La Aspiración: del instinto al intelecto. Por Djwhal Khul

Jorge Ariel

olga porqueras La naturaleza instintiva, al desarrollarse en los tres reinos (animal, humano y divino) es en realidad aquello que se va desenvolviendo etapa tras etapa, hasta  llegar a lo que se denomina conciencia, que es una gradual expansión de la capacidad de ser consciente  del medio ambiente, cualquiera que sea. Cuando en el ser humano predomina el instinto de supervivencia, se orienta hacia un nuevo y elevado objetivo, se reenfoca hacia una meta superior y desarrolla algún propósito básico y orientador. Estos propósitos en desarrollo pueden abarcar desde el deseo puramente animal, la ambición egoísta humana, hasta la lucha del discípulo que aspira lograr la necesaria liberación hacia lo cual lo ha impulsado todo el proceso evolutivo.

Es interesante trazar el desenvolvimiento de la conciencia humana que va desde el instinto hasta la liberación en cuatro etapas así: (1)

Del instinto al intelecto.

Del intelecto a la intuición.

De la intuición a la inspiración.

De la inspiración a la intención.

Respecto al reino humano, se han postulado las siguientes expresio­nes sicológicas:

1.  Instinto: Está situado debajo del nivel de la conciencia, pero protege y gobierna los hábitos y la vida del organismo. Gran parte de la vida emocional es regida de este modo. El instinto controla por intermedio del plexo solar y de los centros inferiores.

2. Intelecto: Es autoconciencia inteligente que guía y dirige la actividad de la personalidad integrada, por medio de la mente y el cerebro, actuando a través de los centros laríngeo y ajna.

3. Intuición: Se refiere predominantemente a la conciencia gru­pal y, oportunamente, controlará nuestras mutuas relaciones, cuando funcionemos como unidades grupales. Actúa a través del corazón y del centro cardíaco, y es ese instinto elevado que permite al hombre reconocer y someterse a su alma y también a su control e impresión de la vida.

4. Inspiración: En realidad esta palabra debería emplearse para designar a la conciencia superhumana. Este instinto divi­no permite al hombre reconocer el todo del cual forma parte. Actúa mediante el alma del hombre, utilizando el centro coro­nario y, eventualmente, inunda de luz o energía a todos los centros, vinculando al hombre conscientemente con las corres­pondientes partes del divino Todo.

 

 

EL INSTINTO.

La sustancia en el plano astral está animada por tres tipos de fuerza divina que al unirse producen la gran Ilusión:  El deseo egoísta, el temor y la fuerza de la atracción sexual, de esas tres fuerzas surgen los instintos que han sido clasificados por los sicólogos en cinco categorías:

El instinto de autoconservación tiene su raíz en un innato temor a la muerte; mediante la presencia de ese temor, la raza ha luchado hasta alcanzar el presente punto de longevidad y resistencia. Las ciencias que conciernen a la preservación de la vida, al conocimiento médico en la actualidad, y a las proezas de la comodidad de la civilización, todo ha surgido de este temor básico. Todo ha tendido hacia la conservación del individuo y su persistente condición de ser. La humanidad persiste, como raza y reino de la naturaleza, y el resultado de la tendencia a ese temor, trae la reacción instintiva de la unidad humana a la pro­pia perpetuación.

El instinto del sexo tiene su principal raíz en el temor a la separatividad y al aislamiento, en la rebeldía contra la unidad separatista y contra la soledad en el plano físico, y su resultado ha sido llevar adelante a la raza mediante la persistente propagación de las formas, por las cuales la raza puede venir a la manifestación.

El instinto de rebaño como puede observarse fácilmente tie­ne su raíz en una reacción similar; por el sentido de seguridad –y por esta seguridad basada en un conjunto numérico— los hombres siempre han buscado su propio género, uniéndose en grupos para su defensa y estabilidad económica. Nuestra mo­derna civilización es el resultado de esta reacción instintiva de la raza, como un todo; han emergido sus vastos centros, sus gran­diosas ciudades y sus aglomeradas viviendas, y tenemos el mo­derno rebaño llevado a su máxima expresión.

