David Topí: Simbolismo arquetípico aplicado a la manipulación mental
Te advierto, quien quieras que fueres, ¡Oh! Tú que deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera. Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿cómo pretendes encontrar otras excelencias? En ti se halla oculto el Tesoro de los Tesoros. ¡Oh! Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el Universo y a los Dioses.”
Todos sabéis a estas alturas que la publicidad incluye y usa subliminales para imbuir en nuestra psique mil cosas distintas, desde órdenes y programas para ser ejecutados por la mente subconsciente, hasta arquetipos para cambiar conductas en las runas del patrón conductual, pasando por imágenes y formas determinadas para potenciar un cierto estado emocional, sexual, etc. Pero, ¿cómo y cuando empezó a usarse, más o menos? Veamos uno de los primeros casos de publicidad subliminal y la historia detrás del mismo, para entender cómo, aquellos que conocen el funcionamiento de nuestra psique, como estamos nosotros tratando de conocernos también, y tal y como avisa el Oráculo de Delfos, juguemos con las mismas reglas y en el mismo terreno de juego.
Este tipo de anuncios que vamos a ver ahora son puro control mental aplicado a las masas, algo que está imbuido por todas partes en todo tipo de noticia o publicidad que vemos. Es el conocimiento de cómo funcionamos, aplicado para que un grupo de personas, consigan lo que quieren a expensas del resto de nosotros.
Remontémonos a los años 50, cuando el psicoanálisis de Freud estaba siendo investigado por agencias como la CIA para ver que resultados tenía en la manipulación de la población de Estados Unidos. Uno de los lugares donde fueron probadas estas técnicas fue, como no, con los productos de alimentación, siendo Betty Crocker, una empresa que hacia masa para pasteles, dulces, y demás, uno de los primeros en usar estas herramientas para vender su producto. La “necesidad” salió al presentar al mercado una mezcla pre-preparada para pasteles, que hacia su trabajo de forma instantánea. Todo lo que había que hacer era poner agua en la mezcla y al horno, y el pastel salía listo en minutos, algo que era casi considerado “mágico” hace 6 décadas. Lo que pasaba es que el producto no se vendía ni a tiros, nadie lo compraba, así que llamaron a la puerta de varias agencias e institutos de la nueva ciencia de la mente para ver que podían hacer para hacerle comprar a la gente algo que la empresa sabia que la gente no quería.
La empresa contrató expertos para estudiar los motivos del rechazo. Aunque, en general, las amas de casa de aquella época, reconocían la conveniencia y facilidad de hacer pasteles con el nuevo producto, no querían usarlo por sentirse culpables de no pasar el tiempo necesario cocinando y haciendo el pastel de forma artesanal, lo que representaba el cariño y amor que sentían por los maridos, hijos, y familia en general para los que el pastel estaba destinado. A más tiempo en la cocina preparando algo para los suyos, más sentimiento de quererles tenían aquellas amas de casa. Al eliminar todo ese tiempo, y poder hacer el pastel en pocos minutos poniendo solo agua, se sentían realmente culpables al sentir que “engañaban” a sus familias que creían tener un miembro trabajando duro para ofrecerles los mejores alimentos con mucho amor y consideración.
Visto lo visto, cuando Betty Crocker recibió los resultados, y, con ellos, el consejo de los expertos para solucionar el tema, se encontró únicamente con la recomendación de poner en la etiqueta del producto solo tres palabras más: “añade unos huevos”.
¿Porqué la recomendación de añadir huevo a la mezcla para pasteles? La respuesta simple pero errónea: es un ingrediente más de la misma y así las amas de casa se reconocían haciendo “algo” más que poner solo agua en ella. La respuesta correcta, el huevo es un símbolo arquetípico dirigido hacia la mente de las consumidoras para hacerles cambiar su visión del producto.
¿Que es el huevo entonces? Un símbolo para la “esencia creativa”, el universo mismo para algunas culturas ancestrales, el útero de la creación, la esencia femenina sagrada de la que toda la vida nace y su símbolo de la fertilidad. Así, el huevo, como símbolo arquetípico muy antiguo, está imbuido en nuestro subconsciente asociado a la vida, a la creación, al nacimiento, haciendo que, en el subconsciente del ama de casa que iba a añadir el huevo al preparar el pastel, se sintiera (sin darse cuenta) plena y satisfecha, por estár “dando vida” y “creando” para su familia y seres queridos.
Estas tres palabras “añadir unos huevos”, no procesadas conscientemente sino subconscientemente, eliminaban automáticamente de la psique de los consumidores, sin que ellos lo supieran, la culpa que generaba anteriormente el producto. El resultado, las ventas del pastel instantáneo llegaron a niveles astronómicos, y fue un éxito de ventas en la década de los 50 como pocos otros productos lo habían sido.
Desde entonces, poco ha cambiado…
Actualmente, esto es el pan nuestro de cada día, TODOS los anuncios, TODA la publicidad, TODO lo que consumimos por TODOS los medios de comunicación usan estas técnicas en mayor o menor medida, todo depende del conocimiento que tenga alguien en la empresa al respecto, en sus departamentos de marketing. Y por eso compramos lo que no necesitamos, no queremos o no podemos pagar, etc. Simplemente porque al no conocernos a nosotros mismos, y mira que el oráculo de Delfos lleva siglos diciéndonoslo :—), los que si que nos conocen nos mueven como desean movernos, activando los botones subconscientes que modifican nuestro comportamiento.
No es cuestión de conocer todos los arquetipos y lo que significan, ni buscarlos con lupa en cada anuncio, es cuestión de saber que están siendo usados de forma normal, común y masiva por empresas, multinacionales, gobiernos y demás, así que cada cosa que veamos a través de los medios, seamos conscientemente críticos con sus mensajes, y pensemos ¿que me estará intentando vender esto y que querrá insertar en mi mente con ello? Quizás nuestra sabiduría interior aflore y empiece a hacernos ver todo lo que hasta ahora nos parecía algo normal en el producto, al fin y al cabo, ¿quien haría un pastel sin huevos?. Lo obvio siempre tiene muchos niveles de protección y formas de pasar desapercibido, y hay que saltárselos para llegar a descubrir lo que hay realmente debajo de ello. Deja que lo haga tu intuición, solo hay que poner la mente consciente alerta y lo demás se desarrolla por si solo.
Fuente: http://davidtopi.com/