La Teosofía ofrece, por Elizabeth W. Preston
La Sociedad Teosófica fue fundada para difundir ciertas enseñanzas. ¿Cuáles son estas enseñanzas? ¿Qué tiene la Teosofía para ofrecer al mundo y, a nosotros, como individuos, en los diversos niveles de conciencia y aspectos de pensamientos?
En este breve artículo solo podemos dar una respuesta breve.
La Teosofía ofrece:
Al individuo, una descripción de su propia naturaleza.
La Teosofía reconoce, y da detalles, no sólo del cuerpo físico y cerebro humano, sino también de su naturaleza invisible, sus propios pensamientos y aspiraciones, con los que puede edificar su propio carácter.
Al hombre común que lucha con los problemas de la vida, la Teosofía le ofrece la enseñanza de la Reencarnación, diciéndole que la presente no es la única y que tendrá muchas oportunidades en el futuro.
Para el hombre de ciencia, la Teosofía establece que nada se pierde, que cada esfuerzo realizado hoy, encontrará su florecimiento, sino en el presente, en una vida futura; que el resultado es tan seguro como la ley física de acción y reacción.
También, da buen acopio de información acerca de la naturaleza del mundo físico y de la estructura del átomo.
Al hombre que ambiciona, que se esfuerza por desarrollar algún aspecto de su naturaleza, como por ejemplo, llegar a ser un gran músico, la Teosofía le dice: «trata de desenvolver ahora tu oído, y apreciación musical, y nacerás en el futuro con un oído sensitivo y una facultad de ejecución».
Al anciano le dice: nunca eres demasiado viejo para comenzar a edificar un futuro maravilloso.
Al trabajador social, la Teosofía le dice:
«estamos ahora cosechando las condiciones que hemos sembrado en el pasado, pero podemos trabajar para el futuro. La Ley es segura. Todo lo que hacemos ahora para ayudar, dará su fruto, y la suerte de la humanidad será mejor si tenemos buena voluntad.»
A los padres, la Teosofía les sugiere, «vuestro hijo no es una súbita creación con una serie de talentos y capacidades o deficiencias elegidos arbitrariamente.
Es un alma inmortal entregada a vosotros para ejercitarla y ayudarla, en su camino hacia el próximo peldaño en su evolución».
Al maestro, la Teosofía le dice: «el niño tiene pasado y marcha hacia un futuro inmortal». Trae ciertas capacidades, desarrolladas en el pasado, en sus cuerpos físico, emocional y mental. El niño debe ser ayudado a desenvolver su naturaleza entera y a usarla con el mejor provecho.
Al enfermo: la Teosofía le ofrece la esperanza de recibir algo bueno proveniente del mal que padece, que los errores del pasado pueden pagarse y las buenas cualidades futuras aprenderse mediante paciencia y valor.
A los afligidos, la Teosofía, les habla de la vida después de la muerte dándoles detalles de la vida existente en los mundos ulteriores.
Todos hemos de aprender que no vivimos para nosotros solamente, sino que nos influenciamos mutuamente en todo momento mediante nuestros sentimientos. El pensamiento es un verdadero poder creador. Aprendemos la igualdad de sexos al reencarnar a veces como varón, y otras como mujer.
A las naciones y razas, la Teosofía les ofrece la idea de que cada uno tiene su propia parte que desempeñar en el gran esquema, el Gran Plan; que existe un Plan para cada nación y raza, y que si cada una desempeñara su parte, no existiría conflictos.
Al filósofo y al historiador, la Teosofía tiene mucha información que ofrecer. En su literatura se encuentran estudios sobre filosofía religiosa desde el punto de universal; detalles de psicología evolucionaria basada en la evolución del alma, como también del cuerpo, y hechos concernientes al desarrollo geológico de los continente y de la tierra, ilustrados por medio de mapas que dan prehistoria y pre-geografía del mundo.
La Teosofía es progresiva. No induce a pensar que se haya dicho la última palabra. La investigación continúa.
Por último para el aspirante, la Teosofía le brinda un gran don: el saber que existe un sendero de santidad, y que podemos aprender a hollarlo.
El alma es inmortal, y su desarrollo infinito.
Vemos que existen seres en muchos peldaños más arriba que nosotros en la escala; que pueden prestarnos ayuda, si necesitamos recibirla.
El sendero del discipulado no es un sendero fácil, o que pueda hollarse merced al hecho de ser «salvados» por obra de alguien o por medio de creencia alguna, sino que en él hemos de elaborar nuestra propia salvación por medio del servicio;… con la guía y buena voluntad de aquellos que hollaron el sendero antes que nosotros.
Cada uno debe encontrar el sendero y hollarlo por sí mismo, no solo para sí, sino en nombre de la fraternidad y para el servicio del hombre.
El Teósofo Vol. 71 No 7-8 – Abril – Mayo de 1950
Publicación extraída de la revista TEOSOFÍA EN ARGENTINA- Abril-Junio 2006-
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