Entrevista a Naomi Aldort, autora de: “Aprender a educar sin gritos, amenazas ni castigos”
Naomi Aldort, Además de autora del libro, asesora a familias que buscan mejorar su dinámica familiar y fortalecer el vínculo entre padres e hijos. Es una persona con gran experiencia a nível internacional en conferencias y talleres sobre el tema de la crianza respetuosa en todas las etapas de la vida de los niños y en temas de educación, madurez emocional y aprendizaje.
Esta pregunta tiene muchas ramificaciones, pero en tu opinión ¿Qué es en esencia el trabajo de los padres?
Los padres están aquí para acompañar a una nueva alma en la experiencia de existir como ser humano.
Es el trabajo de velar por el proceso de desarrollo de los hijos. Es como cuidar una planta. Cuando cuidamos una flor no interferimos en su desarrollo, no la forzamos a que abra sus pétalos ni la pintamos de colores. El tipo de flor que es nos es indiferente. La cuidamos para que florezca a su ritmo y a su manera, única y magnífica. No cuidamos de la flor solo cuando florece, la cuidamos para que florezca.
Este cuidado respeta a Dios, la naturaleza y la vida. Conlleva un amor incondicional, con una humildad y un respeto totales hace la Creación.
Por lo tanto, la tarea de los padres va acompañada de un profundo trabajo interior. Para cuidar a un niño con amor incondicional, confianza y respeto, uno también necesita desarrollarse y florecer. En cierta forma, es un trabajo divino, es decir, requiere que nosotros los padres busquemos la auto-realización y la paz para que podamos velar por la auto-realización de otra persona, con amor y orientación, pero sin estorbar la labor de la Creación, sin interferir en la naturaleza del niño.
¿Por qué a los padres nos cuesta tanto confiar en nuestros hijos y en nuestra propia intuición?
El problema de la confianza en los hijos y de nuestra propia intuición viene de la educación que hemos recibido y de la cultura moderna. De niños, la mayoría de nosotros fuimos educados para no confiar en nosotros mismos a obedecer a la autoridad y a dar mucho valor a las opiniones de los demás.
La lección, “no confíes en ti mismo, sigue a los demás” es profunda y subliminal. Aparece a diario en la vida de un niño sin que nadie se de cuenta de ello ni lo cuestione. Por ejemplo, cuando de niños quisimos dormir con nuestra madre nos dijeron que lo que sentíamos era equivocado y lo que teníamos que hacer era dormir solos. El deseo de permanecer junto a nuestra madre se transformó en confusión y duda en nosotros mismos. Los profesores en la escuela, aún con la mejor de las intenciones, afianzan este mensaje diciendo “haz lo que te digo” aunque eso vaya en contra de la voz interior del niño.
Aquí no estoy hablando de deseos y caprichos, estoy hablando de necesidades primarias y la autenticidad de nuestra voz interior. En mis talleres y charlas esclarezco la distinción entro los deseos superfluos y la verdadera autonomía de un niño.
En tu página web te presentas como “facilitadora de la auto-realización a través de la crianza de los hijos”.¿Qué quiere decir eso exactamente? ¿Cómo funciona en la práctica de tus talleres y en tus consultas privadas?
Todo y todos en la vida son un reflejo de nuestras percepciones. Uno mira al mundo desde su punto de vista particular. Los niños son nuestro mejor reflejo porque ellos todavía no tienen una historia propia, muestran un reflejo perfecto de sus padres. Cuando los padres trabajan conmigo adquieren herramientas que les ayudan a liberarse de pensamientos limitantes, se liberan de sentimientos dolorosos e historias previas que les frenan en la vida. Aprenden a ver su reflejo en sus hijos y se vuelven mejores padres, más capacitados y más cariñosos.
Puede que unos padres tengan un niño agresivo o que reacciona muy a menudo con ira e impaciencia. A través de nuestro trabajo conjunto esos padres aprenden a reconocer que las emociones fuertes de su hijo son un reflejo de sus emociones y comportamientos. Hasta la madre o el padre más tranquilo puede descubrir que lleva dentro un volcán dormido.
