Una ventana a la vida por Rudy Spillman

Rosa (Editora)

cascada lila

Una ventana a la vida … vivir es a veces difícil, doloroso. Sentimos que la cuesta se nos hace cada vez más costosa de subir.

Una ventana a la vida

Vivir es a veces difícil, doloroso. Sentimos que la cuesta se nos hace cada vez más costosa de subir. Y esa terrible sensación de que cuando algo nos sale mal, luego llega algo peor y más tarde otra cosa más y nos embadurnamos en la desazón de sentir que nuestra vida se ha convertido en un cúmulo de desastres, uno tras otro, y con los que no tenemos mucho que ver. No hemos hecho nada para merecer semejante sucesión de castigos. «Que se corte la mala racha», pensamos una y otra vez tratando de imaginar porqué la vida se ha ensañado así con nosotros. A esto se agrega la tendencia de mirar a nuestro alrededor. ¿Y qué vemos? Si intentásemos ser imparciales veríamos gente en nuestra situación, otros en una mejor, aquellos que lo pasan muy bien como si vivieran en otro mundo (y que no siempre tiene que ver con las posesiones materiales o el dinero) y algunos que están aún peor que nosotros. Sí, peor. Aunque parezca mentira, siempre habrá alguien que estará peor que nosotros aunque no lo podamos creer. Nunca llegaremos a figurar en el «Libro de Records de Guinness» por ser nosotros la persona que peor lo pasa en el mundo. Pero nuestra tendencia melodramática nos dejará ver solamente a aquellos que están mejor que nosotros. Incluso a los que son felices. Y ello nos sumergirá en un pozo todavía más profundo. «Somos los únicos y más grandes desgraciados», nos diremos a nosotros mismos. No podemos advertir en aquel momento cuanto nos equivocamos y quizás inconscientemente tampoco deseemos hacerlo. De todas maneras duele, lloramos, nos deprimimos, nos angustiamos. Incluso por momentos quedamos paralizados por la maligna idea de que no importa lo que hagamos, de todas maneras todo irá cada vez peor. Lloramos, lloramos, lloramos. Pero nuestras penas no terminan de lavarse. La sucesión de inconvenientes, de situaciones no deseadas continúa. Pero el tormento debe cesar. Dicen que «no hay mal que dure cien años ni cuerpo (y mente, diría yo) que lo resista».

Entonces pareciera que en algún momento descubrimos que si las desgracias en el afuera no cesarán al menos debemos lograr que cesen las de nuestro interior, pues de esa manera es imposible continuar viviendo toda la vida.

En el momento que cada uno de nosotros lo deseemos de verdad, en medio de tanta oscuridad podremos producir el milagro de ver aparecer una ventana que se nos abre a una infinita sucesión de posibilidades representadas por el intenso brillo de un haz luminoso que sabrá traer a nuestras vidas la paz y el amor que deseamos, la felicidad que merecemos. La ventana será nuestra mente, la luz nuestros pensamientos. Así, la oscuridad y negrura que rodea nuestras vidas de pronto se hará tan clara que nos dará la sensación de estar viviendo dentro de un Sol propio que nos cobija y nos proteje ofreciéndonos su calor sin quemarnos. A partir de entonces descubriremos que nuestra ventana pende del aire permaneciendo siempre abierta y cerrada a la misma vez. En ese preciso momento advertiremos la inmensa fogosidad del tiempo. Lo efímera e inquieta que es cada fracción de segundo. Que tanto lo que nos place como lo que aborrecemos habrá quedado en el pasado apenas con un chasquido de nuestros dedos.

De pronto, cuando nos decidamos a crear esta realidad para nosotros, como por arte de magia podremos observar el milagro de que en nuestro entorno, en el exterior, las cosas también cambian. La oscuridad se desvanece, todo se aclara. Lo que fallaba empieza a salir bien. Todo comienza a ir sobre ruedas. Se ha producido el milagro. Pero sólo cuando advirtamos que no se trata de un milagro sino de algo que siempre ha estado allí a nuestra disposición y lo único que teníamos que hacer era tomarlo, recién entonces nuestra ventana quedará abierta por siempre sin posibilidad de volverse a cerrar y nuestra oscuridad… quedará reducida a la del descanso cotidiano, aquella que aparece detrás de nuestros párpados cuando hemos decidido visitar nuestros sueños.

Dedicado a todos los amigos que sufren,

de un amigo que sufrió.

Rudy Spillman

Extraido del libro Sintonía de Rudy Spillman

 

La razón del loco

Aunque sé que el día 7 de mayo del año 1950 fui parido por mi madre y que por ello es que figura como mi fecha de nacimiento, hace muchos años, demasiados, que vivo con la constante sensación de haber estado siempre, desde todos los tiempos. Es algo que no puedo ver ni comprobar. Ni siquiera puedo decir que invade mi cuerpo. Quizás, mi alma. Pero esta sensación no se encuentra separada de otra. Yo diría que son lo mismo. Conforman un todo. Es la sensación, aunque no sostenida por mi razón ni la aplicación de mis principios de lógica, de que jamás moriré. La idea es incoherente, pero otra no me cabe. Y digo incoherente, porque la idea se entremezcla con la de muerte terrenal. Como si no pudiera creer que mi cuerpo aquí, en este planeta, algún día se acabará. Y esto es lo incoherente. Pero seguramente se trata de algunos misteriosos cables sueltos que han entrado en un temporario corto circuito con la energía universal.

