Un Sueño Inesperado por Alma Rosalía García Aguilar

Rosa (Editora)

Angel y Tierra

Dedicatoria:

A Quién desde que nació ha sido mi inspiración,

Mi vida, mi mundo.

De quien me siento profundamente orgullosa y a quien amo con todo mi corazón.

doy gracias por ser la persona maravillosa que él es…

A ti hijo mío Porque tú has sido el motor para seguir escribiendo, gracias por tus grandes consejos e ideas.

Te amo

Un Sueño Inesperado.

Abrí los ojos una mañana. Era un martes, por cierto muy caluroso. El reloj apenas con sus manecillas marcaba las 5:00 de la mañana y aún saboreaba en mi mente un sueño que tuve sobre un Ángel que anunciaba ciertas verdades sobre mi mundo.

Lo extraordinario de todo esto fue la actitud ante la vida que mostraba mi rostro tempranero. Vi el cielo más azul que nunca y por primera vez, logré escuchar el cantar alegre de mis vecinos los pájaros, huéspedes de un gran ciprés que se levanta al lado de mi casa regalando a mi terraza por las tardes su fresca sombra y que tiempo atrás nunca apreciaba.

Pocas veces al marcharse la tarde, lograba mirar de reojo a esos pequeños vecinos volando de regreso a su árbol sin darles ninguna importancia. Hoy, no sé si fue el sueño, pero desperté como una persona distinta, más sensible quizás, más observadora también..

No soy la misma persona que el día anterior llegó a tumbarse a su cama. Descubrí que la vida tiene otra forma: que el viento no solo sopla, te acaricia; que el sol no solo quema, te sana; y que el día vuelve con nuevas esperanzas después del silencio perdido entre el sereno y la oscuridad de una noche.

Descubrí además la magia que logra una sonrisa tan sencilla y que una mirada no basta para dejar huella. Descubrí que la paz te hace más bella, que la felicidad no se busca en alguien o en algo y que, como el amor, se descubre dentro de ti misma.

Lo que me agobiaba ayer: preocupaciones, temores, apegos y miedos, hoy no tienen valor alguno. Descubrí cuanto te desgastan, te marcan, te quitan la paz, las ganas de ser feliz y de saber vivir. Al final a donde tienes que partir no necesitas ni dinero, ni ropa, ni títulos, ni siquiera tu cuerpo. Tu equipaje debe ser ligero, solo basta que lleves la otra parte del amor que diste.

Algún mensaje importe recibí esa noche antes del martes. Ese Ángel que se atrevió a visitar mi sueño, algo claro me dijo que cambió mi día, mi sentir, mi mirar, mi entorno y mi vida. Quiero recordar sus palabras y no solo sus tiernos ojos. Me tomé un tiempo antes de llegar a la oficina y detuve mi auto frente al parque que diariamente me toca de paso.

Baje del auto y empecé a caminar observando los diferentes tonos de verde que matizan, el pequeño parque, los más de 10 colores distintos de flores que adornan el centro del parque y que antes nunca los había percibido. Miro también, a unos cuantos pasos, una banca de madera algo gastada por el tiempo y me siento por un momento. Cierro mis ojos y trato de recordar las palabras del Ángel de mi sueño.

No sé exactamente palabra por palabra, pero ¡sí!.., ya recuerdo que con una voz pausada me llamaba y con paso lento se acercaba mirándome a los ojos llenos de ternura, como cuando tu mejor amigo intenta decirte: “aquí estoy para ayudarte”. Como si supiera que estás haciendo algo mal, no como un reproche, sino para ayudar a descubrir tu propia conciencia y entonces enmendar tus pasos.

El Ángel tomó mi mano para dar un paseo mientras escuchábamos juntos un mensaje. El emisor era un ser muy especial llamado planeta azul y me dijo que éste planeta Tierra, como es conocido, necesita hoy que tú lo escuches. De pronto sin saber de dónde, una voz hueca y lenta me decía: que era él el dueño del lugar donde yo vivía, que era la casa que se me prestó para crear la historia de mi vida como a tantos otros huéspedes en el planeta.