Cuando por conveniencia o convicción intentamos controlar a un niño perdemos la oportunidad de crecer y transformarnos en el padre o la madre que somos de verdad. Cada padre o madre conoce esos momentos de no haber actuado desde el amor sino desde un lugar emocionalmente doloroso o pesado, desde un lugar que le aprisiona. En esos momentos en vez de librarse de ese dolor y esas respuestas negativas el padre se auto-limita exigiendo que el hijo cambie su comportamiento. Eso dificulta la conexión entre padre e hijo y ambos salen perdiendo. Esta necesidad de control por parte de los padres es obviamente inconsciente y no es nada que tenga que hacernos sentir culpables.
Ser padres puede ser un camino espiritual hacia el despertar de nuestra conciencia si lo queremos aprovechar como tal.
¿Cómo se puede aplicar tu trabajo con los padres en un contexto general de cambio social en el mundo entero?
Nuestra meta a nivel global es la paz. Hemos aprendido que debemos convivir con gente de etnias, culturas, religiones y nacionalidades diferentes de la nuestra. Si no encontramos la paz dentro de nosotros mismos, no encontraremos la paz con nuestras familias, nuestras parejas y nuestros hijos, ni tampoco en la comunidad en la que vivimos o la sociedad en general. Tenemos que empezar en casa. La paz empieza en la crianza de los niños.
Los niños llegan al mundo que les ofrecemos y adoptan la forma de ser, pensar, sentir y relacionarse que nosotros les ofrecemos. No tienen otro marco de referencia que aquel que les enseñamos a través de nuestras acciones y la forma en que les tratamos.
La crianza de los niños es la forma más rápida de buscar la paz en este mundo. La guerra empieza en casa y la paz también. Empieza en el alma de cada persona, de cada madre y padre. Centrarnos en crear la paz interior en cada momento y llevar la paz a la relación padre-hijo es el único remedio para la guerra, y la herramienta que debemos usar es el amor incondicional.
Obviamente, estamos muy lejos de conseguir este objetivo. Los gobiernos insisten en que no tienen fondos para cursos de apoyo a padres, pero tienen dinero para desarrollar máquinas de guerra y armar ejércitos. La guerra empieza en casa en la forma en que respondemos a nuestras parejas e hijos.
Todos los problemas de nuestra sociedad derivan de la separación y la desconexión. Lo que enseño es unidad y conexión. Los niños que crecen de esta forma traen paz y honran a la humanidad.
Hasta ahora la crianza de los niños ha sido una lucha contra ellos. Nos hemos esforzado por darles una forma que encajase con nuestro propio molde, porque creíamos que no la tendrían si no se la imponíamos.
Algunos padres creen que no es posible hacerlo de otra manera y que los niños se portan mal cuando no les coaccionamos, controlamos y moldeamos. Sin embargo, en cada caso en el que he hablado directamente con los padres hemos terminado descubriendo que el comportamiento del niño había sido provocado justamente por ese afán de control. La transformación, la comprensión y la conexión siempre acaban con esa lucha y lo que queda es un niño cariñoso que se preocupa y actúa por los demás.
Lo que enseño no es permisividad, ni autorización para que el niño haga lo que quiera. Lo que enseño es cómo los padres pueden llegar a ser verdaderos líderes. Los verdaderos líderes traen la paz, no por medio de la fuerza, sino del amor.
La perspectiva que aplico a la crianza de los hijos forma parte de las corrientes de pensamiento moderno: el llevar el amor a la fuente, a los comienzos de la vida.
Si conseguimos evitar el esfuerzo negativo que supone manipular a los niños y, en su lugar, aprendemos formas de nutrir su magia innata, educaremos a gente pacífica que, a su vez, llevará la paz al mundo.
Fuente: https://cambiemoslaeducacion.wordpress.com
MUCHAS GRACIAS
muchas gracias a la hermandad blanca.