Cómo estamos hechos, por Isabel Nunes Governo

Jorge Gomez (333)

“El alma humana es como un lago que se comunica con el mar por medio de un canal sumergido, aunque aparentemente el lago esté cercado por tierra, su nivel de agua baja o se eleva con los mares, por obra de esa conexión oculta. Ocurre lo mismo con la consciencia humana: existe una conexión subterránea entre las almas individuales y el alma del mundo, y esa comunicación se procesa profundamente, confinada en los peldaños más primitivos de la consciencia”

Estas palabras de Dion Fortune arriba constituyen una narrativa pictórica sumamente feliz para retratar nuestra conexión con lo Divino, en términos no sólo esenciales y de identidad, sino también funcionales. Somos hechos a imagen y semejanza de lo Divino – Carne de Su Carne (Sustancia) y Sangre de Su Sangre (Vida). Tenemos potencialmente en nosotros todo el Organismo Cósmico (1), tal como es representado en la simbología fundamental de las diversas filosofías y cosmogonías de todas las latitudes y de todas las eras.

Naturaleza Holística del Universo

Todo repercute, todo se comunica en el Universo. En un grupo, o avance evolutivo (una habilidad) conquistada por una unidad de vida es una conquista patrimonial efectiva del Todo y se transfiere genéticamente a ese mismo Todo. Esta, por increíble que pueda parecer, es una evidencia cada vez más asumida por un gran número de investigadores.

En un trabajo del biólogo Rupert Sheldrake sobre lo que llamó “resonancias mórficas” citado por Sylvia Cranston (2), podemos leer lo siguiente: “… Se le fue solicitado a diferentes grupos de personas de Norteamérica y de Inglaterra que aprendiesen tres canciones de cuna japonesas, de corta extensión, una de ellas muy conocida desde hace varias generaciones por niños japoneses. Las otras dos canciones fueron compuestas de modo que se pareciesen a la primera, pero eran desconocidas en Japón. La canción tradicional resultó más fácil de aprender. Otras pruebas utilizando palabras extranjeras, la mitad verdaderas y la otra mitad inventadas, fueron dadas a personas que no conocían el idioma. De nuevo, las palabras reales fueron más fáciles de aprender. Se efectuaron experiencias semejantes con el código Morse en el teclado de una máquina de escribir, dos patrones aceptados y establecidos de modo generalizado hace más de un siglo. En ambos casos, las correlaciones y secuencias ya establecidas fueron más fáciles de aprender que las que habían sido inventadas…”

ImageDe igual modo, se verifica, sin margen de duda, y de modo generalizado, que las nuevas generaciones – incluso los niños pequeños, que aún no saben leer “instrucciones” – tienen claramente una mayor aptitud (en relación a la anterior) para todo lo que respecta a la informática, los juegos de ordenador, el funcionamiento de los móviles y cualquier otra maquinaria electrónica. Esto se debe, presumiblemente, a la reciente conquista gradual, más efectiva y masiva, de estas tecnologías, de sus funcionamientos y de sus conceptos. Un aprendizaje innovador de muchos es incorporado subjetivamente por la constitución genética de las oleadas que les siguen temporalmente.

Estas exposiciones, si bien son representativas y de enorme relevancia, refieren apenas aspectos que se procesan horizontalmente, en un mismo Plano de existencia. En el Cosmos, no obstante, esas transferencias de energía y de significados repercuten entre el Macrocosmos (el Universo) y el Microcosmos (el Hombre), así como entre diferentes Planos.