-“Escucha bien lo que te digo”, -me susurró, – “me encuentro ya cansado, mis fuerzas se están agotando, me falta el aire, mi respiración es ya muy lenta pues me quedan pocos poros por donde pueda respirar profundamente.” “Tengo muchas heridas que están sangrando a causa de tantas guerras inventadas con estúpidos pretextos. Mi atmósfera se deteriora por tanta contaminación”.

– Todo esto me decía el planeta azul mientras el Ángel, de su mano, me conducía por montañas, mares, ríos, cavernas, bosques y lagunas, elevándome por momentos para mirar la nata que flota en el viento, o la oscuridad del viento contaminado que evita mirar al otro lado, que te impide respirar salud.

El planeta azul me dijo: “Durante muchos siglos por amor a ti y a todos los que viven en mi, los he dotado de alimento, de vestido, de oxigeno para su vida, no los he dejado tener sed, ni quemarse con los rayos del sol. Les he regalado grandes paisajes para sus ojos, les he permitido vivir”.

-Y continuaba el planeta- “tú sabes bien pequeña con todo lo que miras en este momento lo que he recibido a cambio: vil indiferencia. Se han olvidado de mi latir, me han devuelto solo destrucción y en diferentes grados la alteración a mis ecosistemas que van desde la simple explotación de mis recursos vegetales, animales, minerales, hasta contaminar también mi subsuelo, el aire, y el agua, todos mis elementos y reinos”.

-“Sin defenderme han permitido que me ataquen de muchas maneras con la deforestación de las montañas y valles, la tala de árboles en los bosques, la pérdida paulatina de la fertilidad de mi suelo, penetrando a mis entrañas y dejando huellas imborrables como la formación de grietas que se van transformando en cárcavas profundas o auténticas barrancas.”-

-“Es tanta la indiferencia hacia mi naturaleza que permiten libremente la emisión de tantos contaminantes que actúan de distintas formas, afectando el medio ambiente, contaminando la atmósfera, las aguas del mar y de los ríos, mi piel y mi subsuelo, todo lo que ustedes necesitan para poder vivir, están afectando todo. Y sabes pequeña ¡Ya basta! Por favor, ¡ya basta!” -me dice el planeta-.

El Ángel me mira como esperando una respuesta. No sabía en ese momento que decir, pero tímidamente me atreví a preguntar: ¿Pero qué puedo hacer yo sola? , su voz respondió: -“Solo transforma la historia de este sueño en un cuento, que del resto me encargo yo” –dijo el Ángel.

          Me miró con mucho amor y me dejó en lo alto de una montaña para que contemplara el mejor paisaje natural que jamás hubiese podido imaginar, y luego de darme un abrazo me dijo: –“Dios contigo”- y así desapareció de mi sueño dejando mi corazón lleno de amor, dejando en mi mente el paisaje que el planeta azul desea tener.

Después de recordar por completo mi sueño abrí entonces mis ojos, comprendí y entendí el porqué de los terremotos, el porqué de las sequías, de las erupciones, los maremotos y otros fenómenos no antes vividos.

Son ecos del planeta gritando –“¡ya basta!, ¡ya basta!” -Y que nosotros no terminamos por descifrar, ni entender; por estar entretenidos en el “poder” sobre todos y todo, en la venganza y el dinero, en el ego, la avaricia, en adueñarnos de algo que no nos pertenece, sólo se nos ha prestado como escenario para recrear nuestra propia historia.

Lloré por un momento y sacando de mi portafolio una libreta comencé a escribir un cuento…

Fin

Un Sueño Inesperado por Alma Rosalía García Aguilar

4 comentarios

  1. QUE HUMANIDAD,HERMOSO CUENTO…ES UNA PLEGARIA ESPIRITUAL PARA RECONOCERNOS PLANETARIOS COMPROMETIDOS CON NUESTRA MADRE TIERRA.MARAVILLOSO PARA COMPARTIR CON LOS CHICOS Y LOS JOVENES.ABRAZOS Y GRACIAS A SU AUTORA POR COMPARTIRLO.

    1. No había tenido oportunidad de ver los mensajes hasta hoy, que quería recordar cuando lo escribí y quiero agradecer tus bellas palabras, y ojalá se comparta a los jóvenes. Recibe grandes Bendiciones

  2. Muy bello cuento donde se toma conciencia de que el Planeta Tierra es un ser vivo y que necesita que lo cuidemos, que es nuestra Madre Gaia, mil gracias

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