"El Juramento" y "Revelación de la palabra", por el Maestro Tibetano Djwhal Khul

Jorge Gomez (333)

Maestro Tibetano djwhal khul

CAPITULO XIV

EL JURAMENTO


El Trabajo de la Logia durante la Iniciación.


Llegamos a la parte más solemne de la ceremonia de la Iní­ciación. Esta ceremonia desde cierto punto de vista, está clasifi­cada en tres partes.


En la primera, el iniciado se ocupa y conoce a su propio y auténtico Yo, la Presencia, y   percibe la visión y el plan.


En la segunda, el iniciador implicado maneja el Cetro de fue­go y obtiene cierto resultado específico en el cuerpo del aspirante.


En la tercera, el Hierofante le revela ciertas palabras y fór­mulas que el iniciado las lleva en su conciencia, para cumplir mejor la parte del plan que le corresponde.


Durante el proceso, la Logia de Maestros, congregada fuera del Triángulo de fuerza, se ocupa de esta triple tarea, a fin de ob­tener determinados resultados en la conciencia del iniciado y ayu­dar al Hierofante en su difícil empresa. Debe recordarse que, de acuerdo a la Ley de Economía, cuando se hace una aplicación o transmisión de fuerza desde un centro de fuerza a otro, tenemos la consiguiente disminución en el centro de abstracción. Ésta es la base del establecimiento de temporadas y estaciones, en conexión con la ceremonia de la Iniciación. El Sol es la fuente de toda energía y poder, y la tarea del Iniciador es más fácil cuando se aprovechan condiciones solares favorables. Las temporadas y es­taciones se establecen por medio de la astrología esotérica, solar y cósmica, basada lógicamente en cifras exactas, en el verdadero concepto matemático y en el conocimiento real de hechos fundamentales, concernientes a los planetas y al sistema solar. Invaria­blemente se confecciona el horóscopo del iniciado para fijar el momento de una iniciación individual, y sólo cuando los signos individuales se fusionan y coinciden con el horóscopo ceremonial, por el cual se guía el Iniciador, es posible llevar a cabo la ceremonia. Por tal razón, a veces se posterga la iniciación para una vida posterior, aunque el iniciado haya efectuado el trabajo necesario.


La triple tarea de la Logia durante la ceremonia, puede des­cribirse de la manera siguiente:


Primero: la entonación de ciertos mántram libera energía de determinado centro planetario. Debe recordarse que todo esquema planetario es un centro en el cuerpo de un Logos solar e incorpora un tipo especial de energía o fuerza. De acuerdo a la energía de­seada en determinada iniciación, es transferida al iniciador por medio del Sol, y desde el centro planetario, al iniciado. El proce­dimiento es el siguiente:


  1. La energía es movilizada desde el centro planetario por el poder del Logos planetario, ayudado por el conoci­miento científico de la Logia y la utilización de ciertas palabras de poder.


  1. De allí pasa al Sol, donde se mezcla con la energía solar pura.­


  1. Del Sol, la energía es trasmitida a determinada cadena en el esquema de nuestra Tierra, que numéricamente co­rresponde a determinado y originante esquema plane­tario.


  1. De allí es transferida al globo correspondiente y desde és­te al planeta físico denso. Por el empleo de un mán­tram especial, el Iniciador enfoca la energía en Su pro­pio cuerpo, utilizándolo como receptor y transmisor y, fi­nalmente, llega hasta el iniciado vía el Triángulo y los Padrinos. Por lo tanto, resultará evidente para el estu­diante, que cuando el iniciador es el Señor del Mundo, reflejo físico del Logos planetario de nuestro esquema, la fuerza llega más directamente al iniciado que en las dos primeras iniciaciones, donde el Bodhisattva es el Hierofante. Hasta la tercera iniciación no estará el ini­ciado en condiciones de recibir directamente fuerza pla­netaria.