El Todo contiene a la parte y

la Parte contiene al Todo”, dice una consagrada fórmula ocultista. El hombre –el Microcosmos– es el reflejo y la réplica del Macrocosmos, con sus Planos (y subplanos septenarios). También el hombre posee siete principios o cuerpos, cada uno de ellos enfocado y de la misma sustancia vida de cada uno de los Planos del septenario cósmico. Los tres superiores constituyen la “contraparte divina” en el hombre, la Trinidad imperecedera, llamada espiritual, Âtman (Espíritu), Buddhi (Sabiduría Intuitiva) y Manas (Mente; en este caso, la naturaleza superior de Manas, la Mente Abstracta). Los otros cuatro, que conforman el llamado “Cuaternario inferior”, son de naturaleza (más) material y corruptibles (3). Este Cuaternario constituye nuestra, así llamada, “Personalidad”, y está compuesto de los principios Sthûla-sharîra (el cuerpo físico); Linga-sharîra (doble etérico o doble astral, el cuerpo de las causas formativas, que modela, energiza y sostiene al cuerpo físico. Configura una especie de estructura reticular electromagnética que vivifica y proporciona cohesión a las partículas físicas constituyentes) y el Prâna, que él dirige; Kâma-rûpa (cuerpo de los deseos, instintos y pasiones animales); Manas inferior (vehículo de la mente intelectual, concreta).

ImageEn el hombre encarnado, ese cuaternario está replicado, sintetizado y representado en el 7º (contando desde arriba, el 1º contando desde abajo) de los chakras, o Mûladhâra (chakra Fundamental, o de

la Raíz). Los chakras son centros de fuerza que afloran en el doble etérico-astral y proporcionan el puente entre el vehículo físico del hombre y sus vehículos (y respectivos Planos) superiores. El nombre sânscrito “chakra”, que significa “rueda” o “disco”, es a veces sustituido por “lotos”, pues, en realidad, se asemejan a corolas de flores, con diferente número de pétalos según el chakra, y con un pedúnculo que tiene su raíz en el tronco o eje vivificante de todo ser encarnado y comprende y recorre el conducto espinal (que le corresponde en el Plano Físico). Y flanqueado, a la derecha, por el nadî (conducto) de energía positiva Pingalâ, y a la izquierda, por el conducto de energía negativa Idâ. Cada chakra tiene correspondencia con cada uno de los Principios Septenarios.

Para los estrictos efectos que nos ocupan en este estudio, hablaremos, en particular, y solamente, del chakra Fundamental. Este, como ya dijéramos, representa y sintetiza las cualidades y atributos (bien como las conquistas evolutivas del Hombre-colectivo,

la Humanidad) de la personalidad reencarnante – el Cuaternario Inferior. Es por eso que posee 4 pétalos, que no son más que (cada uno de ellos) una concentración energética proveniente de cada uno de los Planos del Cuaternario inferior, con su peculiar “nota clave”. Esas “notas clave” son las maneras en las que la energía “vibra” y “resuena” al pasar la energía Kundalinî, cuando esta recorre ascendentemente el Sushumnâ (de esto hablaremos después) y, en esa conformidad, encuentran representación en determinadas letras (sonidos) que, en lengua sânscrita, se pronuncian Vam, Sham, Sham y Sam.

En el Universo Manifestado

la Consciencia Divina asume dos polos o aspectos: Shiva, el aspecto positivo, y Shakti, el aspecto negativo (4). Shakti, el polo negativo, es dinámico, es la Gran Madre del Universo, por ella todo vino a la existencia. En los seres humanos esa Energía universal particularizada recibe el nombre de Kundalinî, sin embargo, este vocablo tiene frecuentemente el sentido cósmico (de Shakti). Kundalinî, la fuente de generación y de regeneración, puede también, en una cierta perspectiva, ser identificada con la Mente Universal. En efecto, es la Mente que está en la raíz de la Forma.

ImageAsí, en el centro del chakra Fundamental radica, adormecida, la serpiente cósmica Kundalini. A través de prácticas adecuadas (de las que son depositarios Grandes Sabios, que las preservan de las ligerezas de simples curiosos e incautos) y/o de la natural y consecuente expansión de consciencia que se produce en el hombre virtuoso y “espiritualizado”, esa expansión presiona hacia arriba y corresponde al despertar de la serpiente adormecida, que irrumpe y se yergue por el eje espiritual Sushumnâ hasta alcanzar el “loto de mil pétalos”. Desde la más remota antigüedad, en las representaciones pictóricas del chakra Muladhâra, figura entonces, el Svayambhû, o lingam de Shiva con la serpiente enroscada a su alrededor tres veces y media, en una alusión a la segunda mitad, o mitad evolutiva de

la Manifestación Septenaria (compuesta de involución, o descenso del Espíritu en la Materia, y Evolución, o ascenso de la Materia al Espíritu) (5). Muladhâra reúne todas las potencias recogidas de los Planos Superiores, que se constituyen en impulso para la gran Ascensión espiritual. Es, de este modo, el centro que posibilita la regeneración o 2º nacimiento.

