Los nacidos. Conferencia del Maestro Beinsá Dunó

Jorge Gomez (333)

Maestro Beinsa Duno con gorro 

Conferencia dominical dada por el Maestro Beinsá Dunó, el 2 de noviembre de 1924, en Sofía – Izgrev

«Los que no de sangre, ni de lujuria de carne, ni de lujuria de varón, sino de Dios nacieron” (Juan 1:13 – n.d.t.).Nosotros tomaremos estas palabras en la vida contemporánea cultural en un sentido amplio – las observaremos como un esfuerzo del espíritu humano de sacar el alma humana hacia algo mejor, más bello, más elevado. La cultura contemporánea, con todos sus esfuerzos, no ha dado esto que el hombre desea. Todo el mundo contemporáneo se asombra de la cultura contemporánea. Hay algo bonito en esta cultura, nosotros no negamos esto. Esta cultura, con su ciencia, con su arte, con su música, con sus invenciones, ha atribuido algo, pero no esto lo que el hombre desea.

            Ahora, nosotros vamos a reflexionar razonablemente, que veamos de qué provienen las contradicciones en la vida. Las contradicciones en la vida provienen bien de aquella construcción gramática de nuestro hablar, bien de aquella percepción lógica de nuestra mente, bien de aquellas medidas éticas con las cuales medimos las cosas, bien de aquellas reglas pedagógicas con las cuales nos servimos en la vida. Todas estas cosas nos guían a conclusiones erróneas. Desde el punto de vista de la vida presente, la cultura contemporánea ha realizado mucha cosa, pero en realidad, si nos preguntamos ¿qué bueno ha atribuido la cultura?, ¿qué responderemos?

            Yo voy a hacer una comparación pequeña sobre esto lo que representa la cultura contemporánea y lo que ha atribuido ésta para la humanidad. Cuando el padre cultural trae un caballito bonito a su hijo, y él se divierte con éste, o una bonita muñeca grande a su hija pequeña, y ella se divierte con ésta, pregunto: ¿qué han atribuido el caballito al muchachito pequeño, y la muñeca a la muchachita pequeña? Han atribuido algo, por supuesto – han ocupado sus mentes. Eh, imaginaos que esta muchachita pequeña, que se ocupa con la muñeca, tiene sus preceptos acerca de la vida, ¿qué hará con ésta? Primeramente la va a bautizar, le dará un nombre con el cual la llamará; después de esto le hablará lógicamente, razonará con ella, le hará preguntas, de dónde ha venido, dónde ha nacido, etc. Luego le dirá: “Así como te cuido, como te baño, te visto, ¿me quieres?” A todas estas preguntas la muñeca responderá silenciosamente, como algún filósofo. La muchachita pequeña dice: “Muy prudente es mi muñeca, permanece callada”. Finalmente la muchachita pequeña le dará todas las reglas pedagógicas, directrices, diciéndole: “Escucha, yo iré un poco a mirar mi trabajo, y tú me vas a escuchar, no vas a salir a ninguna parte. Si te alejas un poco, no sé qué voy a hacer contigo”. Imaginaos que yo soy un filósofo viejo, vengo y rompo las piernas de esta muñeca. ¿Qué concepto se va a formar esta muchachita acerca de mí? – Dirá que soy un hombre sin corazón. Pero, cuando esta muchachita llegue a ser una muchacha de 21 años, ¿qué dirá ella acerca de sus reglas pedagógicas, acerca de sus códices morales – así los llamo yo –, tendrán validez para su vida? Por supuesto, nosotros no justificamos a este filósofo. Si él fuera prudente, no tendría por qué romper las piernas de esta muñeca; mas si ha hecho esto por descuido, nosotros diremos: “¡No pasa nada!” Sin embargo, y en el uno y en el otro caso él ha quebrantado la tranquilidad de esta muchachita pequeña. Aquí, sin embargo, no hay quebrantamiento moral. Pregunto: ¿Nosotros, la gente cultural contemporánea, así como vivimos, acaso no nos parecemos a esta muchachita pequeña que se ocupa con su muñeca, y a este muchachito pequeño que se ocupa con su caballito? Cada uno de vosotros dirá: “¡Cómo así, yo sé esto! Yo sé que cosa es la vida, comprendo de esta, sé y tocar y cantar”. Sabes pero a esto no le llamo conocimiento.

Frecuentemente, nosotros nos encontramos en la posición de aquel turco, que cuando vino a Bulgaria, constantemente se elogiaba que cuando estaba en Bagdad, podría saltar fosas de 10 metros de anchura. Un día, un turco viejo le dice: “Si has podido en Bagdad saltar tales fosas, y nosotros aquí tenemos tales, salta alguna vez. – No, aquí no puedo saltar tales fosas, porque el clima aquí no es tal como era en Bagdad, aquí es completamente otro”.

            Ahora, regresemos al versículo 13 del capítulo leído: “Los que no de sangre, ni de lujuria de carne, ni de lujuria de hombre, sino de Dios nacieron”. Es una ley: Si ponéis un germen humano en el útero de una madre mono, ella no va a dar a luz a un genio. O, si ponéis un germen humano en el útero de una madre oso, o de una madre lobo, estas no van a dar las cualidades de este germen. ¿Qué nacerá? ¿Qué significa “lujuria carnal”? Esto significa: vida inferior, vida irrazonable. “Y de lujuria de hombre” – significa de esta mente inferior.

