La Realidad del Mundo Dévico, por Alfonso del Rosario

Rosa (Editora)

 

Cada vez son más las personas que se interesan por todo lo relacionado con el mundo dévico o angélico, por comprender y saber de una manera fehaciente lo que en realidad son estos seres relacionados en muchas de las actividades de índole esotéricas, meditativas, religiosas, de sanación, entre otras, asociadas con rituales donde se invocan a estos seres a los que se les considera como artífices y causa de los acontecimientos que tienen lugar en el mundo de vigilia en el que nos desenvolvemos los seres humanos.

Para muchos, surge la pregunta de ¿qué es lo que se puede entender que es un deva o un ángel? Cada religión y cada escuela filosófica responde con su propia interpretación, aunque de forma general, coinciden casi todas al afirmar que los Angeles, son seres inmateriales, mensajeros de los dioses, agrupados de forma jerárquica, y colaboradores del hombre al que ayudan en el cumplimiento de los designios de Dios.

En Oriente y principalmente en el Budismo y en los Vedas de la India, a los Devas (palabra sánscrita de los brahmanes iniciados), se los considera como seres celestiales, buenos o malos, que habitan en los planos superiores al del hombre. De forma parecida, tanto en el Corán del Islam, como en la Kábala Hebrea, se tiene el mismo o muy parecido concepto, similar al contemplado en la Biblia de los Cristianos, por lo que se puede deducir que hay una concordancia general, de que los Devas y Angeles son una misma realidad universal, contempladas desde diferentes ópticas religiosas y filosóficas.

Por tanto, se podría argumentar que en ambos casos, Devas o Angeles, si los observamos desde los más sutiles nivele de la Vida Planetaria, son entidades espirituales, sin forma aparente, dotados de una gran plasticidad morfológica, capaces de adoptar y de animar con sus vidas cualquier forma, ya sea la de un pensamiento o una emoción, como la de un planeta o la de cualquier astro celeste. Estos seres etéreos, en sus múltiples gradaciones jerárquicas, poseen un gran poder sobre la sustancia del espacio, a la que impregnan y condicionan con sus vidas, en todos los planos del Universo, de nuestro Sistema Solar y de nuestro Planeta.

Estas entidades espirituales intervienen en todos los procesos de estructuración y creación de formas, sea cual sea el plano o nivel de materia en el que tengan lugar, tanto en el Macrocosmos como del Microcosmos, moldeando y combinando los cinco elementos básicos y  constitutivos de cualquier tipo de materia, la tierra, el agua, el fuego, el aire y el éter.

Los Devas o Angeles constituyen una jerarquía de seres que integran el denominado Reino Dévico, que evoluciona a través de la experiencia e interrelación con entidades creadoras, ya sean de categoría Divina como Humana. La presencia y actividad de estos seres, se extienden desde el Plano Adico o Divino, el más elevado de todos, hasta el Plano Físico, el más material de todos los niveles de la realidad.

Por tanto, se podría decir, que existen tantas órdenes de Jerarquías Dévicas, como Planos y Subplanos forman y constituyen nuestro Mundo y nuestro Universo, en donde diferentes tipos y órdenes de devas, construyen y llevan a un fin determinado en la naturaleza, la Voluntad y Objetivos del Logos.

Cada Plano del Universo o de un Planeta, está regido y controlado por un Gran Arcángel o Mahadeva (según la tradición hindú), al que acompañan toda una cohorte de Angeles o Devas de distintas categorías, auxiliados a su vez por Entidades Elementales o Espíritus de la Naturaleza de inferior rango evolutivo, conocidos en algunas culturas con el nombre de Silfos, Ondinas, Gnomos, Agnis, etc. Estas entidades elementales, están en la base estructural y constitutiva de la materia que nos rodea, siendo el equivalente al reino animal, que alcanzan la individualización cuando ingresan en el Reino Humano, así  también estos seres, obtienen la individualización al pasar al Reino Angélico a través de la subordinación, colaboración y relación con los Devas, en orden al cumplimiento que éstos les asignan.

En cualquier tipo de manifestación o de creación, ya sea espiritual, mental, emocional o sicológica, siempre hay un “Creador”, un Hombre o una entidad de orden Superior, y un “Constructor”, una entidad de carácter Angélico. Esta interacción de Creador-Constructor, es la base sobre la que se asientan todas las posibles manifestaciones, como la de una “forma de pensamiento”, cuya finalidad es poner de manifiesto una idea e intención, generadas previamente, sea cual sea la conciencia que la originó.