Kundalini se hace corresponder, en muchos mitos, y representaciones en imágenes de las religiones exotéricas, como tentadora (portadora del fruto prohibido de

la Sabiduría), en el mito hebreo-cristiano del libro del Génesis; como la redentora, en la concepción gnóstica (la serpiente con las “7 vocales” sobre su cabeza…); como las numerosas ctónicas-fertilizadoras celtas, escandinavas, eslavas, mediterráneas, amerindias, orientales… (en simbiosis e indistinción, a veces, con las celestes-fecundantes: en China, por ejemplo, profundamente enraizada en la mitología popular, la energía de la vida y figurada en la baba del dragón-serpiente (6) que fecunda a las mujeres). En el mito hebreo, ella se eleva sinuosa recorriendo (en espiral) el tronco del árbol (el tronco del árbol humano, es decir, el Sushmumnâ) hasta llegar a la cabeza del hombre para susurrarle promesas de “Sabiduría” y “Vida eterna” (ascendiendo al Sahasrâra, el chakra coronario, el radiante loto de los mil pétalos, como promesa viva de “Consciencia y Vida Eterna”).

EL chakra Fundamental (símbolo del cuerpo terrestre y de la “personalidad, cuádruple”) refleja el estado de armonía de todos los componentes de la “personalidad” encarnante, y apenas cuando este “suelo” se torna digno, la simiente del Espíritu puede brotar y elevarse a los cielos (al Sahasrâra). La tierra del filósofo, regada por el aliento solar (de Pingalâ) y por el aliento lunar (de Idâ) se vuelve un terreno fértil, donde los elementos (Tierra, Aire, Agua y Fuego) se volverán armónicos, y en el que el arbol Bo (7) dé sus frutos iluminados.

Los ladrillos de

la Materia Física

ImageEn el loto Mûladhâra está indeleble y latentemente registrada, impresa, la memoria del recorrido de

la Humanidad (no nos olvidemos que el hombre no es sólo su cuerpo físico, el cuerpo que se ve…) Entretanto, esta realidad subjetiva se transfiere y se coagula en el componente físico del ser humano. Todo el patrimonio de adquisiciones biológicas – morfológicas, funcionales, psicológicas y mentales – de la Humanidad está registrado en su “Código Genético”. La estructura fundamental de ese registro, en el Plano Físico, es el ADN – la molécula básica de la vida biológica – con sus cuatro pilares de construcción: Guanina, Citosina, Timina y Adenina (8). Cada uno de estos pilares constituyentes trae consigo una simiente subjetiva y una misión impulsora que produce efectos definidos y específicos en el Plano Físico. Cada uno es portador de prolíficos códigos – como si fuesen finísimos y multicolores hilos que, de forma eximia y combinada, conformarán el gran Cuadro animado que representa cada existencia física, lleno de imágenes y significados. De forma integrada, ellos dotarán a cada ser que nace de habilidades específicas y cualidades potenciales. Cada uno de ellos y su conjunto propenderán su psiquismo, temperamento, naturaleza intelectual y sus características físicas. (9)

En realidad, las letras Vam, Sham, Sham y Sam son sólo símbolos, las formas groseras de una realidad más sutil a la que se denomina Mâtrikâ. Najo esa conformación grosera, ellas son el sonido positivo, Shabda, detentador de potencialidad creadora (10). Ellas encuentran aún correspondencia con los 4 elementos filosóficos: Fuego, Aire, Agua y Tierra.

