Utilización de las Fuerzas Espirituales, por Equipo de redacción BIOSOPHIA

Jorge Gomez (333)

 

Tierra 3Como es sabido, a través de su insistencia en numerosas conferencias pronunciadas a lo largo de su vida, el propio Steiner explicaba que era una experiencia común a todos los Misterios de la Antigüedad el entrar en conocimiento del hecho, a primera vista un tanto sorprendente, de que Este Mundo, no ha sido creado por los dioses, por las Jerarquías Positivas Superiores, sino, lo que es más, que los dioses se quedarían muy satisfechos  si pudiese ser destruido rápidamente. En una charla del creador de la Ciencia Espiritual Antroposófica, en algunos de sus fragmentos se hacía constar lo que sigue: «Los iniciados vieron la situación futura en sus detalles exactos, tanto en relación con el alma humana como también con la evolución del mundo. Vieron claramente que el mundo, que el hombre llegaría después a conocer, sería no solamente externo al hombre, sino también a los Dioses…. Los iniciados decían: «El mundo externo que nosotros vemos no es divino, a menos que nosotros proyectemos en el lo que los Dioses nos han otorgado«. «Tenemos en nuestro derredor un mundo que no ha sido originado por los Dioses con los cuales entramos en comunión en los Misterios«….

 

 “A través de la iniciación en los Misterios se aprendía que el mundo externo no se había originado por los Dioses, que originalmente habían proyectado un mundo muy diferente. Un acontecimiento particular había causado que el hombre se sumergiese en un mundo no deseado en absoluto por los Dioses….. Con tiempo suficiente, podría comprobarse que todas las ideas concernientes a la caída del hombre y su expulsión del paraíso parten del reconocimiento de que el mundo que le rodea no es un mundo creado por los Dioses……. Se realizaron intentos para descubrir la voluntad de los Dioses en relación con el mundo que ellos no habían creado y se tomó conciencia de que lo que los Dioses querían era la desintegración, la aniquilación de este mundo…….. Sin embargo, los iniciados también sabían que el hombre, con el objetivo de convertirse en independiente, tendría, en algún momento, que derivar su conocimiento humano precisamente de este mundo material que los Dioses consideraban maduro para su extinción».  (Rudolf Steiner. Charla impartida en Dornach, el 7 de Mayo de 1922. Reproducida en el libro: «The Human Soul in Relation with World Evolution». Anthroposophic Press. Spring Valley. New York. 1984. Pgs.79 y sgs. ). 

 

La realidad material por tanto es el resultado de la Condensación MorfológicaAhrimánica, a partir de una Ideación Luciférica, y rellenado de substancia material física densa, que es la Creación propia de los Asuras, obtenida mediante el quebrantamiento y la fragmentación del Espíritu o Sustancia Primordial. Para generar la materia física densa hacía falta contar con Entes espirituales que pudieran fragmentar y quebrar el Espíritu, para dar origen a la Materia, como fueron las entidades denominadas Tronos Fríos, también llamados Asuras. Luego, tal y como explicita reiteradamente Steiner, nuestro mundo físico material no fue creado por las Jerarquías Creadoras pertenecientes a la linea del Padre sino por las Opositoras mencionadas. Nuestro mundo es una rareza, y una anomalía en el orden del Cosmos regido por esas Jerarquías Positivas, que a su vez saben muy bien que la tierra se trata de algo imprescindible para el adecuado cumplimiento de los planes del Verbo Creador, el Cristo, para la creación de la Décima Jerarquía, la de los que hoy son los hombres, la futura Jerarquía de Seres de Amor y Compasión. 

 

En lo que podríamos llamar un camino espiritual correcto podemos desarrollar características positivas o benéficas, mediante un ejercitamiento espiritual apropiado, a través del  trabajo sobre  nuestra estructura astral (anímica o emocional), en donde se manifiestan todos nuestros instintos y sentimientos, en donde podemos aprender, percibir, sentir, temer, adorar, desear, pensar, etc.  De igual manera, en un camino espiritual desviado, o incorrecto, podemos, por ignorancia o inconsciencia, ser víctimas propiciatorias a ser manejadas por personas o agrupaciones al servicio de fuerzas obscuras, o maléficas.