 

El cuarto gran instinto, la autoimposición, está también ba­sado en el temor; significa el temor del individuo a no ser re­conocido y a perder lo que considera suyo. A medida que el tiem­po ha transcurrido, el egoísmo de la raza ha crecido paralela­mente; su sentido de adquisición se ha desarrollado y ha surgido el poder de apoderarse de diversas cosas (la «voluntad de po­der» en una forma u otra), hasta llegar al intenso individualismo de hoy y al positivo sentido de importancia, que han producido gran número de los modernos trastornos económicos y naciona­les. Hemos fomentado la autodeterminación, la autoimposición y el interés propio, al punto de encontrarnos con problemas ca­si insolubles. Pero de todo eso ha surgido mucho bien y mucho más surgirá, porque ningún individuo tiene valor hasta que se da cuenta de ese valor por sí mismo, y entonces sacrifica defini­tivamente en bien del todo los valores adquiridos.

El instinto de investigación está a su vez fundado en el te­mor a lo desconocido, pero de este temor ha emergido –como resultado de investigaciones durante épocas— nuestros actuales sistemas educativos y culturales y toda la estructura de inves­tigación científica.

Estas tendencias, basadas en el temor, han actuado (porque el hombre es divino) como un potente estímulo para toda su naturaleza, conduciéndolo al presente punto de amplia compren­sión y utilidad; han producido nuestra moderna civilización con todos sus defectos y, sin embargo, con toda su divinidad. De es­tos instintos llevados adelante hasta lo infinito, y del proceso de trasmutación en sus correspondencias más elevadas, emerge­rá la plena expresión del alma.

Instinto                                             Intelecto                                          Intuición

(causa)                                         (proceso)                                             (efecto)

1. Autoconservación……Investigación (Espiritismo)…………Inmortalidad

2.  Sexo……………………………Religión (Misticismo) ….Unión espiritual (Unificación)

3. Rebaño…………………………Hermandad (Panteísmo) ……..Conciencia grupal

4. Autoimposición……………..Psicología (Psiquismo) ………..Autoafirmación

5. Investigación………………..Educación (Mentalismo) ……….Innovación

 

Como vemos, los temores que acosan a la humanidad tienen sus raíces en los instintos; sin embargo, parecen ser características divinas mal aplicadas y utilizadas. Pero cuando éstas son co­rrectamente comprendidas, utilizadas y trasmutadas por el alma conocedora, traen percepción y son fuente de crecimiento y de  aquello que imparte al alma dormida –en tiempo y espacio— ­el necesario impulso, ímpetu y anhelo de progreso, que ha con­ducido al hombre hacia adelante, desde la etapa de las cavernas y del ciclo prehistórico, a través del largo período de la historia, y puede confiarse en que, lo llevará adelante con mayor rapidez a medida que llega a la captación intelectual y se consagra al problema del progreso, con pleno conocimiento.

En el ámbito emocional, el hombre pasa por tres etapas de la conciencia:

  1. Adquiere, mediante el mecanismo sensorio, conciencia en el mundo de las formas, y desarrolla la capacidad de reaccionar sabia e inteligentemente a dichas formas. Esta conciencia la comparte con el mundo animal, aunque en un aspecto va más allá, debido a que posee una mente correlacionadora y coordinadora.
  2. Percibe o es sensible a los temperamentos, emociones y sentimientos, deseos y aspiraciones, que están arraigados en él, en el principio de la autoconciencia. Esto lo comparte con sus semejantes.
  3. Logra la percepción espiritual o sensibilidad al mundo espiritual, y el aspecto sentimiento de la conciencia superior. Esto tiene sus raíces en el alma, presupone el dominio de la naturaleza mental y constituye esa facultad que lo convierte en un místico. Esta percepción la comparte en común con todos los discípulos, y es la recompensa de las victorias alcanzadas en sus experiencias en el plano astral.

