El mito de Perseo, San Lorenzo y las Perseidas

La mitología humana es muy prolija en todo tipo de seres, dioses y leyendas. Por eso hoy vamos a ahondar en una singular historia, la del mito de Perseo. Pero, ¿cómo es posible que un hijo de Zeus acabe asociado a un santo cristiano como el caso de San Lorenzo? La respuesta es sencilla, las Perseidas. ¿Conocemos más sobre esta apasionante asociación y sus peculiaridades? Vamos allá.

Comenzamos explicando qué son las Perseidas. Seguro que cada verano escuchas en todas partes que durante unas noches de agosto se verán lluvias de estrellas fugaces conocidas con este nombre. En realidad, son fragmentos de polvo que caen en nuestro atmósfera tras desprenderse de la cola del cometa Swift-Tuttle.

Al combustionar con el contacto con nuestra atmósfera arden y aparecen como estrellas fugaces que combinadas, son una lluvia de fuego y color maravillosa. No olvides pedir un deseo cuando las veas. No hay mejor momento en todo el año para que se cumplan tus sueños e ilusiones.

Dado que las Perseidas aparecen sobre nuestro cielo en la dirección en que encontramos la Constelación de Perseo, ya nuestros antiguos antepasados las bautizaron así.

Pero ¿quién es Perseo? Este hombre fue en realidad un semidiós hijo de Zeus que se enamoró de una ninfa llamada Dánae. Para poder acceder a lugar de reclusión de su amada, se metamorfoseó, accedió y engendraron un vástago.

Pero lo más curioso de la historia es que Perseo, para colarse en el lugar en que se recluía su gran amor, decidió transformarse en una lluvia dorada, de ahí el nombre de las célebres Perseidas que aparecen por donde observamos su constelación.

Pero su historia no acaba ahí, ya que en el cielo nocturno, Perseo aparece junto a la Constelación de Andrómeda, princesa con la que también tuvo relaciones amorosas en el pasado. Es más, cuando la futura regente estaba a punto de ser devorada por un monstruo marino, fue liberada y salvada por este valeroso héroe. Hasta fue quien logró derrotar a la terrible Medusa sin que le convirtiese en piedra.

Sin embargo, Las Perseidas también reciben otro nombre, el de las Lágrimas de San Lorenzo. Para explicar esta denominación, nos acercamos unos siglos hasta nuestro presente.

Resulta que San Lorenzo se celebra en la tradición católica el 10 de agosto, en cuya fecha coincide esta lluvia de estrellas. Y dado que este santo murió quemado en Roma en la hoguera, se dice popularmente que el hombre, en pleno martirio, exclamó: “Dadme la vuelta, que por este lado ya estoy hecho”.

Y así fue que la leyenda cuenta que sus lágrimas son las mismas estrellas que cada noche. Conmemoran su muerte, y aparecen para recordar el martirio de este hombre.

Así que hoy en día, cada año por la mitad de agosto, celebramos una lluvia única que nos llena de gozo. Las Perseidas se han convertido ya en un símbolo, incluso para los astrónomos.

De hecho, el cometa Swift-Tuttle, encargado de dar vida a este fenómeno, se creyó desaparecido. Los científicos perdieron su rastro y no acertaban con las estimaciones de su órbita. No obstante, todo fue un error de cálculo del movimiento del objeto. En realidad no tardaba 120 años en completar una vuelta, como se creía, sino casi 130 años.

Sea como fuere, la magia que envuelve a las Perseidas va mucho más allá de su realidad cosmológica y su mitología. Cada noche, millones de personas en todo el planeta giran sus ojos hacia el cielo oscuro e infinito. Y durante un instante, todos parecemos unidos, pacíficos y hermanos. Pidamos este deseo la próxima vez que este maravilloso fenómeno ilumine nuestro mundo.

Por Pedro, redactor de la Gran Hermandad Blanca