Segundo: la concentración efectuada por la Logia, ayuda al iniciado a reconocer en sí mismo los diferentes procesos pasados. Esto se logra actuando definidamente sobre su cuerpo mental, estimulando así a todos los átomos mediante el poder mental uni­do de los Maestros. Así se ayuda directamente a la comprensión. Dicha concentración no se asemeja en modo alguno a la suges­tión hipnótica ni a la potente impresión de las mentes fuertes so­bre las débiles. Cuando los Maestros e Iniciados se reúnen, tiene el carácter de una enérgica meditación sobre el yo y las realidades implicadas. Por medio de la fuerza así liberada, el iniciado puede transferir más fácilmente su conciencia, fuera del no?yo, a las esen­cialidades divinas que le conciernen en forma inmediata. El poder mental de los Maestros logra interceptar la vibración de los tres mundos y permite al aspirante «abandonar tras sí» todo el pasado y obtener la visión del futuro, que ve el fin desde el principio y las cosas del tiempo como si no existieran.


Tercero: por medio de cierta actividad rítmica ceremonial, la Logia ayuda grandemente en la tarea de la iniciación. Así como el festival Wesak da por resultado una demostración de fuerza debido al empleo de los mántram entonados, a los sagrados pasos del ceremonial y al entrelazamiento de la multitud congregada formando figuras geométricas, así en la ceremonia de la inicia­ción se emplea un procedimiento análogo. Las figuras geométricas apropiadas para las diversas iniciaciones difieren, y en ello sub­yace una de las protecciones de la ceremonia. El iniciado sólo conoce la figura prefijada para su propia iniciación.


Los Maestros y los Iniciados reunidos en la Logia se ocupan de los tres aspectos del trabajo, hasta el momento en que es apli­cado el Cetro. Entonces el iniciado se convierte en un miembro de la Logia, luego cambia todo el ceremonial antes del juramento y previamente a la revelación de la Palabra y el Secreto.


Los padrinos se apartan del iniciado y ocupan Su lugar en las filas, mientras los tres Budas de Actividad (o Sus represen­tantes en las dos primeras iniciaciones) ocupan su lugar detrás del trono del Hierofante. Los miembros de la Logia se agrupan en forma distinta y los iniciados del mismo grado del reciente­mente admitido aspirante, lo rodean y, ayudan en la parte final de la ceremonia. Los demás iniciados y adeptos están presentes, cada uno en sus distintas graduaciones.


Las tres primeras etapas de la ceremonia de la iniciación son iguales en todas las iniciaciones. En las dos etapas finales, quie­nes no poseen el mismo grado del recién iniciado (tal como los ­iniciados de primer grado en la iniciación de un miembro de ter­cer grado) se retiran al fondo del Aula de la Iniciación, en Sham­balla, y mediante la energía mántrica de los dos grupos, se levanta un «muro de silencio»; puede decirse que se forma un vacío, y nada puede ser trasmitido entre el grupo interno y el externo. El grupo externo se entrega a una profunda meditación y entona ciertas fórmulas; el grupo interno, que rodea al Hierofante, efec­túa una doble ceremonia:


  • El recién iniciado presta juramento.
  • Se le comunican determinadas palabras y secretos.


Dos tipos de juramento.


Los juramentos relacionados con la Jerarquía oculta pueden clasificarse en dos grupos:


El Juramento de la Iniciación, mediante el cual el inicia­do se compromete, en el más     solemne juramento, a no revelar jamás, bajo pena de rápido castigo, ningún secre­to oculto ni a expresar en palabras, fuera del Aula de la Iniciación, lo que se le ha confiado a su custodia.


El Juramento del Cargo. Se presta cuando algún miem­bro de la Logia toma posesión de un cargo específico en el trabajo jerárquico. Este juramento se refiere a sus funciones y relaciones con:


  • el Señor del Mundo,
  • Su superior inmediato,
  • sus colaboradores en la Logia,
  • el mundo de los hombres al que deberá servir.


No es necesario agregar más respecto a este último juramen­to, pues concierne tan sólo a quienes ocupan cargos oficiales en la Jerarquía.


El Juramento de la Iniciación.


El Juramento de la Iniciación, al cual nos referimos, se divide en tres secciones, y el Hierofante lo recibe del iniciado, y éste lo repite frase por frase después del Iniciador; acentúan distintos puntos mediante la entonación de los iniciados del mismo grado, con palabras en senzar, equivalente a «así sea».


