que nos dirigimos, es en sí mimo una más que auténtica comunidad plenamente unicitada no sólo a nivel cósmico, sino incluso más allá del Cosmos en sí. Dejemos de pretender seguir alimentando la normalización de nuestros disfraces y supuestos roles de hasta hoy, al fin y al cabo nuestro propio compromiso particular sólo radica, en que cada uno de nosotros seamos quienes somos en esencia divina, que lo seamos humanamente en la persona que hoy somos aquí, y a la vez permanezcamos a disposición de todos los que nos rodean y que son parte viva de la misma comunidad, para ser vividos plenamente por lo que en verdad somos dentro de la comunidad y a la vez dentro de Dios.

El propio hecho de asumir Ser vida viva, siempre nos conlleva la plena unicidad con todas las demás partes de la Vida, absolutamente y rotundamente con todas las demás partes de Dios. Es ello lo que nos abre el acceso a la vivencia de la grandeza universal del Amor Crístico y dicha unicidad viva en nosotros sólo puede alimentarse desde este nuestro particular Amor Crístico, libre, rotundo, omnipotente, dulce y rehabilitante, a la vez que es también Luz viva para absolutamente todas las conciencias, lo cual nos exige permanecer en un nivel vibratorial que nos es imprescindible llegar a acceder hasta consolidarnos en él.

Esta es la tarea que hoy todos debemos asumir vivir en este momento evolutivo en el que nos encontramos, elevar progresivamente nuestra particular capacidad vibratorial, aprovechando progresivamente las nuevas energías que se nos facilitan a nivel planetario. Sin este compromiso vivo en nosotros mismos, nuestras pretendidas comunidades seguirán siendo simples guetos formados por personajillos egocéntricos en pro de sí mismos y de la consabida renegación personal de su propia autenticidad dentro de Dios, dentro de la Vida.

Joan J. Giralt

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