            Nosotros decimos: Eh, yo creo en Dios. Esta fe es una de las fes ordinarias. ¿Pues quién no cree en Dios? ¿Quién no vive en el mundo? Nosotros, la gente razonable, que queremos asegurar nuestra vida, ¿en qué consiste esta aseguración? Tomad por ejemplo, donde quiera que vayáis, entre el mundo cristiano contemporáneo, en Inglaterra, en América, en todas partes encontraréis cruces. Por las paredes de todas las iglesias siempre cruces veréis. Miles de tomos hay escritos siempre sobre la cruz: cómo Cristo ha sufrido, cómo enseñaba esto, aquello. Muchas cosas hay escritas acerca de la cruz, pero lo esencial, lo que significa esta, ni un autor se ha detenido sobre eso. Ningún autor ha explicado su aplicación práctica. Cruces doradas hay, cruces con diamantes hay, diferentes cruces de honor hay, cruces de diferentes legiones, ¿pero qué significa la cruz? La cruz es una dirección que en un caso dado, en cierta situación sin salida en la cual se encuentra el hombre le indica cómo debe actuar. Cuando te encuentras en una situación sin salida, cuando tu vida está sujeta a un pelo, la cruz te mostrará cómo tienes que actuar. En los momentos más peligrosos de tu vida, cuando no sabes cómo actuar, la cruz aparece delante de ti en ayuda. Ella es la única regla recta. Alguien dirá: “¿Qué medida recta es la cruz? ¡Cruz – sufrimiento! ¡Ha llegado a ser pesado a mi alma llevar estas cruces!” Será ridículo si aquel sastre búlgaro lleva constantemente consigo el codo y las tijeras sin utilizarlas. Si las lleva y en ninguna parte las utiliza, estas no tienen sentido. ¡En todas partes tiene que utilizarlas! Este codo le hace falta para medir telas, y las tijeras – para recortar. La línea vertical de la cruz indica que tenemos una corriente cósmica en el mundo que viene desde arriba hacia abajo por un camino involutivo. Esta es una fuerza que arrastra todo en el mundo, lo destruye todo sin querer saber, porque esta tiene su camino determinado. La línea horizontal de la cruz significa lo siguiente: Cuando vez que esta fuerza cósmica desciende delante de ti, cuando ves que tu vida se encuentra en peligro, no correrás delante de ésta, o sea, en la dirección en la cual va esta fuerza cósmica, ni tampoco contra esta, porque y en los dos casos perderás tu vida, sino que correrás o a la izquierda, o a la derecha – ahí está tu salvación. Esto significa: huirás o al mundo, o a Dios. Debes ocuparte con algo para evitar esta contradicción. Esto existe y en el mundo. Os daré una aclaración. Supongamos que tenéis a un hombre que está sin trabajo, pero lleno de energía, con un cuerpo sano, con una mente sana, con un corazón sano. Esta onda cósmica viene, él está en su camino. ¿Qué tiene que hacer para que no lo arrastre? – Dos caminos hay: o entrar en el mundo espiritual, o sea, tomar la dirección a la derecha, hacia algo noble y superior – y trabajar ahí, o entrar en el mundo para trabajar. Y las dos direcciones son superiores y nobles. ¡O en el mundo, a la izquierda, no está mal y esto, o hacia Dios – a la derecha! ¡No, y en el uno y en el otro caso, se debe trabajar! La gente que organiza al mundo, los que trabajan a través de la cruz son razonables, y aquella gente que no trabaja a través de la cruz, es gente a la que le gustan los cambios. Eh, imaginad que un comerciante ha abierto una tienda ahí en alguna calle, pero no

le va y se dice: “Espera, en esta tienda no me va, la calle no es bonita, ésta (la tienda – n.d.t.) no es bonita, voy a mudarme”. Coge otra tienda, en otra calle – no le va y ahí. Cambia 10-20 tiendas, siempre no le va. Pregunto: ¿Son las tiendas que hacen al comerciante? – No, el comerciante debe tener destreza. ¿Es la escuela la que hace al maestro, o el maestro hace a la escuela? – No es la escuela la que hace al maestro, sino que el maestro hace a la escuela.

            Pregunto: ¿En qué consiste nuestro credo esencial? Hasta ahora todos hablamos del Amor, todos hablamos de la Sabiduría, de la Verdad, de la Justicia, ¿pero dónde está la aplicación de este Amor, de esta Sabiduría, de esta Verdad, de esta Justicia? – ahí está toda la filosofía de la vida. Nosotros caminamos por la calle y vemos que algún señor tortura a otro, le pega. Inmediatamente nos detenemos y nos decimos: “Este hombre actúa muy cruelmente, su acto es descarado”. Muy bien razona este hombre. Pero, él regresa a casa, su mujer no ha logrado cocinar a tiempo, y él inmediatamente se echa sobre ella, le pega, sin que le venga a la mente que actúa exactamente así como aquél que juzgó en la calle. Esto lo que tú viste en la calle, fue la cruz que apareció delante de ti y te prevenía: “Tú regresarás a casa, pero tu mujer por alguna indisposición no ha logrado cocinar, y tú inmediatamente te echarás sobre ella para pegarle. Para evitar esta contradicción, toma una dirección o a la izquierda, o a la derecha”.

            ¿En qué consiste la zurra? Suponed ahora dos cosas. Yo puedo pegar directamente a alguien dos palizas, pero puede y ocurrir así que algún otro me empuje a vosotros, de manera que y vuestra cabeza se rompe, y mi cabeza se rompe. En el primer caso vosotros me consideráis a mí culpable de que he pegado dos palizas, y en el segundo caso consideráis culpable a éste que me ha empujado, y le denunciaréis a él. Pero, si yo no estaba entre él y vosotros, vuestra cabeza estaría sana. Entonces vosotros no echáis vuestra culpa sobre mí, sino sobre otra causa. Y así, en nosotros hay una causa que empuja a nuestra mente, corazón y voluntad en cierta dirección. Debemos de ver si es razonable esta causa.