Las tres divisiones del juramento pueden describirse, en tér­minos generales, de la siguiente forma:


  1. Una frase solemne que personifica el propósito que mue­ve al iniciado; una afirmación de su invariable actitud voluntaria; la solemne declaración de su comprensión, juntamente con la promesa de no revelar parte alguna del propósito conocido, excepto en lo que revelen su vida diaria en el mundo de los hombres y su servicio. Esto involucra el juramento de guardar secreto respecto a la parte revelada del plan logoico, visto en «la reve­lación de la visión».


  1. El compromiso de carácter profundamente solemne, que concierne a su relación con los demás yoes, con la Logia de la cual es miembro y con los yoes de los hombres de todas partes. Esto involucra cierta actitud hacia sus her­manos de todos los grados, e incluye también el serio compromiso de no revelar nunca la verdadera natura­leza del aspecto del yo, como se le ha demostrado en la iniciación. Esto incluye el juramento de guardar secre­to respecto a la relación establecida entre el Logos solar y el Logos planetario, y el Logos planetario de nuestro esquema y el esquema mismo.


  1. La enunciación de la solemne promesa de no revelar nun­ca a nadie el conocimiento recibido sobre las fuentes de fuerza y energía con las cuales ha entrado en contacto. Este triple juramento consiste en guardar absoluto silen­cio sobre la verdadera naturaleza de la energía, sus leyes de manipulación y la promesa de emplear sólo la fuerza puesta a su disposición, mediante la iniciación para ser­vir a la raza, y así acrecentar los planes del Logos pla­netario.



Este gran juramento permanece velado bajo diferentes tér­minos, según la iniciación recibida, y, como ya se ha dicho, se recibe en tres partes, con un intervalo entre cada una de ellas, destinado a ciertas ceremonias realizadas por el grupo de inicia­dos que rodean al hermano recientemente admitido.


Debe observarse que cada parte del juramento concierne a cada uno de los tres aspectos de la manifestación divina; cuando el iniciado presta juramento, uno de los tres Guías departamen­tales colabora con el Iniciador en el trabajo de recepción. Así se llega a disponer de esa energía de triple naturaleza, según las di­ferentes partes del juramento prestado. Esta energía desciende al iniciado desde los tres rayos mayores, a través del Hierofante y de los correspondientes Guías departamentales, en las dos pri­meras iniciaciones, por intermedio del grupo de iniciados del mis­mo grado, de modo que cada iniciación es un estímulo y expan­sión para todos. En las cinco iniciaciones finales la fuerza fluye a través de los tres Budas de Actividad, en lugar de hacerlo por medio de los Guías departamentales.


Sería útil señalar que durante esta parte de la ceremonia, el grupo está bañado por el color que corresponde al tipo de energía y al esquema planetario de donde originó, y el trabajo del Ini­ciador consiste en poner al iniciado en contacto con esta energía, la cual desciende sobre el grupo, desde el instante en que se ha efectuado la segregación; esto lo hace el Iniciador utilizando cier­tas palabras y elevando Su Cetro de Poder. Los tres Budas de Actividad, que en los grandes centros de energía de nuestro planeta tocan el extremo del Cetro con sus báculos oficiales, pro­nuncian al unísono cierta palabra mística, comenzando entonces el descenso que prosigue hasta el fin de la ceremonia.


Quizás se pregunten si algunos iniciados no cumplen su jura­mento. Esto sucede muy rara vez, pues debe recordarse que no se recibe ninguna iniciación hasta no haber llegado a cierta etapa. Han ocurrido pocos casos, pero como el Señor del Mundo sabe todo lo que sucede en el futuro, en el presente y en el pasado, el iniciado no tiene la oportunidad de revelar lo oculto. Puede exis­tir la intención, pero no tendrá la oportunidad. El iniciado que así peca por intentarlo, se verá privado del uso de la palabra y hasta de la vida, antes de fracasar.


CAPÍTULO XV

REVELACIÓN DE LA PALABRA


Palabras solares.