 

Como seres humanos todo nuestro cosmos, el ámbito en el que se desarrolla nuestra evolución, es el sistema solar. Fuera de él existen influencias estelares o fuerzas zodiacales exteriores que nos configuran. Aunque pudiera parecer vanidad o incluso soberbia, es necesario dejar sentado un hecho, que habría de ser cierto a largo plazo si se llegan a implementar los planes de la divinidad, y es que lo más importante de nuestro cosmos somos nosotros, los hombres, de manera que cuando se creó el sistema solar el fin último y fundamental es para que eventualmente hubiera un protagonista: el ser humano.  No fue nunca éste un cosmos de amor, de verdad y belleza porque ya, desde su inicio, estuvo interferido por fuerzas infernales o maléficas, en un universo dual que tiene que ser permanentemente equilibrado por influencias celestiales benéficas.

 

Rudolf Steiner nos explica la existencia de fuerzas solares crísticas, vitales o de crecimiento, que se dirigen al hombre en función de lo que éste pueda recibir y soportar, las cuales equilibran las fuerzas paralizantes y necróticas, luciféricas, ahrimánicas y asúricas, que operan sobre el ser humano a través de la Luna y la Tierra.

 

 

Un Equilibrio Inestable

 

En el mundo de las Jerarquías regulares, benéficas, sólo existe el Bien, la Verdad y la Armonía, pero en un sistema evolutivo muy complejo como es el nuestro, en donde hay un equilibrio inestable, ese orden y el equilibrio se consigue, y es entonces cuando el bien se puede manifestar para todos los seres que lo componen, gracias a dichas Jerarquías.

En nuestro habitat físico material terreno recibimos influencias de ambos niveles, infernales y celestiales, y éstas últimas son realmente fuerzas del Padre que nos vienen permanentemente a través del Hijo, las fuerzas del Cristo sin las cuales simplemente desapareceríamos. En nuestro futuro seremos nosotros, los hombres, los que tendremos que poner orden equilibrando ambas fuerzas, en donde el Bien pueda manifestarse en todos los seres que viven en la tierra.

Para que este nuestro sistema evolutivo funcione se requiere que exista una sana y correcta interdependencia entre todos los componentes que lo constituyen: entre los Angeles, Arcángeles, Principados, Potestades, Virtudes y Dominaciones, que no son sino jerarquías espirituales que evolucionan con nosotros, así como con los ejércitos de seres elementales de la naturaleza (sustancias procedentes de dichas jerarquías) que viven en los reinos mineral, vegetal, animal y humano, equilibrada por las fuerzas solares y lunares y modulada por las fuerzas estelares.

Estas fuerzas están regidas por leyes cósmicas que son esencias espirituales con las que nos podemos relacionar mediante nuestro pensamiento (la actividad espiritual más importante que podemos utilizar), y de esta forma podemos intervenir en la realidad, modificándola.  Desde hace miles de años algunos seres humanos han aprendido a conocer esas leyes que rigen el cosmos y las han empleado para distintos fines, maléficos o benéficos, según sus afinidades espirituales. Antiguamente una persona simple, en su inconsciencia, no tenía problemas ni con el Bien ni con el Mal, pero con la capacidad de pensar que todos tenemos hoy día, ya estamos irremediablemente participando de esas fuerzas cósmicas, querámoslo o no, consciente o, casi siempre, inconscientemente. Parte de las que rigen el sistema solar están dentro de la conciencia de todos los seres conscientes, y en tal sentido no podemos olvidar que los hombres hemos dejado atrás tres reinos que no han seguido nuestro ritmo evolutivo, gracias a los cuales nos sustentamos y podemos ser humanos, y que son los reinos mineral, vegetal y animal.

          Somos la punta de lanza del proceso evolutivo cósmico, intentando todavía superar la animalidad que aún poseemos, lo cual es posible gracias a nuestra principal herramienta, nuestro pensar, que es lo que nos distingue de los animales. Sin embargo todo nuestro campo de batalla siguen siendo, y lo seguirán siendo por mucho tiempo, nuestros instintos y pasiones, nuestros sentimientos y deseos, que aunque no constituyen nuestra mayor calidad, sí es lo más potente que tenemos,  y es precisamente todo lo que se manifiesta en nuestra estructura astral.

Necesidades y Deseos

           Las necesidades del ser humano tienen un límite, aunque muchas de ellas pueden estimularse para que crezcan, y entonces se trasforman en deseos, que ya carecen de límites, lo cual es algo que conocen perfectamente y manejan muy bien los publicistas en nuestros días, en esta nuestra sociedad occidental de la forma, los medios y la información.

