“Consumir menos es vivir mejor”
El consumo responsable busca la satisfacción de las verdaderas necesidades humanas de forma respetuosa con el medio ambiente y con los productores de los bienes y servicios. Es por tanto lo opuesto al consumismo, que provoca insatisfacción personal, subdesarrollo social y económico y sobreexplotación de los recursos naturales. De todo ello nos habla Montserrat Peirón, del Centro de Investigación e Información en Consumo (CRIC, por sus siglas en catalán) que edita la revista Opcions, donde se ofrece información práctica para un consumo consciente y transformador. Peirón también participó recientemente en unas jornadas sobre consumo responsable celebradas en Vitoria y organizadas por SETEM Hego Haizea, Mugarik Gabe, Paz y Solidaridad y Medicus Mundi en el seno del proyecto ¡Consume con Sentido!
Noticias Positivas: Desde que comenzó la crisis, una de las máximas preocupaciones de los gobiernos es reactivar el consumo de la población para volver al crecimiento de la macroeconomía, pero, ¿es viable el crecimiento continuo de la macroeconomía?
Montserrat Peirón: Pues no, parece que no es viable, porque estamos en un planeta finito y consumir significa ir cogiendo recursos de ese planeta. Por tanto, el sentido común ya nos dice que no puede ser sostenible en el tiempo.
N+: La actual crisis económica podría ser un buen momento para demostrar a la gente que se puede vivir mejor con menos, a pesar de la insistencia de los gobiernos en que hay que consumir para volver a crecer. ¿Cómo se puede introducir el tema del consumo responsable en este contexto tan complicado?
M.P: Encontrando otras formas de satisfacer tus necesidades, que no pasen por el consumo de recursos nuevos y sobre todo, lo que es importante al ejercitar esas otras formas de consumir es intentar encontrarle el gusto. Es decir, experimentar realmente que consumir menos es vivir mejor. Nosotros pronosticamos que en muchos casos sí que se encuentran muchas ventajas. Lo importante es que hagamos el esfuerzo de ver realmente qué ganamos con el consumo responsable a nivel personal.
N+: También hay que contar con la oposición de las grandes multinacionales, interesadas siempre en maximizar el consumo de bienes, así como el de las poderosas redes de distribución de los productos, que tienen un papel fundamental en la economía deslocalizada. Muchos pensarán que no es posible vencer a estos poderosos agentes promoviendo simplemente la toma de conciencia sobre el acto de consumir. ¿No sería más efectivo actuar desde el plano político que desde el consumo?
M.P: Claro, tenemos que actuar desde todos los flancos. Desde luego que la sociedad que proponemos supone ir contra corriente, en dirección contraria a la del tren avasallador, así que hemos de cubrir necesariamente todos los frentes: desde el consumo consciente y transformador, bien sea a nivel individual o colectivo a través de asociaciones, que tiene que ir acompañado de decir en voz alta por qué queremos esa otra forma de consumo; pasando por crear espacios para compartir experiencias y ayudarnos unos a otros; hasta las actividades de presión más directa, ya sea a administraciones o a empresas y campañas de denuncia de cuestiones concreta.
N+: Si la fórmula de crecimiento continuo de la economía no es la correcta para salir de la crisis económica, ¿por qué alternativas de actuación frente a los problemas actuales apuesta usted?
M.P: Alternativas construidas de futuro aún no se tienen. Quizás los economistas, con sus conocimientos, pueden vislumbrar más cómo podría ser otra forma de construir otro modelo económico. Ellos conocen cuáles son los parámetros que intervienen, cómo juegan entre ellos y se pueden imaginar quizás otras formas. Desde el consumo consciente, lo que sí que podemos decir es que la idea clara es intentar minimizar el uso de recursos nuevos y los que utilizas, que tengan el menor impacto, tanto ambiental, como social. En este sentido, se nos ocurren ideas concretas como la reducción de la jornada laboral, como la fiscalización de determinadas actividades, poner un límite a ciertos niveles de consumo mediante las tarifas progresivas, premiando el consumo moderado y castigando el consumo más exagerado. Pero un modelo alternativo económico a priori aún ni nosotros, ni los economistas quizás lo pueden ver. Sí pueden ver esas pistas de por dónde puedes ir: trabajar menos parece de bastante sentido común.
N+: Nadie habla de las repercusiones que tiene en los países pobres el excesivo crecimiento de los países ricos.
M.P: Como el modelo de satisfacción de nuestras necesidades se basa en muchos casos en la explotación de países del Sur, cuanto más consumamos, más explotación del Sur. Por ejemplo, muchas materias primas las obtenemos de países del Sur y bajo formas de explotación, de tal manera que no se obtienen de una manera justa. Por tanto, a más cantidad que extraigamos, más explotación produciremos. Es el caso actual de las explotaciones de soja en América Latina: a más soja que queramos para alimentar a nuestros cerdos, más extensiones de tierra que barremos de allá y más gente que sacamos de sus casas, que se ven obligados a irse a los suburbios.
