Dormirnos correctamente, despertarnos correctamente, por Jose Trigueirinho
Al prepararnos para dormir, el yo superior reúne todas las energías disponibles y las lleva hacia la región del centro cardíaco. Importa acompañar este movimiento para interiorizarnos y partir hacia un sueño tranquilo, en dirección a niveles más profundos.
Cuando seguimos ese movimiento del yo superior, debemos descartar los pensamientos que pasan por el cerebro.
Cuando el cuerpo físico y el cerebro duermen, el alma se recoge en su propio nivel: la cuarta dimensión, la mente superior o el llamado plano más alto del mental. Desde ahí, el alma puede, o no, enviar impresiones para los cuerpos de la personalidad. Si éstos estuvieran preparados y en reposo, pueden ser atravesados por los mensajes del alma y transmitidos del mental al emocional, del emocional al etérico y de éste al cerebro físico. Así, cuando después del sueño despierte, habrá registrado en el cerebro lo que envió el alma. Si no fuera posible obtener una apropiada relajación, el mensaje no podrá pasar ni siquiera las barreras del mental, nivel más próximo a la región del alma.
Si en el proceso de relajarnos percibimos que las preocupaciones del día aún nos acompañan, podemos usar el recurso de recapitularlas a la inversa. Tal revisión debe ser calma, atenta e imparcial, para no promover nuevas asociaciones con hechos ya vividos. El efecto práctico de este trabajo es que todo lo que sucedió en el día se desarrolla en el cerebro, como episodios de una película, y acaba liberándose.
Si se duerme la persona durante esta recapitulación no tiene importancia si la intención ha sido de completarla, ya que el proceso de recapitular puede continuar mientras dormimos.
Conviene recordar que precisamos que el emocional permanezca en estado de relajación, porque la contraparte etérica del cerebro queda en contacto con él, recibiendo tanto sus corrientes positivas como las negativas.
Si el emocional no se relaja antes de comenzar el sueño, permanece en contacto con los cuerpos emocionales unidos y, entonces, recoge sentimientos, impresiones y sensaciones experimentadas durante el día. Debido a su capacidad de dramatizar, con el material recogido, crea una historia, historia que el cerebro registra y presenta como si fuera un sueño auténtico.
Podemos relajar el emocional procurando una buena posición para dormir -aquella en al cual el cuerpo se sienta más libre y a gusto- y liberando al cerebro de los hechos del día a través de una recapitulación a la inversa. A esta altura, el emocional debe estar deseando tener una noche tranquila, que el cuerpo físico y el cerebro se duerman y que él mismo esté listo para servir de transmisor a los mensajes del alma.
En el momento de la recapitulación, el emocional asume la tarea de desidentificarse de todo lo que ocurrió durante el día, y se relaciona con el deseo de tener una noche calma e instructiva..
El mental pensante, o mente concreta, también es capaz de producir sueños por cuenta propia, porque cuanto ocurrió durante el día, en la vida cotidiana, queda impreso en ella.
El trabajo en el cuerpo mental nos permite aprovechar la energía de la voluntad, que no se encuentra en otros cuerpos de la personalidad.. Para no sufrir influencias de pensamientos externos, individuales o colectivos, basta que antes de dormirnos construyamos una protección diciéndonos lo siguiente: No quiero que el mental registre lo que pasa fuera de mí, ni que haga contactos con quien haya estado durante el día, porque no quiero soñar lo que sueñan esas personas, ni tener sus pensamientos impresos en mi cerebro.
Resumen : Pasos que preparan a los cuerpos para el sueño
– Relajación del físico
– El trabajo del cerebro recapitulando a la inversa los acontecimientos del día
– El deseo emocional de tener una noche instructiva
– La voluntad mental de no sufrir interferencias.
Otra técnica:
Consiste en un cuidado especial de ese momento límite que precede al dormirnos, momento en el que no estamos ni despiertos ni dormidos, en el que vamos perdiendo la conciencia y entrando en lo onírico. Ahí, el último pensamiento conciente debe ser positivo y estar imbuido de la voluntad de ir hacia un nivel bien alto, superior: un pensamiento que sea la afirmación de un mundo espiritual. Esto determina una vida de sueños más adulta.