¿Que conciencia tiene el ser humano acerca de las repercusiones de sus propios deseos?. ¿A quien importan mis deseos?.  En principio los deseos pueden ser completamente lícitos cuando se dirigen a conseguir satisfacer las necesidades, lo que el hombre precisa para su desarrollo. El problema surge cuando para satisfacer los deseos, dentro del mundo físico material en el que estamos, se ponen en movimiento o se invocan esas fuerzas cósmicas para el exclusivo interés egoísta, para la obtención de bienes y servicios para “mi” o para los “mios”, por encima de las necesidades legítimas del resto y en detrimento de los demás (el resto de la humanidad, de los otros con los que formo parte indisoluble, aunque lo ignore). Puede ser el principio de la acción inconsciente de las Fuerzas del Mal en nosotros, el portal de entrada de lo que se conoce como Magia Negra, algo en lo que todos estamos participando, sin saberlo.

¿Acaso está mal el pedir algo tan normal como que se cumpla tal cosa, mediante oraciones o invocaciones a fuerzas espirituales?. Pues dependerá de qué fuerzas se pongan en movimiento en relación a qué tipo de deseos. No es lo mismo desear la curación de una persona enferma, evitando su sufrimiento, que  el que nos toque la lotería, o el aprobar unas oposiciones usando ciertos métodos obscuros, o que consiga  hacerme con una mansión millonaria en California, deseos los cuales siempre estarán configurados pasando por encima de los demás, ya sea por acción o por omisión  (y ello por la sencilla razón de que los recursos siempre son limitados, y lo que yo pueda obtener de más, necesariamente otros lo tendrán de menos), etc, etc.  Y a esos niveles no sirve para nada el recurso que siempre queda, el auto-engaño de que “yo no quiero el mal para nadie, sólo lo bueno para mi o para los míos”.

El problema es el concepto de “normalidad” a todos los niveles con el que se asumen estas situaciones, muy bien vistas, publicitadas y admiradas,  con el pleno apoyo socio-cultural e institucional, en muchos casos consciente,  y que no hacen sino incrementar el poder de las fuerzas malignas en este mundo de materia.

En este sentido, para saber si algo es correcto o no, podemos preguntarnos: ¿qué consecuencias produce el cumplimiento de mis deseos en cada caso, para el conjunto, para mi prójimo y para todo el mundo?. Muchas personas con la capacidad, perseverancia y ejercitamiento apropiado, aunque ilegítimo, de invocación eficaz de fuerzas espirituales para su provecho, pueden ver satisfechos sus deseos. Pero ello forma todo un mundo de triunfadores estúpidos e ignorantes que no saben el peligro que corren de caer, como discípulos, en manos de auténticos magos negros, que sí saben perfectamente lo que hacen. Existen personas entrenadas,  aparentemente formales, amables, socialmente respetables, que, por encima del cosmos, lo que buscan es satisfacer sus propios deseos de riqueza y poder, a costa de lo que sea.

Cuando realmente se quieren conseguir determinados fines, aparte del ejercitamiento y la perseverancia individual, el trabajo más eficaz es el que se realiza, para bien o para mal dependiendo de los objetivos, en grupos o logias mediante invocaciones a fuerzas espirituales, rezos y ritos a distintos niveles y capacidades, incluso con años o siglos de anticipación. Steiner, por ejemplo, relata que la cosmovisión materialista actual se había estado preparando desde el siglo XV.

Existen muchos libros del tipo de “New age” y auto-desarrollo, vendidos por millones en todo el mundo, que detallan cómo ser felices y conseguir todo tipo de bienes, posesiones y cumplimiento de deseos mediante ejercicios de visualización y desarrollo de la “positividad”, poniendo todas las energías espirituales al servicio del mundo material, que al fin y al cabo no son sino auténticos manuales patrocinados por la Magia Negra. Juegan con el dolor, la tristeza y la desesperación de muchas personas que inconscientemente se asocian a fuerzas malignas, bajo la falsedad de que con ello no se hace daño a nadie. Pero ya hemos mencionado que si se concentran parte de las fuerzas cósmicas al servicio egoísta de uno mismo, es a costa de robar parte de las mismas a todos los demás, desequilibrando al conjunto. Lo que sea bueno para mi, lo debe ser para el conjunto. Si a mí me beneficia algo, debe beneficiar a todos, evitando peticiones aisladas para el propio provecho excluyendo a una parte del todo.