N+: ¿Se puede llegar a la soberanía alimentaria en los países subdesarrollados a través de la economía local?
M.P: Se puede aspirar a llegar: ojalá que lleguemos. La economía local tiene la ventaja de que puede ser mejor controlada. Ahora vivimos en un mundo globalizado y de repente te encuentras que la comida de la granja de cerdos que hay en el pueblo de al lado, viene del Paraguay y no tienes ni idea de lo que ocurre allá. Entonces, poco puedes hacer si no adquieres ese conocimiento de lo que está ocurriendo, para ver por dónde falla y aunque tengas el conocimiento, ¡es que está en Paraguay! ¿Qué puedes hacer? Realmente la economía globalizada tiene un grado de complejidad muy elevado por la lejanía y por las múltiples relaciones de todos los factores y esto es algo muy difícil de gobernar de una forma sostenible e igualitaria. Es casi imposible manejar eso con semejante complejidad, tendríamos que ser dioses. Entonces, frente a esta situación, la economía local tiene la ventaja de que está más al alcance de poder gobernar y administrar de una forma mejor, y eso es tanto así en el Norte, como en el Sur. Y uno de los aspectos de la economía local es la soberanía alimentaria.
N+: La función del consumo, en teoría, es la de satisfacer las necesidades de las personas, pero en cambio, la expresión «sociedad del consumo», parece significar algo bien distinto, ¿por qué sucede esto?
M.P: Una de las necesidades que tiene la sociedad de consumo, por definición, es generarnos insatisfacciones. Para alimentar la maquinaria económica es necesario que consumamos, como se nos está diciendo ahora, que la maquinaria está en un pequeño parón. Es decir, tenemos que pensar que tenemos que comprar algo, esto es, tengo que estar insatisfecho. Entonces, una de las piezas importantes en la sociedad del consumo es generar necesidades o sensaciones de que necesito o incluso, es bueno, para mí y para todos, que me compre algo.
N+: Muchas personas dicen que no se puede vivir mejor con menos, simplemente porque nadie está dispuesto a renunciar a sus comodidades. Sin embargo, prácticamente nadie se pregunta si esta sobreabundancia material realmente nos hace más felices. ¿Realmente lo somos?
M.P:¿Qué son las comodidades? ¿Qué es lo que te da más comodidad: ir en coche o ir en metro, tren o bus? Para la idea cultural dominante, el coche es mejor, e ir en transporte público es para pobres. Sin embargo, si lo miras serenamente, el coche implica tener un espacio donde guardarlo, tienes que, en el rato que estés en el coche, dedicarlo a conducirlo, te puedes encontrar con atascos, luego hay que encontrar un sitio donde aparcar. Sin embargo, el transporte público puede ser en todos estos aspectos más cómodo: te lleva, puedes hacer mientras otra cosa y no te tienes que preocupar de nada más. Entonces la comodidad está quizás en un sitio en el que míticamente no se había pensado. Siempre se ha pensado que cuanto más cosas tengas, más comodidades tienes, pero a veces las cosas que tienes te acaban generando incomodidad. Otro ejemplo es que puedes tener el armario repleto de ropa y entonces esto te puede crear incomodidad, porque necesitas más espacio en casa, y te puede generar la incomodidad de ver que has comprado tantas cosas que no has llegado ni a utilizar, y eso te genera una sensación de desagrado contigo mismo, como una frustración. Así que hay muchos aspectos en los que si nos paramos a pensar despacio, podemos ver que lo que nos genera tanta incomodidad es el consumismo y entonces podemos llegar a la conclusión que se puede vivir mejor realmente consumiendo menos.
N+: Terminemos la entrevista con un mensaje positivo: otra economía es posible si…
M.P: Sí lo es porque no siempre hemos tenido esto. La sociedad de consumo es muy joven, tiene apenas 100 años de historia. De hecho se empezó a gestar cuando se comenzó a producir en serie y hasta hace no mucho tiempo teníamos como patrón cultural el que las cosas cuanto más duraran mejor. En cambio ahora el primer mandamiento es que duren cuanto menos mejor. Por lo tanto, si con otras economías hemos vivido, concluimos que con otra economía podemos vivir. No tienen por qué ser ninguna de las que ya hemos pasado, aunque quizás se puedan recuperar aspectos positivos. ¿Qué tiene que ocurrir para que sea posible? Básicamente que nos demos cuenta de que realmente, tal como está, no nos satisface y no nos parece el sistema lo suficientemente inteligente. La clave es que nos demos de verdad, a conciencia, que no sea algo de una revolución contra el sistema porque sí, porque es el sistema establecido y tenemos la naturaleza de querer oponernos, que también existe, sino que sea porque no nos convence el sistema; no es la mejor forma en la que podemos vivir por todos los inconvenientes que tiene. El primer paso es ver claro que el sistema no nos gusta, para después buscar soluciones.
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