            Dice la Escritura: “Los que no de sangre, ni de lujuria de carne, ni de lujuria de varón, sino de Dios nacieron”. O, dicho en un lenguaje simple: estas palabras se refieren a aquella gente en la cual predomina la vida animal y la mente animal. ¿Acaso pensáis que el lobo no tiene mente? ¡Tiene, cómo no! ¿Cómo es la mente del lobo? – esta es uniforme. Todos los lobos, por muy culturales que sean, tienen una manera determinada por la cual comen ovejas. Una manera especial tienen ellos. Las zorras también tienen una manera determinada por la cual empiezan a comerse las gallinas. Estas son bastante nobles, despluman bien las gallinas y después de esto empiezan a comérselas. Y el gato tiene reglas por las cuales se come a la rata. Él es rápido, no se detiene para quitar su pelaje. Tomad al hombre cuando va a comer alguna gallina, o algún cerdito, y él es como la zorra, prudente, quita las plumas de la gallina y el pelo del cerdito. Decimos que el hombre es cultural porque quita las plumas y el pelo de los animales que se va a comer. Si es de cultura, por la misma manera y la zorra es cultural. La cultura no consiste en las manifestaciones externas. Estos son principios vivos, razonables, que actúan en nosotros.

            Os voy a hacer una pegunta: ¿En qué la cultura contemporánea se encuentra más alto que la pasada? En la época romana, los romanos tenían camillas, y con éstas, cuatro hombres llevaban a uno en manos. Y nosotros hoy con caballos nos movemos. Decimos: La gente razonable debe llevar sola su carga. Esto lo que hacían los romanos, indicaba que lo físico estaba por encima de lo razonable, éste oprimía a lo razonable en el hombre. Esto de que hoy se monta a caballo, indica que lo razonable está por encima, esto oprime a lo físico. Entonces, hay un éxito pequeño. En la vida social estos son métodos, maneras a través de las cuales nosotros vivimos.

            En este versículo se dice que solo el nacido de Dios puede comprender las cosas. Así que tenemos una medida. Dios es la única medida con la cual nosotros podemos solucionar todas las cuestiones importantes. Un adepto destacado de la antigüedad se va a un bebedero que tenía tres grifos, tres surtidores. El surtidor medio era el más grande, luego el derecho y finalmente el izquierdo. El bebedero le habló: “El surtidor medio es el más bonito, y el izquierdo y el derecho no son tan bonitos”. ¿Pero cómo? “Sí, tú notarás que cuando vienes aquí, durante los diferentes tiempos del año, el surtidor medio siempre se queda igual, y los demás dos sufren algún cambio. El surtidor medio representa el Amor de Dios, y el izquierdo y el derecho representan el amor del individuo y el amor de la sociedad. Cuando nos amamos a nosotros mismos, y cuando amamos a la sociedad, en este amor siempre hay un cambio. Por lo tanto, hasta ahora nosotros hemos operado con dos medidas, y con éstas hemos querido solucionar una de las tareas más difíciles. Solo el Amor es el único estímulo que puede dar dirección a cada cultura, aquí en la Tierra o en cualquier Sistema Solar. Cuando amas a alguien, la ley es tal: tú en él no puedes dudar, tienes toda la disposición de servirle así como a ti mismo; y cuando él te ama, no puede dudar en ti y está listo de servirte así y como a sí mismo. Por lo tanto, nunca puede sobresalir una contradicción entre gente que se ama. Si sobresale en tu mente alguna contradicción, si dudas en la cosa más pequeña, si todo esto es cierto, tú has encontrado una verdad, tú te salvas. Pero, si tú has encontrado un pensamiento que no es cierto, si tú creas una contradicción que te tropieza, tú te envicias. Si te guardas a ti mismo y piensas que esto lo que has encontrado es una verdad, yo me alegro, pero si notas que esto no es recto, tú te envicias. Por lo tanto, no vamos a pensar así como queremos, sino que pensaremos así como no queremos. Y yo os he dicho muchas veces que en el mundo Divino cada pensamiento, cada sentimiento, cada deseo del hombre es exactamente sopesado, todo esto son medidas determinadas. Así que digo: Cuando llegamos al Amor Divino, debemos saber que todo en él está exactamente determinado. Dicen: ¿Pero cómo será este

Amor Divino? – Un Amor que no aguanta cambios ningunos en sí.

            Pregunto a uno: ¿Qué cosa es el alma humana? – Esta se parece al aire. Digo: No, yo por un camino negativo os voy a determinar qué cosa es el alma humana. El alma: aire no es, pero contiene el aire dentro de sí. El alma: agua no es, pero contiene el agua dentro de sí. El alma: tierra no es, pero contiene la tierra dentro de sí. El alma: luz no es, pero contiene la luz dentro de sí. El alma: éter no es, pero contiene el éter dentro de sí. Ella contiene todo dentro de sí, y por sí misma es una medida no determinada. Solo las medidas no determinadas son las medidas verdaderas. Todas las cosas Divinas son no determinadas. Alguien dice: “¡Eh, determínate!” Bien, me determino. ¿Cómo? – Como aquel que pide dinero a préstamo. Vengo a ti, te pido dinero a préstamo y te digo: ¿Cuánto me darás? – Tú di cuanto quieres. – Eh, dame 100,000 levas. – No, mucho quieres, no puedo darte tanto. ¡Determínate! – Eh, bien, 50,000 levas entonces. – Mucho quieres. – Eh, dos veces no puedo determinarme. Venga, entonces 10,000 levas. – No, y esto es mucho, y tanto no puedo darte. Mira, 1000 levas puedo darte. ¿Estás de acuerdo por fin? – Estoy de acuerdo. ¿Es esto una determinación? Te determinas como 100,000; te determinas como 50,000; te determinas como 10,000 y finalmente te determinas como 1000. Nos detenemos a los 1000, ahí nos determinamos, pero esto no es ninguna determinación filosófica.