En el Plano Físico, estas unidades primarias constituyentes (funcionando como puntos focales de energías específicas) deben, necesariamente, estar imbuidas de los impulsos fundamentales, generadores y multiplicadores de cualidades definidas. Ciertas cualidades se agrupan formando “pares complementarios” o “pares funcionales”, cuyas unidades son esencialmente representativas de: Energía-Fuerza (Función) / Forma (Morfología); Anabolismo / Catabolismo. De este modo, se combinan y hacen corresponder:

Vam-Sham = Guanina-Citosina;

Sham-Sam = Timina-Adenina;

Subiendo

la Escalera en Espiral. El Movimiento Ondulatorio del Espacio

ImageLa forma de movimiento que subyace a toda

la Manifestación es en espiral. No existen rectas en el Universo – solo curvas, que forman espirales.

Ese Movimiento Subjetivo Cósmico, Impulso radical o Aliento Divino (el Espíritu Santo, de la teología judeo-cristiana), que es la matriz de toda la evolución tanto en sus aspectos subjetivos como en los objetivos, marca y define la orgánica cosmológica (astronómica), las rutas espirales de todos los astros y galaxias. En el Microcosmos, en el hombre (designadamente), la expresión básica de vida confirma y se alinea en esta predisposición espiral, la matriz de vida biológica es la célebre “escalera helicoidal” o ADN. En efecto, la molécula de ADN se presenta como una escalera torcida sobre sí misma. Los escalones de esta escalera son los pares de bases nitrogenadas guanina + citosina, timina + adenina.

El ADN, en su estructura, se asemeja a un andamio objetivo, que se desenvuelve y se escora progresivamente en la estructura íntima de

la Sustancia subjetiva (de la Vida/Conciencia Universal). En el correr de este prodigioso andamio biológico, nos encontramos, punteados, los mismos marcos simbólicos, vehículos de la misma vitalidad y preñados de los mismos significados. Se nos parece que el Propósito de la Vida no puede dejar de estar en él implícito y progresivamente asignable, a medida que nos elevamos en los escalones de la Vida/Conciencia. El Universo es holístico, por naturaleza. Sus hilos invisibles van, de hecho, tornándose paulatinamente aparentes, a medida que vamos cumpliendo y concretizando en la Forma ese Macro Propósito Divino – como en un calco. “Oculto en una bellota, existe un roble con sus bellotas, y oculto en cada una de estas, existe un roble con sus bellotas”, afirmaba el cabalista MacGregor Mathers. En una marea ascendente, el Océano de la Vida, Divina y Universal (por obra de sus actores, las miríadas de seres que pueblan la Manifestación Objetiva de los Mundos) es iluminado progresivamente (evolutivamente) por la Conciencia, en ella sumiéndose.

ImageEn términos espirituales, la subida del Kundalinî desde el chakra Mûladhâra hasta el chakra Sahasrâra (en lo alto de la cabeza), replica en el Microcosmos (el hombre) lo que

la Evolución Colectiva (de los Mundos y de la Humanidad) consustancia en la Caminata peregrina desde este Plano más inferior (o Universo Físico), recorriendo todo el Septenario en sentido ascendente hasta la Reasunción final en la Luz del Uno, al término del Manvantara. En el aura, flanqueando el Sushumnâ (el eje o conducto espiritual por donde se eleva el Kundalinî) a uno y otro lado, corren en paralelo otros dos circuitos. Por ellos pasan respectivamente las corrientes positiva (a la derecha) y negativa (a la izquierda), las corrientes magnéticas denominadas “del Sol” y “de la Luna” (11). En realidad, de forma más precisa, es todo un semicilindro (un semitubo) derecho que está cargado positivamente, y todo un semicilindro izquierdo que está cargado negativamente. Este factor, importantísimo, es transferido para su correspondencia material: existe una especie de tubo virtual por dentro del cual corre la “doble espiral” del ADN. También este campo tubular está cargado positivamente en uno de los lados, y negativamente en el otro. De este modo, los diferentes centros de energía (que las bases ‘G’, ‘C’, ‘T’ y ‘A’ representan) situados en el curso de cada extremidad de la “doble hélice” son cíclicamente actuados positiva o negativamente. De esto se deriva que una determinada “potencia” esencialmente negativa, cuando se encuentra en la contraparte positiva, está “deprimida”, y viceversa. Por otro lado, en la definición de las codificaciones e instrucciones genéticas, su posición (de las unidades de cada par), ora en una determinada orientación, ora en otra (invertidas), a lo largo de los dos “barandillas” de la escalera, también las hace asumir una actuación, ora positiva, ora negativa, de sus cualidades, en el cómputo integrado de la lectura global.

