Alimentos y toxicidad por Juan Cantos

Alimentos y toxicidadLa alimentación cruda, ecológica y perfectamente combinada puede llevar a la curación de cualquier dolencia.

Todos sabemos que la persona es una simbiosis de varios cuerpos. Voy a intentar dar algunas pinceladas que harán referencia al cuerpo físico y en concreto a la trascendencia de algo que casi todo el mundo conoce; pero que por el contrario muy pocos practican: «Que tu alimento sea tu medicina y que tu medicina sea tu alimento» (Hipócrates).

Tras experiencias personales muy fuertes puesto que la enfermedad me tocó de lleno estoy convencidísimo de que la alimentación cruda, ecológica y perfectamente combinada puede llevar a la curación de cualquier dolencia, sin olvidar el trabajo en otros campos: emocional, psicológico-mental y espiritual.

Si se desea ampliar información, remitiría al libro: «Cuando estés enfermo cúrate con los alimentos crudos y otras prácticas naturistas».

Me atengo en este artículo a comentar y recordar que alimentos son más apropiados, atendiendo a su grado de toxicidad.

Clasificación de los alimentos según toxicidad 

Para ello, atengámonos a la clasificación que propuso el doctor Ruiz Ibarra con arreglo a la toxicidad. Según él, «en toda clase de alimentación, hay un producto a transformar y un residuo a eliminar; por imperfección de la transformación o por deficiencias de la eliminación del residuo, puede dar la resultante tóxica. Siendo este detalle, además, el más importante de todos desde el punto de vista práctico y utilitario para los enfermos, nuestra opinión es clasificar los regímenes según esta escala:

  • Regímenes antitóxicos: adecuado para que los enfermos en diferentes grados de intoxicación estén en las mejores condiciones para la eliminación de sus toxinas.
  • Regímenes atóxicos: el régimen que conviene a enfermos no profundamente intoxicados, pero con dificultades de eliminación de residuos de substancias de metabolismo medio.
  • Regímenes hipotóxicos: aquel que, compuesto de los diferentes principios inmediatos que entran en la composición de un régimen medio normal, sus residuos son de fácil eliminación para un hombre de tipo medio sano.
  • Regímenes tóxicos: recargados de substancias con principios de difícil transformación y de residuos de difícil eliminación, en personas de tipo medio sano, e imposible en enfermos intoxicados.
  • Regímenes hipertóxicos: regímenes recargados de substancias de imposible eliminación total de sus residuos, a la larga, y que tarde o temprano alteran la salud de quien los usa.

Téngase presente que, a la vez que el régimen, hay que tener en cuenta siempre las condiciones de quien ha de tomarlo, pues sólo así se comprenderá que un régimen hipotóxico para uno resulta hipertóxico para otro, y hasta un régimen atóxico y, a veces, hasta uno de los distintos antitóxicos puede resultar tóxico para determinado individuo en determinadas condiciones, y viceversa.

Materiales de los distintos regímenes para el adulto:

Regímenes antitóxicos 

  • Ayuno absoluto (agua destilada).
  • Zumos de frutas dulces o ácidas (según casos) en agua de escasa o nula mineralización.
  • Horchatas de frutas oleaginosas.
  • Frutas frescas, jugosas, dulces o ácidas.

Regímenes atóxicos

  • Ensaladas crudas de hojas, tallos, raíces y bulbos.
  • Frutas desecadas puestas en agua el tiempo necesario.
  • Caldos de verdura, especialmente de bulbos.
  • Verduras hervidas.
  • Frutas oleaginosas en pequeña cantidad.

Regímenes hipotóxicos

  • Verduras rehogadas o fritas.
  • Feculentos (patatas, arroz, etc.).
  • Cereales y sus harinas derivadas.
  • Nata de leche.
  • Requesón.

Regímenes tóxicos

  • Leguminosas secas (garbanzos, judías, lentejas, habas, etc.).
  • Huevos.
  • Leche, quesos.

Regímenes hipertóxicos

  • Carnes y pescados de todas clases.
  • Café, té, chocolate, vino, líquidos alcohólicos.
  • Pautas a considerar

A todo lo hasta aquí expuesto personalmente añadiría: la curación de la enfermedad no depende de un determinado producto sino de una modificación considerable y firme de todo nuestro modo de vivir y fundamentalmente de alimentarnos bien. Cuenta nuestro trabajo interior por cambiar determinadas estructuras personales, emocionales, de afrontamiento de problemas y situaciones, estrés, etc.; en resumen de un cambio de vida y actitud ante ella. Recordemos a Hipócrates: «Se curan todas las enfermedades; pero no todos los enfermos».

