Jesús Sananda: Te Ofrezco Mi Corazón
Jesús Sananda canalizado por Linda Dillon octubre 8, 2018
Nunca he dicho: «Te daré este pedacito. Te daré una onza de amor. Te daré diez onzas o una taza de compasión. Compartiré este pequeño trozo de lo que sé». No, siempre te he ofrecido y sigo ofreciéndote todo lo que soy. Jesús Sananda
Meditación
Comencemos respirando profundamente el rojo rubí más rico que jamás hayas visto. Baja a tu corazón, a tu chakra del corazón y a tu corazón físico, al asiento de tu corazón. Y puedes pensar en el asiento de tu corazón como si estuviera en el fondo, en la base de tu tri-llama – en lo más profundo – e inhalar rubí.
Respira ese rojo profundo y delicioso. El color de los viejos vitrales, del terciopelo rojo, de los ricos tomates, de las deliciosas manzanas rojas, de las oscuras cerezas casi negras y de las uvas rojas y de las ricas rosas rojas. Inspira la rosa roja, inhala ese aroma y fragancia de la Madre, de la exuberancia de la primavera y el verano, el rojo de las hojas de arce a finales del otoño.
Quédate en tu corazón, pero siente ese rojo, efervescente, saliendo a tus células, a tu torrente sanguíneo, a tu plexo solar. Incluso lleva ese rojo burbujeante a tu ombligo, es más – a tu sacro vientre.
Y tomemos un momento y llevemos ese rojo efervescente, rico y hermoso, tanto a nuestros riñones como a nuestro hígado y a nuestra vesícula biliar. Y llévalo a tu pubis, a nuestro lugar donde creamos y co-creamos la Nova Tierra en forma física. Y llévalo a tu raíz, y siente, permítete sentir esa agitación efervescente como si tu raíz estuviera viva y cosquilleando, llena de vitalidad y vigor – con esa sensación de que estoy tan feliz de estar vivo.
Y siente ese cordón rojo profundo que sale de tu raíz, baja atravesando la alfombra, atravesando el cemento, los cimientos, la hierba, la tierra blanda, la tierra dura, la roca, las capas gaseosas, baja hasta el corazón de Gaia. Mírala ahí de pie esperándote. Entrégale tu cuerda roja, tu cordón rojo – a esta vieja, antigua joven sabia, a este arcángel. Pídele que te lo sostenga, que te mantenga anclado y creativo y reconstituido y resucitado. Siente cómo alimenta tu fuente de energía vital.
Y tráela a través de tu cordón a tu raíz, a tu barriga, a tu estómago, a tu Hara, a tu corazón, y siente que el corazón rojo de San Valentín se expande y crece con el amor de la Madre Tierra, con la enormidad de nuestra conexión.
Ahora respira el rojo de nuevo y llévalo a tu alto corazón, a tu garganta. Siente ese rojo brillante que llena tu boca, bailando sobre tu lengua, haciendo cosquillas en tus amígdalas. Nuestras bocas son tan importantes. Nuestros dientes, que son nuestros transmisores y receptores. Así que siente el cosquilleo de tus dientes. Y que vuelva a su área occipital, a lo que llamamos la boca de Dios. Relaja el cuello, relaja la mandíbula, la pineal, la pituitaria, el hipotálamo.
Siente como si la cresta de lo que antes pensabas que eran tus hemisferios derecho e izquierdo, como si tu cabeza estuviera siendo abierta. Este hermoso rubí, este rojo eléctrico efervescente está activando y conectando todos los hemisferios de tu cerebro, despertando áreas que no sabías que existían. Hasta la corona. Que sea una corona de rubí en vez de una de amatista. Y de tu corona, sube por tu cordón de plata, hasta el corazón de Uno, hasta la decimocuarta, la decimoquinta, la decimosexta, sigue subiendo, sube por la Luz, sigue adelante. Hasta el Sol Central. Hasta el trono. Vean a la Madre y al Padre abriendo sus corazones – únete.