Es precisamente el carácter eléctrico dual y alterno del Universo y de

la Manifestación que produce el movimiento espiral y efusivo, igual que los movimientos de contracción y expansión (12). Sin dualidad no habría Evolución. Sin dualidad no habría Manifestación.

¿Como asumimos nuestra Divinidad?

ImageEn el transcurso de las Edades, diversas fueron las metodologías formuladas por

la Humanidad a fin de facilitar y guiar al intrépido buscador en la exploración de ese Camino. En los Antiguos Misterios de las diversas civilizaciones –Hindú, Egipcia, Hebrea, Griega…-, los candidatos a la Iniciación en el “Conocimiento Sagrado” eran guiados para conquistar “paso a paso”, “escalón a escalón”, los Altares (el Altar septenario) del Espíritu.

Para

la Civilización Occidental, sin embargo, uno de los métodos más habilitados y poderosos, y que se mantiene vivo hasta nuestros días, es el método cabalista hebreo. Cuando es entendido y debidamente vivenciado, constituye un riguroso Guía, de iluminación trascendente de los Caminos insondables entre los velos de la Gran Madre.

El “Árbol de

la Vida” es un símbolo elocuente, animado e impregnado de Vida (valga la redundancia). En él están representados el Macrocosmos y el Microcosmos, y por intermedio suyo, nos es proporcionada la posibilidad de realizar los debidos puentes entre ambos – lo que, en la práctica corresponde a la transferencia de flujos definidos de energía cognitiva – , por un proceso efectivo de cartografía de los abstractos (y aparentemente vacíos) Caminos, más allá de las fronteras del Mundo Físico.

La Meditación por los Caminos del Árbol

Para el investigador místico, emprender este camino no es una aventura inconsecuente, sin reglas ni condiciones: implica disciplina, despojamiento material (purificación, purgación) y una decidida canalización de esfuerzo y energía en una dirección aparentemente árida, y no exenta de peligros. Es un camino solitario, no es necesario decirlo. Y es en esa soledad en la que el caminante peregrino congrega energía, cada vez más y más energía cualificada e inteligente (que él mismo asimila y torna individualizada, acuñada por su propio diapasón). Ese es su bagaje espiritual, que lo legitima y le abre sucesivamente las puertas de cada etapa del Camino Ascendente. Es su palabra clave, su “palabra de oro”, que lleva a los Guardianes a franquearle cada Portal Secreto.

Isabel Nunes Governo

Notas:

1.- Por mucho asombro que esta noción pueda provocar, tenemos impreso en nosotros el Propósito o Plan Divino, de que somos obreros (o constructores masones…) Tenemos impresas en nosotros

la Ruta y la Misión cosmológicas, el Funcionamiento y las Leyes que gobiernan los Mundos, todos los Mundos que existen unos en el seno de otros…

2.- En su libro “Helena Blavatsky – A Vida e a Influência Extraordinária da Fundadora do Movimento Teosófico Moderno (Helena Blavatsky –

La Vida y la Influencia Extraordinaria de la Fundadora del Movimiento Teosófico), Editora Teosófica, Brasil, 1997. Rupert Sheldrake fue el descubridor de los campos morfogenéticos.

3.- En todas las culturas (y en el inconsciente colectivo de la humanidad), el cuaternario (el 4) es el símbolo, por excelencia, de la materia.

4.- Shiva y su Shakti,

la Luz y su propia sombra (reverso o contraimagen, abhâsa) que Aquella reabsorbe, en el final de los tiempos, promoviéndose a Gran Unidad.

5.- Svayambhû es el Espíritu Universal. Es un término que significa el autogenerado.

Es también un epíteto de Brahmâ, como un símbolo de todo el Dios o Potencia Creadora. Así, Sarasvati es a el Shakti de Brahmâ (de donde provino el nombre patronímico de Abraham, con su esposa Sara). Sarasvati es la energía, emanada de Brahmâ, que creó los mundos.

