Latidos de Gaia

 La tarde era hermosa un clima agradable pues terminaba el verano, el ámbar del sol nos acompañaba esparciendo como un polvo  casi imperceptible para el ojo común,  polvo que se transporta a través de rayos solares que llenan de vida coloreando todo lo que tocan.

Así caminaba por la calle con la visión exaltada observando la gente, los árboles, algunas veces me gusta saludarlos o agradecer por su servicio, tan llenos de vida, tan maravillosos.

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Justo ese día parecía estar saboreando un poco más de libertad, a veces llevamos cadenas en nuestro andar solo al liberarnos de ellas nos damos cuenta del peso que cargamos, la cadena que había estado llevando me mantenía  en constante conexión con un increíble ser, me enseño mucho a través de su visión, su paz, su amor, la enseñanza del uno, pero a la vez me estaba limitando en mi caminar como si hubiera estado usando muletas.

Y no es que las cadenas existan en realidad, son solo los limites mentales que adoptamos como filtros para observar la vida, se llegan a vivir como cadenas por la dependencia que nos condiciona a nosotros mismos, es sencillo darse cuenta que uno mismo fue el que se involucró en creerse esos patrones de pensamientos.

Me refiero a detalles sencillos como actitudes  que uno toma para ser aceptado o recibir amor, como si el amor para experimentarse pusiera condiciones.

Pero bueno, caminar de nuevo los primeros pasos sin ayuda son una delicia, todo más lleno de vida, todo había estado siempre ahí, pero mucha de la energía se había enfocaba a las manos a la fuerza que se requiere para las muletas.

Es curioso porque al inicio que algo se mueve, uno experimenta la sensación de pérdida pero en realidad solo está llegando más espacio para tal vez sostener otra cosa, o tal vez no sostener nada, si me preguntan mi opinión hubiera preferido caminar con muletas emocionales un poco más estaba ya una especie de comodidad y apego.

Como si tanto vacío en mi vida empezara a tener sentido, las muletas no son requeridas pero las manos por habito insisten agarrarse a algo, llaman a este cambio vacío.

Todo ese espacio disponible, todo ese esfuerzo, al inicio es incómodo  como si uno no supiera que hacer consigo mismo como si uno buscara dueño, pero el vacío se termina llenando por sí solo, porque se vive como liberación, no hay más condiciones o limites, las manos se mueven en libertad, el equilibrio del cuerpo se reestablece.

Ahora la visión es más amplia, porque toda esa energía para ese esfuerzo quedo disponible para disfrutar la vida.

Mis piernas  especialmente esa tarde, se extendieron hacia el centro de la tierra pero con la flexibilidad para el movimiento, una canción que se escuchaba me remonto a un recuerdo de amor y libertad  fue tan grande el impacto como si pudiera estirarme hasta sentir los latidos de Gaia por mis piernas y estos se extendieran hacia todo.

Escuche los latidos de la tierra con todo mi ser, parece que se hicieron expansivos a todos los seres que vi esa tarde, me pareció escuchar sus latidos también, todo lleno de vida, radiante, nuevo.

Un solo momento parece que expandió mi consciencia, como una explosión de éxtasis, libertad.

Naturalmente terminas agradeciendo a las muletas por la enseñanza, porque después de todo solo te dieron un empujón a ir por más en la vida.

Pude sentir la Tierra como ser viviente, su palpitar, el amor en movimiento, la fuerza femenina tan intensa y suave al mismo tiempo, dadora de vida, Hermosa Gaia tan entregada.

Bendito vacío porque solo me sigue enseñando que se puede ser más feliz, se puede experimentar más de la vida.

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AUTORA: Elda Borbon, redactora de la gran familia de hermandadblanca.org

 

 

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