Él viene. Conferencia dada por el Maestro Beinsá Dunó, el 25 de agosto de 1941, a las 5 am, en Sofía – Izgrev

Jorge Gomez (333)

Maestro Beinsa Duno con gorro

Imaginad que un hombre está sentado al lado de un lago, observa cómo fluye el agua y se pregunta dónde irá esta agua y quien la beberá. ¿Qué diréis acerca de este hombre que se preocupa sobre el agua del lago? Diréis que no está con toda su mente, que le falta algo. Diréis que este no es su trabajo, que no debe ocuparse con tales preguntas. ¿Qué diréis, sin embargo, acerca de sí mismos, como también y acerca de toda la demás gente que se turba por la misma pregunta? Toda la gente se encuentra a la orilla del gran lago de la vida y se turba sobre qué ocurrirá con el lago, qué ocurrirá y con ellos mismos. ¿Qué os da motivo para turbarse? ¿De dónde ha provenido la turbación? ¿Debe la fruta turbarse porque ha caído del árbol? ¿Ha perdido algo? – ¿Dónde irá cuando caiga? – A la Tierra, o sea, a donde su madre. – ¿Qué hace la madre con su niño? – Ella lo toma en los brazos, le acaricia unas cuantas veces, le acaricia y le baja a la tierra. Y la Tierra actúa de la misma manera con la fruta. Por lo tanto, no es malo que la fruta vaya a su madre, pero lo malo es cuando no sabe cómo bajar. Como un niño inquieto, travieso, la fruta desciende de golpe del árbol y cae donde su madre con ruido; pega su cabeza y en poco tiempo el lugar golpeado comienza a pudrirse. Por el golpe y la tierra se estremece, y la fruta se daña.

            La gente contemporánea, en cierto aspecto se parece a niños pequeños, traviesos e inquietos. Está sentado alguien, reflexiona sobre ciertas cuestiones y de repente da camino al pensamiento de por qué ha nacido el hombre. – Para sufrir. – ¿Por qué Dios creó el mundo así y no de otra manera? Él comienza a preocuparse, a pegar su cabeza en preguntas no solucionadas. ¿Cómo deberías nacer? Para árbol no eres, para escarabajo no eres, para pez, para pájaro – tampoco. Ahora deberías nacer hombre y agradecer por la posición que te es dada. Diréis que el hombre es laurel de la creación. No es cierto. Por encima del hombre hay otros seres, más altos, más avanzados que él. Los ángeles, los arcángeles, los querubines, los serafines permanecen más altos que el hombre. Las plantas, hacia las cuales la gente se comporta con desprecio, son creadas por los ángeles. Estas son sus hijos. Pasáis al lado de algún árbol, lo miráis desde arriba y decís: “¡Un árbol es esto, un trabajo simple!” – Una cosa simple es el árbol, pero en sus pequeños laboratorios él elabora tales substancias que y hasta los más grandes laboratorios humanos no pueden elaborar. Al dar sus frutos abundantemente, ellos enseñan a la gente el desinterés. Ellos dicen: “Comed nuestras frutas, pero sembrad las semillas y no nos hagáis daños”.

            ¿Qué hace la gente hoy? Cuando pasan al lado de algún árbol o planta que molesta a su movimiento, ellos no levantan sus ramas cuidadosamente, sino que las rompen, cortan las hojas, las flores y las echan en la tierra con indignación. Oís a alguien decir: “¿Cómo se atreve este árbol a molestar mi movimiento? ¿Quién lo ha puesto en mi camino? ¡Una cosa tonta es el árbol!” – No es tonto el árbol. Las plantas, los árboles, son los seres más puros e inocentes en el mundo. Ellos no saben qué cosa es pecado, ofensa, envidia. Cuando encuentran ramas de las manifestaciones humanas negativas, ellos comienzan a probarlos. Hoy prueban una manifestación negativa, mañana – segunda, tercera, hasta que finalmente introducen ciertas amarguras dentro de sí. Cuando saboreáis de la fruta de estos árboles, decís: “Amargas son estas frutas, no nos gustan”.