La base de todos los fenómenos manifestados es el sonido enunciado, o palabra pronunciada con poder, es decir, con el pleno propósito de la voluntad tras de ella. Aquí radica, como se sabe, el valor de la meditación, que produce eventualmente ese propósito interno y recogimiento dinámico, o esa interna idea­ción, que debe preceder infaliblemente a la pronunciación de cualquier sonido creador. Cuando se dice que el Logos produjo los mundos a través de la meditación, se quiere significar que dentro de Su propio centro de conciencia hubo un período en que caviló y meditó sobre los propósitos y planes que tenía en vista, visualizó para Sí el entero proceso del mundo, como un todo per­fecto, viendo el fin desde el principio y teniendo conciencia de los detalles de la consumada esfera. Entonces, cuando terminó Su meditación, todo se completó como en un cuadro ante Su vi­sión interna y empleó cierta Palabra de Poder que le fue comu­nicada por Aquel de Quien Nada Puede Decirse, el Logos del es­quema cósmico, del cual nuestro sistema es tan sólo una parte. No nos conciernen las iniciaciones cósmicas y logoicas, excepto en la medida que las iniciaciones humanas reflejan sus asombro­sos prototipos, pero al estudiante le interesa conocer que, así como en cada iniciación se le confía al iniciado una Palabra de Poder, también se le confió al Logos la gran Palabra de Poder, que pro­dujo a nuestro sistema solar, denominada «Palabra Sagrada» o AUM. Debe recordarse que el sonido Aum es el esfuerzo del hombre por reproducir, en escala infinitamente pequeña, el triple sonido cósmico que hizo posible la creación. Las Palabras de Poder de todos los grados tienen una triple secuencia:


  • Primero. Las pronuncia alguna entidad totalmente autocons­ciente, esto sucede invariablemente después de un período de de­liberación o meditación, donde se visualiza totalmente el propósito.


  • Segundo. Afectan al reino dévico y producen la creación de formas. Este efecto tiene un doble carácter:


  1. Los devas del sendero evolutivo, los grandes constructo­res del sistema solar y los que están subordinados a ellos, que han pasado la etapa humana, responden al sonido de la Palabra, y con comprensión colaboran conscientemen­te con quien la exhaló, y así se lleva a cabo el trabajo.
  2. Los devas del arco involutivo, los constructores menores, que no han pasado por la etapa humana, también res­ponden al sonido, pero inconscientemente o por la fuer­za; por el poder de las vibraciones iniciadas construyen con su propia sustancia las formas requeridas.


  • Tercero. Actúan como factor estabilizador, y mientras per­siste la fuerza del sonido, las formas permanecen coherentes. Por ejemplo, cuando el Logos termine la enunciación del sagrado AUM y cese la vibración, se desintegrarán las formas. Lo mismo ocurre con el Logos planetario, y así sucesivamente en escala descendente.


Las Palabras de Poder o variaciones del Aum, existen en todos los tonos posibles, semitonos y cuartos de tono , y sobre estos matices del sonido se erige el trabajo de la creación y su susten­tación. Dentro de cada sonido mayor hay multiplicidad de  soni­dos que afectan a diferentes grupos. Hablando general y amplia­mente, los sonidos del sistema solar están incluidos en dos grupos:


  1. Sonidos iniciáticos, o los que en todos los planos producen  manifestaciones o fenómenos de   algún tipo.


  1. Sonidos resultantes, o los producidos desde adentro de las formas durante el proceso evolutivo, constituyendo el conglomerado de los tonos de cada forma, en cualquier reino de la naturaleza. Toda forma tiene de igual modo un tono que es la resultante de los diminutos sonidos pro­ducidos por los átomos que componen esa forma. Estos sonidos dimanan del grupo anterior, y afectan a grupos inferiores o reinos, si la palabra «inferior» puede emplear­se en relación con algún sector de la manifestación divi­na. Por ejemplo, el reino humano, la cuarta Jerarquía creadora, fue producida por un triple Aum, pronunciado al unísono en una clave determinada, por las tres per­sonas de la Trinidad ?Dios Padre, Dios Hijo y Dios Es­píritu Santo, o Shiva, Vishnu y Brahma. Este sonido aún persiste; la interacción y la mezcla de las numerosas y pequeñas notas de cada ser humano, producen en con­junto un gran sonido, que puede oírse en los lugares ele­vados, teniendo a su vez un definido efecto sobre el rei­no animal. Es uno de los factores que producen formas animales, ya sea para el ser humano o para el animal, pues debe recordarse que el hombre es el vínculo entre lo animal y lo divino.