 

LA ASPIRACION

Aspirante es aquel que  empieza a manifestar al­go del propósito del alma, en su vida material. Transmuta el deseo en aspiración, y esa aspiración es vital y verdadera. Toda apropiación de una forma es resultado del deseo.

Es muy importante que el concepto del Deseo sea muy bien entendido. Desear algo, no solo es pensarlo y emanarlo, esto nosotros lo llamamos: Deseo-Procreador del EGO.

Deseo-Procreador del Ego: Significa desear con los pensamientos de la psiquis y de la materia. Es desear para la satisfacción y la necesidad del Ego, muchas veces colmadas de carestías superfluas y vanas. La necesidad del Ego generalmente será a beneficio propio y muy egoísta.

Deseo-Creador del Espíritu: El verdadero Deseo-Creador es aquel que es emanado del Espíritu, este deseo siempre se abocará a lo más elevado del pensamiento, la cual siempre expresará en ese deseo una necesidad elevada y generalmente altruista.

El hombre, en su conjunto, es producto de su cuerpo de deseos.  El cuerpo emocional con sus anhelos, apetitos, modalidades, sentimientos y vehementes deseos, moldea el cuerpo físico mediante las fuerzas atractivas que fluyen a través de él, y lo llevan infaliblemente a satisfacer sus deseos. Si los apetitos de la naturaleza sensoria son predominantemente animales en su objetivo, tenemos al hombre de fuertes apetitos, dedicando su vida a satisfacerlos. Si sus deseos son de bienestar y felicidad, tenemos a un hombre sensual, amante de la belleza y las diversiones, regido casi completamente por el egoísmo. Lo mismo sucede con los innumerables tipos de deseo, buenos, malos  y comunes, hasta tener lugar esa reorientación que reenfoca en tal forma las energías astrales, que las encamina hacia otra dirección. Así el deseo se convierte en aspiración y el hombre se libera de la rueda de nacimientos y de la necesidad de reencarnar.

En la actualidad, tres cualidades predominan en el plane­ta –temor, expectativa y un deseo  de posesiones materiales. Se ha alcanzado el summum del deseo humano de felici­dad material y se ha sobrepasado la cima de ese deseo, por lo tanto la humanidad ha logrado y superado mucho.

Estas tres cualidades deben ser comprendidas y desechadas por el aspirante a medida que trata de servir desde los niveles mentales. El temor debe ser sustituido por esa paz que es privile­gio de quienes viven siempre en la Luz de lo Eterno; la inquietan­te expectativa tendrá que ser sustituida por esa seguridad placen­tera, aunque activa, del objetivo final que proviene de la visión del Plan, del contacto con otros discípulos y luego con el Maestro. El deseo de posesiones materiales debe ser reemplazado por la aspiración a esas posesiones que son la alegría del alma –sa­biduría, amor y poder para servir. ¡Paz, seguridad y correcta as­piración! Cuando estas tres palabras se comprendan y experimen­tan en la vida diaria, producen esa correcta «condición de las aguas» que asegura la supervivencia de toda forma mental, debi­damente engendrada en la meditación, por el hombre que actúa como alma.

La aspiración está relacionada con la motivación. Móvil puro es raro, y donde existe, hay siempre éxito y realización. Tal mó­vil puro puede ser totalmente egoísta y personal o altruista y espiritual, y ambos están mezclados, en diversos grados, en lo que al estudiante concierne. De acuerdo, sin embargo, a la pu­reza de intención y unidad de propósito, así será la potencia.

Hacen bien los instructores de la raza en enseñar al aspirante la práctica de la dis­criminación y entrenarlos en la ardua tarea de distinguir entre:

a.    El instinto y la intuición.

b.    La mente superior y la inferior.

e.    El deseo y el impulso espiritual.

d.    La aspiración egoísta y el incentivo divino.

e.    El impulso emanado de los señores lunares y el desenvol­vimiento del Señor solar.