            Tal es nuestra moral contemporánea – muy amplia. Si alguien roba un pan de la panadería, pueden meterlo por 4-5 meses en la prisión; si alguien, pues, mata a alguien por el bien de la patria, pueden ponerle una cruz sobre el pecho. ¿Acaso una patria puede apoyarse sobre la matanza y la sangre de la gente? Venga decidme, ¿Qué pueblo ha logrado éxito con las matanzas? Por estas matanzas muchos pueblos han desaparecido de la faz de la Tierra. Dios requiere pueblos que no están manchados con sangre ninguna. Yo digo a los pueblos contemporáneos que ellos responderán por esta sangre. Sus

manos están manchadas solo con sangre de hermanos, con sangre de hermanas, con sangre de madres, con la sangre de multitud de niños, con la sangre de siervos, etc. Y ahora, muchos sacerdotes dicen: “La matanza se puede aplicar, pero para el bien de la patria.” No, cómo pensáis vosotros, esto es otra cuestión, sin embargo, en el mundo Divino dicen: ¡tus manos serán absolutamente puras! – nada más. Si tú has nacido de sangre, de lujuria carnal y de mente de hombre, tú matarás. Sería ridículo decir al lobo: tú no vas a ahogar a las ovejas. El dirá: “Bien, no las voy a ahogar ¿pero cómo me alimentaré? Cualquier códice y cualesquiera reglas morales que dé al lobo, ¿pensáis que él me escuchará? No, el lobo de nuevo hará su trabajo. ¿Pensáis que si doy a la araña algunas reglas morales, que esta me escuchará? Esta dirá: “Bien, yo peces no voy a coger en mi red, no soy tan glotona; luego, y ovejas no voy a coger, no las quiero y a estas, y pájaros no voy a coger, yo soy noble”. ¿Por qué no los coge? – Porque es cobarde y pequeña. Si fuera más grande, ésta y ovejas hubiera cogido, y aves hubiera cogido. Y ahora dice: “Yo cojo solo estas mosquitas pequeñas. ¡Que sepáis que nobleza hay en mí!”. Digo: ¡Sí, muy grande nobleza hay en ti! Y estos millones de mosquitas me dicen: ¡Nos han comido!

            Juan dice: “Solo estos que nacieron de Dios comprenderán estas magnas verdades”.

            Os voy a transmitir un ejemplo pequeño. Un tal romano llamado Teófilo, se enamora de una romana noble. Pero qué desgracia. Él traiciona a su bien amada, y ella desaparece, se aleja. En él comienza un remordimiento de conciencia. Para tranquilizar su conciencia, él recibe el cristianismo, se va a vivir 20 años en el desierto, haciendo un voto consigo mismo de que desde este momento en adelante andará siempre con ojos cerrados y a nadie va a mirar, para rescatarse de sus pecados. Él se hizo famoso bajo el nombre de “el ermitaño con ojos cerrados”. Le llamaban para confesar a la gente. Y a hombres, y a mujeres confesaba, pero siempre con ojos cerrados. Un día vino a confesarse y su bien amada, para ver cuán santo es.

Cuando oyó so voz, él inmediatamente abrió sus ojos. Todos alrededor suyo, cuando vieron esto, se dijeron: “¡Qué era esta mujer milagrosa, que abrió los ojos de nuestro confesor!”.

            Nosotros, la gente contemporánea, pensamos con ojos cerrados. Y con ojos abiertos, y con ojos cerrados, siempre somos los mismos. Nosotros pensamos que cuando cerramos nuestros ojos mejor será para nosotros. Por eso, cerramos nuestros ojos y decimos: “Yo no quiero mirar este mundo, no quiero mirar esta gente, estos siervos, este hombre, estos niños, nada quiero – así, con ojos cerrados me confesaré”. Dicen a alguna mujer: “¿Sabes tú que tu marido ha cogido una casa amueblada muy bonita? ¡A sí!” – inmediatamente abre sus ojos. Alguien dice: “Yo no quiero posición social, esto, aquello.” Le dicen: “Te llamaron profesor en Bulgaria. – ¿Cómo?” – inmediatamente abre sus ojos. Así que, cuando viene aquello que nos cae bien – lo bello y lo bonito en la vida – nosotros abrimos nuestros ojos. Cuando no nos gusta algo – cerramos nuestros ojos, y entonces pasamos por filósofos, por santos. No es malo que estemos con ojos cerrados. La oclusión de los ojos es un descanso, la apertura es actividad, actitud. La oclusión de los ojos ocurre cuando quieres revisar tus cuentas, descansar, y la apertura de los ojos significa que debes realizar las cosas más bonitas. Y así, la oclusión de los ojos es descanso, la apertura de los ojos es trabajo.

            Ahora, ¡regresemos al Amor de Dios! Esto, lo magno, el nombre sagrado de Dios debemos encontrarlo dentro de nuestra alma. Este nombre, esta palabra, no se pronuncia. Esta es la única palabra potente, omnifuerte en el mundo, la cual toda la Existencia, toda la creación, todos los seres magnos que han terminado su evolución, guardan. Todos guardan este nombre sagrado, y el que alcance tan solo a leerlo, su alma se eleva. En la Escritura se dice: “No pronuncies el nombre del Señor tu Dios en vano.” (Éxodo 20:7 – n.d.t.). Nosotros no sobreentendemos este nombre ordinario de Dios hacia el cual nos dirigimos en nuestras oraciones: “¿Señor, Dios nuestro, no me oyes?” No, en la Escritura se habla acerca de este nombre