Contemplando esta relación, desde una perspectiva macrocósmica, cuando un Logos, diseña y planifica, el cómo, cuándo y en qué lugar del espacio va a tener lugar Su Manifestación en forma de Galaxia, Sistema Solar o Planeta, proyecta y emana de Sí, ciertas Leyes y Arquetipos que van a servir de pautas y modelos interpretativos, para que elevados Arcángeles o Mahadevas, construyan y hagan visible, los designios de la entidad divina, en la forma de cualquier mundo o planeta.

De la misma manera, y a menor escala en el microcosmos del ser humano sucede lo mismo. Aplicando la Ley de Analogías y Correspondencias, que dice … igual que es Arriba es Abajo … igual que es Abajo es Arriba …, podemos deducir que el Hombre es un Creador de Ideas e Intenciones, que manipula (consciente o inconscientemente) la sustancia del espacio, para que los Devas o Angeles, como obreros especialmente cualificados, moldeen esa sustancia para construir una forma mental, que debe llevar implícito en su estructura interna la idea, intención y objetivos que se quieren conseguir para alcanzar unos resultados determinados.

En este sentido, hay una frase de índole esotérica que describe esta interrelación humano-dévica, que dice:

«… que la energía sigue al pensamiento…».

 

Siendo la Energía una forma de manifestarse el Reino Dévico y el pensamiento una actividad creadora divina y humana, comprenderemos así mejor la interrelación que existe entre ambas evoluciones, y la enorme responsabilidad que tenemos los seres humanos de generar pensamientos positivos que ayuden a la armonización y reorientación evolutiva de ambos reinos, lo que dará lugar a toda una serie de acontecimientos causa-efecto, que incidirán en cualquier tipo de conciencia y forma de la Vida Planetaria.

Para el investigador de las Leyes de la Naturaleza, todo lo que nos rodea, todo lo que existe está impregnado de Vida en diferentes grados de manifestación, de evolución y de consciencia. Para él, Vida es sinónimo de energía, de conciencia y de inteligencia, condicionada y acorde con la forma externa que la contenga, como puede ser la de un átomo, una molécula, una roca, una planta, un animal, un hombre, un Maestro o un Sol.  Por tanto, sea cual sea el tipo de energía y su procedencia, habrá siempre detrás de cada una de estas manifestaciones descritas, una inteligente actividad de un determinado tipo de ángeles o devas, cuya misión es la de poderlas “materializar” en el plano físico y hacerlas objetivas en nuestra vida cotidiana.

Ser conscientes de esta colaboración y actividad humano-dévica, es a mi entender muy importante y esclarecedor, porque describe una parte de las claves sobre las que se asientan el misterio y la magia que desde la noche de los tiempos han venido realizando a favor de la humanidad los grandes Taumaturgos y Adeptos que tanto en la India, como en Grecia, Egipto, etc., enseñaban en los Templos y Escuelas de Misterios a los cualificados aspirantes en el Arte Sagrado de todo lo relacionado sobre el control sobre estas entidades elementarías y dévicas, como una parte básica y prioritaria de su entrenamiento, acompañado lógicamente también de otras arduas pruebas que debían superar, para poder recibir algunas de las iniciaciones y convertirse así en discípulos y maestros de la Gran Logia Blanca.

El mundo dévico está también presente en cualquier fenómeno de los que consideramos normales y que se desarrollan en la naturaleza, como las lluvias, las tormentas, los terremotos, las erupciones volcánicas, etc., así como también lo está en el origen y actividad de cualquier grupo social, bien imbuido por unos ideales de unidad, de paz y de fraternidad, como por sentimientos de violencia, de egoísmo, de injusticia o de insolidaridad. En cualquiera de estos casos, esta actividad dual puede tanto armonizar y equilibrar el normal desarrollo funcional y energético de nuestro planeta en orden a las Leyes Universales, como dar lugar a resultados contrarios a los mencionados, impidiendo el normal desarrollo funcional y evolutivo de nuestro entorno existencial.

La actividad dévica está también presente en los rituales de iniciación, de magia blanca o negra, de sanación, de meditación, de cualquier ceremonia religiosa, de las denominadas fraternidades secretas, de los fenómenos naturales sean del tipo que sea, etc. En todos estos casos y en cualquier otro que nos podamos plantear, están manifestándose estas entidades, seamos o no conscientes de este hecho. Esta realidad, está  permanentemente afectándonos y acompañándonos en nuestra actividad diaria, como es el de la protección que ejerce sobre nosotros el Angel de la Guarda, que siempre está a nuestro lado listo para prestarnos su ayuda en los momentos de conflictos y dificultades. Otra entidad angélica que influye de forma determinante en nuestra progresión espiritual, es la del Angel Solar, un elevado ser, que desde nuestra aparición como ser humano individualizado y hasta nuestra liberación final, ha comprometido su existencia con la nuestra para unirse a nuestro Ego y hacerse sentir como un aparte de nuestra conciencia espiritual, con su presencia y su voz en los momentos de máxima expectación y recogimiento, cuando nuestra mente y corazón están en silencio. Es en esta situación, cuando se dice que se puede escuchar la voz del Alma resonando como un poderoso eco en todo nuestro ser, apareciendo como esa misteriosa y trascendente “voz insonora” que mencionan algunos libros sagrados.