No es tarea fácil o halagadora, descubrirse a sí mismo y en­contrar que quizás hasta el servicio prestado y nuestro anhelo de estudiar y trabajar, tuvieron un origen básicamente egoísta, o se han basado en un deseo de liberación o desagrado por los deberes cotidianos.

REGLAS PARA EL ASPIRANTE

Para el aspirante,  la meta de su esfuerzo es la correcta construcción de formas  mentales, recordando que «como el hombre piensa, así es él», que el control de la sustancia mental y su utilización para pensar con claridad es esencial para el progreso.

Esto se demostrará en la organización de la vida externa, en el trabajo creador de cualquier índole, ya sea al escribir un libro, pintar un cuadro, dirigir un hogar, conducir un negocio, sólida y honestamente, salvar una vida o cumplir con exactitud el deber externo, mientras que los ajustes internos prosiguen en el silencio del corazón.

Las reglas son:

  1. Observa el mundo del pensamiento y separa lo falso de lo verdadero.
  2. Aprende el significado de la ilusión, y en su centro lo­caliza el cordón dorado de la verdad.
  3. Controla el cuerpo emocional, porque las olas que surgen en los mares tempestuosos de la vida engolfa al nadador, impiden la luz del sol e inutilizan todos los planes.
  4. Descubre que posees una mente y aprende su uso dual.
  5. Concentra el principio pensante y sé el maestro de tu mun­do mental.
  6. Aprende que el pensador y su pensamiento y lo que cons­tituye el medio del pensamiento, son diversos en su na­turaleza, y sin embargo uno en la realidad última.
  7. Actúa como el pensador y aprende que no es correcto prostituir tus pensamientos en el vil deseo separatista.
  8. La energía del pensamiento es para bien de todos y para la ayuda del Plan de Dios. Por lo tanto no la utilices pa­ra fines egoístas.
  9. Antes que una forma mental sea construida por ti, vi­sualiza su propósito, asegura su meta y verifica su móvil.
  10. El trabajo de limpiar la atmósfera del pensamiento, cerrar para siem­pre las puertas al odio, al dolor, al temor, a los celos y a los bajos deseos, debe preceder al trabajo consciente de construcción. Cuida tu aura, oh caminante en el sendero.
  11. Vigila atento los portales del pensamiento. Guárdate del deseo. Elimina todo temor, todo odio, toda codicia. Mira afuera y arriba.
  12. Porque tu vida está principalmente centralizada en el plano de la vida concreta, tus palabras y tu lenguaje in­dican tu pensamiento. Presta a éstos cuidadosa atención.
  13. Sé amable, bondadoso y bueno, dentro de tus posibilidades. Guarda silencio y la luz en­trará en ti.
  14. No hables de ti mismo. No te compadezcas de tu suerte. Los pensamientos del ego y de tu destino inferior impiden que la voz interna de tu propia alma suene en tu oído. Habla del alma; trata de explayarte sobre el plan; olvídate de ti mismo construyendo para el mundo. Así se neutraliza la ley de la forma. Así la ley del amor puede entrar en ese mundo.

Estas simples reglas son las bases correctas para llevar ade­lante el trabajo creativo, y harán al cuerpo mental tan claro y poderoso que el correcto móvil controlará, y el verdadero trabajo de construcción será posible.

 

EL INTELECTO

El correcto uso del intelecto es la realización más destacada en el ámbito mental. Se caracteriza también por tres etapas:

  1. La mente recibe impresiones del mundo externo, por medio de los cinco sentidos y el cerebro, constituyendo una condición negativa, donde «las modificaciones del principio pensante» son originadas por los impactos del mundo externo y las reacciones del mundo astral.
  2. La mente inicia sus propias actividades y el intelecto es el factor dominante. Aunque es puesta en actividad por los factores ya enumerados, responde también a las corrientes de pensamientos del ámbito mental y se activa enormemente como resultado de estos dos contactos. De ello surge una tercera actividad, en que el principio razonador actúa sobre la información adquirida de estos dos modos, establece sus propias corrientes de pensamientos y formula sus propias formas mentales, además de registrar las de otros.
  3. La Inteligencia, mediante la concentración y el razonamiento, consigue imponer sus ideas e impresiones sobre la mente mantenida «firme en la luz” y permite al cuerpo mental responder a las impresiones y contactos que emanan de los mundos subjetivos espirituales.

