Entrevista a Agustín Pániker, nos habla de su experiencia vital y profesional con la meditación y el mindfulness
Augustín Pániker es un entusiasta de todo lo que emprende; el rigor y la pasión afloran en sus escritos, sus chalas y sobre todo en la editorial que dirige desde hace más de 20 años. Editorial Kairós, especializada en cultura oriental, filosofía, espiritualidad y ensayo, es referencia entre los lectores de habla hispana interesados en estos temas.
En esta entrevista Agustín Pániker nos habla de su experiencia vital y profesional con la meditación y el mindfulness y sobre la responsabilidad de divulgarlos de forma honesta y autocrítica, más allá de los intereses económicos.
«El mindfulness es una práctica espiritual normalmente indisociable de una visión del mundo basada en la interdependencia, en la no-violencia, en la cooperación, cuyos ejes son la compasión, la sabiduría, la ecuanimidad, la serenidad.»
Crecer en un entorno cultural tan diverso y avanzado, abierto a otras maneras de entender el mundo, debía ser fascinante para un niño…
Confieso que tuve una infancia feliz. No se si debería a que estuve rodeado de trillones de libros, pero sin duda el entorno cultural alentó mi curiosidad y mi interés por conocer diferentes formas de entender el mundo y la realidad. Ya de joven leí a filósofos, viajé por muchos continentes, diseñé ciudades, experimenté con estados alterados consciencia, escribí cuentos… y un largo etcétera. Creo que la llama de la curiosidad y la imaginación no se apaga nunca. ¡O eso espero!
Heredó un negocio y pasión familiar, ¿cuánta de esa pasión sigue viva? ¿Y cómo la transmite?
Sin pasión difícilmente podría vivir. Después de más de 30 años como editor (aunque podría decir lo mismo como escritor, profesor o conferenciante), sigo con el mismo entusiasmo que en los comienzos. Probablemente más; porque ahora yo tengo la suficiente experiencia y la editorial la solidez como para encontrar un mejor equilibrio entre los aspectos más comerciales y los aspectos más intelectuales. En el mundo editorial actual existe un pavoroso divorcio entre estos ámbitos. Yo creo que si el sector editorial sigue publicando cualquier cosa, con el único objetivo de generar beneficios a corto plazo, el libro tiene entonces los días contados. (No podrá competir con productos de ocio más dinámicos, inmediatos y adictivos.) Pienso que un editor nunca debe de olvidar que es un generador y difusor de cultura, ya sea una novela, un ensayo, un cuento para niños o un libro práctico. No todo vale. Para mí, es esencial que todavía pueda publicar libros que me interesan, que me estimulan, que considero que aportan algo realmente interesante al conocimiento. El equilibrio entre el rigor editorial y la amenidad comercial es, a mi juicio, la clave para que la edición me siga apasionando. Y es la receta que recomendaría a los jóvenes editores. Una vez ese maridaje fructifica, se transmite hasta por los poros. Queda incrustado en el sello de la editorial.
Usted que ha conocido a varios “gurus” internacionales, ¿ha encontrado entre ellos algún maestro?
He conocido a muchos autores de renombre y a maestros espirituales de gran reputación, pero ninguno de ellos parece que me cautivara lo suficiente como para que lo tomara como “maestro”. Confieso que tengo cierta alergia por muchos de los gurus que circulan por el mundo. Y creo que esa vena autocrítica –aparte de ir con mi carácter– es necesaria en el mundo de la espiritualidad. Hay que cultivar el discernimiento. Y saber destilar lo intemporal de lo pasajero, lo que a uno le conviene de lo que está meramente de moda. Eso no quita que algunas personalidades me hayan influido mucho. Pero –¡nueva confesión!– generalmente más por la lectura de sus libros que no por su carisma y personalidad. No soy un buen devoto.
Kairós es un referente editorial en religiones orientales, budismo, meditación y por extensión mindfulness, tan de moda en los tiempos que corren. ¿Ser abanderado trae alguna ventajas en una sociedad global y tan rápida?
Ciertamente, Kairós es pionera en la divulgación de las tradiciones espirituales de Oriente y de algunas de sus prácticas espirituales más importantes (meditación, yoga, mindfulness, qigong, etcétera). El año próximo cumpliremos 50 años. En todo este tiempo hemos tratado de ir más allá de modas pasajeras y buscamos la seriedad e intemporalidad. Y eso es algo que nuestros lectores y el público en general ha sabido apreciar. Y da cierto prestigio. En ocasiones, empero, podemos llegar a adelantarnos a los tiempos que corren e introducir algún autor, corriente de pensamiento o práctica que aún necesitará cierto tiempo en cristalizar. Eso me ocurrió a finales de los 1970s y principios de los 1980s cuando aposté por publicar textos del pensamiento ecológico. Fue un rotundo fracaso. Pero eso son gajes del oficio.