Este procedimiento no es sólo válido para cada una de nuestras noches sino también para el momento en que vamos a desencarnar. Al entrenar nuestros mecanismos al acostarnos cada noche, nos volvemos aptos para hacer ese ejercicio fácilmente en el momento de desencarnar, sólo con una repercusión aún mayor: el último pensamiento determina una serie de condiciones para la vida futura.
El uso de estas técnicas, o de otras, no deber ser permanente. Alcanzado el autocontrol, cada persona descubre su disciplina propia, y finalmente hace todo de manera simple y natural, a su modo, pudiendo hasta conseguir orientación interna a tal respecto, lo que a cierta altura suele ocurrir.
DESPERTARNOS CORRECTAMENTE
Existe un momento de percepción muy breve, un instante, en que percibimos estar despertando y en el cual recapitulamos lo que ocurrió durante la noche.
Es en ese momento de percepción cuando más necesitamos tener cuidado para no permitir la entrada de preocupaciones, o del programa para el nuevo día. Por lo tanto, al tomar conciencia de que estamos despertando, intentemos en ese instante, permanecer inmóviles, sin pensamientos.
Al alcanzar ese silencio percibimos el despertar del cuerpo y nos cuidamos de no moverlo, especialmente la cabeza.
Si algún sueño necesitara venir a la memoria, esto podrá ocurrir en ese momento especial; si recordamos apenas una parte, basta tenerla presenta para que las restantes vayan surgiendo poco a poco y la totalidad se recomponga. Aunque apenas recordemos una parte, ésta puede ser útil.
No siempre el sueño entero ofrece material para la reflexión. Según parece, tenemos un mecanismo inteligente que selecciona apenas lo que nos es necesario recordar.
Una vez que hemos recordado el material del sueño, lo anotamos antes de pasar a otro que pudimos haber soñado la misma noche. Escribamos lentamente lo que logremos recordar, sin agitación, con el máximo posible de delicadeza y armonía. Después de anotar los puntos básicos de un sueño, o su totalidad, pasamos al recuerdo y estudio del segundo sueño que esté viniendo a nuestra memoria y así sucesivamente.
Si por ventura no tuviéramos éxito en el intento de rememorar un sueño, al levantarnos debemos continuar imbuidos de la misma disposición, alertas y abiertos para la eventual recepción de algún mensaje. Basta permanecer con esta intención durante todo el día para que se abra el canal que en el curso de las tareas normales permita acceder al recuerdo de los sueños.
Después de una noche creativa seguramente habrá transformaciones en nosotros, principalmente si el sueño profundo resultó provechoso. Si estos mensajes no quedaran apenas en el nivel del subconsciente o del propio inconsciente y la personalidad tomara cuenta de ellos, ésta podrá cooperar con el proceso.
Hay quienes tienen ideas fantásticas al despertar. Para desarrollar esa capacidad se recomienda que, antes de dormir, expongan con claridad el asunto a ser resuelto y lo entreguen a la supraconciencia. Al enviarlo para lo más profundo del ser, y no pensar más en él, la solución podrá imprimirse en el cerebro físico en el momento de despertar.
Quienes usan despertador ignoran que el cuerpo físico tiene una conciencia propia, capaz de atender a pedidos que le son formulados. Despertar en la hora en que necesitamos es uno de los servicios más comunes que esa conciencia puede prestar.
Como siempre está activa, basta pedirle que despierte al cuerpo físico en determinado horario y ella lo tomará en cuenta rápidamente.
Conviene recordar que, a pesar de que adoptemos todas estas actitudes positivas, lo que ocurre en los niveles internos durante el sueño escapa de nuestro control.
Del libro «TAMBIÉN VIVIMOS MIENTRAS SOÑAMOS» de J.Trigueirinho
muy interesante!!