«Sobre mi reino, de la sabiduría de Jesús», por el Maestro Beinsá Dunó
Conferencia dominical dada por el Maestro Beinsá Dunó el 8 de marzo del año 1925, en Sofía – Izgrev.
Respondió Jesús: “Mi reino no es de este mundo” (Juan 18:36 – n.d.t.).
Hay solo un camino verdadero para comprender la Verdad, y no muchos caminos. Los muchos caminos, estos son afluencias del camino único. Algunos dicen que en el Reino de Dios se puede entrar por muchos caminos. – Se puede. Y ejemplifican aquel proverbio de que todos los caminos llevan a Roma. No, solo por un camino se puede ir a Roma, no por muchos caminos. Para el desarrollo de los seres orgánicos hay solo un camino. Las maneras, los medios son diferentes, pero uno es el camino, por el cual la vida viene en el mundo. Toda aquella gente, en la cual la conciencia está despierta, los que quieren solucionar la tarea en la Tierra, la tarea de la vida terrenal, deben solucionarla por el camino de la Verdad. Alguna vez son muy ridículos los razonamientos de toda la gente en general: tanto los razonamientos de todos los filósofos, como y los razonamientos de toda la gente creyente. Por ejemplo, el hombre, a quien Dios le ha dado ojos para ver, como y para distinguir la luz, dice: “¿Podré ver cuando salga afuera?” ¡Extraña cosa! ¡Pues de ti depende! ¡No estás ciego, ojos tienes, luz tienes, sal afuera! Que haga esta pregunta un hombre que no tiene ojos sanos, comprendo, pero que la haga un hombre que tiene ojos sanos, esto es ridículo. Pregunta alguien: “¿Encontraré la Verdad, encontraré el camino hacia Dios?” Y después de esto se responde: “Este camino es inlograble, no se debe caminar por él. Se requiere largo tiempo, se requieren muchos sacrificios; es mejor que el hombre permanezca en casa”. ¿Quiénes dan tal respuesta? – Así responden los niños científicos, los niños filósofos. ¿Por qué? – Siempre cuando la madre quiere realizar un trabajo muy importante, su niño le dice: “Mama, no te vayas al trabajo, quédate aquí, el Señor pensará en nosotros, de todas maneras nos dejará caer algo de alguna parte”. Pues como te ha dado el Señor manos, Él ha pensado en ti. Pues como te ha dado ojos, el Señor ha pensado en ti. Pues como te ha dado mente, el Señor ha pensado en ti. Pues como te ha dado el Señor corazón, ha pensado en ti. Pues como ha puesto el Señor voluntad en tu alma, Él ha pensado en ti. Es ridículo cuando alguien, cuando se sienta a la mesa, donde le han puesto algún plato bonito, pregunta: ¿Podré comer de esta comida? – ¡Prueba! Por lo tanto, cada uno puede comer, basta con probar. Yo no he visto a un hombre que no pueda comer. Solo los muertos no comen, pero alguna vez, en tiempo nocturno, y ellos tocan, quieren comer. Entonces, y los muertos comen, solo que no comen como la gente viva, sino a su manera.
Os voy a transmitir un hecho ridículo. Hace unos cuantos años, un búlgaro – buscador de tesoros enterrados –, de los pueblos de Nóva Zagóra, viene a mí para informarse acerca de la Verdad, para encontrar el camino de Dios, pero miro, en su mente permanece el pensamiento de cómo utilizar mi don para enterarse dónde hay dinero, de manera que cuando le digo dónde hay dinero, que vaya a cavarlo y a corregir sus trabajos. Me dijo: “En tal lugar desde hace 20 años yo busco tesoros, y hace un año logré cavar una fosa de ½ kilómetro de profundidad, pero nada pude encontrar hasta ahora. Le digo: Si hubieras utilizado estos 20 años para cavar y elaborar un viñedo de 10-20 decáreas, hasta ahora tendrías una riqueza grande. Pero le dijeron algunos que en alguna parte hay enterrada una riqueza grande, y él busca. Largo tiempo oraba, oraba a Dios para que le mostrase dónde está enterrada esta riqueza. Una noche sueña el siguiente sueño: viene a él un hodja (sacerdote musulmán – n.d.t.) que le dice: “Ven detrás de mí, yo te mostraré dónde está enterrada la riqueza”. Se va él detrás del hodja, y apenas llega a aquel lugar donde estaba enterrado el dinero, delante de él se pone un búlgaro a quien tenía que dar unos cuantos miles de lev. Le dice: “¡Págame tu deuda! – Déjame ahora, luego te voy a pagar, este hodja me enseña dónde hay riqueza enterrada. – ¡No, ahora me vas a pagar! – Déjame, por favor, perderé el caso. – No, o ahora, o no te voy a soltar”. Entran en pelea los dos, y él, estremeciéndose, se despierta, mira alrededor de sí, no está el hodja. ¿De dónde se encontró a este búlgaro con su deuda? Tales son nuestros razonamientos, como los de este búlgaro que viene a pedir su deuda. Así que, este buscador de riquezas enterradas me pregunta: “¿Tú, no puedes decirme dónde está este lugar que el hodja quiso mostrarme?”
La aspiración por riqueza es un móvil interno. Nosotros, sin embargo, debemos aclarar a la gente la cuestión de por qué quieren ser ricos. ¿Por qué alguna gente quiere ser ilustre en el mundo? – Tienen cierta aspiración interna. ¿Por qué alguna gente quieren ser músicos, escritores, poetas? – Tienen ciertos móviles para esto. Cuándo nacieron estos móviles y cómo nacieron, la ciencia contemporánea no puede darnos explicaciones razonables correctas. Ésta no puede explicar el origen de los móviles que existen en el alma humana. Nosotros pensamos que todo es solo de este mundo, que solo la vida terrenal puede solucionar las cuestiones. Si es así, pregunto, ¿qué cuestiones sociales puede solucionar un lobo? ¿Qué cuestiones sociales pueden solucionar los mamíferos en general? ¿Qué cuestiones sociales puede solucionar un águila, o una paloma, o una oveja, o una tórtola, o un pez? Pues viven en la Tierra, ¿no? Si todo se soluciona en la Tierra, ellos deben poder solucionar las cuestiones terrenales.
