César Bona, candidato al ‘nobel’ de los profesores: «La educación es más que meter datos en la cabeza»
¿Está el mejor profesor del mundo en España? César Bona García es maestro en el colegio público Puerta Sancho de Zaragoza, tiene 42 años, es licenciado en Filología Inglesa y se ha convertido en el único español seleccionado para el Global Teacher Prize, considerado el nobel de la enseñanza y dotado con un millón de dólares.
Medio centenar de docentes de 26 países optan a este galardón, al que Bona, quien ha desarrollado su carrera en escuelas rurales, se presentó por insistencia de un amigo. «Es raro pero estoy muy feliz porque puede venir muy bien. Los mensajes de otros profesores y padres en mi vídeo de presentación demuestran que somos muchos los que pensamos que hay proyectos de enseñanza interesantes por conocer», afirma en declaraciones a El Huffington Post.
La educación es «mucho más que meter datos en la cabeza» para este profesor. «En alguna de nuestras aulas está el futuro presidente del Gobierno, el futuro líder de una empresa global… Si no les enseñamos empatía y sensibilidad, algo falla», explica. El maestro, que ha dado clase en la escuela pública, privada y concertada, considera que enseñar resiliencia es vital. «Hay gente que pierde el trabajo y se hunde… Hay que dar pistas para encarar las cosas», considera.
El Global Teacher Prize valora el trabajo de los docentes que abren las mentes de los alumnos y favorecen el estímulo para que otros se conviertan en profesores. Los responsables del premio han indicado que la elección de Bona se debe a que es «un defensor infatigable de los derechos de la infancia» y por «creer en el potencial creativo de los niños».
«Busco que los niños se impliquen, se sientan parte de algo», explica el maestro, que lamenta los recortes en la enseñanza pública y reivindica el trabajo de sus colegas a pesar de la falta de medios. «Como salmones, los profesores nadamos contracorriente porque sabemos lo que los niños necesitan mientras que los políticos parece que no han entrado nunca en un aula», opina el candidato a mejor profesor.
Bona, que ha tenido alumnos de entre 6 y 18 años, considera imprescindible adaptar la forma de enseñar a los estudiantes. «Educamos niños, no máquinas. No se les puede hacer saltar a todos por la misma valla. Yo intento conocer las circunstancias e intereses de mis alumnos antes de enfocar el programa. Hay que enseñar a todos lo mismo pero de forma que les resulte atractivo», explica.
Pero también tiene recomendaciones para los docentes: considera que es importante que los profesores sean «seres curiosos» y tengan vocación y actitud positiva. «A mí me encanta enseñar, soy un privilegiado por poder ser maestro. El aula es un espacio de surrealismo, son aguas de imaginación donde las reglas no existen», afirma.
PROYECTOS DE PELÍCULA
Su propuesta didáctica se desarrolla de formas poco convencionales a través de proyectos que estimulan la creatividad de sus alumnos. Uno de los más reconocidos es La importancia de llamarse Applewhite, un largometraje mudo de 40 minutos dirigido y escrito por seis estudiantes de entre 4 y 12 años. Ambientada en «la Bureta americana de 1910», retrata la vida de una familia pudiente con dos hijas en edad de casarse antes del crack de 1929.
La idea se le ocurrió cuando trabajaba en Bureta, un pueblo de poco más de 280 habitantes. «Iba en el coche escuchando una banda sonora de Woody Allen. De repente, tuve un flash y lo vi», recuerda. No sabía nada de cámaras, así que se puso a investigar. Después fueron los alumnos los que tuvieron que indagar en la época en que ambientarían la historia para poder presentarla antes de su exhibición.
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El experimento recibió premios dentro y fuera de España e inauguró una serie de proyectos educativos audiovisuales, el primero de ellos una serie de cortos protagonizados por los abuelos de sus alumnos de Bureta que «unió al pueblo más estrechamente», según cuenta, y fue una «experiencia mágica».
«Con cada proyecto aprendo yo también. Siempre digo a mis alumnos ‘yo soy maestro pero no lo sé todo; vosotros también me tenéis que enseñar’. Quiero que aprendan a discriminar y a ser críticos pero también que todos tenemos valor. Hay que enseñarles que todo el mundo tiene algo que aprender de todo el mundo», explica.
«LO QUE HAGO SE BASA EN LO QUE ME PASABA DE PEQUEÑO»
El proyecto más ambicioso que lleva Bona actualmente es Children for Animals (Niños por los Animales), una protectora virtual dirigida por 12 exalumnos suyos. La idea nació en 2010 cuando un circo llegó a Muel (Zaragoza), el pueblo donde daba clases entonces.
«Me mandaron a sustituir a una profesora de infantil y decidí leer un cuento a la clase. El título era El circo viene a la ciudad y acabé inventándomelo todo. Me di cuenta de que, desde pequeños, tenemos el pensamiento mediatizado, nos ponen a los animales del circo como si fueran felices en los cuentos», explica el zaragozano.
Children for Animals persigue que sean los menores quienes promuevan en la sociedad el respeto a los animales y ha obtenido el reconocimiento de la famosa naturalista Jane Goodall. Dos alumnos de Bona dieron una conferencia en la Universidad Autónoma de Barcelona ante 400 personas sobre este tema y fueron muy aclamados. Hablar bien en público es algo prioritario en las iniciativas del maestro.
«Mucho de lo que hago es una proyección de lo que me pasaba de pequeño. Por ejemplo, aunque sacaba buenas notas, nunca levantaba la mano, era muy tímido», detalla Bona. «Tengo la teoría de que hay un tubo que une el adulto que somos con el niño que fuimos. A veces se obstruye pero yo tengo banda ancha», admite.
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Bona reconoce que la suya no es una fórmula cómoda, que los padres la cuestionan al ver que sus hijos hacen tareas que no son sólo aprender ortografía, sumar o restar. «Pero con el tiempo me lo han agradecido. Me han escrito diciendo que sus hijos han madurado mucho y son más responsables», manifiesta el profesor.
EL PREMIO, PARA FORMARSE EN CINE
El ganador del Global Teacher Prize se conocerá en el Foro sobre la Educación y las Competencias de Dubái en marzo de 2015. Incluye una dotación de un millón de dólares y la posibilidad de lograr financiación para sus proyectos.
Si Bona resulta ganador, lo invertirá en formarse en cine o fotografía. «También me gustaría dedicar algo a estimular la creatividad. Parte de los 20.000 euros del premio de Applewhite lo dedicamos a crear una biblioteca en la que poder leer en pufs, en tiendas de campaña… El espacio donde lees es muy importante», opina.
«Pero tengo los pies en el suelo y uno listo para saltar. ¡Hay que tener ilusión pero no hacerse ilusiones!», matiza.
Fuente: http://www.huffingtonpost.es/
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