Llévales tu amor. Siempre vamos a ellos y recibimos, pero hoy, vamos a llevarles nuestro amor. Este hermoso y rico, delicioso, plácido, hermoso amor de rubí. Y siéntete a ti mismo dando y llenando esta trinidad de ti – Madre, Padre, tú. Más arriba.
Ahora baja como si estuvieras deslizándote por un poste de fuego. Diviértete. Deslízate por tu cordón de plata, a través de todos los éteres y capas, de todas las dimensiones, de todos tus cuerpos…. desplázate, hasta el corazón. Bájalo a tu corazón, a tu hermoso corazón y descansa.
Canalización de Jesús Sananda
Saludos, soy Jesús Sananda. Sí, ha habido un gran concurso este día para ver cuál de nosotros sería el bendecido, honrado, emocionado que hablaría con ustedes. Para hablar con ustedes, amada familia de mi corazón.
Hace años, cuando nos encontramos por última vez en Sedona, les di el regalo de mi corazón de rubí, el regalo de mi esencia. No sólo de mi conocimiento o compasión, sino de la verdad de quién soy, de la totalidad de lo que tengo para ofrecer. Eso es lo que deseo compartir con ustedes. Eso es lo que siempre deseo compartir con ustedes, ya sea hace dos mil, ocho mil, cincuenta mil años o ahora mismo.
Nunca he dicho: «Te daré este pedacito. Te daré una onza de amor. Te daré diez onzas o una taza de compasión. Compartiré este pequeño trozo de lo que sé». No, siempre te he ofrecido y sigo ofreciéndote lo que soy. No como un salvador o maestro o ascendido, sino como hermano, como amigo, como compañero de viaje, como alguien que ha andado por la Tierra, el camino, y que entiende lo que es llorar amargas lágrimas de pena y dolor y pérdida. Y lo que es derramar lágrimas de alegría, asombro y temor. Y lo que es derramar lágrimas de gratitud, estar abrumado y en tal profundidad y elevación de gratitud que las lágrimas simplemente brotan.
Les ofrezco mi corazón, mi corazón de rubí para revitalizarlos. Jesús
Sí, mis amados, para darles la energía para continuar, para rejuvenecerlos. Este no es un mito que haya sido perpetuado por los bienquerientes. Es su estado natural. Es su derecho de nacimiento heredado, es el ADN de lo que significa ser humano.
Sí, para llenarse de esa vitalidad y vigor que tanto le gusta al canalizador. Para poder correr y saltar. Pero no para correr y saltar. Correr y saltar de alegría por el puro regocijo, por el asombro, por el profundo conocimiento de la fe, la confianza y el conocimiento que nuestra Madre ha puesto en vosotros. Sabiendo que, pase lo que pase, atravesando las pruebas, las tribulaciones y la victoria, su corazón es verdadero. Eso es cierto como el impecable rubí que les doy este día para plantar en su corazón y recordarles -no de mí, sino de ustedes- la verdad, la magnificencia y el poder de lo que son, brillantes ángeles de cambio, constructores de la Nova Tierra, nuestros co-creadores.
Así que sí, todos estamos presentes este día para celebrar la victoria, la maravilla, el esplendor que son. Y simplemente para recordarles en este día y todos los días cuán profunda e intensamente son amados.
Toma mi regalo y recuerda que debes amarte a ti mismo de la manera en que nos amas y de la manera en que te amamos a ti. Ve a enamorarte. Adiós.
Jesús Sananda
TRADUCTORA: Carolina, redactora de la gran familia de la Hermandad Blanca
FUENTE: Canalizado por Linda Dillon. Jesus Sananda: I Offer You My Heart. counciloflove.com/2018/10/14722/
Gerard Chasman
MUCHAS GRACIAS SANANDA , UN ABRAZO.
Si amado maestro tus palabras son tan dulces que hasta huelen a perfume de rosas. gracias por tu regalo lo recibo en mi corazón, justo donde tu habitas. Gracias.