            Como sabéis esto, no os detengáis sobre los pensamientos y los sentimientos negativos del hombre, para que no caigáis bajo su influencia. Por ejemplo, si cada día pronunciáis la palabra “desamor” por unas cuantas veces, vosotros introduciréis en vuestro corazón cierta amargura de la cual difícilmente os liberaréis. No solo vosotros sufrís de los pensamientos y de los sentimientos negativos, pero y las palabras mismas. No es ligera la carga que lleva el servicio que le es dado, pero aprende la paciencia. Aprended y vosotros la paciencia, que seáis contentos de todo lo que se os da. Alegraos y agradeced por la luz que el Sol os da. Alegraos y por la luz de la Luna. Pequeña es la luz de la Luna, las frutas no maduran de ella, pero es agradable. Voluntariosa es la Luna, fácilmente se enfada. Mientras la veis plena, luminosa, no pasa mucho tiempo, voltea su espalda hacia vosotros, se enfada. – ¿Por qué se enfada? – Hace tiempo ella quería casarse con el Sol, pero la Tierra, su hermana mayor, le jugó, y ella y hasta hoy en día todavía no puede perdonarla. Dicen que la vida que antes existió en la Luna se trasladó a la Tierra, y en la Luna quedaron solo los seres más científicos. Ellos viven bajo la coraza de la Luna, por lo cual su superficie es completamente desértica – nada vivo se encuentra ahí. La Luna representa un desierto, por eso es descontenta. Si queréis imaginarse el desamor, váyanse a la Luna. Ella está cubierta con nieve y hielo, ninguna vida se observa sobre ella.

            Ahora, lleguemos a la esencia de la vida. Cada uno quiere vivir, pero aún así es descontento de su vida. – ¿Por qué? – Porque no ha comprendido la esencia y el sentido de la vida. Esto a lo que la gente le llama vida y es descontenta de ésta, es la vida ordinaria. ¿Qué han logrado en esta vida? Nada específico. Cuando alcancen 45-50 años empiezan a quejarse de que nada han adquirido. Si alguien ha terminado una universidad, encuentra que no ha adquirido nada específico. Si no ha seguido en la Universidad, encuentra que y es tarde. Él dice: “¿Qué puedo lograr desde los 50 años en adelante? Si es de estudiar, no puedo estudiar; si es de amor nadie me presta atención, no puedo enrollar la cabeza de algún muchacho”. ¿Qué muchacha o qué muchacho han podido enrollar sus cabezas uno a otro? La cabeza del hombre está puesta a su sitio y nadie es capaz de removerla o de girarla a uno o a otro lado. El que ha tratado de enrollar la cabeza de alguien, al final de las cosas solo ha enrollado la suya. Que el hombre viva todavía con el pensamiento de que puede enrollar la cabeza de alguien, esto es un atavismo, resto del pasado, del cual cada uno tiene que liberarse. La cuestión no es que el hombre se juzgue a sí mismo, o que juzgue a los demás, sino que debe enderezar los errores de su pasado.

            Está dicho en la Escritura: “No juzguéis para que no seáis juzgados. El Padre nunca juzga”. Dios se mueve entre los hombres, los observa, ve sus engaños, pero solo sonríe, les saluda y sigue Su camino. Él sabe que ellos han venido a la Tierra para estudiar. Un día aprenderán sus lecciones y se van a liberar de todos los engaños. Dios encuentra una muchacha joven y ve que ella sueña con algún muchacho bello, de un origen alto, con el cual piensa ser feliz. Dios sabe hasta qué punto se realizarán sus sueños, pero sonríe y a ella, y Se dice: “Cuando esta muchacha vea su engaño y comprenda que el muchacho no la ha hecho feliz, entonces Yo la visitaré, conversaré con ella y le enseñaré cómo tiene que vivir”. Entonces Dios visita a los infelices, a los decepcionados, a los sufrientes, a los pobres. Cuando encuentre a alguna muchacha fea, a la cual nadie presta atención, Dios se detiene delante de ella. Inmediatamente su fealdad desaparece. Después de esto la gente comienza a interesarse en la muchacha.

            Donde Dios está presente, todo se transforma en bien: el sufrimiento se transforma en alegría, la infelicidad – en felicidad, la pobreza – en riqueza, la fealdad – en belleza. Cuando llega a las puertas de los ricos, de los científicos, de lo felices, Dios los pasa por alto. De vez en cuando solo Él envía algún hombre para elogiarles, para hablar un poco acerca de su cientificidad, acerca de su riqueza. Ellos están contentos de que encuentran gente que los valora. He aquí porqué y los unos, y los otros están contentos: los pobres y los sufrientes – por la visita de Dios, y los ricos y los felices – por sus cercanos que los valoran y respetan. Dicho está en la Escritura que Dios resiste a los orgullosos, mas a los humildes da gracia (Santiago 4:6 – n.d.t.). Para beneficiarse de la gracia del Señor, el hombre debe tener la presteza del Zaqueo, que reparta todos sus bienes, que enderece sus errores, y al que ha amargado, con el que ha tenido alguna incomprensión, que la enderece.

