Los tres Preceptos de la Voz del Silencio
El viaje al Tibet de Helena Blavatsky
En el tercer viaje al Tibet, Helena Blavatsky logró ingresar al monasterio budista y estudiar por largos años la Sabiduría, cuya sabiduría estaban grabadas en discos de oro. De ello radica el nombre el nombre del libro “Los Preceptos de Oro”. Estos comprenden la sabiduría pre-budista y la sucesiva, en su mayoría se encuentran en discos sobre altares en el templo, contiene 90 tratados, de los cuales H.P.B. memorizó 39 idiogramas para formar su libro La Voz del Silencio. El resto, dice la autora, están esparcidos en otros documentos y otros no fueron organizados en ningún libro, pues solo el alma que esté en la búsqueda del conocimiento de sí logrará oír esos consejos. De esta manera, La Voz del Silencio está divida en tres partes, la primera se llama La Voz del Silencio, la segunda parte son Los dos Senderos y la tercera parte se titula los siete Portales. H.P.B. nos entrega los Preceptos morales que un Discípulo debe poseer para alcanzar el conocimiento. Se trata del camino del Iniciado siendo la Voz del Silencio el maestro interior que guía lejos de los peligros de la mente y lo acerca a la Unidad. Son tres los Preceptos que se pueden recoger; el Dharama, el control de la mente y el tránsito por los tres vestíbulos. En este artículo se explicará estos Preceptos morales.
El Dharama o voz de la nada.
El significado de la palabra Dharana es “la concentración de mente”, es, como nos dice H.P.B. hacerse indiferente a los objetos del exterior. Este Precepto es importante para el Discípulo que quiere oír la voz de la Nada o para aquel que busca despertar de la Ilusión (Maya). Cuando del mundo exterior llegan un sinfín de sensaciones, imágenes desordenadas, muchas sin sentido, otras de miedo o temor, perturba a la mente y la hace confundirse. En ese estado la mente toma como real aquel torbellino, pero cuando logra aplacar y concentrarse en su interior esas voces cesan. Un ejercicio para obtener la concentración es dibujar un punto dentro de un círculo y mirarlo por cinco minutos. La calidad de la concentración radica de la desaparición del círculo. Si realiza este ejercicio a menudo podrá intensificar su concentración. Otra práctica para alcanzar la serenidad de la mente es la meditación. Si bien hay quienes dicen que la meditación consiste en poner la mente en blanco, esto no es del todo así. Hay muchas formas de meditar. Unas con mantras otras siguiendo el ritmo de la respiración. Lo cierto es que la meditación es progresivamente la concentración en sí mismo y la disminución progresiva de los pensamientos ilusorios. Es también un diálogo consigo mismo.
Control y educación de la mente
La Mente (Manas) que se apega a los deseos y a la sensaciones debe ser matada, se dice en el Bhagavad Gita y lo cita H.P.B., estas cosas hacen que aparezcan sonidos falsos (asat). El Discípulo debe saber distinguir lo transitorio de lo perdurable. Cuando logre cesar todas esas cosas, el Discípulo discernirá lo UNO y Verdadera (sat).
Para que el alma alcance la Armonía y la Comprensión deberá cerrar los ojos del cuerpo de toda ilusión, quedarse sorda del ruido exterior y callar, una vez ciegos, sordos y mudos el alma podrá ver, escuchar y recordar lo eterno.
Hay alma que son de la tierra siente placer por la carne y la materia y se entristecen por el dolor que produce la ilusión. Es aquella alma que escucha los tumultos del exterior, se aflige y se esconde ante el dolor. Este es el Vestíbulo, nos dice H.P.B., del dolor que captura al EGO.
Este Precepto insta a orientar a o dirigir bien a la mente hacia los propósitos del espíritu, a una vida Justa.
Los tres Vestíbulos
Son tres estados que llevará al alma al Mundo de lo Eterno:
Ignorancia:
Es el vestíbulo donde naces y mueres sin conocer las leyes de la Naturaleza, a saber, el Karma, el Dharma y la Reencarnación. Es un estado en el cual no hay deseo por llegar a lo divino, por esa razón es un estado dañino para el alma. Un alma cuya naturaleza es volar llora al no recordar la posesión de alas. En su interior hay nostalgia, pero se halla dormida en la carne. Para cruzar este vestíbulo la mente no debe confundir los deseos concupiscibles, aquellos que la hacen dudar y no tener fe en su ser divino.
