No se tiene dolor, se hace dolor. Ser o no Ser, el olvido del Sí-Mismo.
El olvido del sí mismo en proceso.
No tienes miedo, haces miedo. No tienes depresión, haces depresión. No tienes pánico, haces pánico. No tienes, haces una y otra vez religiosamente lo mismo, y desde ahí memorizas quién dicen/dices que eres, dolencias incluidas. Has olvidado lo trascendental de SER.
Eres devoto a sostener un personaje que ha sido pasivo en su auto-génesis, puedes bajar cuando desees de este viaje auto-destructivo, lo sabes, pero una parte de ti está dominada por el temor a desaferrarte de este personaje, te dices: “¿Si no soy este, entonces quién soy y seré?” – Entras en pánico con este loop, una y otra vez –.
Haces pánico, entras en el estado una y otra vez, partiste por «monería» como quién consume heroína por primera vez para «ser parte», ahora eres presa de la adicción, y del refuerzo que los cercanos te dan por ser parte del club de «los dormidos y de las víctimas del mundo».
Objetos Estáticos vs Procesos Dinámicos
Tus estados no son un objeto, son un proceso sistemático y dinámico que has llevado a cabo, no está fuera la responsabilidad, sino dentro de ti.
Todo lo que dices ser o tener en términos de rasgos, sensaciones discrepantes o síntomas, lo aprendiste pasivamente en su mayoría, asimismo lo haces hoy a voluntad sin pensar, lo memorizas y honras con cada pensamiento narrativo/forma, así con la correspondiente emoción que suscitas con ellos, y desde ahí al estado-de-ser en el que te sumerges a ti mismo por cada conducta y ritual que llevas teatralizando sistemáticamente desde siempre para honrar al personaje que dicen (s) que eres realmente.
Apego, Castigo, Recompensa.
Asegura el apego del clan el ser que aprende a simular este ‘personaje’ y a ejecutarlo en una base diaria consistentemente, es premiado, y por otro lado si se detiene es castigado, con golpes que no llegan más allá de la piel evolucionaria más antigua y primitiva, el ego.
Entre tus pensamientos dominantes, emociones y conductas hay una causación recíproca, un efecto compuesto, una sumatoria exponencial en la que cada factor influencia al otro hasta que la inflamación no permite ver el mecanismo que subyace este ser, por eso no es fácil ver el sabotaje de este proceso, hay inflamación, malestar general, la visión del sí mismo, es borrosa.
Este ficticio ser que soy por lealtades banas, pero que me daña, limita mi espectro exitoso, en cuanto del despliegue de quién realmente soy, pues bajo todas estas caretas que se mantiene el apego, pero se atomiza/disgregan mis elementos interiores hasta hacerme olvidar quién debo ser, que dañan mi conexión con lo mejor de mí, con el todo superior.
El alto precio de no Ser
Para sostener este personaje se debe caer en el legendario y autodestructivo juego de “hacer lo que no se ama y no amar lo que se hace”, no siempre, ya que varía acorde a la vigila de consciencia de cada ser, pero lo suficiente para mantener la primavera floreciente del verdadero ser, a raya, bajo las penumbras de las caretas, esas que al usarse, hacen que parte del medio social te otorgue un premio, definitivamente es un juego de castigo y recompensa que subyuga la evolución tanto, que en cada noticiero podemos ver las consecuencias globales en nuestro amado, pero dañado planeta.
Si tan solo un cuarto de los seres de nuestra joven humanidad, fueran sí mismos, elevarían tanto su misión, que hagan lo que hagan y sea lo que sea su cometido divino, elevaría el colectivo de felicidad y dicha para todos, los estados iluminados de amor, de inspiración para ejecutar los planes de cada uno para darse-al-mundo serían óptimos, sería suficiente masa crítica como para generar el “momentum” necesario para hacer de este mundo un paraíso digno de todo el tiempo que llevamos en él.
¿Normal o Normado?
Llevamos mucho tiempo normalizando lo tóxico y demonizando lo benéfico, pero ya comenzamos a dar cuenta de la plenitud de vivir en el centro de quién se es, y la expansión hermosa que este paso otorga a uno y a quienes están cerca, ahí… en ese lugar se es uno y todos, no existe la dualidad cartesiana “yo – no yo” no es necesaria, es amor, y ahí no existe el terror a perder la individualidad ni la cohesión, se confía en el equilibrio de uno, porque se está conectado con el todo, y las reglas del juegos se cantan desde el núcleo de este mismo, no es una finalidad, es una forma de viaje, de hablar con el universo a través de la elevación de la identidad real y de la puesta en escena de las habilidades que se nos dieron, que decidimos elevar con disciplina.
Sí haces depresión, angustia, ansiedad, pena, ira, o lo que sea fuera de equilibrio para ti, entonces en algún punto te estás traicionando a ti mismo y a tu misión trascendental, te aferras a pensamientos forma por miedo a tu propia desnudez, ya sea objetos, personalidades, emociones, o personas que sabotean tú-ser.
Recuerda tú-grandeza, haz lo que viniste a hacer, lo prometido, lo consignado, y vuelve al centro del universo con esto en el corazón, pues las caretas te aferran a lo banal, a lo infra-consciente, la identidad real siempre te permite volar a voluntad. Así sea.
Infinito Amar,
Roberto García Fuentealba
Autor: Roberto García Fuentealba, redactor de la gran familia en hermandadblanca.org