No es posible ni deseable enumerar las Palabras de Poder, pero se pueden dar ciertas indicaciones generales que ayudarán al estudiante a darse cuenta de la magnitud del tema y su comple­jidad:


  1. La Gran Palabra, tal como la pronuncia el Logos del sis­tema solar y como Le es  comunicada por Su superior.


  1. Tres Palabras que el Logos solar ha confiado a cada uno de los tres Logos, y son:


  1. El sonido sagrado A, comunicado a Shiva, Aquel Que in­corpora el espíritu o aspecto voluntad. Es la palabra por la que actúa Dios Padre.


  1. El sonido U, comunicado a Vishnu, Dios, el Hijo. Es el constructor de la forma y proporciona el cuerpo que debe ocupar el espíritu, posibilitando la encarnación divina. A, es el sonido de la vida; U, es el sonido de la forma.


  1. El sonido M, comunicado a Brahma, que, en Su función de Proveedor de energía, vincula con inteligencia activa al espíritu y la forma, o el yo y el no?yo.


Cabría señalar al estudiante, que si reflexiona inteligente­mente, recibirá mucha información sobre las funciones de los tres departamentos de la Jerarquía de nuestro planeta.


  1. Siete Grandes Palabras, basadas en los tres sonidos sa­grados Aum, produjeron la creación o manifestación de los siete planos de nuestro sistema solar. Estas palabras no se confían a entidades humanas, sino a siete grandes Devas o Señores Rajas, vidas animadoras de un plano; por eso en las diversas iniciaciones es necesaria su colaboración, antes de confiarle estas palabras cla­ve al iniciado.


  1. Cuarenta y nueve Palabras relacionadas con los cuarenta y nueve subplanos o Fuegos. Se confían a los cuarenta y nueve constructores de los Fuegos Sagrados. Los dos grupos de palabras anteriores se hallan en la jurisdicción del tercer aspecto y son­ otorgados por Brahma.


  1. Hay también cinco grandes Palabras cuyos signos están bajo la jurisdicción de Vishnu, o Dios el Hijo, y Él las exhala. Por su intermedio vinieron a la existencia los cinco reinos de la natu­raleza en el arco evolutivo:


El reino mineral.

El reino vegetal.

El reino animal.

El reino humano.

El reino espiritual.


Estos cinco reinos constituyen cambios o están construidos sobre el sonido U, así como las palabras enumeradas anteriormen­te lo están sobre el sonido M.


Es interesante observar que los tres primeros reinos están basados en dos sonidos; la U emitida sobre el tono básico de la M. En el cuarto reino, el tono M se va desvaneciendo, y las dos notas emitidas son U y A. En el quinto reino, la M se reduce a un inaudible subtono; la U se fusiona con ella y no se la puede distinguir, y la A, o nota de Shiva, resuena poderosamente y es la única nota que prácticamente se oye. Por la emisión de esta nota, la de Shiva, el Destructor, se niega al no?yo y se disuelve todo lo que no es del espíritu. El sonido de la A afecta el desliga­miento, o la liberación del iniciado, de los tres mundos.


  1. Hay también ciertas palabras confiadas a cada uno de los Logos planetarios, base de la manifestación planetaria. Como bien se sabe, el sonido del aspecto Brahma, o tercer aspecto de nuestro Logos planetario, es la nota FA; aquí reside gran parte de la iluminación respecto a su etapa de evolución, pues se evi­dencia inmediatamente que el sonido A está llegando hasta el fí­sico denso.


  1. En nuestra propia Jerarquía existen muchas palabras de­rivadas de la Gran Palabra de nuestro Logos planetario, confia­das a los Guías departamentales, Quienes a su vez las trasmiten en orden intercambiable a los iniciados graduados. Es necesario que el estudiante sepa diferenciar entre los conceptos, palabra y sonido, pues la palabra vela el pensamiento, idea o propósito, y el sonido hace posible manifestar, en cualquier clase de materia, alguno de los siete planos.


