Anna Bonus Kingsford: Sueño (2) El tren sentenciado

José Contreras

Anna Bonus Kingsford: Sueño (2) El tren sentenciado. Introducción

La Doctora Anna Bonus Kingsford, además de ser médico y luchar por la defensa de los animales, por los derechos de las mujeres y por una alimentación sana, tenía la capacidad de soñar de manera muy nítida en una forma que recuerda a los sueños del tiempo de los griegos o de obras como el Apocalipsis.

En esta ocasión presento les una traducción de su sueño el tren sentenciado (en el original The Doomed Train) y agrego una interpretación al final. 

Kingsford Solicita que la ayudes a interpretar el sueño: El tren sentenciado

Anoche me visitó un sueño tan extraño y vívido que me siento impelida a comunicártelo. No es solo para tranquilizarme de la impresión que me causó, sino para que me ayudes a encontrar el significado ya que estoy tan sobresaltada que no me atrevo a descubrirlo por mí misma.

Un reino de terror

Parecía que tú y yo estábamos con una considerable compañía de hombres y mujeres sobre quienes, con la excepción mía, ya que yo estaba ahí voluntariamente, caía una sentencia de muerte.

Yo sabía –no sé cómo- que esta terrible sentencia había sido pronunciada por los agentes oficiales de un nuevo reino de terror.

Estaba segura que ninguna de las partes había sido culpable de algún crimen que mereciera la muerte. Sin embargo, la pena había sido consecuencia de su conexión con algún régimen político social o religioso al que se había decretado su total destrucción.

Sabíamos que la sentencia se iba a realizar en una escala colosal, pero permanecíamos en completa ignorancia sobre el lugar y el método de la ejecución. Hasta ese momento, el sueño no me dio intimación de la horrible escena que estaba a punto de ocurrir frente a mí. Una escena que llevó a su máxima tensión a mis sentidos de la vista, audición y tacto, de manera tal que no tenía precedente en mis sueños anteriores.

Era una noche, oscura y sin estrellas. Me encontré, junto con todos los hombres y mujeres condenados que sabían que iban a morir pronto, pero, no el cómo, ni el dónde.

Estábamos en el tren, que corría sobre la vía férrea, a través de la oscuridad a un destino desconocido.

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Estábamos en la vía férrea, corriendo a través de la oscuridad a un destino desconocido.

¡No hay nadie conduciendo la locomotora!

Me senté en la parte trasera del tren, en un asiento de la esquina, mirando por la ventana en la oscuridad, cuando, repentinamente, una voz que parecía hablar desde el aire, me dijo en un tono intenso, bajo y muy claro –el solo recordarlo me hace estremecer-.

La sentencia se está cumpliendo en este momento. Todos ustedes están perdidos. Delante del tren hay un aterrador precipicio de impresionable altura y en su base un mar sin fondo. La vía férrea termina en el abismo. El tren se dirige al exterminio.   ¡NO HAY NADIE CONDUCIENDO LA LOCOMOTORA!

 

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La vía férrea termina en el abismo. El tren se dirige a la exterminio. ¡NO HAY NADIE CONDUCIENDO LA LOCOMOTORA!

Hay una sola forma de salvación: saltar del tren

Me levanté llena de horror y miré a mi alrededor las caras de las personas en el vagón. Ninguno había dicho, ni escuchado estas terribles palabras. Las lámparas del techo del vagón parpadeaban sobre los semblantes cercanos.

Los miré uno por uno, pero no vi signos de alarma en ninguno de ellos. Luego, la voz desde el aire me volvió a hablar. “Hay una sola forma de salvación: saltar del tren”.

Con angustiosa velocidad abrí la puerta del vagón y me paré en el escalón. El tren corría a una velocidad espantosa, se balanceaba de un lado a otro con la pasión de su velocidad y el poder del viento que golpeaba mi cabello y desgarraba mi vestido.

Al final, en uno de los compartimientos, te vi.

Hasta este momento, no había pensado en ti, ni siquiera estaba consciente de tu presencia en el tren. Me agarre fuerte de la baranda de la puerta del tren, comencé a arrastrarme por la plataforma hasta la cabina del conductor, con la esperanza de encontrar la posibilidad de saltar con seguridad.

Pasé desde un vagón a otro y miraba que los pasajeros no mostraban tener alguna idea del destino al cual se apresuraban. Al final, en uno de los compartimientos, te vi. “ven” grité. “ven y sálvate, en un minuto volaremos en pedazos».

No. No saltaremos. Pararemos el tren

Tu te levantaste de inmediato, abriste la puerta y estabas a mi lado en la salida. La rapidez a la cual viajabamos era más pavorosa que nunca. El tren oscilaba al tiempo que corría. El viento chillaba como si nos estuviese arrastrando. “Salta” te grité. “Salvate” “Si te quedas tu muerte es segura. Delante de nosotros está el abismo y no hay nadie en la cabina».