La asociación, hombre-deva, está tan íntimamente establecida en el hombre, que si ahondamos en su más íntima naturaleza podremos comprobar que cada uno de los siete cuerpos o vehículos de experimentación, están constituidos por diferentes gradaciones de sutilidad y tipos de materia, siendo en realidad cada uno de ellos entidades dévicas, que constituyen nuestro campo de batalla en los cuatro planos más inferiores de nuestra existencia, el físico, el etérico, el astral y el mental inferior, los cuales nos sirven como medios de experimentación y aprendizaje, para hacernos sensibles y a saber responder de forma correcta a las diferentes vibraciones y energías que circulan y nos llegan desde estos niveles de la realidad.

Nuestro verdadero Yo es el que tiene la gran responsabilidad de aprender a supeditar, controlar y doblegar las tendencias o características propias de cada una de estas entidades dévicas que se expresan en el arco involutivo de su evolución a través del egoísmo y la separatividad principalmente, para reorientarlas hacia aspectos más universales e incluyentes, como es el altruismo y la unidad. Este es el motivo, por el que se insiste tanto en el entrenamiento y construcción del carácter interno de aquellos que están “hollando el sendero” y se aproximan a algunas de las principales iniciaciones, para estar en un permanente “estado de alerta” vigilando y reorientando el origen y desarrollo de nuestros pensamientos, nuestras emociones y nuestros sentimientos, para que nuestros actos estén siempre enfocados en la solidaridad y en la ayuda a todo cuanto nos rodea, ya que esta es la única forma de forjarse como un aguerrido y experimentado guerrero de la nueva era, capaz de vivir en el mundo sin verse afectado por él, soportar los a veces complicados y duros embates de la vida y poder salir airoso de ellos, aprendiendo las lecciones que nos proporcionan los fracasos, esta es la razón por la que tenemos que influir de forma positiva en estas entidades elementales que conforman nuestra personalidad y que son el origen de nuestras fobias, nuestros traumas, nuestros hábitos, nuestros problemas sicológicos, etc., para reorientarlos hacia los aspectos sublimes y trascendentes de nuestro Espíritu, y facilitarles el que den el siguiente e importante salto evolutivo para ingresar en el Reino Dévico, y a nosotros, ir superando etapa tras etapa las pruebas que en la mayoría de las ocasiones consisten en dolorosas renunciaciones, de grandes sacrificios y sinsabores, lo que nos permitirá alcanzar la “otra orilla”, la de la liberación de la rueda cíclica de renacimientos o “samsara”.

La facultad imaginativa del ser humano, es la que desencadena la creación de imágenes de tipo mental o mental-emocional, que voluntaria o involuntariamente ponemos en movimiento desde lo más profundo de nuestro ser al intentar que se vean cumplidos unos determinados objetivos. A esta llamada imaginativa, responden determinadas entidades dévicas que se van a encargar de construir la forma mental apropiada para que la intención y objetivos de su creador se vean cumplidos.

Hay tantos tipos de estas entidades, como estados de conciencia puedan existir y ser capaces de alcanzar, tanto por lo que respecta a una persona poco evoluciona, como en el caso de un ser más evolucionado, como es un Maestro de la Jerarquía Planetaria. El impulso o tendencia evolutiva que les guía a estas entidades dévicas, es la de estar siempre expectantes y dispuestas para prestar su colaboración en la materialización de cualquier actividad sicológica humana o superhumana, construyendo una forma mental, objetiva, tangible y conceptual, apropiada y correcta, según la secuencia de intención-idea-objetivo de su creador.

