Por los caminos de Dios. Reflexiones sobre nuestra búsqueda espiritual: Los obstáculos (II)

Roberto Mercher

 

Hermandad Blanca. Por los caminos de Dios. Reflexiones sobre nuestra búsqueda espiritual: Los obstáculos (II)

En la primera parte de este artículo sobre los obstáculos expresé mi punto de vista sobre diez de ellos y algunas recomendaciones de cómo superarlos. En esta segunda parte lo haré sobre: el yo-ego, la confusión y los sentimientos de superioridad e inferioridad. También hablaré sobre el elogio y el menosprecio, que aun cuando no los menciono como obstáculos en ninguno de los artículos anteriores, considero que son factores clave en las creencias de superioridad e inferioridad. Para finalizar incluyo una reflexión  sobre lo que en mi opinión, involucra emprender la búsqueda de nuestra Deidad.

EL YO-EGO

Este es uno de los obstáculos sobre el cual más se ha escrito. La sicología lo ha tratado profundamente, incluso algunas de sus escuelas lo han dividido en varios “yos” para estudiarlo. Lo llamo yo-ego, porque para muchos ambos son la misma entidad.

En mi opinión, el yo es una creación necesaria de la mente para poder relacionarse con las otras mentes y con su entorno, quienes a su vez lo alimentan y le ayudan a afianzarse como usurpador de nuestra consciencia. El yo es necesario para la vida en sociedad, pero nada útil para liberar la consciencia, a la cual mantiene confundida con ser él.

Algunas religiones y creencias recomiendan “matar” el yo para liberarnos de él, mientras que otras consideran que no es necesario hacerlo para lograr la liberación.  En mi opinión, no veo factible liquidar el yo, porque eso significaría acabar con todo lo que nos relaciona con el mundo exterior. Pienso que la idea no es desprendernos de él, sino trascenderlo sin identificarnos con él, entendiendo que en esencia somos un Ser distinto a ese yo creado por nuestra mente. En un artículo posterior dedicado exclusivamente a estas manifestaciones de la mente, ampliaré mi visión sobre estas entidades.

LA CONFUSIÓN

Este es el principal obstáculo en el Camino de la nueva era y surge por la gran cantidad de creencias entre las cuales debemos decidir cuáles tomar para trazar nuestra ruta hacía La Divinidad. Esta confusión deriva de la duda sobre cuál vía tomar para seguir avanzando y como duda al fin, tiene su origen en nuestro sentimiento de no sentirnos capaces de tomar la decisión correcta, lo cual, como vimos en la primera parte de este artículo, nos lleva a trabajar ese sentimiento de inferioridad que tanto nos limita.

 

Hermandad Blanca. Por los caminos de Dios. Reflexiones sobre nuestra búsqueda espiritual: Los obstáculos (II) Superioridad

LA SUPERIORIDAD

La superioridad a la que me refiero en este punto no es el complejo de superioridad tratado por la sicología, el cual surge como un mecanismo de compensación de las ideas de inferioridad que tiene de sí mismo quien lo padece, llevándolo a exagerar, con arrogancia, las cualidades positivas que posee. En este caso, se refiere al convencimiento de quien tiene esta creencia, de ser una persona con capacidades y cualidades superiores a los demás.

La superioridad es la fuente de la vanidad, el perfeccionismo, el orgullo y en algunos casos de la pereza. Superarla nos ayudará a vencer todos esos obstáculos.

El origen de la superioridad es el desconocimiento o no aceptación de nuestras debilidades y defectos. Si cada vez que recibimos un elogio no estamos conscientes de que tenemos fallas por superar, corremos el riesgo de que ese elogio más allá de ser un motivo de satisfacción, se convierta en alimento para ese sentimiento de superioridad que resulta tan dañino.

No se trata de no aceptar ni disfrutar los elogios, se trata de recibirlos en su justa medida y consciente de nuestras debilidades y defectos, viendo en ellas oportunidades de mejora. Además, utilizar ese conocimiento de nuestras carencias para cultivar la humildad que necesitamos para superar esta creencia.

LA INFERIORIDAD

Este sentimiento si se corresponde con el  complejo de inferioridad tratado por la sicología, el cual hace que quien lo sufre se perciba de menor valor que el resto de las personas.

Este sentimiento da origen a la duda, al miedo y algunas veces a la pereza y se origina en el desconocimiento o falta de convencimiento de nuestras fortalezas y virtudes. Cuando tenemos algún fracaso o somos objeto de alguna crítica desfavorable o algún menosprecio y no estamos conscientes de nuestras fortalezas y virtudes, corremos el riesgo de que esa situación genere en nosotros el sentimiento de inferioridad que tanto nos perjudica.

La idea no es no aceptar los fracasos o la opinión de los demás cuando sean desfavorables, sino aceptar los fracasos como oportunidades de aprendizaje y de mejoras y las opiniones de los demás como puntos de vista y no como verdades absolutas, conscientes también de nuestras fortalezas y virtudes, apoyándonos en ellas para generar la autoconfianza que necesitamos para superar cualquier obstáculo que se nos presente.

