El alcohol y las drogas. Más allá de la frontera del tabú social. ¿Por qué no debemos consumirlas?
Nunca te evadas.
Estamos muy acostumbrados a escuchar el eterno discurso de las generaciones anteriores sobre el alcohol y las drogas. Nos enseñaron desde pequeños que te conviertes en alguien indeseable si las consumes. O tienes la mala idea de abusar de ellos. El tema se convirtió en tabú social. Pues la postura ha sido defendida desde todos los flancos, menos desde el punto de vista psico-emocional.
Hablamos concretamente de evadir. Incluso, al interior de muchas familias, generalmente en sociedades latinas o en países menos desarrollados, el tema se dogmatiza. Instruyendo a los jóvenes a que no deben drogarse ni consumir alcohol, sólo porque no es correcto. Y todos sabemos que prohibir algo y omitir la explicación, se convierten en la mejor forma de garantizar que algo se haga. Lamentablemente en muy pocos contextos y ámbitos, encontramos bases del debate sustentadas en la importancia de estar siempre conscientes y alertas. Asumiendo plenamente nuestra realidad. Aunque dicha realidad no sea de nuestro agrado.
Mantente siempre alerta y consciente
El alcohol y las drogas, sobre todo en exceso, siguen representando un gran problema social. No estamos defendiendo su uso. Sólo creemos importante enfatizar que el mensaje claro y preciso que debemos difundir es relacionado a no permitirnos perder la conexión con el más puro estado consciente de nuestros cuerpos físico, mental y emocional. Satanizar el consumo de alcohol y drogas, no es la solución.
Sin embargo, dicha solución sí puede radicar en el hecho de concientizar respecto a los riesgos que corre nuestra espiritualidad. Si nos permitimos caer en la evasión de lo que no nos gusta. Mantener ambos pies bien plantados en la tierra, incluso si la realidad que percibimos pueda ser interpretad como desalentadora, es la finalidad. Hacernos amigos de nuestra conexión con la vida. Agradecer y valorar el “ser” y el “estar” porque son regalos invaluables. Aun si no podemos calificar nuestra vida como perfecta, vale la pena vivirla a plenitud. Disfrutando y entendiendo su valor, inclusive hablando de los procesos dolorosos o difíciles.
“Ella me dijo que usaba cocaína para no recordar que perdió su empleo. Lo triste es que desde que se droga, nadie más ha querido contratarla”.
El mal manejo del concepto, respecto al consumo de alcohol y drogas, genera círculos nocivos y repetitivos. Tal como una espiral pero no ascendente. Descendente porque nos arrastra a lo más bajo de nuestra interpretación de los hecho y circunstancias que nos rodean. Nos incapacita para entender que muchas de esas circunstancias están bajo la influencia de nuestro control y podemos modificarlas para dejar de padecerlas. Y nulifica nuestra visión sobre las otras, las que nos son ajenas y no podemos cambiar. Impidiéndonos entender que aprender a fluir sobre aguas agitadas sin salir heridos, también es posible.
Pero nada de esto será realmente alcanzable para quienes evadan su realidad. Las drogas y el alcohol, bien sabemos que depositan sobre nosotros una pesada carga de secuelas en todos los niveles.
Si no te gusta tu vida, debes empezar por reconocerlo y analizar aquellas cosas que te disgustan, enfadan o hasta te deprimen. Ubicar aquellas que son consecuencia directa de malas decisiones pasadas y ocuparse de corregirlas, pues nadie más puede hacerlo por ti y evadirlas tampoco hará que mágicamente desaparezcan.
Recuerda que no ver algo o decidir no verlo, no significa que ese algo no existe.
Miedos, frustración, irritabilidad, problemas económicos, dolencias físicas, pérdidas, malos recuerdos, etc, todos los hemos experimentado. La diferencia radica en la forma que decidas ejerce para afrontar el cúmulo de acontecimientos “negativos” que se te presentan a todo lo largo de la vida.
Independientemente de que el abuso de substancias ilegales y de alcohol, nos acarree una interminable lista de problemáticas y conflictos, en los ámbitos personal, familiar, laborar o cualquier otro; debemos centrar nuestra atención en el verdadero origen de lo que nos aqueja y que nos invita a evadirnos. Por ejemplo, si eres una persona muy celosa y los celos te hacen caer en estados de profunda alteración, crisis nerviosas, desatención de tus quehaceres o incluso arrebatos de violencia, necesitas analizar porque manejas un esquema de inseguridad en tus relaciones.
En un caso así, tal vez se deba a que un repetido patrón de conductas de celos y desconfianza, fue lo que viviste en casa durante tu más temprana infancia. No es tu culpa, fue lo que aprendiste como “normal” y por eso repites el ciclo al convertirte en adulto. Sin embargo, una vez que llegas al punto de descubrir la raíz del problema, te encuentras ante la solución del mismo. Un honesto análisis personal o el apoyo de un terapeuta, te ayudarán vivir una vida libre de celos e inseguridades.
Como vemos, es mejor encarar el conflicto, analizarlo y entenderlo para resolverlo de la mejor manera.
Este mismo esquema de análisis y razonamiento, puedes aplicarlo sobre aquello que te atormente o te haga despreciar tu vida. Si llegas al fondo real de tus problemas y los resuelves desde tu interior, dejarán de someterte al dolor y a la agonía de no estar en paz contigo mismo y con tus circunstancias.
Evadir, nunca es una solución. Es un autoengaño.
Más allá del prejuicio social y de que realmente no solucionas nada consumiendo estas substancias, las consecuencias sólo lograrán agravar aún más los conflictos que ya te torturan. Durante y después de una borrachera, puedes cometer imprudencias que, por lógica implicarán nuevos problemas a superar. O puedes perder tu capacidad de responsabilidad hacia tus actividades. Ya no podrás ser un adulto funcional y empezarás a recibir rechazos o reprimendas. Obviamente un panorama como ese, te hundirá aún más en ese sentimiento de inconformidad con tu vida. Anhelarás que llegue el siguiente fin de semana para beberte dos botellas de alcohol y olvidar tu horrible existencia y las amenazas de tu jefe, o los reclamos de tu familia o cualquier cosa negativa que hayas generado como resultado de tu anterior permiso de evadirte mediante drogas o alcohol.
Cada vez que te desconectas de tu divinidad y decides no ver con claridad tu existencia, contaminas tu alma.
Las llamadas substancias ilegales y el alcohol, no son “malas” por sí mismas. Su consumo y abuso bajo el contexto de “olvidar” la espantosa vida que aparentemente te tocó vivir, es lo que arruina tu potencial y aniquila tu esencia. Por todo lo anterior, yo te invito a que saques de tu vida los evasores (substancias nocivas, abuso de video juegos, fanatismos, adicción a los juegos de azar, compras compulsivas, acaparamiento cosas materiales, o cualquier cosa o actividad que te impida ser funcional).Y la invitación se extiende a que, una vez que te hayas vaciado de ellos, llenes esos espacios con conexiones psico-emocionales sanas.
Repito. No pretendo satanizar. Por ejemplo los video juegos, el tomar una copa de vino con amigos o cosas por el estilo, no necesariamente son perjudiciales. Practicarlos en la justa medida y bajo la consciencia de sana diversión, es parte de vivir. Siempre que no te olvides de mantenerte conectado con el “aquí” y el “ahora”. Siempre que tu conexión espiritual no se rompa.
Que el amor cósmico brille en ti.
AUTOR: Kikio, redactora en la gran familia hermandadblanca.org
Para saber más:
La Sexualidad y el problema del alcohol