Seguidamente expongo algunas pautas alimenticias a tener siempre presentes:

  • Se debe beber poca agua o ninguna en las comi-das porque diluye los jugos digestivos.
  • Se deben masticar e insalivar bien los alimentos.
  • Debe uno comer con el ánimo tranquilo.
  • No se debe comer sin hambre.
  • No deben tomarse alimentos demasiado calientes ni demasiado fríos (helados).
  • No debe abusarse de salsas, sobre todo de las confeccionadas con harina.
  • No debe echarse azúcar en las frutas, leche o requesón porque llega a producir fermentación alcohólica y ácidos nocivos. Aparte de sus inconvenientes como alimento desvitalizado.
  • Prefiéranse los alimentos de color a los blancos (nabo, coliflor, pan blanco, arroz, etc.) por ser los primeros más ricos en minerales.
  • Tres comidas diarias como máximo.
  • No tomar nada entre horas, excepto agua.
  • Hacer un buen desayuno.
  • Cenar temprano y liviano.
  • Tomar ácidos grasos esenciales para ayudar al correcto funcionamiento celular.
  • No espere a estar harto para dejar de comer.
  • Dieta recomendada: frutas, verduras, legumbres germinadas, frutos secos (excepto cacahuetes) y miel.
  • No más de dos yemas de huevo por semana. La clara se puede utilizar más ampliamente.
  • Utilizar habitualmente semillas de lino y sésamo, así como germinados de alfalfa, soja, etc., por la enorme repercusión positiva que supone para nuestro organismo.
  • Ingerir abundancia de fruta fresca. No tomar frutas frescas y verdura en la misma comida (por razones de incompatibilidad). Puede sustituir la fruta fresca por frutos secos (preferiblemente oleaginosos).
  • Procure no hervir casi las verduras. Expóngalas al vapor con el propio agua de lavarlas, o rehóguelas suavemente en aceite (es preferible su consumo crudo).
  • Desechar totalmente los condimentos irritantes (pimienta picante, mostaza), así como embutidos.
  • Elimine para siempre el vinagre. Si el vino ya es uno de los peores enemigos de la salud, mucho más lo será después de agriarse. Por otra parte, una cierta parte del vinagre que se expende ni si-quiera procede del vino, sino que es ácido acético industrial.
  • Beber, cuando menos, media docena de vasos de agua diariamente. No ingerir líquidos con las comidas, excepto su propio caldo. Hacemos la digestión con los jugos gástricos, que se desvirtúan aguándolos en exceso.
  • Mastique perfectamente los alimentos.
  • Siéntese a la mesa con el ánimo bien dispuesto, en caso contrario mejor ayune.

Reglas básicas de combinación de alimentos

Reglas a tener presente:

  1. No almidones con ácidos. Los ácidos destruyen la enzima ptialina, por ello la digestión de los almidones se altera y ocasiona fermentación en el duodeno. Nunca limón al arroz. El pan dextrinado y el plátano tolerables con frutas dulces, pero no con frutas ácidas.
  2. No proteínas fuertes con almidones fuertes. Las proteínas se digieren en un medio ácido (estómago – ácido clorhídrico), los almidones en un medio alcalino. Ingeridas las proteínas, el ácido gástrico activa la pepsina, paralizando la digestión de los almidones. Se puede tomar una proteína ligera (yogurt, almendras…) con un almidón suave (pan dextrinado), pero no ingerir patatas y garbanzos o judías con carne.
  3. No combinar frutas dulces con proteínas. Los azúcares de las frutas son de digestión simple y no están en el estómago ni media hora y, sin embargo, las proteínas necesitan para ser digeridas varias horas; por ello, si comemos juntos ambas, los azúcares quedan retenidos en el estómago (medio húmedo y caliente) mucho tiempo y se producen fermentaciones. El yogurt, kéfir y requesón son excepciones porque están ya predigeridos.
  4. No tomar frutas y verduras en la misma comida excepto manzana ya que es la fruta más enzimá-tica y podría ser considerada como la reina de todas ellas. Al hacer esta combinación de alimentos se producen reacciones químicas que perjudican el organismo.

Entremos de lleno en lo que nuestro cuerpo necesita para estar bien nutrido que no es lo mismo que alimentado. Ingerimos muchísimos comestibles; pero bastantes pocos nutrientes. Para desarrollar toda esta problemática analicemos primero los nutrientes esenciales que debemos aportar a nuestro organismo para tratar de alcanzar la salud, sin olvidar jamás la «nutrición» que también requieren nuestros otros cuerpos: emocional, mental, espiritual; pero de los que no puedo dar pautas que puedan ayudarles porque soy un aprendiz que está en la búsqueda de ello.

Juan Cantos
Naturópata
juancantosal@gmail.com

 Alimentos y toxicidad, por Juan Cantos

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