No podemos explicar la expansión de las palabras fundamen­tales, desde su enunciación, por entidades cósmicas, descendiendo hasta las infinitesimales diferenciaciones producidas por el len­guaje del hombre, las expresiones vocales de los animales y el canto de las aves. Cada uno es una manifestación de conciencia en cierto grado y producen su efecto. El iniciado aprende a emitir sonidos conscientemente; logra los resultados deseados y preme­ditados, pronuncia palabras, tiene plena conciencia de las conse­cuencias en todos los planos, crea formas y dirige la energía por medio de sonidos sagrados, impulsando así los fines de la evolu­ción.


Fue necesaria esta disgresión antes de referirme a las pala­bras confiadas al iniciado, a fin de subrayar la importancia radical del asunto y justificar así la celosa protección de este aspecto del trabajo divino.


El empleo de las Palabras.


Nos hemos ocupado brevemente de la significación de las Pa­labras de Poder. Ahora resumiremos algunos de los postulados inferidos y luego trataremos parcialmente la ceremonia de la ini­ciación y las Palabras confiadas al iniciado. Los postulados que aquí se enuncian son nueve, y si el aspirante reflexiona detenida­mente sobre ellos, obtendrá una gran revelación acerca del pro­ceso creador y del poder de la palabra:


  1. Todas las Palabras de Poder tienen su raíz en la gran Palabra confiada al Logos solar en los albores de la manifes­tación.


  1. Todas las Palabras de Poder son intercambios o expan­siones de los tres sonidos fundamentales, que acrecientan su lon­gitud a medida que se van involucrando los planos, hasta llegar a las frases y al lenguaje de la unidad finita, el hombre, con sus miríadas de diferenciaciones.


  1. Por lo tanto, en el sendero de retorno, el lenguaje es más breve; las palabras se emplean con parquedad y, finalmente, llega el momento en que el adepto emplea fórmulas de Palabras, sólo cuando son necesarias para llevar a cabo propósitos especí­ficos, en dos sentidos:


a. Procesos creadores definidos.

b. Dirección específica de la energía.


Esto lo lleva a cabo lógicamente en los planos de los tres mundos.


  1. Por lo tanto, cuando el aspirante se prepara para la ini­ciación debe hacer principalmente tres cosas:


  1. Controlar todas las actividades de su triple naturaleza in­ferior. Ello involucra aplicar energía inteligente a cada átomo de sus tres envolturas ?física, astral y mental? que literalmente constituyen el fulgor de Brahma o tercer as­pecto del Dios interno.


  1. Controlar la palabra en todos los instantes del día. Algo fácil de decir, pero muy difícil de practicar, y quien lo lo­gra se aproxima rápidamente a la emancipación. Esto no se refiere a la reticencia, a la melancolía, al silencio o mu­tismo, que caracterizan a las naturalezas poco evolucio­nadas y que en realidad se hallan en un estado de inar­ticulación. Se refiere al empleo controlado de las pala­bras para obtener ciertos fines y a la retención de la energía vocal cuando no es necesaria, algo muy diferente. Involucra el reconocimiento de los ciclos, de las tempo­radas y de las estaciones; supone el conocimiento del po­der del sonido y de los efectos producidos por la palabra hablada; entraña  la comprensión de las fuerzas construc­tivas de la naturaleza y su debido manejo y se basa en la capacidad de manejar sustancia mental y ponerla en movimiento para obtener resultados en la materia física, de acuerdo con el propósito claramente definido del Dios interno. El fulgor del segundo aspecto del yo, Vishnu, o aspecto constructor de la forma, es la principal caracte­rística del ego en su propio plano. Debería reflexionarse sobre esto.


  1. Meditar y llegar a conocer el propósito del ego. Esta me­ditación pone constantemente de relieve el primer aspec­to, y la voluntad consciente del Dios interno puede ha­cerse sentir en el plano físico.


Las tres actividades del aspirante deben ir a la par y se observará que la segunda es resultado de la primera, manifes­tándose como energía en el plano físico. Sólo cuando el aspiran­te haya realmente logrado un real progreso en estas tres direc­ciones de esfuerzo, se le confiará la primera de las grandes Pa­labras.