sagrado de Dios. ¿Por qué no nos oye el Señor? Hasta entonces, hasta que nosotros hablamos en este mundo, hasta entonces, hasta que nosotros nos meneamos, nosotros estamos lejos de Dios, y Él no nos oye. Váyanse a aprender aquella manera verdadera de cómo se saca a alguien del agua. Aquel que se ahoga se menea, se mueve, y aquel que le salva, permanece de lado y se dice: “Espera que pierda conciencia y entonces”. ¿Por qué? Entonces tiene que sacarle, porque de otra manera el que se ahoga arrastrará y a este que le salva. Cuando algún médico quiere hacer una operación seria a algún enfermo, él dice: “Que el enfermo pierda su conciencia, entonces le voy a operar”. He aquí por qué, en operaciones serias les anestesian. Esta ley es cierta en todas partes. El Amor requiere una tranquilidad absoluta, plena. Cuando Dios te ama, tú estarás completamente tranquilo hasta que Él termine su trabajo, y cuando termine su trabajo, el Amor de Dios se expresará en ti como una vida potente, fuerte, y después de esto tú comenzarás a vivir verdaderamente. Cuando tú termines todo el trabajo, Dios vendrá a trabajar de nuevo en ti, pero como Amor, como Sabiduría, e introducirá en ti luz y conocimiento, y tú estarás silencioso y tranquilo. Tú comenzarás a trabajar como un hombre que ama a la ciencia y estudia. Cuando acabe este período, entonces Dios vendrá a trabajar en ti como Verdad; tú amarás la Verdad, la libertad, y en ti aparecerá el deseo de trabajar en el mundo, de ser un filántropo, de dirigir a la gente por el camino recto.

            Ahora, ¿dónde reside nuestra salvación – a la izquierda o a la derecha? El hombre razonable puede estar a la izquierda, puede estar y a la derecha – no hay ningún pecado en esto. Dicen acerca de alguien: “Él se va a la izquierda.” ¿Qué hay de esto? Aquí no hay ninguna filosofía. Si por esta línea recta, vertical, de la cruz, desde arriba desciende una corriente cósmica y está inclinada a arrastrarme, ¿qué pecado hay en esto si yo camino a la izquierda, luego a la derecha, de nuevo a la izquierda, de nuevo a la derecha y finalmente hacia arriba? – Ningún pecado hay en esto. ¡Esta es una ley! ¡No es importante si está en dirección izquierda o derecha, pero siempre hacia arriba, hacia Dios! Porque a la izquierda, a la derecha, hay y una dirección inversa – hacia abajo, hacia el centro de la Tierra. Esto lleva hacia el pecado, hacia el crimen, y entonces ni la dirección izquierda, ni la dirección derecha me salvan. Entonces, profundamente en nuestra conciencia debe de haber un único pensamiento: ¡Que sirvamos solo a Dios! Tú, cuando vienes a mí, yo debo saber que eres un alma que ha salido de Dios, y que esté listo de hacer para ti esto lo que el nombre sagrado de Dios requiere de mí. Cada uno de vosotros vive para sí mismo, pero tanto vive y para los demás. Si nosotros vivimos para nosotros mismos, para nuestro yo ordinario, y morimos – y en esto la vida se ha manifestado. Si nosotros nos negamos de vivir para nosotros mismos y morimos, y esto de nuevo es una manifestación de la vida, sin embargo, la vida verdadera no se auto-determina en estas dos manifestaciones. Si vivimos para nuestro yo superior, para nuestra alma Divina, solo así nuestra vida se expande. Esta vida

importante si está en dirección izquierda o derecha, pero siempre hacia arriba, hacia Dios! Porque a la izquierda, a la derecha, hay y una dirección inversa – hacia abajo, hacia el centro de la Tierra. Esto lleva hacia el pecado, hacia el crimen, y entonces ni la dirección izquierda, ni la dirección derecha me salvan. Entonces, profundamente en nuestra conciencia debe de haber un único pensamiento: ¡Que sirvamos solo a Dios! Tú, cuando vienes a mí, yo debo saber que eres un alma que ha salido de Dios, y que esté listo de hacer para ti esto lo que el nombre sagrado de Dios requiere de mí. Cada uno de vosotros vive para sí mismo, pero tanto vive y para los demás. Si nosotros vivimos para nosotros mismos, para nuestro yo ordinario, y morimos – y en esto la vida se ha manifestado. Si nosotros nos negamos de vivir para nosotros mismos y morimos, y esto de nuevo es una manifestación de la vida, sin embargo, la vida verdadera no se auto-determina en estas dos manifestaciones. Si vivimos para nuestro yo superior, para nuestra alma Divina, solo así nuestra vida se expande. Esta vida incluye la vida de todos nuestros prójimos. Por lo tanto, nuestro bien es su bien, y su bien es y nuestro bien.

            En el Amor, en el mundo Divino hay tres métodos. Al primer método yo le llamo “método del aire, o aéreo”, el segundo método es “método del agua, o acuático”, y el tercero es el método duro. En cada método debes comprender las leyes. En el método aéreo debes comprender las leyes del aire, cómo condensar los gases. Por ejemplo, debes saber cómo condensar los vapores acuáticos en agua. En el método acuático debes comprender las leyes del agua – que sepas cómo convertir, por ejemplo, el agua en una sustancia dura. En el tercer método debes comprender las leyes de las sustancias duras, que sepas cómo convertirlas en líquidas, y de líquidas en aéreas. Por lo tanto, nos es necesario un ambiente más enrarecido y por eso debemos saber las leyes de la transformación de la materia.