            ¿Por qué baja Dios a la Tierra? Para liberar a la gente de los sufrimientos y de las dificultades innecesarias. La gente sola se ha cargado, quieren pasar por ricos y científicos. La riqueza externa no es riqueza. Y el conocimiento externo no es un conocimiento verdadero. Un hombre rico y científico es este, delante del cual todas las cajas fuertes y bibliotecas se abren solas. Cuando se abre alguna caja fuerte, él oye que se le habla: “Por favor, tomad tanto como queráis”. Cuando pasa al lado de alguna biblioteca y desea comprobar algo, la biblioteca se abre y de ella sale exactamente este libro que le interesa. Para el rico verdadero todas las cajas fuertes con oro y piedras preciosas se abren. Sin embargo, delante del rico ficticio éstas se cierran. ¿Qué dirán los ricos a esto? Ellos no creen en mis palabras y dicen: “Nosotros no esperamos a las cajas ajenas, pero y las nuestras no las abrimos para que no nos roben”. El que teme del robo, no es verdaderamente rico. Él confía a tal riqueza que, como una montaña de hielo, aún mañana puede derretirse, el agua evaporarse y quedarse en seco. Lo mismo ocurre y con la juventud de la cual hoy gozáis. Algunos pasan por científicos pero no saben cómo guardar su juventud. Aún así Cristo dice: “Si no os volvéis como los niños pequeños, no podéis entrar en el Reino de Dios” (Mateo 18:3 – n.d.t.). Entonces Cristo cree en la posibilidad del hombre que desde viejo se vuelva joven, y que de joven se transforme en un niño pequeño.

            Y así, para que se vuelva el hombre un niño pequeño, esto significa que se alegra de las cosas pequeñas como los niños pequeños. Alegraos de todo lo que Dios os ha dado. Vosotros os fijáis en la gente, os gustan sus ojos, las orejas, las cejas, pero a las vuestras no prestáis atención. ¿Por qué no os alegráis de vuestros ojos, orejas, nariz? ¿Por qué no os alegráis y de los bienes más pequeños? Alguien se mira en el espejo y dice: “Pequeños son mis ojos”. – Pequeños son, pero millares valen. El que conoce la ciencia de los ojos verá que mucha cosa está escrita en ellos. Alguna gente tiene ojos azules, como el cielo. Ellos son fríos, mucho prometen pero poco cumplen. Otros, pues, tienen ojos negros. Los ojos negros son como la tierra negra, todo crece en ellos – y trigo, y espinas. Los que tienen ojos negros son extremadamente energéticos e irritables. Es suficiente provocarlos con algo para explotar. Frecuente los ojos cambian su color: por la mañana son azules, al medio día – negros, y en la noche – castaños. Esto ocurre según los deseos del hombre. Tal y como cambian sus deseos, así cambia y el color de sus ojos. Mientras el deseo del hombre es elevarse, conectarse con el Mundo Razonable, sus ojos son azules. Él mira más hacia el cielo. Cuando dice que quiere vivir un poco como la gente, que coma y que beba, él baja a la Tierra, se conecta con ella y sus ojos se vuelven negros. Él piensa más en comodidades, en comer y beber, y después de esto acostarse en sombra bajo algún peral y de vez en cuando que en su boca caiga por una fruta madura. En este aspecto la gente se parece al filósofo turco Nasreddin Hodja.