Las competencias cognitivas o intelectuales están asociadas a las habilidades de pensamiento, incluyen la atención, la concentración y la memoria, la creatividad, la toma de decisiones y la solución de problemas.

El intelecto trabaja con base en el sistema binario, conformando así una inteligencia muy similar a la de la electrónica y la informática. La inteligencia es una parte extraordinaria e importantísima de la mente, y su característica más relevante es la rapidez en el pensar. Los conjuntos matemáticos se reproducen en la continuidad axiomática del pensar, y la fluidez milimétrica de posibilidades es infinita. La inteligencia reúne las condiciones para realizarla, y depende de ella si esa continuidad valora el pensar.

Cuando la intelectualidad trabaja sólo con la inteligencia, el resto de esa mente deja propiamente de circular y entonces se enferma, porque al no ser nutrida correctamente de pensamientos equilibrados, pierde la continuidad y la correlación de lo que sucede con él y con su entorno.

Se dice que la intelectualidad es una enfermedad porque no funciona con todos los elementos que la mente le puede proporcionar para la realización de sus ideas. Cuando trabaja adecuadamente, es extraordinaria y necesaria, porque la inteligencia es parte importante de la mente. Los seres  que se enferman de intelectualidad se vuelven rígidos, sin razón, sin lógica, sin la facultad de discernir; se quedan rezagados y lejos de su Principio Único, sintiéndose omnipotentes.

El Principio Único creaba con el deseo creador, sin reparar en que su deseo crearía un desfase entre las energías-pensamientos. El deseo que él imprimía en sus creaciones no salía con la misma intensidad, ritmo, frecuencia y vibración: su creatividad era inestable y no poseía la calma para emitir sus ideas. Esta pequeña contrariedad le produjo serias consecuencias, pues cuando las ideas salían, sus hijos-pensamientos las ordenaban y clasificaban. Ellos lo hacían por semejanza, y no por correlación. Al comenzar a juntarlas, no repararon en que la mayor parte de ellas había inclinado el cerebro del Ser Uno hacia el lado izquierdo: su glándula pituitaria se alimentaba demasiado de las ideas-semejanza, y al hacerlo, la mente perdió el equilibrio de sus creaciones. Lo ideal era que las tres glándulas se nutriesen uniformemente, mas como no fue así, la balanza se inclinó más de un lado. Esto significaba que el lado derecho tenía menos ideas, y por tanto, no respondía en forma equilibrada.

Así, pues, el cerebro del Ser Uno se dividió en dos partes: izquierda y derecha, que hasta hoy prevalecen. Todos los seres-pensamientos diseminados en el universo entero están formados de esta manera.

NOTAS DEL EDITOR.

Este artículo hace parte de una tetralogía.

1. Tomado del libro Tratado sobre magia blanca

3 comentarios

  1. ha sido inspirador leer en una forma clara,diresta y facil el mecanismo de espiritualizacion de la vida.la frase que utilizo para que mi voluntad se ponga en accion diresta a disposicion del alma es. AJUSTADOR DEL PENSAMIENTO,LO QUE HAGO EN MI LO HAGO EXTENSIVO AL UNIVERSO. GRACIAS DE UN SER QUE SE INSPIRA PARA SER ALMA

  2. Muy interesante este recorrido desde el Instinto a la inspiración. El EGO instintivo debe escuchar la conciencia para vivir en armonía concientemente creativa. Saludos, Yndamiro

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