Los sentimientos de superioridad e inferioridad son los extremos de un continuo, cuyo centro podemos alcanzar mediante el conocimiento de nuestras fortalezas y debilidades, de nuestras virtudes y defectos. Conocernos más a nosotros mismos nos despejará el camino para alcanzar nuestra meta de finalmente encontrarnos con Dios.

Hemos visto que ambos sentimientos se pueden alimentar del elogio y del menosprecio cuando no filtramos estos a través de nuestras debilidades y fortalezas, por lo que es importante conocer que motiva el elogio y el menosprecio para no alimentar en otros esos mismos sentimientos.

 

Hermandad Blanca. Por los caminos de Dios. Reflexiones sobre nuestra búsqueda espiritual: Los obstáculos (II) El Elogio

EL ELOGIO

Aunque el elogio es una expresión de admiración, su inocuidad depende del sentimiento que oculta cuando lo expresamos. Si lo damos de igual a igual, como un reconocimiento a las cualidades o a los logros del otro, sin poner en duda los nuestros, entonces se convierte en una fuente de satisfacción para quien lo recibe y para quien lo da. Pero si lo damos como un reconocimiento a su superioridad, con un sentimiento subyacente de nuestra inferioridad, entonces se convierte en alimento para la superioridad del otro y de la inferioridad nuestra.

También debemos filtrar el elogio a través de las debilidades y defectos de la persona a quien elogiamos. Al hacerlo, nos daremos cuenta que, si bien es cierto que merece el elogio, también es cierto que aún puede tener fallas por superar y eso evitaría la posición de superioridad que le estamos dando y de inferioridad que nos estamos atribuyendo.

EL MENOSPRECIO

El menosprecio es una expresión de odio a quien consideramos inferior, por lo que su origen parte del desconocimiento o no aceptación de las fortalezas y virtudes del otro. Si lo hiciéramos, filtraríamos el menosprecio a través de ellas y esto evitaría la posición de inferioridad que le estamos dando y de superioridad que nos estamos atribuyendo.

Con esto podemos ver que el elogio a quienes consideramos superior y el menosprecio a quienes consideramos inferior se originan en el desconocimiento de las debilidades y fortalezas propias y de nuestros semejantes. Por eso, conocer y respetar a los demás como a nosotros mismos nos facilitará el camino hacia Dios.

REFLEXIÓN FINAL

La omnipresencia de la Divinidad es generalmente compartida por la mayoría de los creyentes, por lo que muchos caminos nos pueden conducir a ella. En esta serie de artículos “Por los caminos de Dios” he compartido mi opinión sobre cinco de esos caminos, que con seguridad no son los únicos. Desde mi punto de vista esas vías no son excluyentes,  aunque muchos fieles de algunas religiones, en especial los seguidores del camino de la fe, defienden sus creencias de tal manera que excluyen la posibilidad de transitar otros caminos e incluso, califican de herejes o infieles a quienes lo hacen. Sin embargo, actualmente hay muchos buscadores que van simultáneamente por varios senderos, lo que ha dado pie al surgimiento de movimientos originados dentro de las propias religiones tradicionales o de sincretismos como el de la nueva era.

También hemos visto que el no superar los obstáculos que podemos encontrar en los diferentes caminos nos conduce a tomar otros de ellos y en muchos casos la única opción pareciera ser el Camino de la fe, cuyo único requisito para recorrerlo es respetar al Ser Supremo y aceptar su voluntad por sobre todas las cosas, lo cual probablemente ha dado pie a la creencia que solo por esa vía podemos llegar a él.

Lo que he hallado en mi búsqueda, es que la fuente de todas las dificultades está en nosotros mismos, principalmente en nuestras creencias y en nuestros miedos y no allí afuera como muchas veces creemos. Por eso, el primer viaje que debemos emprender es hacía adentro, hacía el conocimiento de nosotros mismos, de nuestras fortalezas y debilidades, de nuestras virtudes y defectos.

Con seguridad, en esa búsqueda interior encontraremos cosas que no nos van a agradar, pero que están allí como parte de ese lado oscuro que nos negamos a aceptar y mientras no lo hagamos permanecerán estorbándonos en nuestro sendero hacía Dios. Pero también encontraremos otras que si nos van a complacer y que nos servirán de incentivo para avanzar en nuestra búsqueda.

En resumen, estoy convencido que en nuestra búsqueda de Dios nos encontraremos a nosotros mismos y en nuestra búsqueda interior encontraremos a Dios, porque el objetivo final de todos los caminos es que seamos uno con él.

 

Hermandad Blanca. Por los caminos de Dios. Reflexiones sobre nuestra búsqueda espiritual: Los obstáculos (II) Reflexión final

 

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Autor: Juan José Sequera, autor de la familia de Hermandad Blanca

1 comentario

  1. Bonito tema pues comparto las mismas ideas ya que a mí me han servido no es fácil ver nuestros defectos pero eso nos acerca a hacer humildes de corazón y por lo tanto eso nos acerca más a Dios …. NAMASTE ??

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