El Bien de la Humanidad

 

El primer paso debería ser el reconocer el ámbito de realidad en el que estamos, dentro de un mundo físico material en el que predominan las Fuerzas del Mal que le son afines, y de esta forma empezar a defendernos de esta superestructura maligna en la que estamos envueltos, en un sistema maquiavélico perverso. Todos somos responsables de preservar la salud del conjunto, nunca perjudicándole. ¿Mis planteamientos son excluyentes o defienden al conjunto, me aíslo de él enviando fuerzas de pensamiento negativas, miro sólo a lo mío?. En una concepción cristiana auténtica, en la que tiene que predominar el amor y la fraternidad de todo el conjunto de la humanidad, nunca egoísta e individualista, no podemos permanecer ajenos a esta realidad, por ignorancia o inconsciencia.

Cuando tomamos conciencia de la situación podemos empezar a controlarla. ¿Con que sintonizamos?. Nuestros cuerpos físicos, etéricos o vitales y astrales o emocionales son permanentemente permeables a seres espirituales de todo tipo que viven en nosotros, nos penetran y forman parte de nuestra constitución. Hasta ahora, como criaturas, hemos estado protegidos. Con el desarrollo de nuestra conciencia empezamos a ser co-creadores y responsables de con qué fuerzas queremos ser afines, teniendo que saber diferenciar unas de otras.  Nuestro cuerpo astral, en donde se desarrollan todas nuestras pasiones, deseos, pensamientos, etc, todo el contenido de nuestra alma, al final es el conjunto de sustancias con las que nos identificamos de forma natural, buenas o malas. En nosotros está el ir purificandolo en nuestra conciencia de vigilia.

¿Cuál es la característica de las capacidades espirituales correctas?: su puesta a disposición de todos los seres a través del desarrollo de la fraternidad y del amor crístico. Y no para ser “buenos”, sino para ser útiles al conjunto, es decir al proceso evolutivo de todos, incluyendo no sólo a todos los reinos de la naturaleza, también a todos los ejércitos de seres espirituales y elementales que evolucionan con nosotros. Esto es la base de un esoterismo cristiano, que no es ninguna religión, y del que depende el futuro de todo el cosmos solar, que es el de todos los que en él vivimos.

Fraternidad y Amor

 

Todo ello requiere una trasformación en nosotros, empezando por el conocimiento consciente de la situación y querer cambiar nuestra actitud abandonando el inmovilismo, que es lo más difícil, sabiendo que todos somos emisores y receptores continuamente de fuerzas espirituales que afectan a todos y nos afectan a nosotros. Todo lo que favorezca a la totalidad será correcto y benéfico equilibrando al conjunto. El poder del bien es operativo y está en nuestras manos, y por ello debemos ser asertivos con él, dándole su importancia,  y no darle más poder al mal del que realmente tiene, con lo cual se le alimentaría y fortalecería. 

El apresamiento del yo dentro del cuerpo astral, y de éste dentro del sistema nervioso central es obra de las entidades opositoras, y, sobre todo, de los asuras, lo cual constituye la clave de la existencia del dolor, y por ello la recomposición o curación de nuestra astralidad ha de pasar ineludiblemente por nuestra consciencia, a base del ejercitamiento de la voluntad y el esfuerzo, en consonancia con un cosmos superior perfectamente ordenado y justo. Mientras que este Mundo material y asúrico, el Mundo de los Depredadores, al que no pertenece ni el Cristo, nuestro Creador, ni al que pertenecemos nosotros, está perfectamente definido en su estructuración y conformación en las claves de estos hechos que, para la información de aquél que pudiera estar interesado en su origen, se hallan contenidas en el ciclo de Steiner, publicado en castellano bajo el nombre de “Mundo de los Sentidos, Mundo del Espíritu». 

Los seres humanos tenemos que empezar a comprender todo esto, sabiendo que existe una ley de fraternidad universal, superior a las leyes más inmediatas de este mundo de materia, pero perfectamente aplicable al mismo, que exige el reconocimiento y respeto, empezando por lo que tenemos más cercano, el prójimo, y continuando con los otros reinos de la naturaleza y todos los elementales. La contribución al mantenimiento del plano etérico o vital del planeta, y la calidad de nuestra astralidad va a influir en la salud de todo el conjunto, sabiendo que existe una interdependencia de cada parte con todas las demás, y de todas en cada una.

Equipo de Redacción BIOSOPHIA

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