            Un día Nasreddin Hodja se fue al bosque para cortar árboles. Puesto que por primera vez debería cortar árboles, él subió a un árbol, se puso sobre una rama y comenzó a cortarla. En este tiempo un viajero pasaba al lado de Nasreddin Hodja y cuando le vio que está cortando la rama sobre la cual ha pisado, gritó: “Nasreddin Hodja, no cortes esta rama porque caerás a la tierra junto con ella”. – “No es tu trabajo – respondió el Hodja, – yo sé lo que hago”. Él siguió a cortar la rama, pero pronto se encontró en la tierra – sucedió como el viajero le predijo.  Esto sorprendió al Hodja y cuando se levantó de la tierra se echo a correr detrás del viajero para preguntarle cuando va a morir. Él le dijo: “Escucha amigo, veo que mucho sabes. Como dijiste, así ocurrió – caí del árbol. Venga, dime ahora después de cuánto tiempo moriré”. – “Después de tres días”. Regresa Nasreddin Hodja a su hogar, lleva la rama en una de sus manos y piensa: “¡Esto significa escuchar a una mente femenina! He escuchado a mi mujer de ir al bosque para cortar árboles, pero he aquí, corté una rama, caí del árbol, y encima de esto tengo que prepararme para la muerte”. Aún desde lejos él gritó: “Mujer, llama a los hijos, quiero despedirme de vosotros, porque después de tres días partiré para aquel mundo. No os voy a llevar más árboles, tengo que prepararme para la partida”. La mujer inmediatamente llegó a él, le besó, le abrazó y se puso a llorar. Los niños también le besaron. Nasreddin Hodja tomó su bolsita y se fue. Al final de la aldea él vio un peral bonito, lleno de frutas y decidió quedarse ahí. Cavó su tumba debajo del peral y se acostó para esperar su muerte. De vez en cuando, del peral caían 1-2 peras directamente en su boca y él se las comía. Al tercer día él oyó alrededor algún ruido, un movimiento grande. Levantó su cabeza para ver lo que pasa por fuera y vio que cerca de la pera pasaba un camellero con camellos, que llevaban carros llenos con cántaros de barro. Cuando le vieron, los camellos se asustaron y se echaron a correr, del temblor grande de los carros, la mayoría de los cantaros se rompieron. Fuertemente irritado el camellero regresó atrás, agarró a Nasreddin Hodja y le pegó bien. Cuando vio que el trabajo salió completamente otro, y no como esperaba, él cogió su bolsita y regresó a su hogar. Su mujer inmediatamente le preguntó: “¿Hodja, qué hay en aquel mundo?” – “Allí está muy bien, las peras caen directamente en tu boca, pero debes ser cuidadoso, que no asustes a los camellos porque te pegarán – el trabajo toma un fin malo”.

            Y así, cuando os preguntan cómo vivís en la Tierra, decís: “Todo va bien hasta que no hayas asustado a los camellos”. Cuando les asustes, te encontrarás con el camellero que te va a dar una buena lección con su vara. Hoy día toda la gente se asusta de la vara del camellero. Si caen en pobreza, se asustan; si se enferman, se asustan; si cometen algún error, de nuevo se asustan, que no diga la gente algo malo de ellos. ¿Qué dirá la gente? Si eres rico dirán que eres rico; si eres científico dirán que eres científico; si eres fuerte y bello, dirán que eres fuerte, que eres un hombre bello. La gente constata las cosas como son. No penséis que ellos son injustos. Cuando hablan de la belleza, por ejemplo, ellos comprenden qué cosa es la belleza. Cuando vean que alguna muchacha se ha empolvado y maquillado, ellos no dirán que es bella, pero dirán que esta muchacha está emblanquecida y pintada. Cómo son sus rasgos, esto es otra cuestión. Nosotros tenemos en cuenta aquella belleza que no cambia. El polvo y el maquillaje cada día tienen que ponerse, pero la belleza natural es constante. Cada hombre es naturalmente bello. Cada hombre dispone con conocimiento, con riqueza, con fuerza, que gradualmente puede ir aumentando – de él depende. Cada hombre es bueno y puede guardar y manifestar su bondad, si sabe las leyes de la vida.