6.- La palabra dragón fue heredada del griego “drako”, que significa serpiente.

7.- El Árbol Bo fue el árbol bajo el cual, según la tradición, Buda alcanzó la iluminación.

8.- Estas, son bases nitrogenadas que se combinan, cada una de ellas con una molécula de desoxirribosa (azúcar) y a un ácido fosfórico para formar un nucleótido, principal base de las cadenas polinucleótidas que, a su vez, forman el ADN (ácido desoxirribonucléico). Es la ordenación de esas bases nitrogenadas la que define la información genética de la que el ADN es portador. Los genes mayores poseen 100.000 pares de letras pero, de media, agrupan cerca de 40.000 pares.

9.- En efecto, cada célula del hombre (y de los demás seres vivos) transporta dentro de sí una inconmesurable “biblioteca”, el ADN. Esta biblioteca posee cerca de 30.000 “libros” – los genes -, cada uno de ellos replicando las informaciones necesarias para la preservación de las características de la especie y para la definición de las características individuales, para el pleno funcionamiento biológico. El ser humano está formado en su organismo biológico por cerca de 100 trillones de células.

10.- Se dice, además, que las letras Vam, Sham, Sham y Sam son la esencia y las simientes espirituales de los 4 Vedas – Vam, del Rig-Veda; Sham, del Yajus-Veda, Sham, del Sâma-Veda, y Sam, del Atharva-Veda – así como de los 4 Yugas: Satya, Tretâ, Dvapâra y Kali. “Veda”, en su sentido original, es la ideación divina en lo tocante a la creación de los mundos, cuyos contenidos fueron parcialmente revelados a los Grandes Rishis del pasado y encarnados en los 4 Vedas.

Por otro lado, y ahora en el sistema Cabalístico hebreo, todas las atribuciones místicas cuádruples se hacen corresponder con las 4 letras del Tetragrammaton, Yod, Hé, Vau, Hé, el Nombre Sagrado que usualmente se traduce por Jehová, y también, a los “Cuatro Mundos Cabalísticos” (Atziluth, Briah, Yetzirah, Assiah), con toda la riqueza inherente de correlación de significados y cualidades potenciales.

Como ya dijimos, otra síntesis representativa que se configura en el chakra Mûladhâra (al cual corresponden los 4 Sephirah Malkuth) es la del “Cuaternario inferior” (al que corresponden los 4 Sephiroth inferiores: Yesod, Netzach, Hod y Malkuth), y constituyen su punto focal.

Y, en el Islam,

la Palabra Creadora (la ecuación cósmica divina) es Kalimath Allah. Las cuatro consonantes de este mantra – K, L, M, T – simbolizan la manifestación cuaternaria de la Unidad primera, estando esta expresada en la triada de vocales A, I, A (en que se oculta el nombre inefable de ALLAH).

11.- Sushumnâ, y las corrientes solar, Pingalâ (a la derecha) y lunar, Idâ (a la izquierda) de las filosofías de

la India, corresponden, respectivamente, al Pilar del Equilibrio, al Pilar de la Misericordia (o de la Compasión) y al Pilar de la Severidad (o de la Justicia) del Árbol de la Vida (o Árbol Sephirótico), de la Cábala hebrea. La filosofía china representa igualmente esta triada fundamental: Yin y Yang son, respectivamente los principios negativo y positivo del Universo y de las unidades que lo constituyen, y Tao (o Camino) es el centro de equilibrio entre ellos.

12.- La imagen de un eterno Péndulo Cósmico, la energía de fondo (el Akasha) vibra y traza diferentes direcciones, tornándose ora positiva, ora negativa y determinando la gran Ley de atracción y repulsión. Ese hecho crea las líneas de fuerza de la propia sustancia (Prakriti). Es el gran dinamizador cósmico que anima y hace crecer tanto una piedra como un ser humano, y que está en el origen misterioso de los movimientos de sístole y diástole del corazón en la vida física animal. En realidad, el Akasha es Kundalinî visto desde otro aspecto.

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