Habrá quienes a esta altura de mi exposición, dirán: «se ha vuelto loco»; y otros quizás: «se ha enterado de la verdad». Lo cierto es que no puedo saber de dónde proviene esta sensación. Sólo sé que se ha apoderado de mí con la fuerza de la convicción absoluta.

Lo que esta situación ha traído a mi ser es un estado de paz y tranquilidad absolutos que ha ido in crescendo con los años. Además, me ha permitido detectar la falta de este estado, en mi cuerpo. Es como si pudiera ver mis trastornos (de todo tipo) desde fuera de mí mismo. Como si una parte de mi ser estuviese en la Tierra, dentro de mi cuerpo, y otra, fuera, en algún lugar de la estratosfera (por mencionar un lugar) y de alguna manera o por algún mecanismo, se mantuvieran constantemente conectadas. Sería como una cadena de internet, pero a nivel universal. Podemos mantenernos conectados al sistema las veinticuatro horas del día aunque no siempre lo utilicemos (naveguemos). Así me siento yo. Permanentemente conectado a las Fuerzas del Universo, aunque no siempre las utilice.

Impregnado de toda esta situación que ya no sé ni cómo llamar, imagino que caigo desde el espacio, poniendo mis pies descalzos y con mi cuerpo desnudo, sobre la tierra de nuestro planeta. Sería una manera «no mundana» o «extraterrenal» de nacer. Sí, es una forma infantil, nazco ya desarrollado. Pero es así como se presentan las imágenes en la sucesión de mis pensamientos. Comienzo a percibir todo a través de los cinco sentidos que vienen incluidos en mi fisiología corporal. Y de pronto me veo inmerso en un lugar ajeno a mí, donde lo primero que hace la gente al llegar, es llorar. Luego, junto con sus cuerpitos que van creciendo, se desarrollan todo tipo de sentimientos, incluyendo «el amor», en una versión muy diferente a la que traen antes de nacer. Y se juntan. Todos se juntan. Necesitan juntarse, para bien o para mal. Y entonces aparece «la enseñanza», tan buena y tan mala. Todos enseñan y todos aprenden. Y a la par de desarrollar sus cuerpos y sus mentes, también desarrollan enfermedades, en los cuerpos y en las mentes.

De entre la inmensa cantidad de inventos y descubrimientos por los que el hombre se pueda enorgullecer, el más sobresaliente por su impacto masivo, coyuntural y de influencia en la casi totalidad de los habitantes del planeta, es el dinero. Basta pensar en la cantidad de gente, por día, que por defender su dinero y propiedades, pierden sus vidas.

Quien llega a este mundo no percibe de inmediato las características del lugar al que ha llegado. Esta percepción se va desarrollando también en forma conjunta con la adaptación al medio y a medida que el individuo desarrolla sus sentidos, su intelecto y su razón. Cuando éstos se le han desarrollado, también se ha adaptado. Por ello es que le cuesta tanto saber si él hubiese hecho las cosas de igual manera de haber contado con la posibilidad de decidir.

Hasta no hace mucho, las revoluciones ideológicas sólo pasaban por el planteo de cambios estructurales en el ámbito terrenal, que es el que palpamos.

Acabamos de ingresar en la era de lo desconocido (sólo hasta que sea conocido), etapa extrasensorial que agudizará al máximo nuestros sentidos, permitirá la utilización de todo el potencial de nuestra mente y una vez flotemos en la eternidad del Universo, sin la necesidad de sentir nada a favor ni en contra, de nada ni de nadie, sabremos que hemos debido pasar miles de años de nuestra historia sumergidos en un ensoñamiento con características de pesadilla y que finalmente hemos despertado. Y esto, no producirá en nosotros alegría. Y tampoco tristeza.

Extracto sacado del libro Sintonia de Rudy Spillman.

Este y todos los libros del autor, pueden descargarse gratuitamente en este blog, sobre el lado derecho o en el Blog del autor libro Abierto.

Todos los libros y trabajos  el autor poseen descarga gratuita  y los podrás encontrar en:   el blog del autor LIBRO ABIERTO

«Antes de vestir tu cuerpo de blanco, ilumina tu alma». La armonía, el amor y la luz están donde la vida te lleve. La iluminación de tus días y los colores con que los veas dependen de vos. No lo olvides, vos y sólo vos sos el hacedor de tus sueños y tu destino.

 

 

Fuente:

http://www.librovirtual.org/autor.php?autor=AUT0375

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