En esta presente etapa de la evolución planetaria, donde confluyen potentísimas Energías Dévicas de diferentes Jerarquías de Seres de muy alto rango espiritual, procedentes de nuestro Sistema Solar y de nuestra Galaxia, están dando como resultado en el Reino Humano, una mayor sensibilidad hacia los aspectos más trascendentes y espirituales del mundo que nos rodea, donde cada vez se extiende y difunde más la Magia y el Ceremonial del Séptimo Rayo en todos los ámbitos de la sociedad, desencadenando ahora y más aún en el futuro, la aparición de un nuevo orden mundial, de una nueva era de colaboración Humano-Dévico, cada vez más conscientes y productivas, más estrechamente unidas a los valores representativos de los grandes Arquetipos Divinos, que convertirán a nuestro mundo en un Planeta Sagrado.

La proliferación cada vez más extendida de la Magia y Ceremonial (que es siempre de carácter dévico-angélico), lo podemos observar en el surgimiento cada vez más extendido de ciertos rituales de sanación, donde conscientemente una o varias personas, ponen en actividad la imaginación y la creación de formas mentales, cargadas de un alto contenido energético-espiritual a través del Amor, invocando la ayuda y colaboración de unos especiales  ángeles o devas dorados que son los que transmiten a través de sus luminosas auras el prana o ki universal a través de los terapeutas hacia los pacientes, logrando así una mayor eficacia en los resultados. Lógicamente estos  resultados, dependerán también del karma del paciente y de los terapeutas, que deben estar debidamente “preparados y orientados” internamente hacia el más puro y sincero Amor Incondicional, previamente practicado en su diaria actividad, para que esta respuesta angélica, sea la correcta y esperada. A mayor pureza de vida, más elevados y trascendentes entidades dévicas vendrán en nuestra ayuda y mayores y mejores serán los resultados obtenidos en los pacientes que sean puestos a nuestra disposición en cumplimiento al karma que recíprocamente nos corresponda.

De todos y de cada uno de estos factores, dependerá, que un determinado grupo de devas u otro (de mayor o de menor grado de evolución), vengan en nuestra ayuda para realizar la curación. Recordemos, que en cualquier proceso de curación, lo que se pone en movimiento con mayor o menor eficacia, son energías, simplemente eso, energías, que en el aspecto oculto, si pudiéramos observarlas desde planos más sutiles al físico, comprobaríamos y veríamos que son entidades etéreas, conciencias que encarnan y dan forma material a los pensamientos que hemos generado para estos fines curativos, haciendo que se pongan en actividad y culminen en la función o funciones curativas, que nosotros les hemos encomendado de antemano.

Para terminar, y para comprender en su más amplio significado, esta realidad de Hombres y Devas y la enorme importancia que ambas evoluciones tienen a escala planetaria, se hace cada vez más evidente poco a poco, la sustanciación y aparición cada vez más objetiva dentro del Aura de nuestro Mundo, de un ilimitado e indescriptible Triángulo Equilátero, constituido por Sanat Kumara el Señor del Mundo y manifestación tangible del Logos en el vértice superior, manifestando Su Voluntad, Su Fuerza, Su Poder e Intención Generativas y Creativas. Por la Jerarquía Planetaria, localizada en el vértice derecho, proyectando hacia el otro vértice, el izquierdo, la Inspiración del Pensamiento, del Plan, del Propósito e Intención del Logos a través de Su Amor Infinito. Y la focalización en el vértice izquierdo en las dos únicas Jerarquías Creadoras, la Humana y la Dévica, todas estas energías planetarias, para que actuando ambas evoluciones como una sola entidad, activa y coherente, desarrolle y hagan que se cumplían la realidad que encierran y contienen los Arquetipos, Leyes y Proyectos Evolutivos del Logos en nuestro mundo. Esto es según mi punto de vista, una de las claves ocultas sobre las que se asienta el misterio de este próximo salto cualitativo y cuantitativo, en el que nos vamos a ver todos los seres que evolucionamos y vivimos dentro de este Gran Ser, que es el Logos de nuestro Sistema.

Comprender y ser conscientes de esta realidad humano-dévica que tanto incide en el mundo de las causas y de las formas, de su funcionamiento y de las repercusiones que a nivel planetario tienen los pensamientos que generamos todos, individual y colectivamente, hacen posible la creación de esos ambientes sicológicos positivos o negativos que a escala personal, local o mundial afecten e influyen tanto en la humanidad como en el resto de seres y Reinos de la Naturaleza. El fin último de este conocimiento, es el de hacer posible en alguna medida, el poder liberarnos de este mundo de dolor y de sufrimiento, aprovechando todas las oportunidades que en cualquier condición y circunstancia se nos pudieran presentar, para ayudar y servir amorosamente a cualquier ser necesitado, como un fiel y humilde colaborador del Gran Plan y de la Jerarquía Planetaria,

Con mis mejores deseos.

Alfonso del Rosario (12/02/2012)

Alrogiss@yahoo.es

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