            Los seres humanos contemporáneos son y buenos, y científicos y fuertes y ricos, pero sufren, se torturan, porque no saben cómo y dónde aplicar sus fuerzas y conocimiento. Algún científico descubre algo, pasa por inventor, recibe una suma grande del país, pero de nuevo no está contento. – ¿Por qué? – Su invento no atribuye ningún bien para la humanidad, sino que introduce destrucción. Por ejemplo, el rifle, las bombas, las granadas se utilizan hoy para la destrucción de la humanidad y no para su bien. Alguien, pues, ha inventado alguna crema para untar las caras, para volverse blancas, para adquirir una cierta suavidad. En vez de esto las caras se estropean: los poros se tapan, la piel poco a poco se envenena y el hombre pierde su belleza natural. Tales rifles, granadas y bombas que existen en el mundo físico, tales existen y en la vida cordial y mental del hombre. Por lo tanto, no deis paso a los pensamientos y a los sentimientos malos, para que no os destruyáis. Si llegáis a algún pensamiento malo o algún sentimiento malo, transformadlos en buenos. Por vuestra mente pueden pasar pensamientos malos o intempestivos, pero no tenéis que retenerlos. Por ejemplo, viene en vuestra mente la idea de llegar a ser un rey. Y esto es posible pero no hoy. Vosotros no estáis listos todavía para ser rey.

            No es fácil que el hombre llegue a ser un rey. No es fácil que el hombre llegue a ser y bello. Si sois bellos, cada uno querrá tomar algo de vosotros. ¿Podéis dar a toda la gente por algo? Lo más pequeño que cada uno querrá de vosotros es un pelo. ¿Podéis dar a todos por un pelo? ¿Qué quedará sobre vuestra cabeza? Con cada cosa que la gente toma de vosotros, voluntariamente o mediante violencia, vosotros os conectáis. ¿Podéis arreglárselas con todas las conexiones? He aquí, el hombre debe ser cuidadoso, que sepa lo que hace, y lo que da y toma de la gente. Esto no debe asustaros, pero razonabilidad se requiere de vosotros. La razonabilidad os ayudará para que os las arregléis con vuestras dificultades.

            Un búlgaro se casó con una mujer mala y voluntariosa. En poco tiempo su cabeza se emblanqueció. Él se preguntaba qué hacer, cómo influenciarla. Un día se fueron los dos al pozo por agua. La mujer se asomó dentro del pozo, para ver cuán profundo era. – “Mujer, guárdate de no caer. Hijos tenemos, deben mirarse”. – “No es tu trabajo si caeré o no. Yo dispongo con mi vida”. Para vengarse de él por la observación hecha, ella se asomó mucho sobre el pozo y cayó. Su marido empezó a llorar, a buscar alguna manera de sacarla del pozo. En este tiempo vio que del pozo sale un diablo completamente emblanquecido. – “¿Por qué estás emblanquecido?” – le preguntó el marido preocupado. – “Déjate, hace poco calló una mujer en el agua, pero tan voluntariosa y tenaz, que no pude arreglármelas con ella y huí”. Cuando le escuchó, el hombre inmediatamente consideró utilizar el nombre de su mujer para bien, para ganar de éste y ayudar a los sufrientes. Su mujer se llamaba Lilita, un nombre extraordinario. Su esposo se fue por el mundo para ganar con el nombre de su mujer. Donde oía que había enfermos, él entraba en la casa y decía: “¡Lilita viene!” Cuando oían su nombre, la enfermedad inmediatamente salía fuera. Así él echaba la pobreza, las incomprensiones, las contiendas entre la gente. En poco tiempo él se hizo famoso entre la gente y a todas partes le llamaban. Así él crió a sus hijos.

            ¿Cuál es la causa de que con el nombre Lilita él pudiera echar la pobreza y las enfermedades de los hogares y alisar todas las contiendas e incomprensiones entre la gente? Muy simple. El marido de Lilita se decía: “Si el diablo, el ser más tenaz, puede emblanquecer y huir de mi mujer, ¿porqué en su nombre no arreglármelas con las enfermedades, las dificultades, las contiendas y las incomprensiones entre la gente?” El comprendió, que como el diablo huye del color blanco, así y los espíritus malos, la pobreza y las enfermedades huirán del nombre Lilita dado a la mujer mala. Ahora y a vosotros digo: cuando os encontréis delante de ciertas dificultades y sufrimientos decid: “¡El Amor viene!”. Si sois pobres, decid: “¡El Amor viene!”. Si estáis enfermos, decid: “¡El Amor viene!”. Si estáis indispuestos, decid: “¡El Amor viene!”. Si alguien os ofende, decíos: “¡El Amor viene!”. Si os ataca algún espíritu malo, decid: “¡El Amor viene!”. El Amor es una fuerza magna de la cual huyen y los espíritus malos y las dificultades, y los sufrimientos, y las enfermedades, y las incomprensiones entre la gente. Aparte del Amor no hay otra fuerza más magna que puede liberar al hombre de todas las contradicciones y engaños, de lo negativo en la vida. No hay cosa más bella para el hombre que esto, que concientice que el Amor ya viene en el mundo. El Amor sobreentiende la Presencia de Dios. ¿Qué bien más magno puede esperar el hombre que la Presencia de Dios en la vida? ¿Quién no desea las cosas magnas y bellas en su vida? Es suficiente solo que pase Dios al lado de algún hombre y que lo mire, para que comiencen a interesarse por él todos los Seres vivos de la Tierra y del Cielo.