Luego, cuando llegamos a aquel instinto que existe en los animales, nosotros pensamos que éste está así, mecánicamente heredado en ellos. No es así. La ciencia contemporánea no puede mostrarnos hace cuántos miles de años la araña aprendió a tejer su hilo fino; la ciencia contemporánea no puede mostrarnos dónde y cómo ha aprendido la araña a formar este líquido tan pegajoso y resistente, con el cual ella pega sus hilos, de manera que hasta y las moscas y los escarabajos más robustos son atrapados por ésta, sin romperla. ¿Cuándo ha aprendido ella este arte? ¿Y hoy en día, cuando hace estos hilos, está pensando? – Piensa, por supuesto, pero su pensamiento es perfectamente limitado. Pregunto entonces: ¿Entre esta araña que teje así su tela y entre un hombre que edifica su casa y cría ovejas, ganados, hay alguna diferencia? – No hay diferencia. La araña teje su red para cazar moscas y alimentarse con éstas; y el hombre también: edifica casas, cría ovejas, ganados, para alimentarse. Entonces, no hay diferencia. Cuando la araña captura una mosca, vosotros decís: “¡Corred, porque la araña cogió una mosca!” ¿Qué derecho tiene ella de cazar las moscas? Digo: ¿Cuando vosotros cogéis una oveja y ella bala, cómo justificáis vuestro acto? – Lo justificáis de maneras diferentes. El materialista dice: “Es necesario que ella muera, que se sacrifique por mí”. La gente religiosa dice: “¡Así ha ordenado el Señor!” Si el Señor ha determinado para vosotros degollar las ovejas, así ha ordenado y para la araña cazar las moscas.
Ahora viene la gran contradicción de la vida. Nosotros queremos ser libres. ¿Cómo seremos libres cuando no sabemos la Verdad? ¿Puede aquel hombre, cuyas orejas no están sanas, escuchar, ser libre? ¿Puede aquel hombre, cuya mente no está abierta, no está iluminada, ser libre para solucionar aquellas cuestiones esenciales, necesarias para el bien de su vida? Dondequiera que estéis hoy en servicio, o en cualquier partido, o en cualquier sociedad religiosa de la que seáis un miembro, poned vuestras comprensiones de la vida un poco de lado, veréis que todo depende de la capacidad que poseéis, todo depende de vuestra fuerza. Pregunto: ¿De dónde tomaréis esta fuerza?
Cristo responde a Pilates: “Mi reino no es de este mundo”.
Toda la gente contemporánea quiere establecer un reino en la Tierra y por ese reino se pelean.
Cristo dice: “Mi reino no es de este mundo”. La cuestión está clara. Nosotros no tenemos por qué ocuparnos con aquella insurrección que ocurre en el mundo. Porque si un hombre mata a uno, él mata un segundo, otro pues mata a un tercero, un cuarto, etc.; millones de gente puede masacrarse como han sido masacrados, pues y tanta gente más puede ser masacrada, sin embargo el mundo de esta manera no se arregla. Este es un método solo para los reinos de la Tierra. Esto lo requieren solo los reinos de la vida terrenal.
Cristo dice: “Mi reino no es de este mundo”. Nuestras leyes no son por estas medidas de que se pelea la gente. He aquí, yo estoy a vuestra disposición –dice Cristo-, podéis pegar tanto como queráis. ¿Y qué probó Cristo en la Tierra? – Probó hasta qué punto el imperio romano era justo. Los romanos tenían las mejores leyes entonces, incluso y hasta hoy día en nosotros se estudia el derecho romano.
“Mi reino – dice Cristo – no es de este mundo”. El reino sobreentiende la cosa más razonable que puede manifestarse en el hombre. Tenemos reinos vegetales, tenemos reinos animales, tenemos y reinos humanos. Por lo tanto, de todos estos reinos hasta ahora, en el nivel más alto de desarrollo permanece el reino del espíritu humano. A su imagen fueron creados todos los demás reinos. Cada uno procuraba introducir esta imagen en su país.
Ahora alguna gente tiene opiniones completamente opuestas, razonamientos opuestos. Es ridículo, por ejemplo, esto que la medicina contemporánea, la ciencia contemporánea sostiene: que por el dolor más pequeño debe hacerse una operación. Imaginad que me duele el dedo más pequeño y me voy para presentarme a algún médico. Él dice: “El trabajo se va a complicar, por eso, para que no empiece a pudrirse todo el brazo, y de ahí y todo el cuerpo, debe cortarse el dedo”. Bien, para que se guarde el cuerpo, me cortan uno de los dedos, me quedo con cuatro dedos. El trabajo no se termina con esto. Hay otra ley: Este dolor se va a trasladar por simpatía y en el otro brazo. Después de unos cuantos años empieza a dolerme el dedo más pequeño de la otra mano. ¿Qué harán? – Y este lo cortarán. ¿Luego? Después de un tiempo empezará a dolerme un segundo dedo. Y este lo cortarán. Y así, dedo tras dedo me dolerán y los cortarán uno tras otro. Bien, después de todo esto ¿qué se va a adquirir? Cada uno dirá: “¡Este es un trabajo estúpido!” Un trabajo estúpido, pero esto es lo que la gente contemporánea, razonable, del siglo 20, hace. Esto hacen todos los pueblos cristianos culturales. ¿Por qué? Ellos saben y ven que no es razonable, pero dicen: “¡Debe cortarse este dedo!” Y citan entonces el versículo donde Cristo dice: “¡Si te tienta el ojo, sácalo! ¡Si te tienta la mano, córtala!” (Mateo 5:29,30 – n.d.t.). Eh, bien, si interpretamos literalmente las palabras de Cristo, nosotros sacaremos una moral horrible. Pues Cristo en otro lugar dice: “Si no coméis de mi carne y si no bebéis de mi sangre, no tenéis vida en sí” (Juan 6:53 – n.d.t.). ¿Qué moral sacaremos de estas palabras? ¿Cómo comprenderemos la Enseñanza Crística? Por lo tanto, todas aquellas palabras con las cuales Cristo se sirvió, son alegóricas. Por ejemplo, Él utilizaba las palabras: “Si no naciereis de Espíritu y agua” (Juan 3:5 – n.d.t.). ¿Qué significa el agua para aquellos que no están familiarizados con aquella profunda filosofía oriental? – Nada en especial. No, el agua es portadora de la vida. Ella significa aquel estado elevado, de Nirvana, aquel estado búdico, aquel estado místico, en el cual está puesta la vida, en el cual está puesta la inmortalidad. Entonces, el agua expresa el estado búdico, el cuerpo búdico del hombre. Dicen: “agüita” – búdico. Por lo tanto, si no naciere alguien de aquel estado búdico, no tendrá vida dentro de sí. Se dice: “de agua nacido”. ¿Qué significan en nosotros las palabras “de agua nacido”? Cuando se vuelque alguno hacia el Señor, como esto ocurre en los bautistas, por ejemplo, inmediatamente le dirán: “¡Vamos ahora a sumergirte en el agua!” Le sumergen tres veces en el agua. No, no nace así la gente. El nacido de Dios no muere; el nacido de hombre muere. ¡Esto es lo importante! ¿Y ahora qué hacen? Dicen a alguien: “¡Ven a nosotros, vas a nacer!” Dicen sobre alguien: “Él nació de nuevo”. ¿Por qué, cómo? – Le sumergieron en agua. No pasan 5-6 años, lo miras, él ha vuelto al mundo. Dicen: “¿Cómo ocurrió esta cosa?” – Y de “los nacidos” ocurre esta cosa. No ocurre así este trabajo, hay algo que no está comprendido. Para que nazca un hombre no es suficiente sumergirle en el agua. Esto es bañarlo, ¿comprendéis vosotros? ¡Esto no es un nacimiento!