Aprendizaje:
Es el camino intermedio entre la sabiduría y la ignorancia, en el cual, nos dice H.P.B. se halla la flor de la vida pero una serpiente enroscada, es decir, es el camino donde empieza a cesar el Kama-Manas y a tomar control el Manas, resultando un camino peligroso en el que es fácil confundir conocimiento con erudición. Para cruzar este vestíbulo la mente no debe dejar engañarse por los falsos sabios. Una luminosidad y belleza ilusoria y engañosa del Mara. Hay que saber distinguir el Saber de la cabeza de aquel del Alma. La sabiduría del alma debe iluminar y guiar al Discípulo.
Sabiduría:
Es la gran Ciencia de la Unidad Es el vestíbulo donde no hay sombras, solo Luz. El discípulo evita los elogios y las alabanzas, pues sigue la Doctrina del Corazón, que es el gran Tamizador. Esta Doctrina selecciona todo lo que verdaderamente tiene valor. Por ejemplo, si te dicen que liberarte de Maya debes dejar de amar a todos los seres, entonces es una sabiduría falsa. Si te dicen que para liberarte de Maya debes hacerte inactivo de la vida, entonces esa es una sabiduría falsa. La recta acción reside en lo Permanente y Perdurable, nos dice la autora de La Voz del Silencio.
Los Preceptos Morales
Estos tres Preceptos Morales instan a que no luches contra el Karma sino ayuda a la Naturaleza y trabaja junto a ella. Son difíciles las pruebas que la vida pone en el camino del discípulo. Una vez solo quede el ojo del espíritu se mostrará el camino. Este camino consta de siete puertas: 1) la despedida 2) el despertar 3) el lamento melodioso del espíritu 4) el canto de la Vina 5) vibración 6) trueno 7) absorción y muerte. Justo ahí el discípulo se convierte en Uno. Es como dice, H.P.B., “deshacer de la forma lunar a la voluntad”, del Ser de la materia al Ser del Espíritu. Conviértete en el Sendero y deja que las lágrimas de dolor caigan en tu corazón hasta que desaparezcan pues así se riega los jardines de un corazón misericordioso. Son tierras del Silencio.
En el primer estadio el Discípulo debe tener la mente tranquila y el alma firme para que la luz del Maestro Uno caliente el corazón. En el segundo, debe aprender a ver y a oír verdaderamente. Y cuando siente con el tacto interno está preparado para el cuarto estadio. En el quinto todo debe ser destruido para que no vuelva a renacer; toda imagen ilusoria se elimina de la mente. Justo ahí está el Discípulo en el sexto estadio, en el Dharana. Ahora, dice H.P.B. el discípulo es el Maestro, “Eres tú mismo, el objeto de tu búsqueda (…) los siete sonidos en Uno, la Voz del Silencio”.
Autora, Rosmery Guerrero, Redactora en la Gran Familia de hermandadblanca.org
La propia satisfacción ¡oh discípulo! es a manera de una torre elevada, a la cual ha subido un loco presuntuoso, que permanece allí en orgullosa soledad e inadvertido de todos, excepto de él mismo
puertas para el camino
Gracias por vuestra dedicada atencion. Maravillosas enseñanzas para el camino evolutivo !!!!Reverencia !!!
maravilloso solo deseo seguir aprendiendo–?
Precioso u resonante
Refrena tu Yo inferior mediante tu YO divino
Refrena lo Divino por medio de lo Eterno
Grande, en verdad, es aquel que aniquila el deseo
Más grande todavía es aquel en quien el Yo Divino ha destruido hasta la noción del deseo
Lindisimo,muchas gracias por que me estan ayudando a aprender mas de la vida especialmente cuando apenas estamos despertando muchas gracias por compartir con nosotros sus ensenansas les amo gracias gracias..NAMASTE.
Me encanta esto.