La dieta mental de siete días

La dieta mental de siete días

Dr Emmet Fox

Prosiguiendo con los estudios sobre el desarrollo personal; adjunto y en éste sitio en la Web, se comparte corta pero interesante exposición sobre La Dieta Mental De SieteDías, de Emmet Fox, quien sucintamente plantea la importancia del conocimiento de sí, con la finalidad de:

1.- Mantener enfocada la atención de la mente en la luz del Espíritu; para vivir el ahora o en el presente, en vez de subsistir limitado por los condicionamientos sociales con la atención mental centrada en futuristas e inciertos pensamientos o en sentimientos, sensaciones y acciones del pasado imposibles de cambiar. Lo que a la larga generan problemas, sufrimiento, dolor y enfermedades.

2.- Enfrentar las distintas experiencias; que por el personal karma nos depara la vida, para a través de la práctica alcanzar los suficientes conocimientos que al ser expuestos ante la luz del Espíritu, se convertirán en consciencia.

3.- Expandir las facultades de discernimiento, ausencia de deseo, recta conducta (Dominio de la mente, control de sí en la acción, tolerancia, contentamiento y alegría, finalidad única y confianza) y amor.

4.- Y al igual como la dieta alimenticia; en la que sólo ingerimos agua pura y alimentos naturales, La Dieta Mental De Siete Días prácticamente consiste en dejar de emitir negativos pensamientos (Propios, de terceros o provenientes de nuestros condicionamientos sociales), cuando se alcanza la recta conducta, básicamente con el dominio de la mente. Por eso es que es trascendental que antes de comenzar con La Dieta Mental De Siete Días, la persona alcance un completo conocimiento y dominio de sí, para no auto-provocarse problemas, sufrimientos, dolores y enfermedades. De suerte que cada vez que emita un pensamiento; producto del accionar del Alma o del Espíritu Humano, esté dicho pensamiento lleno de consciencia.

LINK LIBRO: La Dieta Mental De Siete Días (Emmet Fox)-1

Cordiales saludos:  Jorge E. Morales H.

AUTOR: Emmet Fox

La Sabiduría Antigua

Muy difícil parece negar la existencia de semejantes hombres, en presencia de la tradición universal de los documentos escritos aun subsistentes, y de las ruinas prehistóricas, para no citar otros testimonios que recusaría el ignorante. Los libros sagrados de Oriente son los más fidedignos testimonios de la grandeza de quienes los escribieron. ¿Qué puede compararse con la sublimidad espiritual de su pensamiento religioso, con el esplendor intelectual de su filosofía, con la amplitud y pureza de su moral? Ahora bien; cuando hayamos que cuanto esos libros contienen sobre Dios, sobre el hombre y el universo, son enseñanzas substancialmente idénticas, bajo múltiple variedad aparente, no será temerario referirlas a un cuerpo céntrico y original de doctrina. A este cuerpo doctrinal le damos el nombre de Sabiduría Divina, que es lo que significa la palabra griega Teosofía. Como origen y base de todas las religiones, a la Teosofía no se le puede oponer ninguna otra. La Teosofía purifica y revela el alto significado interno de tanta doctrina adulterada por el error en su exposición exotérica y pervertida por la ignorancia y la superstición. En cada una de esas formas se reconoce y defiende la Teosofía, tratando también de mostrar la sabiduría que oculta. Para ser teósofo no hay necesidad de dejar de ser cristiano, budista o indo. Basta con que el hombre sondee profundamente en el corazón de su propia fe, que abrace las verdades espirituales con gran firmeza, y que comprenda sus enseñanzas sagradas con más amplio espíritu. Después de haber dado origen a las religiones, la Teosofía las justifica y defiende; pues roca y cantera es de donde se sacaron y extrajeron. Ante el tribunal de la crítica intelectual viene a justificar la Teosofía las más profundas aspiraciones y los más nobles sentimientos del corazón humano. Comprueba las esperanzas que nos forjamos sobre el hombre y ennoblece más nuestra fe en Dios.

Conoce algunas de las expresiones que demuestran la sabiduría indígena4

La verdad de esta aserción se evidencia más cuanto más estudiamos las diversas Escrituras santas del mundo. Algunas selecciones operadas en el conjunto de materiales disponibles bastarán para establecer el hecho y guiar al investigador en la búsqueda de nuevas pruebas. Las verdades fundamentales de la religión pueden resumirse así:

1º- La Existencia real, única, eterna, infinita e Incognoscible.

2º- De ella procede el Dios manifestado que desenvuelve su unidad en dualidad, y ésta en trinidad.

