En la Casa del Desamor
Tat Vam Asi. Tu Eres eso…¿El qué?…Eso…Nada más que Eso
Crecí en un ambiente ateo aunque curiosamente realicé todos los rituales cristianos en el colegio. Mis amigos eran ateos, mi padre era ateo…creo que mi madre era anglicana aunque no debía profesar mucha fe que yo sepa. Cuando ella murió, lo poco que quedó de «Dios» en casa fue relegado aún más a los anales del ateismo más acérrimo. Dios no había escuchado las súplicas de mi padre ante el terrible sufrimiento de mi madre postrada en cama con cancer, metastasis y gusanos comiéndosele el cerebro. Cuando ella murió, podriamos decir que Dios desapareció totalmente de la escena. «Se ha ido mi corazón», sollozaba mi padre al tiempo que la oscuridad más oscura se instalaba en nuestra casa, la casa del desamor.
«Pero yo soy Amor…yo estoy aquí»…gritaba una pequeña voz en mi interior, que pasó a formar parte, junto con Dios, de ese exilio forzado…Y así transcurrieron años, en la casa del Desamor.
Mi vecina, católica apostólica, romana y del Opus Dei para más Inri rezaba y rezaba todos los dias por mi, al ver la fragilidad de una hija sola sin madre en casa con un hombre a solas…Qué paradojas del destino, que un ateo y una fervienta mística del Opus Dei compartieran la planta 13 de aquel edificio… Entre los rezos de una y las maldiciones del Otro, entre las maldiciones de una y los rezos del otro…quien sabe cuanto se amaron esos polos opuestos en la soledad de sus vidas!
El Ser se alza en Medio de todo el ateismo, en medio del cristianismo, en medio del fervor religioso, del agnosticismo más dubitativo…¡El Ser se alza ante todo! Palabras de sabiduría profunda regaban sin embargo esa casa del desamor… invitándonos con su presencia, a recordar quien Somos… Ganesha campaba a sus anchas por la casa, con figuritas, estatuillas y postales… El sello del Ex Libris de mi padre, un sello con el que marcaba sus libros como siendo de su propiedad indicaban con el mantra Tat Vam Asi, que algo en su interior recordaba la Verdad del Ser…
Las cualidades divinas se colaban en la casa del Desamor haciendo acto de presencia aquí y allá… pequeños gestos de gentileza, generosidad, amor, algunas risas lograban introducirse en medio de tanta seriedad…en medio del telediario, de las noticias serias e importantes… a veces era el whisky el que lograba sacar al niño interior de los adultos… con un juego, una explosión de risa…en la casa del Desamor, el Amor se hizo punto.
¿Cómo puede el Amor brotar del Desamor?…tocando fondo…. tocando un profundo y oscuro fondo de desidia, desorientación, vacuidad desprovista de significado. Siempre que tocamos fondo, ineludiblemente nos volvemos a encontrar con El. El Amor. Pues él-ella-éste, siempre está ahí, esperando que toquemos fondo, su fondo. El fondo del Amor. La base del Ser…. No importa si llegas por el camino de la dicha o el camino de la infelicidad. Siempre llegas a casa, tu hogar verdadero, la casa del Amor. Vives ahí permanentemente, lo puedas reconocer o no. En la superficie de tu vida puedes estar viviendo auténticos horrores, pero en lo más profundo de tu Ser, vives en la Casa del Amor.
Deja que la casa del Amor en tu interior te abra sus puertas… No hay nada tan horrible que hayas podido hacer para que el Amor te cierre sus puertas. Solo tu creencia de que así es, te cierra a la experiencia del Amor. Pero el Amor te Ama pues solo sabe que tu eres amor y que él-ella solo sabe AMARTE.
Ábrete al Amor. Ahora. Sin resistencias. Desnudo-a.
Deja que el Amor lave tus heridas. Tu dolor. El Amor es medicina. Bálsamo para tu Alma. El Amor es la fuerza más poderosa del Universo. Nada existiría sin la fuerza del Amor. Los atomos, particulas, moleculas del Universo experimentan auténtica dicha ante la presencia del Amor. Abrete a sentir ese orgasmo universal, esa alegría celular, atómica y subatómica… abandona tus dramas, las historias que te cuentas, las justificaciones para seguir triste un día más. Abrete al Amor ahora, aqui y ahora… cada palabra escrita en este texto es una ventana y una puerta abierta al amor, atraviesa estas palabras y reúnete conmigo en la Casa del Amor.
Bárbara Meneses