            Ahora, como hablamos de la manifestación del Amor, entendemos aquel momento cuando Dios envía su mirada hacia algún ser. No hay momento más magno que este. Entonces toda la Tierra y todo el Cielo se dirigen hacia este ser, con la presteza de hacerle favor, de darle algo de sí. Esto significa que caiga el hombre bajo las buenas condiciones del destino. Esto significa que el hombre esté amparado por los Seres elevados y razonables. He aquí por qué, cuando os preguntan qué representa el Amor, diréis: “El Amor es un camino por el cual Dios envía su bendición por toda la Tierra”. Los Seres avanzados y elevados se interesan por la Tierra como un objeto hacia el cual Dios dirige Su Amor. Y los ángeles, y los dioses quieren ser amados, porque Dios se expresa a través del Amor. El que no comprende el Amor dice que éste produce sufrimientos. Esto a lo que la gente llama sufrimientos causados por el Amor, no es otra cosa salvo la resistencia al Amor. Cuando el Amor ve que algún hombre tiene gula, que quiere obsesionarlo, tragarlo plenamente, él se le resiste. El Amor no aguanta la voracidad y la avaricia. Él dice al hombre que esté agradecido y por el Amor más pequeño. De vosotros se requiere valorar al Amor y no obsesionarlo. Un predicador frecuentemente hablaba a sus oyentes sobre el Amor e internamente Lo deseaba, que le visitase en toda Su integridad, que comprenda Su esencia. Un día el Amor le visitó y le abarcó plenamente. En primer tiempo él sintió agradabilidad por la gran expansión. Cuanto más tiempo pasaba, sentía que la expansión se hacía tan grande, hasta explotar. Cuando vio que no podía aguantar a la fuerza y a la gran tensión del Amor, él se acostó boca abajo a la Tierra, comenzó a patalear con sus piernas y a orar a Dios que le librase de la tensión. “Comprendí Señor – dijo él, – que no estoy listo para el Gran Amor. Estoy contento de lo poco que me das. Otra vez no voy a querer cosas de las cuales no estoy listo”. Un bien magno es el Amor, pero pocos pueden aguantar sus vibraciones. Os encontráis con un hombre que os mira cariñosamente y con Amor. Quién es este hombre y por qué os mira así, no preguntéis. A través de él se manifiesta el Amor de Dios hacia vosotros. Mientras os encontráis bajo la influencia de este Amor, vuestros trabajos se ordenan bien. Si salís de su influencia, vuestros trabajos se desordenan. Alguien ve que sus trabajos se desordenan y dicen que el Señor no le quiere, que ya le ha olvidado. Este no es un pensamiento vuestro. Mientras vivís, respiráis, os alegráis de la luz y de los miles de bienes en la vida, vosotros no podéis pensar así. En todos podéis dudar, pero en Dios nunca. Su Amor es eterno e inmutable. Si os alejáis de Él, la culpa está en vosotros. Recordad: el hombre ha venido a la Tierra para adquirir esto que le falta. Cada uno concientiza que le falta algo, pero no sabe qué. Para adquirirlo, él se choca en uno y en otro lado en sus deseos. Uno quiere adquirir riqueza, otro – llegar a ser científico, un tercero – fuerte, etc. Sin embargo, pocos comprenden que le es necesario conocimiento para aplicar las leyes, para adquirir pensamientos luminosos, sentimientos nobles y actos elevados. ¿Qué provecho tendréis si ganáis de la lotería un millón? Tendréis billetes para un millón, pero el papel no es oro. Hoy tiene precio, al día siguiente pierde su valor. Después de la guerra europea el marco alemán bajó tanto que una comida valía millones de marcos.