Hay muchos filósofos que solucionan las cuestiones como los bautistas, como los predicadores. Sumergen al hombre unas cuantas veces en el agua y le hacen un filósofo. Y luego citan: “Así dice tal o cual filósofo”. Los filósofos de la antigüedad hablaban cosa excelentes, pero debe comprenderse su lenguaje. Estos filósofos no eran gente tonta. ¡Profundidad había en ellos! Algunos de ellos era gente excelente, vivieron una vida completamente sobria, una vida completamente pura. Ellos sacrificaron su vida por sus ideas. Y cada uno de vosotros, que vive por una idea, y no está listo de morir por ésta, él no comprende nada de esta idea suya. La filosofía, en general, es un método para la elevación de la humanidad. Y entonces los creyentes, los religiosos, los predicadores, encontraron un versículo de la Escritura que dice: “Mirad que no os enrede alguien con la sabiduría mundana, porque el conocimiento enorgullece” (1 de Corintios 8:1 – n.d.t.). ¡Por lo tanto, esto lo que os ha dicho la Escritura, retenedlo y no temáis! Así puede ser para los niños; así puede ser para aquellos que se alimentan con leche, pero aquellos que quieren comprender la Verdad no pueden pensar así.
Cristo solucionó una cuestión importante diciendo: “Mi reino no es de este mundo”. ¿Eh, qué es este reino, sobre qué está basado? – Este reino tiene solo una puerta. Ahora algunos pueden objetarme de que Juan ha dicho que este reino tenía cuatro puertas. Juan tiene derecho, pero yo digo: Este reino tiene solo una puerta por la cual la gente entra y sale. ¡Solo una puerta hay para este reino! Puede haber y otra puerta pero ésta es para los ángeles; a través de ésta ellos descienden y ascienden hacia Dios. Yo puedo explicar las palabras de Juan de por qué este reino tiene cuatro puertas, pero nosotros no podemos entrar por estas cuatro puertas; para nosotros hay solo una puerta por la cual podemos entrar en el reino de Dios. Y Cristo dice: “Solo el nacido de Espíritu y de agua puede entrar en el reino de Dios”, o sea, en este campo búdico, en este cuerpo búdico. En este cuerpo búdico reina el Amor. Por lo tanto, traducido a mi lenguaje, Cristo dice así: Cada hombre que no ha nacido de Amor y Sabiduría, no puede entrar en el reino de Dios. Este hombre que naciere de esta manera, de agua y de espíritu, su madre no vivirá por fuera. Su madre vivirá dentro de él. Y su padre vivirá dentro de él. Por lo tanto, él será “nacido solo”. Él no tendrá ningunos engaños externos. Le preguntará la gente: “¿Dónde está tu madre? – En mí. – ¿Dónde está tu padre? – En mí”. La gente dirá: “¿Cómo así? Nuestras madres y padres están por fuera, ellos nacen y mueren. – Se puede, pero mi madre y mi padre no nacen y no mueren”. Por lo tanto, algunos preguntan: “¿Dónde está el Señor? – En mi alma. – ¿Dónde está tu alma? – Ella está en conexión con mi cuerpo”. Cuando hablo del cuerpo, yo no comprendo el cuerpo en el sentido literal. Yo puedo estar en el cuerpo y fuera del cuerpo. Yo estoy en este salón, yo estoy y fuera de este salón. Yo estoy en el sistema Solar, yo estoy y fuera del sistema Solar. Yo estoy en el Cosmos, yo estoy y fuera del Cosmos. ¿Comprendéis qué significa esto? ¿Comprendéis qué es esta filosofía? – La comprenderéis. Fuera de la Tierra estoy. ¿Dónde estoy? – Mi reino no es de este mundo. ¿Por qué? Porque todos los mundos componen los reinos del mundo material. Estas son escuelas para ejercicios. Y cuando en el Mundo Invisible algún espíritu está harto de la vida allí, dicho en nuestro lenguaje, aparece en él el deseo de un poco de variedad; entonces le envían para descender un poco a la Tierra. Cuando quiere un poco de descanso, se viste en ropa material y viene aquí a la Tierra en cierta forma, y luego, cuando regresa arriba, dice: “Hice un paseo excelente en uno de los reinos terrenales”.