Se multiplican los libros y métodos para prestar atención en distintas áreas de la vida (alimentación, deporte, rendimiento profesional…) ¿Corremos el riesgo de “McMindfulnización”? ¿De que se convierta en una nueva tendencia de consumo?
Un riesgo muy real y que yo, personalmente, tengo bien presente. Pienso que es importante que los que nos dedicamos a divulgar y expandir la meditación, el yoga, el mindfulness o la plena consciencia lo hagamos de la forma más honesta posible y, a la vez, con espíritu autocrítico. El supermercado de lo espiritual (el capitalismo en último término) es capaz de fagotizarlo todo. Las prácticas espirituales devienen con facilidad en meras técnicas utilitarias para rendir más, ser más diestros, más egocentrados y competitivos. Por ello es necesario recordar de dónde procede y dónde se incrusta el mindfulness. En qué valores, prácticas y cosmovisión hunde sus raíces. No es que quiera “devolver” el mindfulness a su matriz budista (y al fin y al cabo, técnicas de contemplación han existido en muchas tradiciones del mundo, bien que quizá no con la intensidad o centralidad que el budismo le otorga), pero sí pienso que es importante recordar a aquellos que lo practican en hospitales, prisiones, terapias, empresas, escuelas… que el mindfulness es una práctica espiritual normalmente indisociable de una visión del mundo basada en la interdependencia, en la no-violencia, en la cooperación, cuyos ejes son la compasión, la sabiduría, la ecuanimidad, la serenidad, etcétera. Bienvenido sea todo buen adiestramiento en focalizar, en poner la atención en el momento presente, en la práctica de la concentración… Algunas sociedades lo cultivan desde hace muchos siglos. Pero no caigamos en la estupidez de aprenderlo, idealizarlo, desgajarlo y –lógica del consumo exige– tirarlo a la basura una vez lo hayamos exprimido. La estupidez sería entonces doble. Pero como ocurrió con el yoga (cuyo “boom” ya pasó hace décadas, pero cuya popularidad sigue acrecentándose), la gente que lo ha practicado con cierta seriedad no sólo lo ha incorporado a su vida, sino que inevitablemente se interesa por las dimensiones más profundas y hasta la filosofía de la que dimana.
¿Qué valores cree que la meditación y el mindfulness pueden aportar a la sociedad en que vivimos, y en especial a los más jóvenes? ¿Debería ser parte del programa escolar como ya ocurre en algunos estados de EEUU?
La meditación y el mindfulness portan a una mejor concienciación de nosotros mismos, tanto a nivel físico, psíquico, emocional como social (hay muchas formas de meditar). No hay que caer en la ingenuidad de venderlo como el remedio de todos los males, ni como el elixir de la felicidad (la gran trampa del consumismo: adquiera esto o aquello –material o inmaterial– y será usted feliz). Huyamos de banales promesas de felicidad. Pero la meditación sí puede ser de incalculable valor en una sociedad hiperactiva, multitarea, competitiva, narcisista… No para capear como se pueda estas inercias, sino precisamente para sosegarnos, reconectarnos, generar empatía, altruismo… esto es, contrarrestar en cierto modo las tendencias alienantes a las que todos –y muy particularmente los jóvenes– estamos sujetos. Que estas prácticas se lleven a las escuelas me parece una noticia excelente.
¿Cuál es el mejor regalo que la meditación ha traído a su vida?
Darme cuenta, o mejor, aprehender (subrayando esa “h” intercalada) que eso que llamo “yo” sólo es un nudo, un discreto centro de gravedad indisociable de la naturaleza o de la sociedad de la que forma parte (de la que es parte). No se trata de un conocimiento intelectual. Es la percatación de que la respiración, el latido del corazón, el pensamiento que brota, el sentimiento que asalta… todo eso no es “mío”. Es sólo un movimiento, la ola en un océano más vasto. Un regalo paradójico e inesperado. Y emancipador.
Web de Agustín Paniker
Web y tienda online de Editorial Kairós
Fuente: http://sloyu.com/blog
muchas gracias