  1. Cada gran palabra incluye en sí misma sus propias di­ferenciaciones, expansiones e intercambio y el iniciado, al pro­nunciarla, pone en movimiento la menor, mediante la vibración de la mayor. De ahí la enorme responsabilidad y la magnitud de los resultados obtenidos. Toda palabra es confiada al iniciado, oral y visualmente. Se le comunica, primero verbalmente, en forma de siete sílabas, cada una de las cuales debe ser recordada como palabra separada; luego se le enseña a combinar las siete sílabas, para formar un triple sonido y producir así resultados más armónicos y trascendentales. Finalmente, los tres sonidos se fusio­nan en una sola Palabra, la cual se le confía. Las siete palabras que forman la gran Palabra son comunicadas al iniciado en cada iniciación por los iniciados del mismo grado. Este grupo se divi­de en otros siete, según el subrayo o formación del rayo, y cada grupo entona entonces una Palabra en rápida rotación. Simul­táneamente los colores y símbolos de los distintos sonidos pasan ante el iniciado, de modo que oye y ve lo que se le confía. El grupo más avanzado que rodea el trono (los tres Guías Departa­mentales en las dos primeras iniciaciones y los Pratyeka Budas en las finales) entonan para el iniciado la triple Palabra que fusiona a las siete, y nuevamente él la ve ante su ojo interno. Por último, el Iniciador la pronuncia y el iniciado es consciente in­ternamente de haber experimentado en forma práctica el gran sonido uno y sabe cual es la vibración de determinado centro. Es bien sabido que todo centro está conectado con algún plano, esquema, rayo u otras divisiones septenarias, poniéndose así en evidencia la significación de su reacción interna.


  1. Los Maestros e Iniciados, en Su tarea de contribuir a la evolución de los tres mundos, se ocupan principalmente de las siete sílabas de la Palabra de Su grado. Las tres palabras que unen las siete son empleadas raras veces, salvo bajo la sanción directa de uno de los Guías Departamentales. (De acuerdo a la sílaba involucrada, cada palabra está conectada directamente con el triple Aum y por lo tanto con el aspecto Brahma, Vishnu y Shiva, de los cuales los tres Guías son los representantes pla­netarios).


Cuando algún iniciado desea emplear la Palabra como una unidad, para fines evolutivos, debe lograr la sanción de la Logia reunida, pues dicha Palabra afecta a la materia de todo un pla­no dentro de un esquema planetario y, en consecuencia, a la materia de esos planos subsidiarios del plano involucrado. Por ejemplo, un iniciado de tercer grado, al pronunciar la Palabra de su grado, influye sobre la materia de los subplanos mentales inferiores y, por lo tanto, sobre la de los planos astral y físico. Un iniciado de segundo grado, influye de igual modo sobre el plano astral y, por consiguiente, sobre el físico. Así se obtienen resultados de gran alcance, que influyen sobre el trabajo de mu­chas personas.


  1. Cada Palabra diferenciada o sintetizada afecta a los rei­nos dévicos y desde allí al aspecto constructor de la forma de la manifestación. Todo sonido produce su correspondiente res­puesta en la sustancia dévica e impulsa a multitudes de diminu­tas vidas a adoptar formas específicas. Estas formas persisten y llevan a cabo sus funciones, mientras se prolonga el sonido que las produjo, y la específica energía volitiva de aquel que ini­ció el sonido va dirigida hacia la forma viviente. Esto también es verdad respecto a un Logos solar al pronunciar el Aum, crean­do así el sistema solar; cuando un Logos planetario pronuncia Su Palabra planetaria crea un esquema planetario; un adepto al producir resultados, al ayudar a la humanidad en el plano fí­sico y a un ser humano común ?en lenguaje diferenciado y di­versificado, expresa un propósito interno o estado mental y construye una forma o vehículo con sustancia dévica. La ma­yoría de los seres humanos construyen todavía inconscientemen­te, y la forma construida es un agente benéfico o maléfico, según sea el móvil o propósito del hombre y cumplirá su voluntad mien­tras dure el período estipulado de su existencia.


  1. Cada Palabra entonada se caracteriza por:


  1. Un color específico.
  2. Un tono determinado.
  3. Una forma especial.
  4. Cierto grado de energía o actividad.
  5. La naturaleza de la vida animadora, autoconsciente, consciente o inconsciente, Dios, hombre o deva.