Vosotros ahora vais a decirme: “¿Pero esto lo que habla, es cierto?” Yo os voy a preguntar: ¿Pues esto, en lo que vosotros creéis, es así? Vosotros me diréis: “¿Pero esto lo que tú piensas, es cierto?” Y yo os voy a preguntar: ¿Pues esto que vosotros pensáis, es cierto? – No es cierto. Y seguís: “Si lo nuestro no es cierto, y lo tuyo no es cierto”. No, en las matemáticas hay una ley: Dos cosas en uno y mismo momento no pueden ser inciertas. Si uno es incierto, el otro es cierto. Si vosotros estáis del lado recto, yo estoy del lado torcido. Si vosotros estáis del lado torcido, yo estoy del lado recto. Hay tal ley y en esa no hay excepción ninguna. Esto podemos comprobarlo y matemáticamente, podemos comprobarlo y geométricamente. Puesto que las cosas del reino físico, en el cual vivimos, son ilusorias, no verdaderas, irreales, éstas están y obscurecidas. Por eso tú no puedes basarte en tu riqueza; tú no puedes basarte en tu felicidad. Por lo tanto, por la misma ley, real es solo esto de lo que Cristo habla. Real es solo aquel reino fuera de la Tierra; real es solo aquel reino fuera del sistema Solar; real es solo aquel reino fuera del Cosmos.
Y la gente científica contemporánea se encuentra delante de una situación sin salida, se preguntan: “¿Acaso existen otros mundos además de estos que nosotros vemos?” Bien, ¿qué diréis vosotros cuando veáis cómo los ángeles dirigen los telescopios de su mundo y observan las estrellas, el Sol y otros cuerpos celestes? Puede que algunos de vosotros no crean que existen ángeles que puedan servirse con telescopios y hacer sus investigaciones científicas. Puede que no lo crean, pero es un hecho de que ellos dirigen sus telescopios y observan. ¿Qué diréis entonces? ¿Su cielo y nuestro cielo son uno y mismos? – No es. Esto son razonamientos solo para aquellos de vosotros en los cuales la conciencia está despierta; vosotros debéis saber que hay cuestiones magnas con las cuales debéis ocuparse y solucionarlas; que os alegréis de que sabéis que hay cuestiones no solucionadas en los cuales reside la felicidad de la Tierra. Vuestra felicidad, vuestra riqueza, no está en esto lo que tenéis ahora. ¿Sabéis a qué se parece vuestra riqueza presente? Yo os voy a dar un ejemplo que me contaba un amigo mío. Largo tiempo él oraba a Dios para que ojala le enviase dinero de alguna manera. Por fin una noche, en tiempo de sueño, viene un hodja a él, le trae una bolsa con oro, y le dice: “¡He oído tu petición, toma este dinero!” Coge él esta bolsa, la sujeta fuertemente y se dice: “Eh, me ayudó por fin el Señor”. Pero cuando se despierta, ¿qué ve? – Ha cogido la sabana de su cama y la sostiene. Toda vuestra riqueza está en vuestra sabana. Cuando os despertéis, veréis que esto es una ilusión. El hombre dice: “Yo pienso que todas las cuestiones están solucionadas”. Sí, piensa que todas las cuestiones están solucionadas mientras está en sus manos la bolsa con el oro, pero cuando despierta, en su vida de vigilia ve que esto es la sabana en sus manos. Pregunto: ¿Cómo se convirtió el dinero en sabana? Algunos de vosotros dicen: “¡Que nosotros tengamos dinerito para que veáis si estaremos mal!” Yo os voy a hacer la siguiente pregunta: Imaginaos que vosotros estáis en el Titanic, éste, el barco de vapor inglés, que se hundió hace unos cuantos años en el océano Atlántico, y yo os doy una bolsa grande de 30 kilogramos de oro, para asegurar a vuestro padre, a vuestra madre, a vuestra mujer, a vuestros hijos, pues y a vosotros mismos, ¿estaréis bien? ¿Os vais a alegrar de que estéis asegurados? ¡Ah, os vais a asegurar! ¡Al fondo del océano iréis! Aquellas olas allí en el océano os enseñarán muchas cosas. Yo no quiero que os saquéis una conclusión torcida de que debéis abandonar la vida, pero quiero deteneros en el pensamiento de reflexionar razonablemente. Imaginaos que con este barco de vapor nosotros entramos en el océano y nos encontramos por encima de las olas agitadas. Pregunto: ¿Podemos solucionar las cuestiones de Kant, o la cuestión de qué iglesia es la más recta – si es esta de los ortodoxos, o de los protestantes, o de los católicos, o de los bautistas, los budistas, o cualquier otra? ¿En las olas podéis solucionar tales cuestiones? ¿Podemos solucionar qué reino de los existentes en la Tierra tomará supremacía? No, el rescate, la salvación, es la cuestión más esencial en ese momento. Ni la ortodoxa, ni el evangelismo, ni el catolicismo, ni el budismo, ni el bulgarismo, ni cualquier otra cuestión pueden representar una cuestión para solución. El primer móvil en este momento es salvar mi vida que Dios ha puesto en mí. ¡Liberar mi vida y salir a la costa; salir fuera de este peligro! – esta es la primera cosa que existe en mi pensamiento y en todo mi ser. Después de pisar en la costa, entonces me vendrán a la mente otras cuestiones. Después de salir exitosamente a la costa, nacerá en mí una vanagloria, diré: “¡Espera que ahora describa todos mis sufrimientos!” Y empiezo a escribir: ¡Tras-tras-tras, vuela aquella pluma por el papel liso! Describo mis desgracias durante mi estancia de 4-5 días en el Titanic. Todos leen y dicen: “¡Heroísmo!” No, la mitad de esto no es cierto. Él escribirá que en ese momento ha orado por Bulgaria; que en ese momento ha orado por la salvación de la iglesia; que en ese momento ha orado por el evangelismo; que en ese momento ha orado por el reconcilio de las iglesias, etc. ¡Esto es blá-blá, palabras vacías! Lo cierto es que en este caso, cuando estuvo en las olas, él pensaba únicamente en cómo salvarse, y después de que hubo pisado en la costa, pensó en todas las demás cosas. En el agua, en las dificultades, pensamos de otra manera, y fuera de las dificultades de nuevo pensamos de otra manera. Y verdaderamente, para que encontremos el camino, el Señor debe ponernos en unas pruebas magnas, para que tengamos solo un método por el cual buscarle y encontrarle.
