La Libertad de la Mujer y la Madre

amor a una madreVivimos en un mundo muy rico si acogemos la existencia de todo, si acogemos al día y también a la noche, al blanco pero también al negro, a lo bueno pero también a lo malo, si acogemos la existencia de cualquier cosa que conozcamos y también la de cualquier cosa que imaginemos. Si acogemos eso que sentimos ahora, pero también eso que sentimos después, sin juicio ni rechazo, simplemente lo que llega dentro de nosotros, entonces el mundo se completa y se vuelve muy rico.

 

Pero si rechazamos lo que hoy nos parece oscuro o lo que hoy nos parece malo depende de nosotros también, si rechazamos la ira o simplemente le permitimos suceder depende de nosotros, si rechazamos el sufrimiento o simplemente lo dejamos pasar depende de nosotros, y lo mismo sucede con las ofensas y la violencia, es nuestra decisión rechazar todo eso que la violencia y las ofensas han generado dentro de nosotros o simplemente dejarle pasar, porque aunque hasta ahora solo hayamos aprendido a rechazar, si decidimos explorar otro camino y le permitimos el paso, estaremos inmediatamente en condiciones de responder y negociar exactamente aquello que devuelve el balance a nuestro corazón, en tiempo real y no en una desgastante pelea mental o contándoselo a la otra vecina o a la amiga, sino antes de que el estrés que produce el rechazo nos enferme.

 

 

Pero se ha dicho durante tanto tiempo que responder o confrontar es algo así como sacar la artillería pesada y aplastar al otro (aunque para aplastar al otro hay que aplastarse a uno mismo primero), que dejar pasar, perdonar, fluir o aceptar es algo así como resignarse, ignorar lo que ha sucedido y pasar rápidamente a lo que se supone que es bueno o productivo según las ideas y los intereses de aquella voz que lo sugiere o lo ordena (padres y cuidadores y posteriormente, profesores y entonces vendedores de métodos, vendedores de terapias, vendedores de verdades, vendedores de movimientos y religiones, vendedores…), que poco a poco la voz interna parecía alejarse.

 

 

Pero la voz de nuestro corazón sigue estando ahí dentro, en todo el centro, aunque se oiga lejana porque en lugar de quedarnos dentro, salimos atraídos o empujados por las voces de afuera. La voz de nuestro corazón es aquella que sabe que para ignorar o rechazar un sentimiento se necesita tanta fuerza que terminamos desbordados, enloquecidos y agotados, es la que nos dice que permitamos, que permitamos nuestros sentimientos y volvamos a nuestras emociones y ciclos naturales en la conciencia de que este proceso no tiene nada que ver con derramar nuestros venenos sobre los demás sino más bien con observar conscientemente esa fuerza que nos atraviesa y permitirle un espacio en nuestra vida cotidiana para que la intoxicación se evapore, que muchas veces, y para apoyar este proceso de comprensión, tendremos que marcar verbal y físicamente unos límites bien claros para equilibrar nuestras energías, pero que toda acción y toda palabra son simplemente la consecuencia de eso que ya internamente Somos.

 

 

muñeca de telaY es que la aceptación, el fluir, el perdón, es un camino silencioso hacia dentro que emprendemos en primer lugar para nosotros mismos y con los niños como maestros formamos el equipo más grandioso sobre la Tierra.

 

 

En esa misma totalidad, existen reinas y también reyes, existen fuera y dentro de nosotros, existen las princesas y también los príncipes de todos los colores, existen los hombres y las mujeres, amando y enamoradas y enamorados muchas veces, y otras odiando y llenos y llenas de ira y temor, y si la madre se sabe libre y está presente, comprende con sencillez la libertad de los hijos, comprende que estos tienen derecho a construir sus propias ideas en el tejido íntimo de su propia experiencia, pero ya no más dentro de grupos religiosos ni de ningún otro grupo político. La tarea de la madre es apoyar el proceso de crecimiento y en ello el libre pensamiento.