            Muchos aspiran a la santidad, quieren llegar a ser santos, ángeles. Muchos ángeles hay en la Tierra. Ellos hacen su trabajo bien. Lo importante es que el hombre, como siervo, como servidor de Dios, cumpla bien su trabajo. Es un arte que el hombre sepa como servir y cómo amar. No hay ciencia más magna en el mundo que el Amor. El que no sabe como amar, él se ha causado los sufrimientos más grandes. Por eso está dicho que solo el hombre perfecto puede amar. Para aplicar su amor el hombre debe regresar a su infancia, volverse niño. El amor del niño es puro. Él ama a cada hombre. Para él no hay condicionamientos. Su amor se derrama espontáneamente, él da su amor a todo lo que encuentra en su camino. Si llegamos al amor del adulto, ahí hay más histrionismo. En cada hombre, en cada ser vivo hay algo que merece nuestro amor. No hay riqueza más grande para el hombre que esto, que reciba, que aplique y que valore el Amor.

            Diréis que no queréis volverse niños, regresar atrás en vuestra vida. Bajo la palabra “niño” nosotros comprendemos este estado en el cuál el hombre puede recibir lo nuevo, y no que sea un niño nervioso, voluntarioso, que tortura a sus padres con sus deseos y requerimientos. Bajo la palabra “joven” comprendemos aquel que cumple y aplica lo nuevo que ha recibido. Hombre viejo es aquel que valora las cosas, y no aquel que constantemente se queja de que sus pies no le sostienen, que no ve, que no oye, que no puede entenderse con la gente, etc. Ahora yo deseo que seáis niños razonables y no tontos; que seáis jóvenes y capaces de trabajar, y no violentos; que seáis viejos y que valoréis las cosas, que no les quitéis el sentido.

            Procurad recibir el Amor, aplicarlo y valorarlo. Solo de esta manera la gente puede conocerse. Sin Amor no hay reconocimiento. Donde está el Amor, allí toda la gente se conoce. Si estaréis en la Tierra o en el Cielo, el Amor conecta a la gente y revela lo bueno en ellos. – ¿En qué conocéis que el Amor está presente entre la gente? – Cuando el Sol brilla, el Amor viene. Cuando las flores florecen, el Amor viene. Cuando los pajaritos cantan, el Amor viene. Cuando viene algún bien, junto con éste viene y el Amor. Si entra en tu mente un pensamiento luminoso, en el corazón – un sentimiento elevado, y en la voluntad – un impulso fuerte, sabréis que el Amor ha venido.

            Toda la gente habla del amor, pero esto no es suficiente. El Amor se manifiesta en obras. ¿Qué tenéis que hacer por aquel que amáis? Si está enfermo, en el nombre del Amor debéis desear que sane; si es feo, en el nombre del Amor debéis desear que se vuelva bello; si es débil, en el nombre del Amor debéis desear que se vuelva fuerte. El Amor transmite al hombre algo esencial. Cuando llega a vosotros, él inmediatamente comprende de qué tenéis necesidad y os lo suministra. El que os ama, cuando ve que tenéis hambre, os traerá pan; si tenéis sed, os traerá agua; si estáis descalzos, os comprará zapatos. El que os ama, sin falta dará cobijo a vuestros pensamientos, sentimientos y actos buenos. Como sabéis esto, agradeced a Dios por el Amor a través del cual Él se manifiesta. El Amor se manifiesta a través de la gente diferente y cada uno os va a transmitir parte de esto que lleva dentro de sí: el músico os transmitirá algo de su música, el pintor – de su arte, el sano – de su salud, el enfermo – de su enfermedad, el descontento – de su descontento, etc. El Amor es conductor y de las fuerzas positivas y de las negativas en la Naturaleza.

            Está dicho en la Escritura: “El Espíritu os enseñará qué hacer” (Juan 14:26 – n.d.t.). Entonces, cuando el Amor venga, él os enseñará qué hacer. Él os enseñará a traducir los símbolos a través de los cuales la Naturaleza os habla. Cada planta, cada animal es un símbolo que debe comprenderse. Por ejemplo, veis a un buey blanco y a un búfalo negro. El buey dice que él por fuera se ha vuelto blanco, pero quiere y por dentro volverse tal. El búfalo pues, dice que por fuera es negro, pero quiere que por lo menos por fuera se vuelva blanco. Él encuentra que ya conoce las leyes del color negro, por eso procura al blanco. Entonces, el buey quiere llegar a ser por dentro blanco, y el búfalo – por fuera. Alguna gente es por dentro negra, y por fuera – blanca. Otros – al revés: por fuera es negra, y por dentro – blanca. Y los unos, y los otros procuran al color blanco. El que es blanco por fuera, quiere y por dentro volverse blanco; el que es por fuera negro, quiere primero por fuera emblanquecerse y luego por dentro.