Cristo dice: “Mi reino no es de este mundo”. Por lo tanto, Su Reino es el Reino verdadero, basado en Amor y en Sabiduría. En este Amor no hay hastío como en el amor de la Tierra. Aquí en la Tierra la gente se hastía muy pronto, y toda la gente sufre de hastío. Os viene un amigo, vosotros le alimentáis, le aceptáis muy bien, muy amablemente. Se queda una semana y vosotros os hastiáis de él, decís: “Ojalá se vaya ya, bastantes son estos banquetes”. Él empieza a encogerse, le aprieta algo y se dice: “Tengo que irme ya, me he pasado”. Vuestro amor puede aguantar una, dos semanas, como muchos 20 días, y si vuestro amigo es bastante irrazonable, vosotros empezáis a decir: “Nosotros queremos ir un poco a un centro vacacional; va a disculparnos, pero las condiciones son tales. La mujer, los niños están un poco mal, tienen necesidad de baños, de aire puro, de un poco de cambio; de otra manera no tenemos nada en contra de que Usted se quede de visita más – nos va a disculpar”. Esto no es cierto, esto es una pequeña mentira. En este aspecto, no tenemos derecho de actuar así. El Amor es cuidadoso.
Una de las cualidades magnas del Amor, de la Verdad, es esto, que él es muy cuidadoso, mira que no lleguemos a ser fastidiosos a nadie. ¡Nobleza debemos tener! Yo ahora hablo de gente que se conoce. No hay qué mentirnos. Viene alguien, dice: ¿Qué piensas? – Pienso esto lo que el Amor requiere; pienso esto lo que la Sabiduría requiere. Dicen: “Que no pienses algo torcido”. ¿Si yo sostengo un pensamiento torcido en mi mente, éste me va a ayudar? – No, sufriré daño. Cada crimen que el hombre hace, no le eleva, sino que le lleva a la perdición. Podemos decir que todas las comprensiones torcidas, todas las convicciones torcidas, en nosotros, provienen de la no igual distribución de la materia en nuestro cuerpo. La materia, las fuerzas en nosotros, no están igualmente distribuidas. Pregunto: ¿Si en nuestra sangre se encuentra más hierro, qué ocurrirá? Vais a querer pelearse sin falta. Aquellos niños en los cuales hay más hierro, siempre encontrarán a alguien sobre el cual probarán su fuerza: bien sus hermanitos, bien sus hermanitas, o algunos amiguitos por el barrio, siempre habrá arrancamiento de cabellos, siempre habrá cabezas rotas. Dicen: “¡Muy tormentoso es este niño!” Digo: Más hierro tiene. Por lo tanto, en el hierro se esconde esta fuerza explosiva. Otra gente, pues, es muy sospechosa. En su organismo hay más plomo. Éste introduce está sospecha, este veneno en ellos. ¿Eh, qué hay que hacerse con ellos? – Sacaréis el plomo excedente de su mente. ¿Cómo? – Hay métodos para esto. Supongamos que en la sangre de alguien hay demasiado cobre, ¿a qué dará origen éste? – Inestabilidad en los sentimientos. Algunos preguntan: “¿De qué nace la inestabilidad en los sentimientos humanos? – Del cobre excedente que produce estos envenenamientos. Por eso la gente en los cuales ocurren tales envenenamientos del cobre excedente, deben estañarlos, para guardarles de la muerte. Así hacen y con los trastos de cobre. Todos estos elementos existen en el hombre, pero en ciertas proporciones. El único elemento que por ahora produce el mínimo de sufrimientos del hombre, esto es la presencia del oro en su sangre. Éste es un elemento del Sol. El oro produce avaricia en el hombre – su deseo de tener, de adquirir siempre más y más. El que tiene mucho oro, tiene aspiraciones solo de ganar, de acumular. Así que, todos los elementos, todos los metales en especial, existen desproporcionadamente distribuidos en la sangre humana, en su sistema nervioso, en sus células. Todos los metales, así desproporcionadamente distribuidos en el organismo del hombre, producen estas disonancias, estas desarmonías que vemos hoy en el mundo. Esta cosa la han estudiado aún en el tiempo de los egipcios, aún en el tiempo de Trimegisto, como y en el tiempo de los cristianos antiguos. Esta ciencia la han estudiado con la meta de saber cómo renovarse, cómo neutralizar la influencia perjudicial de los elementos en su organismo. Y cuando los ricos aspiran hacia riqueza, nosotros no entendemos esta riqueza externa. Alguien hace hoy una casa, mañana la vende, quiere ganar. Hace una segunda y ésta la vende, para ganar más. Él puede hacer muchas casas para venderlas una tras otra, para ganar y millones de esas, pero para nosotros esto no es una riqueza. Aquel exceso que el hombre tiene en su sangre, debe dejarlo a la Naturaleza, que ella disponga con este como sabe, y para sí que deje solo este material que es necesario para su sangre, que es necesario para el sostenimiento de su vida.
Y así, digo: Esta gente científica que ahora estudia la vida de las plantas, la vida de los animales, hacen una pérdida, que para el futuro deben evitar. Por ejemplo, leo en algún libro de biología que algunos microbios tenían por 120 estómagos. Digo: ¿A un microbio tan pequeño para qué le son tantos estómagos? Nosotros estamos con un estómago y apenas nos las arreglamos, ¿y ellos con 120 estómagos, qué hacen, cómo se las arreglan? Y entonces, una noche en la clase de los jóvenes digo: Hace tiempo existía una araña con 20 millones de ojos. Ellos me preguntan: “¿Es posible esto?” No, yo me inventé esto. En realidad, hay seres que tienen 25 millones de ojos, pero no se refiere esto a esta araña. La cuestión de esta araña microscópica reside un poco de otra manera. Bajo 20 millones de ojos yo comprendo la fuerza, la intensidad de la vista con la cual el hombre puede penetrar en las cosas.
