M.T.C. y El Tarot: El Tao del Ermitaño

Isabel Vazquez

El Ermitaño

EL TAO DEL ERMITAÑO

 

Los grandes sabios dicen que tenemos unos vórtices en nuestro cuerpo donde el Qi se mueve poderosamente.Son como países unidos por una gran autipista que tiene un lado suave y sereno y un lado rígido y activo.

En Medicina Tradicional China se les conoce como Ren Mai y Du Mai. Madre y Padre que se hacen uno en nosotros. Algunos sabios occidentales llaman a estos vórtices «anillos de tensión», en los cuales, si esa tensión se hace muy fuerte, se generan unos bloqueos que pagamos muy caro. Da igual como se llamen a estos «países» que habitan en nuestro Mundo, todos necesitan lo mismo, que fluya el Qi. Ese Qi que ha de recorrer todo nuestro cuerpo para sentir la vida.

La Meditación es una forma de mover el Qi y el Maestro Ermitaño es un gran Meditador.

Él nos ayuda, como Maestro, a encontrar el camino de la Luz. El Ermitaño es el mejor representante del TAO.

Tenemos aquí una carta de naturaleza muy yin, elemento Metal, muy relacionada con las emociones. Así que por muy vacía que esté de yin, poco activa va a ser.

El investigador obsesionado con encontrar la fórmula mágica, el científico encerrado en su laboratorio para descubrir la clave para curar una enfermedad. Ese que se olvida de comer, de dormir, de relacionarse. No para de hacer cosas pero sin moverse de un sitio.

La rata de laboratorio o de biblioteca que quiere saber mucho pero sin experimentar nada. Me viene a la memoria un personaje de televisión, investigador genial, fuera de serie que no le gusta relacionarse, que ama sólo las relaciones des tipo intelectual, sin involucrarse en el acercamiento y el calor humano (Sheldon Cooper de «Big Bang Theory»). Hace sin hacer. Sin embargo, cuando a esta carta le sobra yang, será el cirujano, el profesor, el maestro de escuela que no sólo investiga, también comparte su aprendizaje y el resultado de sus investigaciones. Pero puede volverse también frío como el cirujano sin sentimientos que abre con pericia, pero sin empatía.

La ocasión así lo requiere, pero esa frialdad la lleva a las relaciones con otros, el Maestro interior no ve más que su mundo, olvidándose del mundo de los demás. Narcicista y egoísta, sólo él/ella sabe más que nadie… Así su sabiduría queda congelada, fría, porque es un viaje sin retorno de uno mismo hacia uno mismo. Parece que se mueve, pero no va a ninguna parte.

Entendeis porque es una carta que, pese a todo, es muy pasiva?

el ermitaño - mujer mirando el fondo

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