Hacer voluntariado (tercera parte) por Mª Jesus Verdú Sacases

Eva Martín Garcia

pajarito

Sigo como voluntaria de un refugio de perros y gatos. Hoy paseo con un perrito de esta protectora por un camino rural que serpentea entre las huertas y campos que la circundan. Hoy es un día de invierno soleado y animado por el canto de los pájaros.

El perrito me va siguiendo sin tirar de la correa. Escucho el sonido trino melodioso de fondo y me resulta tan relajante como una canción de cuna. A pesar de que no resido en la zona, los vecinos que se cruzan en mi camino, me saludan amablemente. La mayoría de ellos son labriegos que desde siempre cultivan sus fincas. Algunos de ellos hoy están podando árboles frutales. Veo como uno de ellos está trabajando con la podadora en su campo de olivos, a cierta distancia y de espaldas a mí. Al pasar no le digo nada para no perturbar su trabajo y sigo mi camino con el perrito de la protectora que está alegre y atento al entorno. Sin embargo, de regreso, vuelvo a encontrar a ese señor, el cual me mira y me saluda como si me conociera desde siempre.

-Veo que sigues paseando a los perritos de la protectora –me dice-. Yo asiento y le sonrío. Acto seguido él se va lentamente hacia su casa para encargarse del huerto familiar.

Hay algo aquí que me hace sentir perteneciente a este lugar y esto me emociona tanto que me hace saltar una lágrima pero el silencio del paisaje me abraza como si una presencia invisible me estuviera consolando. Interrumpen el momento dos perritos pequeños que al verme a mí y al perrito que paseo yo, se acercan ladrando para recordarnos que ése es su territorio y no el nuestro. Viven en una casa campestre situada a varios metros de mí. Los perritos se detienen. Son preciosos y me resultan simpáticos. Les dirijo palabras cariñosas pero siguen ladrando. Por lo visto, yo no les parezco tan simpática.

perro y gatos

La tranquilidad y la belleza de este paisaje natural me hacen sentir totalmente presente, arraigada al instante sin nada que me desvíe del aquí y del ahora.

Todavía hay gotas en la hierba de la reciente llovizna caída. Siento como si me fundiera en su frescura y transparencia, desnudando mi ser. Me embebo de la presencia que hace emergir en mí este lugar apacible. Percibo un estado natural de alerta y de enfoque en el ahora que emana del perrito que paseo y de los animales salvajes que habitan estas tierras. A veces he oído comentarios sobre lo peculiar o fuera de lo común que resulta el perrito que estoy paseando, pero yo lo considero mi Maestro del Ahora. Me enseña a ser libre y a dejar caer ese velo de preocupaciones que ahora no pesa nada.

Vuelvo a la protectora y veo a unos cachorros que se están comiendo una crema de verduras que les he traído hoy. A veces, cocino comida para los animales de la protectora o les traigo la que sobra de casa. De niña me enseñaron a ser responsable, a aprovechar y a ahorrar y esta protectora me da la oportunidad de perpetuar esos valores. Este lugar especial rezuma a humanidad y a solidaridad y no lo digo por mi pequeña contribución, sino por la gran labor del resto de los voluntarios y también por los propietarios de este refugio animal: por su entrega, compromiso y perseverancia en la ayuda a los perros y gatos. Sin duda, constituyen mi ejemplo a seguir y por esos los tengo como punto de referencia. Hay voluntarios que limpian las instalaciones y alimentan a los animales de la protectora, otros recogen comida de establecimientos que la donan generosamente. También hay particulares que vienen a la protectora no solo a adoptar animales sino también a traer alimento, medicamentos o mantas a los que no han tenido la suerte de ser adoptados. Muchas de estas personas lo hacen de forma bastante continuada, sacrificando su tiempo libre, sin embargo, siempre veo alegria en sus miradas. Además, hacen su trabajo de forma discreta, altruista, sin alardes o pretensiones. Su amor por los animales queda impreso en sus acciones más que en las  palabras. Admiro su fortaleza ante los imprevistos y cómo afrontan los obstáculos ante una sociedad que no siempre les comprende.

AUTOR TEXTO E IMÁGENES: Mª Jesus Verdú Sacases

VISTO EN: http://zonailuminada.blogspot.com.es/

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