Y dice Cristo: “Mi reino no es de este mundo. Vuestro reino es de matar, de condenar a la gente. Vosotros tenéis soldados, sois pueblos fuertes, contáis millones de gente, y Mi Reino descansa sobre principios completamente diferentes, sobre principios pacíficos”. Ahora algunos piensan: “Esta gente siempre de Dios habla, siempre por piadosos pasan, pero ahí, bajo su piel de ovejas, lobos se esconden. Ellos son lobos vestidos en ropas de ovejas”. Bien, puede ser que sea cierto, puede ser y que no sea cierto. ¿Qué es lo cierto, sin embargo? El lobo es lobo, aunque esté vestido con ropa de oveja; y la oveja es oveja, aunque esté vestida con ropa de lobo. Las cosas no pueden cambiar. En un momento dado el hombre no puede ser y lobo y oveja; o es lobo, o es oveja.
Pregunto: ¿En ese momento, cuando Cristo dijo a Pilates, que Mi Reino no es de este mundo, qué quiso decir Él? Él solo explica más abajo: “Si Mi reino fuera de este mundo, y Mis siervos, como vosotros, pelearían por Mí. Aquellos que Me aman, ellos están conmigo, ellos llevarán Mis cargas, pero nosotros no nos vengamos, nosotros no matamos”. Ahora, algunos de vosotros harán la siguiente objeción: “¿Si el Mundo Invisible es tan fuerte, por qué no corrige al mundo?” El Mundo Invisible, este reino del cual habla Cristo, puede corregir al mundo, pero en el hombre hay un rasgo que Dios le ha dado, este es la libertad de manifestarse libremente. El hombre es libre en sus elecciones. ¡Esto es humanitarismo! ¿Comprendéis? ¿Si Dios hubiera privado al hombre de manos, de piernas y le hubiera dado solo cerebro, solo una conciencia desnuda, qué crímenes hubiera hecho él? Imaginaos que el hombre tuviera un cuerpo aéreo, ¿qué crimen podría hacer con éste? – Ninguno. Pero si él tiene un cuerpo, como es el presente, él podría hacer miles de crímenes a sus semejantes. Por lo tanto, el crimen no es un acto físico, éste es un acto espiritual. Primeramente el hombre piensa en hacer algo, luego lo desea y por fin lo realiza. Por lo tanto, el mundo físico es un mundo de prueba. Cuando Dios quiere probar qué piensan algunos de los seres avanzados, o sea, que ellos solos se conozcan, Él les envía al mundo físico, que ahí se vea cada uno lo que vale. Entonces, el mundo físico es un mundo de prueba y para la gente buena, y para la mala. Así que, cuando preguntáis por qué habéis venido a la Tierra, sabréis que habéis venido para conocerse, cómo sois – nada más. Esta es toda la Verdad. ¡Perfectos debemos ser! Como me reconozco que soy un hombre, debo durante todas las pruebas de mi vida servir solo a Dios, seguir solo una idea, y cuando paso por todas las pruebas y no cedo ni por mente, ni por corazón, ni por voluntad a todas las tentaciones, conoceré cómo soy. Las tentaciones vendrán, nada de esto. Aquellas olas que se embravecen delante de nosotros en el barco de vapor, que se embravecen, pero el barco de vapor debe andar hacia adelante, que rompa estas olas y que vaya hacia aquel puerto donde encontrará su salvación. El barco de vapor se elevará hacia arriba, hacia abajo, se tambaleará a la izquierda, a la derecha, por estas olas, pero no pasa nada, que se eleve, que bordee, pero éste no debe permitir que el agua entre en él. Esto es lo Divino. Solo así os encontraréis en el Reino de Dios. ¡No os mintáis! Vosotros aún en esta vida sabéis cómo sois. Hay una magna ley, hay una magna regla, en la cual no hay excepción ninguna: Dios sabe todos los pensamientos no solo de la gente, sino y de todos los seres superiores. No hay pensamiento que no sea descubierto delante de Su mirada sagrada. Y esto, lo que Dios sabe, lo enderece. Alguien dirá: “¡Ah, sabe!” Sí, todo lo que se esconde en las profundidades más grandes y en los repliegues más escondidos, es conocido por Dios. Cuando tú estás sentado ahí en tu casa y reflexionas algo, la voz Divina desde adentro te dice: “No tienes derecho. ¡Tú robaste el dinero de tu hermano, lo devolverás! Hablas mal contra tu hermano”. Esta voz desde adentro te dice: “Corregirás tu error”. Tú matas a alguien, haces esto, aquello. Esta silenciosa voz desde adentro siempre te habla: “No hiciste bien, erraste. ¡Corregirás tu error!” ¿Por qué la gente se vuelve nerviosa? ¿Qué muestra el nerviosismo contemporáneo? – Estos son los crímenes de la gente que hablan dentro de ellos. Toda la raza blanca se ha vuelto nerviosa. ¿Por qué? – Por sus crímenes. Hombres, mujeres y niños, todos están nerviosos hoy. ¿Por qué? – Por sus crímenes. Dice la gente: “Mi madre me dio a luz neurasténico”. No, tú con tu vida mala, con tu vida deshonesta, creaste tu neurastenia. “Pero – dice alguien – perdí mis bienes, por esto me he vuelto nervioso”. Con la pérdida de tus bienes el Señor te pone en situación de sacar tu crimen a la vista, y que así redimas tus pecados. Cuando torturas a la demás gente, no piensas en ellos, y cuando a ti te torturan, tú gritas, lloras.
Y nosotros decimos: Nuestro reino no es de este mundo. Si nuestro reino es del reino del Amor, nosotros debemos vencer. Dice Cristo: “Yo he vencido al mundo” (Juan 16:33 – n.d.t.). Y cada cristiano debe vencer al mundo. ¿Mediante qué? – Mediante Amor y mediante Verdad. Que cada cristiano no se tiente de aquellos bienes de soborno. Eh, bien, ¿si te vas ahora con aquellos que ahora gobiernan, qué ganarás? Después de ellos llegarán otros al poder. ¿Si te vas con los nuevos, qué ganarás? – Y ellos se irán. Las cuestiones no se solucionan así, o sea, estas pueden solucionarse y de esta manera, pero nosotros servimos a Dios, nosotros servimos a una Justicia sagrada, y la Ley de Dios dice: ¡Sin crimen! Dios dice: “¡Mis súbditos deben ser absolutamente honestos! ¡Mis súbditos deben ser absolutamente puros! ¡Mis súbditos deben ser gente del Amor absoluto!; ¡Mis súbditos deben ser gente de la Sabiduría absoluta!; ¡Mis súbditos deben ser gente de la Verdad absoluta!” Y cada uno de ellos debe ayudar a sus hermanos, sin ninguna diferencia, como nosotros hacemos en la Tierra.