3º- De la Trinidad manifestada proceden las innumerables inteligencias Espirituales, guías de la actividad cósmica.

4º- El hombre, reflejo de Dios manifestado, es, por lo tanto, fundamentalmente trino; y su “Yo” interno y real es eterno y uno con el “Yo” universal.

5º- Evoluciona por encarnaciones repetidas, a las cuales le impele e deseo y de las que se liberta por el conocimiento y el sacrificio, llegando a ser divino en acto como lo ha sido siempre en potencia.

La China, cuya civilización está reducida a estado fósil, fue poblada en otros tiempos por los Turanios; cuarta subdivisión de la cuarta Raza Raíz que habitó el continente de la desaparecida Atlántida y que cubrió con sus ramificaciones la superficie del globo. Los Mongoles, séptima y última subdivisión de la misma raza, reforzaron más tarde la población de esa comarca, de suerte que en China encontramos tradiciones de la mayor antigüedad, anteriores a establecimiento en la India, de la quinta raza, la raza Aria. En el Ching Chang Ching o Clásico de la Pureza, encontramos un fragmento de Escritura antigua de singular belleza, donde se percibe ese espíritu de calma característico de la “enseñanza original”. En el prólogo de su traducción Mr. Legge dice de este tratado: Este libro se atribuye a Ko Yuan (o Hsuan), un Taoísta de la dinastía de Wu (222 – 227 J.C.). Se cuenta que este sabio alcanzó la condición de inmortal y se la da generalmente este título. Se le representa realizando milagros, entregado a la templanza y muy excéntrico en sus procedimientos. Al naufragar cierta vez, surgió de las aguas con los vestidos enjutos y anduvo tranquilamente sobre las olas. Ascendió a los cielos en pleno día. Estos relatos pueden quizás atribuirse a invenciones de época muy posterior. Hechos semejantes se atribuyen con frecuencia a los iniciados de diferentes grados y no son necesariamente puras fantasías. Lo que Ko Yuan dice a este propósito en su libro nos interesará sin duda mucho más: “Cuando alcancé el verdadero Tao, había recitado ya este Ching (libro) diez mil veces. Es lo que practican los espíritus celestes, y jamás fue comunicado a los sabios de este mundo inferior. Se me dio por el Jefe Divino del Hwa Oriental quien lo había recibido del Jefe Divino de la Puerta de Oro y éste de la Madre Real de Occidente.” Ahora bien; el título de Jefe Divino de la Puerta de Oro era el de un iniciado que gobierna el imperio tolteca en la Atlántida, y su empleo parece indicar que el Clásico de la Pureza fue llevado de la Atlántida a China cuando los turanios se separaron de los toltecas. Esta idea la corrobora el contenido de este tratadito que tiene por asunto el Tao, literalmente “la Vía”, nombre que designa la Realidad una en la antigua religión turania y mongola. Así leemos: “El Gran Tao no tiene forma corporal, pues Él es quien ha engendrado y nutrido el cielo y la tierra. El Gran Tao no tiene pasiones, pero El es la causa de las revoluciones del Sol y de la Luna. El Gran Tao no tiene nombre, pero es el que asegura el crecimiento y conservación de todas las cosas.” Tal es el Dios manifestado como unidad; pero la dualidad aparece enseguida:

“El Tao (Aparece bajo dos formas: el Puro y el Confuso) posee (las dos condiciones de) movimiento y reposo. El cielo es puro y la tierra es confusa; el cielo se mueve y la tierra está quieta. Lo masculino es puro y lo femenino es confuso; lo masculino se mueve y lo femenino está quieto. Lo radical (Pureza) desciende, y el producto (Confuso) se extiende en todo sentido, y así fueron engendradas todas las cosas.”

Este pasaje es interesantísimo, porque evidencia los dos aspectos activo y receptivo de la naturaleza, estableciendo la diferencia entre el Espíritu generador y la Materia criadora; distinción familiarizada posteriormente. En el Tao Teh Ching, la doctrina tradicional sobre lo Inmanifestado y lo manifiesto se expresa claramente:

El Tao que puede suceder no es el Tao eterno e inmutable. El nombre que puede ser nombrado no es el nombre eterno e inmutable. El que no tiene nombre es El que ha engendrado el cielo y la tierra; el que no posee nombre es la Madre de todas las cosas… Bajo estos dos aspectos es idéntico en realidad; pero a medida que el desarrollo se produce, recibe diferentes nombres. Al conjunto lo llamamos Misterio.”

AUTOR: Annie Besant

LINK AL LIBRO: https://drive.google.com/file/d/0B7DZ5iuQPu8Ed2Z2TmdnMVFTYWM/view

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