            Alegraos del Sol que amanece y se pone. Alegraos de las flores que florecen y llevan su aroma lejos. Alegraos de las fuentes que fluyen. Alegraos de los pájaros que cantan. Alegraos de cada hombre que os encuentre y os sonría. Dios habla a través de todo lo vivo y os saluda. Como discípulos de la Magna vida, os aconsejo que deseéis tal cosa de la cual aprenderéis cómo adquirir los bienes de Dios y cómo repartirlos. Esta cosa es el Amor. Desead que os visite el Amor, que os traiga Sus bendiciones. Alegraos si el Amor os visita, y agradeced que ha transformado vuestros errores en piedras preciosas con las cuales os embelleceréis. En el futuro, vuestro collar y vuestros anillos serán embellecidos con vuestros errores, descontentos e incomprensiones pasados. Esto sobreentiende el versículo: “Borraré vuestros pecados y no los recordaré” (Isaías 43:25 – n.d.t.). De este tiempo, exactamente, habla Cristo: “Ojo no ha visto y ni oído ha escuchado esto lo que Dios ha preparado para aquellos que Le aman” (1 Corintios 2:9 – n.d.t.). Para que os beneficiéis del Amor de Dios, amad todo a través de lo cual Él se manifiesta. Él está presente entre todos los que se aman y los conecta. Por eso está dicho que donde están dos o tres reunidos en Su nombre, allí está Dios. Sin Su Presencia la gente no puede manifestar su amor. Ellos son polos, y Dios – la conexión cohesiva entre ellos.

            Os deseo desde hoy en adelante, que comencéis a rejuvenecerse, que regreséis como mucho a la edad de 1 a 14 años. Que más arriba de 14 años nadie vaya. ¿Qué significan los números de uno a diez? El número uno significa el principio creativo, dos – un número de discordias, tres – un número de reconcilio, cuatro – el arte de dividir las cosas, cinco – el arte de cumplir bien los trabajos, seis – que comas dulcemente, siete – descanso, ocho – pagar las deudas, diez – ir a Dios, que des cuenta de todo lo que has hecho en la Tierra.

             La gente contemporánea se interesa de muchas cosas, pero en primer lugar quieren saber qué sucederá con ellos. ¿Qué sucederá con vosotros? Tendréis días luminosos y nublados en vuestra vida, como el día de hoy. Hoy es nublado. Esto muestra que la Luna nos va a crear ciertos desagrados. Dicho con otras palabras: la gula va a crear grandes desagrados a la gente. No es fácil que la cabeza humana se sostenga en arreglo. Ésta necesita de un alimento correspondiente. Lo mismo podemos decir y acerca del corazón humano y de la voluntad humana. No es necesario mucho alimento para el hombre, pero él necesita de un alimento puro, de buena calidad. Por ejemplo, las abejas no comen mucho, pero se alimentan con un alimento especial; la reina con un tipo de alimento, los trabajadores – con otro, y los zánganos – con un tercer tipo de alimento. En general, los pensamientos necesitan de un tipo de alimento, los sentimientos – de otro, y los actos – de un tercero.

            Hoy en día toda la gente espera alguna bendición, sin tener en cuenta que esto depende de ellos. Sembrad en vuestro jardín las buenas semillas de vuestra mente, de vuestro corazón y de vuestra voluntad, para que recibáis abundantemente la bendición de Dios. Cada semilla debe estar puesta a su sitio, en un terreno correspondiente para ella. Si no está a su sitio, ésta no puede dar los resultados esperados. Los mismo es y en la música. Si cada nota no está a su sitio, nada puede salir.

            Deseo a todos que os rejuvenezcáis, que regreséis a vuestra infancia, que regreséis a vuestra fuerza primordial. Está dicho en la Escritura: “Los que esperan al Señor, se renovarán” (Isaías 40:31 – n.d.t.).

Él viene. Conferencia dada por el Maestro Beinsá Dunó, el 25 de agosto de 1941, a las 5 am., en Sofía – Izgrev.

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