 

Penetrar en el mundo de los niños con nuestras ideas del bien y el mal no solo manifiesta nuestras propias carencias y debilidades de manera irresponsable, también es el reflejo de cómo nos tratamos a nosotras mismas sin hacer algo por cambiarlo, es el reflejo de nuestras ataduras y no el de la libertad, pero también arrastra con ellas las mentes limpias de los niños programándolas con las marcas de los miedos personales y esa es la crianza patriarcal de la que venimos.

 

 

En la Madre y en la Mujer la menstruación es sagrada y por eso silenciosa como el agua porque la sangre fluye de la misma forma protegiendo a sus hijas, y el líquido no se eleva por las cumbres, eso es cosa del ego, sino que humildemente busca y llena los espacios abiertos como lo hace el amor con todo lo que está vacío. Toda niña tiene derecho a comprender su menstruación desde la soledad (que no es la desolación ni el abandono) y la quietud de su propio corazón y no desde las viejas ideas reaccionarias de sus cuidadores.

 

 

Lo que verdaderamente nos puede diferenciar de todo aquello que hemos estado rechazando dentro de la crianza y fuera de ella, es permitir que los niños elijan su propio mundo, sin opacarlo con el viejo mundo que una vez fue nuestro. Permitir es la diferencia porque permitir es libertad.

 

 

Es cierto que en el mundo existe todo tipo de violencia, abuso, violación, mentira y maltrato, pero también la dulzura de la palabra honesta y la magia transformadora del acto puro del amor, existe la sumisión, pero también existe el valor que hace que miles de mujeres y hombres en todo el mundo se estén levantando en este mismo momento, silencios@s en amor hacia sí mismos, transformando sus venenos, porque silencio no es sinónimo de mudez, sino más bien de madurez y conciencia y puede contener muchas o pocas palabras, porque amarse tal cual como una es, en lugar de auto-justificar el ego y permitirse la violencia física, verbal o energéticamente sobre los demás, significa parar, detenerse y dejar de darle el poder a la mente.

 

 

El feminismo como cualquier otro grupo de ideales, es una mera forma de pensamiento contra la cual habrá que rebelarse más adelante, y heredar rebeldía es la tradición patriarcal, no es algo nuevo ni bello. Libertad es la nueva herencia para los niños de la tierra pero no es algo que las madres podamos enseñar, ni organizar en ejercicios semanales ni mucho menos enviando las mentes puras de los niños en una dirección concreta, solo podemos transmitirlo cuando hacemos el viaje al interior, cuando vamos al centro y nos hacemos cargo de las heridas abiertas, de los sentimientos sin comprender, del estrés que no encuentra su camino, para comprender la libertad como estado personal de aceptación porque solo entonces podemos aceptar a nuestro hijos y respetar sus elecciones.

 

 

Ser mujer también es el valor y la fuerza de mirar y permanecer dentro en lugar de seguir buscando afuera el balance, antes de continuar la antigua tradición de arruinar la belleza natural de la vida, como las madrastras y las brujas malas de los cuentos, que frecuentemente estaban fuera de su círculo, fuera de sí mismas,… antes de perturbar las raíces de la feminidad autentica, esa que habita en los úteros y las mentes puras de las niñas y niños. Inventemos juegos, historias y todo tipo de contenidos que apoyen la magia y la alegría, la simplicidad de la vida y trabajemos en y con nosotras mismas nuestros ideales de vida, porque la nuestra no es la única solución ni tampoco la mejor y sobre todo, no es la suya.

 

 

La libertad es inherente a la vida, nacemos libres y la Madre sabe que nadie puede tomar su libertad a menos de que ella misma la entregue y en ello esta su seguridad y también su paz y su armonía, libertad es la conciencia de la Mujer y la medicina que vuelve dulzura al encono y cuando no hay más rencor hacia el hombre (ni en el hombre hacia la mujer) suceden la unidad y la igualdad, en una misma, la Mujer vuelve, vuelve dentro de sí misma y ahí donde todo convive, es el mundo de los niños.

 

 

Vivimos en un mundo muy abundante si acogemos todas nuestras carencias.
En Nosotros, en Igualdad y Unidad

 

Por: Lina
Fuente:
Imagen: Corazón Arte de Vanessa Osorno

 

 

 

 

 

 

 

La Libertad de la Mujer y la Madre

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