            Frecuentemente, muchos de los creyentes se detienen sobre algunos hechos específicos. No os engañéis por el ambiente externo, por los actos de la gente. Sabed que hay una ley moral en el mundo, según la cual cuando yo hago un error, cualquiera que sea, por muy pequeño e invisible que sea, yo lo siento dentro de mí. Hay una voz interna que sopesa todo y me dice: “Tanto le falta a tu acto”. Yo sé cada error mío. El hombre nunca debe justificarse a sí mismo por sus errores, sino que debe juzgarse. Un acto torcido sacado delante de ti mismo, es equivalente a esto, que delante de Dios te juzgas, y no delante de la gente. Ahora, alguien viene a ti, te pregunta: “¿Piensas tú que yo actúo recto?” No hay porqué poner a los hombres por jueces. Debemos encontrar el juez dentro de nosotros, en nuestra alma, y ahí juzgarnos – delante de Dios. Cuando viene alguien y me dice que he actuado muy mal, le diré: En mí hay un juez, mucho mejor de lo que tú eres. ¿En qué reside mi error? Él dice: “Anoche vino a tu hogar un hermano y tú no lo aceptaste”. Sí, si no he actuado bien esta voz interna me dirá: “Anoche un hermano tuyo vino a ti y tú no te portaste con él así como debería”. Esta voz interna, esto lo Divino constantemente habla en nosotros. No le he aceptado, este es uno de los lados; pero si este hermano, que viene por fuera, constantemente toca por las ventanas y quiere que le abran, ¿pensáis que él es de aquellos hermanos Divinos que son enviados por Dios? Pues, si viene un hermano en el nombre de Cristo, toma la llave, abre la caja fuerte y constantemente mete la mano en ésta, ¿es él enviado por Dios? ¿Pues cuál apache hoy no viene, no abre la caja fuerte y no mete la mano en ésta? No, para cada viajero hay una ley. Ésta es la siguiente: al viajero le es permitido tocar solo tres veces a la ventana, y cuando toque la cuarta vez – no tiene más derecho. Ahora, para justificación suya, vosotros podéis decir: “Pero puede que nosotros no hayamos oído a este viajero, puede que hayamos estado de visita”. Eh, yo tomo el hecho así, que estabais en casa. Que estabais de visita, esta es una exclusión. Vosotros sois libres de recibir a este viajero, o no, y al viajero le es permitido tocar tres veces por tres, entonces 9 veces, y una vez más, pero de nuevo por 3 golpes, entonces todo 12 veces. El número 12 es el círculo entero de la vida humana. Este hermano, que no aceptaron en este hogar, se irá de casa en casa por toda la hermandad y contará: “Imaginaos, anoche fui a un tal hermano, toqué, pero no me recibieron.” Y ahora, todos los hermanos y hermanas por su lado se van y cuentan: “¡Imaginaos, a este hermano no le recibieron!” Otros: “¡Imaginaos!” – ¡Eh, imaginaos! Y todos: “¡Imaginaos, imaginaos!” Eh, ¿nos hemos imaginado el qué? Pero imaginaos ahora que este hermano toca a uno de estos que dicen “imaginaos”. Y todos siempre en “Imaginaos” se quedan. Todos juzgan muy bien, pero cuando llega la aplicación de la ley en ellos, no están. Y dice entonces alguien: “Yo quiero 100,000 levas. – ¡No puedo tanto, determínate! – Bien, quiero 50,000 levas. – ¡No puedo y tanto, determínate! – Quiero 10,000 levas. – ¡Determínate! – Eh, venga entonces, 1000 levas. – ¡Muy bien!” Nosotros somos siempre los de los mil levas. Yo no digo que vosotros no sois buenos. Mucho mejores sois que en el pasado, pero esto es una fase. ¿Acaso nosotros debemos detenernos? No, la vida desde ahora empieza. ¿Acaso aquella planta pequeña que ha crecido solo cuatro dedos por encima de la tierra, debe detenerse y decir: “yo he crecido ya cuatro dedos”? No, ella puede crecer y 10, y 15 dedos. ¡Muchas posibilidades para crecimiento hay en el alma humana! “¡Pero nosotros somos mejores que el mundo!” ¡No os comparéis con el mundo! Comparaos con el Amor Divino que debe expresarse en Su plenitud. Pero diréis: “Es imposible en nuestras condiciones”. No, en las condiciones presentes exactamente se puede aplicar esta ley. Esta ley no reside en esto, que vendas tu casa, que repartas tu dinero. Esta ley se entiende de otra manera. Si viene a mí un hermano extraño, le dejaré quedarse como huésped tres días y después de esto le diré: Hermano, tú eres sano como yo, te voy a dar un azadón e iremos los dos juntos al viñedo – bien conversaremos dulcemente, bien lo cavaremos. Regresamos en la noche, y él gana, y yo gano. Nos acostaremos juntos en una cama, y al otro día de nuevo tomaremos el azadón, conversaremos de filosofía, del Sol, de

las estrellas, pero y trabajaremos. Sin embargo, si él se queda 5-6 meses en mi casa y dice: “Yo he terminado mi evolución, por eso voy a descansar, y tú trabajarás para mí” – esto no es comprensión de la vida, de lo Divino en nosotros. No, este viajero debe decir: “Hermano, da y a mí el azadón, a mí me gusta trabajar”. Si él me ama, debe de venir a trabajar junto conmigo; si no viene, yo sé que él no tiene ningún amor. Esta es una regla. Alguien dice que ama a Dios. Si no vayamos a trabajar junto con Dios, nosotros no Le amamos. ¿Dónde está Dios? – Nadie sabe. Dios está en un lugar sagrado. Dios es un lugar de trabajo. Dios trabaja ahí donde se expresa el Amor de Dios. Ahí está Su lugar. A Él constantemente llevan muertos y Él pregunta: “¿Este porqué murió? – Por ociosidad, no trabaja. – ¿A sí? Ponedlo de lado.” – dice el Señor. Traen a otro muerto: “¿Y este por qué murió? – Por comer en exceso. – ¡Ponedlo de lado!” Traen a un tercero: “¿Este por qué murió? – Por forzarse demasiado. Él llevaba muchos bienes en su espalda, muchos campos, muchas casas tenia, así que le fue pesado. – ¡Ponedle de lado!”