Pregunto: ¿Nosotros, los búlgaros, como un pueblo pequeño, que desde hace tantos años nos afanamos, qué hicimos? ¿Los hebreos, que existen desde hace tantos miles de años, llegaron a ser un pueblo grande? No, tantos miles de años desde que salieron de Egipto y peregrinan por la faz de la Tierra, no solo que no llegaron a ser un pueblo grande, no solo que no se elevaron, pero incluso se perdieron. Hay una ley de “la multiplicación”, en la cual se guarda cierta proporción. ¿Cuántos millones de gente deberían ser los hebreos hasta ahora? Los hebreos son un pueblo científico, un pueblo capaz, pero ellos se encontraron en una situación difícil en el tiempo de Cristo, no pudieron solucionar esta tarea difícil. Los búlgaros han caído en la misma situación y caminan ahora por su camino. Leed la historia de los hebreos, leed y la historia de los búlgaros, encontraréis una analogía en su vida. Y los búlgaros cortan cabezas, y los hebreos así cortaban cabezas. Los hebreos masacraron una tribu suya y dejaron de ellos solo a 400 personas, pero luego empezaron a sentir humildad en el corazón. Y Moisés, aún cuando les sacaba del desierto, se quejó del pueblo hebreo y dijo: “Lamento que el Señor no les haya dado un corazón para comprender la Verdad”. Los hebreos son gente con cuellos gordos, con cabezas gordas. Pero, dice él: “Se afinarán vuestras cabezas, el Señor os pasará por tales sufrimientos, por tales puertas estrechas que comprenderéis la Verdad, y seréis portadores de aquello que teníais y de aquello que probasteis”.
Cristo dice: “Mi reino no es de este mundo”. Nosotros queremos solucionar una magna tarea, pero mañana morimos y perdemos nuestra vida. ¿Qué provecho hay de esto? – Un día no quedará nada de nuestra vida. Un astrólogo americano predijo que Bulgaria, y en general una parte de la península Balcánica, iba a hundirse en un terremoto. ¿Es posible esto? – Es posible, puede ocurrir.
“Mi reino no es de este mundo”, dice Cristo.
Y entre la gente religiosa hay una competición interna. Leed la vida de Lao-Tsé y de Confucio, encontraréis una competición parecida. Lao-Tsé era científico, un gran sabio, y Confucio se iba a escuchar esta gran Sabiduría. Como escuchaba las palabras de este sabio, conoció que era un gran maestro. Primeramente él le preguntó sobre muchas cuestiones, pero después de esto se volvió callado, se volvió afligido, triste dentro de sí. Lao-Tsé le pregunta: “¿Por qué no hablas, Confucio?” Ahora os voy a dar una pequeña aclaración. Nosotros nos alegramos cuando nuestra madre está viva, cuando nuestro padre está vivo. Cuando mueran ellos, nosotros nos ponemos de negro y nos volvemos pensativos. ¿Por qué? – Hemos perdido aquel móvil interno que no da inspiración – no tenemos más inspiración. Entonces, nuestra madre y nuestro padre se fueron para alguna parte y nosotros nos volvemos afligidos. ¿Qué dice Confucio? – “Maestro, me encuentro en una contradicción. Si tu pensamiento fuera tan rápido como es rápido el pez en el mar, yo lo hubiera alcanzado; si tu pensamiento fuera tan rápido como el correr del venado más rápido, yo lo hubiera alcanzado; si tu pensamiento fuera tan rápido como el vuelo del pájaro, yo lo hubiera alcanzado, pero éste está lejos fuera de las nubes, o sea, fuera de este mundo. Por eso, tengo el derecho de estar triste, afligido, porque no puedo alcanzarte”. Así pensaba Confucio hace tantos miles de años sobre su maestro. Alcanzar alguna vez a su maestro, él consideraba esta cosa por imposible. Nosotros estamos en la misma posición cuando nos encontramos delante de la vida de Cristo. Y Cristo alguna vez nos pregunta: “¿Por qué hoy estás tan triste, callado, desde largo tiempo no hablas, estás muy pensativo?” ¿Qué diréis a Cristo? – “Señor, no podemos vivir, no podemos sentir así como Tú vives y sientes. No podemos pensar así como Tú piensas, Tu pensamiento permanece arriba en el Cielo, y nosotros estamos abajo en la Tierra”. ¿Qué os dirá Cristo? No se dice lo que ha dicho Lao-Tsé a Confucio, pero yo os voy a decir lo que dice Cristo. A aquellos que Le aman, Cristo dice: “Si vosotros os encamináis en el camino del Amor, para vosotros vendrá un ángel que os elevará a sus alas, y vosotros vais a solucionar esta cuestión”. Cada uno de vosotros que quiere pensar como Cristo, puede pensar; cada uno de vosotros que quiere sentir como Cristo, puede sentir. Dice la Escritura: “Enviaré a Mi Espíritu”. Cuando venga el Espíritu os enseñara lo que debéis hacer, os elevará fuera de este mundo.
Cristo dice a Sus discípulos: “Vosotros no sois de este mundo, y yo no soy de este mundo”. Por lo tanto, esta cuestión se soluciona solo de manera amorosa, esto no significa negarnos de este mundo. Este mundo es menester, necesario, debemos saber cómo somos, debemos conocernos, y solo en este mundo ocurrirá esto. Eres un comerciante, ¡sé un comerciante verdadero! Eres un médico, ¡sé un médico verdadero! Eres un sacerdote, ¡sé un sacerdote verdadero! Cualquier llamamiento que tengas, ¡apriétate, trabaja, y en ninguna otra cosa pienses! Seáis como seáis, ¡sed!, la cuestión se soluciona de una manera completamente diferente.
Cristo dice: “Mi reino no es de este mundo”.