El estudiante hallará que esto es verdad respecto a un sistema solar, un esquema planetario, un ser humano, una forma mental animada por una vida elemental y al átomo del físico o del químico. Por el conocimiento de estos hechos y por su comprensión consciente, se conocerá al verdadero ocultista. El Logos solar pronunció una Palabra, la forma de nuestro sistema solar vino a la existencia, su color es azul y su nota un deter­minado tono musical cósmico. Su grado de actividad es de ín­dole específica y matemática, inasequible a la mente humana en la actual etapa de evolución, y la naturaleza de su gran Vida ani­madora, el triple Logos, es Amor inteligente activo.


  1. La gran Palabra de nuestro sistema solar se puede afi­nar, si es posible expresarlo así, con otras Palabras, pues no es más que una palabra de la séptuple Palabra, conocida por esa gran Existencia que se halla en idéntica relación con el Logos solar, como éste lo está con el Logos planetario. Las Palabras sagradas de siete sistemas solares, uno de ellos el nuestro, for­man el sonido septenario que vibra actualmente en las esferas cósmicas.


Estos nueve postulados resumen brevemente las grandes ver­dades sobre los procesos creadores del sistema solar; ocultan el secreto de la verdadera magia, y su comprensión dará al hombre espiritualmente intuitivo, pureza de vida y de móviles, intención altruista, un severo autocontrol, valentía y el poder de llevar ade­lante los propósitos del ego, colaborador consciente en el trabajo de la evolución, participando, en parte, de los planes del Logos planetario de nuestro esquema. Esto se presenta en forma breve para proteger las verdades ocultas y a su vez revelarlas a quie­nes estén preparados.


En las siete iniciaciones se revelan las siete Palabras del sis­tema solar y forman la Palabra logoica que sólo conocemos, en su triple forma, como el Aum.


En la primera iniciación se otorga la Palabra para el plano físico.


En la segunda iniciación se otorga la Palabra para el plano astral.


En la tercera iniciación se otorga la Palabra para el plano mental inferior.


En esta iniciación, como ya se ha dicho, el Hierofante es el Señor del Mundo, no sólo se le otorga la Palabra para el plano mental inferior, sino que también se le confía una Palabra que sintetiza las tres Palabras para los tres mundos. Ésta se da al iniciado como tema de meditación, hasta recibir la cuarta ini­ciación, pero se le prohibe que la emplee hasta la liberación final, pues proporciona completo control sobre los tres planos inferiores.


En la cuarta iniciación se otorga la Palabra para el plano mental superior.


En la quinta iniciación se otorga la Palabra para el plano búdico.


En la sexta iniciación se otorga la Palabra para el plano átmico.


En la séptima iniciación se otorga la Palabra para el plano monádico.


En la sexta iniciación el Hierofante otorga la Palabra que sintetiza la cuarta, quinta y sexta palabras, y el iniciado puede ejercer así completo control, por el poder del sonido, sobre la sustancia de los cinco planos de la evolución humana. En la séptima iniciación el triple AUM, en su verdadero carácter, es revelado al iluminado Buda, entonces puede manipular energía

en los seis mundos o planos.


Dos iniciaciones más se pueden recibir, pero poco se dice respecto a ellas en nuestro esquema terrestre porque no es un esquema «sagrado», y muy pocos seres humanos ?acaso alguno? logran las iniciaciones octava y novena. Para ello deben pasar primero a otro sistema durante un largo período de servi­cio e instrucción. Todo lo que se puede insinuar es que en la octava iniciación se manifiesta la dualidad del triple Aum, y en ­la novena se revela el sonido uno del Absoluto y su significa­ción es vista y oída. Esto trae a la conciencia del iniciado algo de la energía y poder de «Aquel de Quien Nada puede Decirse», o el Logos de nuestro Logos solar. La unidad de conciencia es entonces perfecta, como es perfecto el Logos, pasando a realizar un trabajo paralelo al del Logos solar. Tal es el grandioso pro­grama y la oportunidad que se despliega ante los hijos de los hombres y ante todos los átomos.


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