            Ahora, todos trabajan, trabajan, pero todos se han mutilado. No, esto no es trabajo. Nosotros, los que caminamos en este camino Divino, nosotros, los que tenemos lo Divino dentro de nosotros, debemos trabajar con Dios, juntos. Esta, la Magna, la fuerza potente en nosotros debemos manifestarla, y este nombre sagrado de Dios debemos de encontrarlo. Os voy a dar una regla: ¡acerca de vuestro amor, no habléis nunca nada! Cuando el hombre habla de su amor, él se pone sobre una base incorrecta. Ahora, llegaréis a la otra regla: tú expresarás tu amor así como Dios expresa Su Amor. ¿Cómo expresa Dios Su Amor? – Dios ha creado todo el mundo, con esto expresa su amor, pero él mismo permanece en un plano trasero. Algunos preguntan: “¿Qué cosa es el Amor de Dios?” – La vida que tienes, en esta Dios ha expresado Su Amor; la mente que llevas, en esta Dios ha expresado Su Amor; el corazón que tienes, en este Dios ha expresado Su Amor; la

voluntad que tienes, en esta Dios ha expresado Su Amor. ¿Qué tienes que preguntar más? ¡Utiliza tu vida, utiliza tu mente, utiliza tu corazón, utiliza tu voluntad y tú encontrarás lo que Dios ha dicho dentro de estos!

            Ahora ¿en qué debemos pensar? Vosotros, cuando os levantáis por la mañana, ¿cuántos minutos pensáis en Dios?, venga decidme. Os levantáis por la mañana, rápidamente laváis vuestro rostro, algunos pasan rápidamente, por 5 minutos, “Padre Nuestro” y ¡trabajo terminado! Agendas, dinero, cajas y todo lo demás está en vuestras mentes, pero esto lo que introducirá tranquilidad, fuerza y poder para nuestras almas, lo dejamos de lado. Nosotros pensamos en nuestras mujeres, en nuestros maridos, en nuestros hijos, en todo, pero no y en Dios. ¿Debemos pensar en todo esto? Hasta el momento cuando Dios piensa en nosotros, nosotros vivimos, pero en el momento en que Dios deje de pensar en nosotros, nosotros desaparecemos del mundo. Hasta entonces, hasta que Dios piensa en ti, tú vives; hasta entonces, hasta que Dios te ama, tú vives, pero en el día cuando tú transgredes aquel nombre sagrado de Dios, este Amor de Dios se retira de ti y tú dejas de vivir, y Dios te mostrará que tú has abusado de Su Amor. Tu marido estará vivo solo si Dios le ama. Tu marido puede pensar solo si Dios piensa en él, si Él le sostiene en Su Consciencia. Por eso, todos nosotros debemos procurar a través de nuestra vida expresar el Amor de Dios. Todos quieren que el Señor piense en ellos. Yo digo: ¿qué hemos hecho por la Magna obra en el mundo? ¿Quién de vosotros hasta ahora ha volcado una alma hacia Dios y ha introducido esta paz interna de tranquilidad?, pero no aparentemente, porque yo puedo introducir en vosotros esta tranquilidad aparente, pero cuando os doy 1000-2000 levas. No de esta manera debe introducirse tranquilidad en el hombre. Hay otra virtud en el mundo que reside en esto, que mostremos a la gente cómo deben nacer de Dios. Esta cosa se logra mediante aquella consciencia superior en nosotros, la cual se manifestará cuando nos conectemos con Dios. Solo entonces nosotros sentiremos esta paz interna que nunca nos abandonará.

            Ahora, os voy a transmitir otro ejemplo, que veáis qué cosa son las ideas constantes en el hombre. Un confesor viejo me contaba el siguiente hecho de la vida búlgara en la época turca. Un día, viene a él una vieja, de alrededor de 90 años, y dice: “Padre, quiero confesarte un pecado, no sé si el Señor me perdonará, pero es un pecado muy grande. No puedo liberarme de este pecado: y he pensado sobre este, y he orado delante de Dios, ojalá me perdone, pero este es más grande de lo que me lo puedo imaginar. Esto ocurrió en la región de Varna, en el pueblo de Kadarcha, o Nikolaevka (el pueblo natal del Maestro – n.d.t.), hace 60 años. Era joven, bella, una muchacha guapa, y me enamoré del muchacho más bello, que tanto amaba, que no podía vivir sin él. Sin embargo, mi madre y mi padre no me dieron a él y me casaron con otro del cuál tuve cinco hijos y dos hijas. A estos hijos que nacieron de él, les odio, y a mi marido le odio, no quería vivir con él, ¿pero qué podía hacer? – Nada, no pude liberarme de él. ¡Un pecado grande tengo según esto! He aquí, anoche soñé incluso que comimos junto con mi bien amado”. Estas son ideas como les llamo yo. Esta vieja, y hasta su edad de 90 años no puede olvidar a su bien amado. Sin embargo, ¿quién hizo el pecado: ella o sus padres? Ella dice: “¡Y a mis hijos, y a mis hijas, y a mi marido les odio! Un pecado grande es este, no quiero odiarles, quiero vivir con ellos según Dios.” Aquí, en ella luchan dos sentimientos contradictorios. Nosotros muchas veces daremos a luz a cinco hijos y a dos hijas y les odiaremos. ¿Por qué? – Este es un nacimiento por carne. Pero, en nosotros siempre quedará aquél ahínco interno, álmico, de algo magno, de algo ideal. Los demás dirán: “¿Cómo no se avergüenza esta vieja de pensar en un muchacho? ¡Un pecado es este!” ¿Por qué para una mujer vieja es pecaminoso que piense en un muchacho joven, y no es pecaminoso cuando alguna muchacha piensa en algún muchacho? Si es pecaminoso para la vieja, esto es pecaminoso y para la joven. ¿Qué es esta moral? En estas

comprensiones contemporáneas, esta abuela se encuentra en una contradicción. En tales contradicciones y nosotros nos encontramos. Nuestra vida es tan entretejida que alguna vez ocurre bifurcación de nuestra conciencia, y nosotros no sabemos qué debemos hacer.