Y así, aquellos de vosotros que queréis solucionar la magna cuestión, debéis decirse dentro de sí: “Nuestro reino no es de este mundo”. La imagen de este mundo precede. Al mundo viene otro mundo: otra gente viene, otra cultura viene, otro orden viene. Ahora, como digo que viene otra gente, algunos piensan que ellos serán como los presentes. Si serán como los presentes, ellos impondrán las mismas leyes, las leyes de la violencia. No, aquella gente, que vendrá, no va a ser de “este mundo”, ellos vendrán del Mundo Espiritual. Los Apóstoles, después de que oraron largo tiempo, desde el Mundo Invisible descendieron miles de espíritus en forma de lenguas de fuego, se infundieron en ellos, y desde entonces estos discípulos Crísticos se fueron a predicar. Así y hoy vendrán estos con las lenguas de fuego y entrarán en aquella gente que está lista. Y entonces, en el mundo, habrá tal movimiento que la gente no ha visto, ni ha pensado hasta ahora. En el mundo se pondrá orden y arreglo, y la gente cobrará conciencia. Vosotros os decís: “Eh, los veremos nosotros”. Que no penséis que de alguna otra parte vendrán ellos. No, desde arriba vendrán, y cuando vengan, introducirán paz y luz en las almas humanas. Y cuando venga esta gente desde arriba, con aquella conciencia superior, no van a crear tales leyes como las presentes, sino – otras leyes, y dirán: “No se vive de esta manera, sino de otra manera”. Y el Apóstol Pablo, que ha previsto esta cosa, dice: “No todos moriremos; pero todos seremos transformados” (1 de Corintios 15:51 – n.d.t.). La gente presente cambiará y entonces ocurrirá una realidad. Te levantarás una mañana y serás ni Ivan, ni Pedro, ni Juan el teósofo, ni el apóstol Pedro, sino que tendrás un nombre nuevo que te es dado desde arriba, desde el Cielo. Tú no serás ya ni Pedro, ni Dragán, porque al hombre, cualquier nombre que le des, siempre hombre se queda. Y Ángel, y Cristo que le pongas por nombre, siempre el mismo se queda. Su nombre puede ser Cristo, pero su corazón no es el de Cristo; su nombre puede ser Cristo, pero su mente no es la de Cristo; su nombre puede ser Cristo, pero su voluntad no es la de Cristo. ¡Sin afectarse, pero que no nos engañemos!
Hay un nombre sagrado que Dios nos ha puesto. Nosotros somos Hijos de Dios. Cuando venga este momento, nosotros sabremos este nombre sagrado que Dios nos ha puesto, que hemos llevado al principio. Cuando recuerdes este nombre sagrado que te es dado por Dios, por tu Padre, dirás: “Mi reino no es de este mundo”. Entonces vendrá esta iluminación interna en el hombre y él estará listo de hacer todo lo que puede. Él será fuerte, puesto que todo el Cielo estará con él. Para todo esto, sin embargo, en nosotros debe llegar esta magna conciencia.
En vosotros ahora puede nacer la pregunta de si esta cosa es cierta. Espera que lo comprobemos: veamos lo que dicen los otros filósofos. No tengo nada en contra. Vosotros podéis y ahora leer a los filósofos, podéis leerlos y después de que os volquéis. Si leéis la filosofía contemporánea a la luz que ahora tenéis, tendréis una comprensión; si la leéis a la luz ordinaria, tendréis otra comprensión. Y yo leo geometría descriptiva, y yo leo matemáticas, y estas ciencias tienen para mi completamente otro sentido que el ordinario, de otra manera las comprendo. Algunos dicen: pero así no se piensa, hay otra manera por la cual se debe pensar. ¡Por fin, estas son las matemáticas! Sí, las matemáticas contemporáneas representan en aquel mundo tal cosa, como es la aritmética, el cálculo en los primeros grados. Con las matemáticas contemporáneas, con sus tareas, los niños pequeños del Cielo juegan, fácilmente las solucionan. ¡Imaginad cómo son sus tareas! Dicen: Las matemáticas son ciencias positivas. ¿Sí, pero cuáles matemáticas? Las matemáticas de aquel reino son ciencias positivas. En éstas las líneas no se interrumpen, éstas se proyectan en toda la eternidad; éstas son sin inicio y sin fin. Y entonces algunos dicen que el tiempo puede acortarse, que el espacio puede acortarse. Podéis reflexionar tanto como queráis, pero hasta donde yo sé, nuestros filósofos no han dado una definición determinada sobre el tiempo y el espacio. Si ellos comprenden el tiempo y el espacio, deben dominarlo. Esto que el hombre comprende, debe dominarlo. Esto que el hombre no comprende, no lo domina.
Y así, la única cosa que debemos comprender, es este nombre sagrado que Dios nos ha dado.
“Nuestro reino no es de este mundo”. Este es el pensamiento sobre el cual os dejo pensar. Como reflexionáis sobre éste, llegará más luz. Vosotros queréis solucionar cuestiones que el mundo desde hace miles de años está solucionando y todavía no ha podido solucionar. No se van a solucionar estas tareas. Las raíces de un árbol no solucionan las cuestiones. Si estas raíces no salen a la superficie por encima, no se van a solucionar estas tareas. La gente contemporánea va hacia el centro de la Tierra, en dirección torcida están, por eso no van a solucionar las tareas. En estas raíces nace otro impulso – hacia el Sol. En este impulso nuevo, exactamente, nacen las hojas, las flores, las frutas. Ellos crean otra vida, otra cultura.
Entonces, en el alma humana hay dos aspiraciones, dos sub-sectores. Vosotros decís: “No se puede sin raíces”. Sí, no se puede sin raíces. Si eres una planta, sin raíces no se puede, y sin ramas no se puede. Por lo tanto, vas a solucionar estas dos contradicciones en la vida. Nosotros ya no estamos en las raíces, hemos salido de las raíces y estamos en las ramas. “Nuestro reino no es de este mundo”. Tú te volverás una rama del árbol y así vas a solucionar la tarea. De otra manera no puedes solucionarla. Porque la Tierra ha recibido toda la vida del Sol. Toda la riqueza que la Tierra posee, ha llegado del Sol, del Mundo Invisible. Todos nuestros pensamientos, todos nuestros sentimientos han llegado del Mundo Invisible.
¡Y así, que se queden en vuestra mente las palabras: “Mi reino no es de este mundo”!
Mi reino