En este momento, volviste tu cara hacia mí, con una mirada de intensa firmeza dijiste, “No. No saltaremos. Pararemos el tren”.

Al decir esto, me dejaste y te arrastraste por el pasadizo hasta el frente del tren. Llena de rabiosa ansiedad por lo que me parecía un acto quijotesco, te seguí.

Era cierto: Nadie conducía la locomotora

En uno de los vagones, vi a mi madre y a mi hermano mayor, tan inconscientes como el resto. Al final, llegamos al último vagón y vi la luz espeluznante del horno y tal como me lo dijo la voz, no había nadie en la cabina.

Tú avanzaste. “Imposible, Imposible” Te grité. “No se puede, Te ruego, regresa”.

Entonces te inclinaste en la plataforma, y dijiste: “Tienes razón. No se puede hacer de esa manera, pero podemos salvar al tren. Ayúdame a separar estos ganchos.

La cabina estaba conectada con los vagones del tren por dos grandes ganchos. Con gran esfuerzo, en el que casi perdí el equilibrio, desenganchamos los hierros y liberamos el tren.

Entonces, con un gran salto, como si fuese un monstruo descomunal, la locomotora se volteó y aumentó su velocidad y, dejando rastros de fuego, se perdió en la oscuridad.

¡Están salvados! ¡Están salvados!

Permanecimos en la plataforma. Miramos, en silencio, como disminuía la velocidad. Cuando, al final, los vagones del tren se detuvieron, les gritamos a los pasajeros: “Están salvados, están salvados” y entre la confusión de abrir las puertas, descender y hablar de manera acelerada, mi sueño terminó. Me quedé sobresaltada con el corazón palpitante con todo este horror.

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Permanecimos en la plataforma. Miramos, en silencio, como disminuía la velocidad. Cuando, al final, el tren se detuvo, les gritamos a los pasajeros: “Están salvados, están salvados”

Anna Bonus Kingsford. Londres, Noviembre, 1876

Interpretación del sueño El tren sentenciado

Este sueño fue escrito en 1879, sin embargo, su simbolismo es muy actual. Si queremos podríamos decir que Anna Bonus Kingsford nos pide que la ayudemos a interpretar este sueño a partir de nuestra experiencia del siglo XXI.

Podemos decir que cuando habla de TÚ, se refiere al lector del siglo XXI. ella no recordaba que TÚ estabas en el tren, pero TÚ cumpliste inteligentemente tu papel y salvaste a todos los viajeros.

El tren es la imagen de un país o del planeta completo. La gran mayoría de los habitantes sabe que hay problemas, pero  cada uno espera que los políticos busquen las soluciones. La primera solución es huir. Otra es controlar el ferrocarril. El problema de karma no se soluciona dejándole la responsabilidad a otros, ni huyendo. Es muy posible que la solución que se nos ocurre no sea práctica. Pero, tenemos que adquirir experiencia

Tenemos que separarnos de las fuerzas que nos arrastran hacia el precipicio.

Una de las ideas claves de este sueño es que hay fuerzas que quieren crear un reino del terror. Para esto necesitan que la gente sienta miedo y que ese miedo los obligue a odiar a quienes son diferentes.

Nadie conducía la locomotora

Esta expresión nos dice que cuando afrontamos un problema debemos preguntarnos ¿Quién esta conduciendo? ¿Estamos dejando nuestra responsabilidad en manos de otro?

Si dejamos de sentir miedo y dejamos de odiar, nos estamos separando de esas fuerzas que han llevado al mundo a las guerras.

Nos hacemos responsables de nuestra vida

Si dejamos de sentir miedo y dejamos de odiar, nos estamos separando de esas fuerzas que han llevado al mundo a las guerras. Si guiamos nuestras emociones, estamos cuidando nuestras energías. Si hay energía podemos tomar la dirección. Dentro de nosotros hay una guerra con todo lo negativo que hemos creado en otras vidas. Si nos hacemos responsables y desarrollamos nuestro carácter, cambiamos nuestro karma y mejoramos la vida de nuestros compañeros de viaje.

Este sueño de Anna Bonus Kingsford sigue siendo muy actual y se dirige a ti y a cada uno de nosotros. Nos pide que ayudemos a interpretarlo y que busquemos la manera de separarnos de las fuerzas que nos quieren arrastrar al precipicio.

Amigo lector ¿Cómo interpreta usted este sueño?

 

Bibliografía

Anna Bonus Kingsford  Cap. 1. The doomed Train en Dreams and dream-stories pp. 15-18 http://www.humanitarismo.com.br/annakingsford/english/Works_by_Anna_Kingsford_and_Maitland/Texts/05-OAKM_I_Dreamtxt1-web.htm#2

 

Autor: José Contreras redactor y traductor en la gran familia de hermandadblanca.org

 

 

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