            ¿Qué debemos hacer? El hombre, en las condiciones presentes, debe ser duro en su conciencia, y cuando llegue a cumplir la voluntad de Dios, él debe o vivir, o morir – una de los dos. Cuando quieren a alguien cortarle el camino hacia aquella vida Divina, él debe preferir la muerte delante de la vida. Aquel muchacho que amaba a esta vieja, comprendía esta ley. Él no se casó, no entró en el mundo para vivir, para engendrar de ella cinco hijos y dos hijas, sino que muere, sacrifica su vida por ella, pero él se queda en su mente. Este muchacho joven de ninguna manera tuvo algún odio contra su marido, pero se decía: “¡Tal es la voluntad de Dios!” Ella concientiza que su amor es un amor verdadero. Esta ley es igual y para hombres y para mujeres.

            Así que digo: cuando se manifiesta lo Divino en nosotros, nosotros debemos aceptarlo, pero cuando encontramos una contradicción debemos hacer cierto sacrificio en el mundo. Ahora nosotros queremos reconciliar lo Divino en el mundo. No, el mundo y lo Divino no pueden reconciliarse. Para que vivamos nosotros, para que nos elevemos, miles de seres tienen que morir por nosotros. Por lo tanto, ¿nos es permitido a nosotros, los seres razonables, en este Amor que se sacrifica por nosotros, errar? – No, no es permitido. Yo no voy a errar, ¿Por qué? – Puesto que ahí, en alguna parte, cuando balan aquellas ovejas, corderitos, cuando gañan aquellos cerditos, esto es porque les degollan. Y yo debo detenerme con un temblor sagrado y decirme: Por mí les están degollando. Ellos se sacrifican por mí, ¿debo yo errar, debe ser mi corazón cruel? ¡Estos animales mueren por mí, yo tengo que vivir, pero no tengo que errar! Este cerdo que gaña, por ti muere. Te vas a detener, te voltearás hacia Dios y orarás con la oración más afanosa. Cuando aquel cordero bala, orarás con la oración más  afanosa, en la cual tomarán participación tu mente, corazón y alma. ¡Solo así éste será pagado! Dirás: “¡Señor, él por mí se sacrifica!” Así hace el hombre en el cual la conciencia superior está despierta; así hace el hombre que ha nacido de Dios. Así es y en la vida. Esta es una filosofía profunda. Cuando un hombre trabaja en la ciencia y sacrifica su vida, tú debes decir: “Este hombre sacrifica su vida por mí, para que (yo) adquiera conocimientos”. Este es un temblor sagrado del alma. Cada hombre que sacrifica su vida para dar impulso a la humanidad, dondequiera que él esté, sea en la religión, sea en la ciencia, sea en su familia, como madre o padre, como hijo o hija, estos son aquellos hermanos, aquellos corderitos o cerditos que han elevado a la humanidad.

            Y así, digo: en la vida presente, que vuestro corazón sea tan tierno, tan delicado, que cuando oigáis a algún corderito balar, que os llenéis con un temblor sagrado, que regreséis a vuestro hogar con ojos entristecidos y que digáis: “Debemos nacer de Dios, para que comencemos a vivir en Su Amor”. Cuando en todos nosotros penetre este Amor, ésta será la única cosa delante de la cual todas estas guerras, todas estas discordias que ahora existen, se derretirán así, como el hielo. Eh, dicen ¿es posible esto? – Para nosotros ya es posible. Para nosotros, los primeros carbones que estamos encendidos, es posible. Y para vosotros es posible. Estos que son últimos, que están en la periferia, y para estos carbones llegará un día cuando se encenderán. Yo me alegro de todos estos carbones. En ellos hay fuerza, solo enciéndelos. Algunos dicen: “¡Eh, un carbón negro es él!” No, yo conozco a este hermano. Hoy él es negro, pero él puede flamear, en él hay tal energía, que un día, cuando se encienda, milagro hará. Así que, ahora todos somos carbones. Esto es solo una figura del hablar. Un día, cuando se enciendan estos carbones, éstos darán aquel calor Divino, y entonces nosotros comenzaremos a sentir el balar de estos corderitos. Éste va a producir el temblor más sagrado en nosotros, y cuando regresemos, habrá paz, alegría, oraciones y alabanzas, porque Dios es tan magno hacia nosotros como para derramar y la Vida, y Su Santidad, y Su Piedad, y todo lo que tiene en Sí.

            ¡Nosotros debemos nacer de nuevo! Esto es a lo que le llaman “nuevo nacimiento”, nacimiento de Dios, pero que no solo una vez nazcas y digas: “¡He nacido!” Este es un acto de constancia – constantemente debemos vivir en Dios y estar llenos de Su pensamiento, de Su corazón y sentimiento, y de Su acción. Esto es lo magno, lo potente en el mundo, que nos elevará como hombres. Ninguna otra cosa es tan magna, tan potente en el mundo, como la idea de Dios y de Su potencia, de Su Amor, de Su Sabiduría y de Su Verdad en el mundo.

Los nacidos. Conferencia del Maestro Beinsá Dunó

1 comentario

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

xxx