Cultiva tus medicinas: Cultivar tus propios alimentos es de lo más sano que puede haber!!
Cultivar tus propios alimentos es de lo más sano que puede haber. Cada vez más expertos hablan de las grandes ventajas medicinales que tiene el consumo de alimentos locales, no sólo ya desde el punto de vista medioambiental, sino también medicinal. Además, tener un huerto es terapéutico para el horticultor. Y, además de cultivar lechugas, calabacines o cebollas, también se puede plantar plantas medicinales.
Llevo ya unos cuantos años coordinando la edición para España y Latinoamérica de The Ecologist. Y he de decir que han sido muchos los artículos que he editado y/o corregido y/o traducido que me han impresionado. Algunos, incluso, casi han cambiado mi forma de vivir en algunos aspectos (imagino que pasará lo mismo con algunos de ustedes, queridos lectores). Uno de los textos que más me impactó fue un trabajo publicado en el número 5 de la revista, un monográfico dedicado a promocionar las virtudes de la alimentación orgánica y a denunciar los problemas causados por el sistema agroalimentario industrial.
Les hablo de Inmunidad e impunidad, firmado por los doctores Richard A. Cone y Emily Martin. El resumen de aquel texto era realmente visionario. Las alergias y los desórdenes del sistema inmunitario están aumentando considerablemente su incidencia en todo el mundo, especialmente entre los habitantes más pobres y con menos recursos culturales de las megaurbes. Análisis de las implicaciones biológicas y sociales de tal incremento sugieren que los cambios en la producción alimentaria, transporte y consumo que tienen lugar en todo el planeta podrían estar contribuyendo a estos trastornos inmunológicos. Dado el impacto que los cambios en la dieta pueden estar teniendo en la salud humana, comprender la interacción entre el sistema inmunitario y la alimentación se ha convertido en un asunto destacado e, incluso, urgente. Nuestra inmunidad decrece al tiempo que aumenta la impunidad legal de las grandes corporaciones tecnoalimentarias.
A medida que aumenta el consumo de productos alimentarios foráneos, crecen determinados tipos de patologías relacionadas con la deflagración del sistema inmunitario humano. Una de las mejores formas de combatir esta incidencia es volver al consumo de alimentos ecológicos, locales y de temporada. Lo más locales posible. Del huerto de la propia casa, de la terraza, de donde sea, pero que sean alimentos cercanos. ¿Pero por qué hacemos hincapié en que tienen que ser alimentos de proximidad?
LO QUE EL MÉDICO NO TE EXPLICA
Así, como dicen los autores del texto citado, “comer una amplia y diversa gama de alimentos integrales, frescos, ecológicos, de temporada, locales, en lugar de productos refinados y procesados, podría ampliar y mejorar la eficacia en el tratamiento de desórdenes inmunológicos. Ya que incluyendo en la dieta alimentos animales o vegetales locales se puede obtener una tolerancia oral de efectividad máxima ante los alérgenos aéreos de esas mismas plantas y animales”. Y continúan: “La proliferación de alimentos altamente procesados paralelamente a la globalización de la industria alimentaria significa que muchos de los alimentos que comemos en el mundo desarrollado contienen cada vez menos cualidades del ambiente físico local en el que se produjo. Comparemos las zanahorias que pueden comprarse en un mercado local con sus raíces y hojas intactas, con restos de tierra del campo de cultivo, a las zanahorias lavadas, peladas, troceadas y congeladas procesadas por Bird’s Eye en una fábrica lejana”. Aunque haya personas que puedan no creerlo, el hecho de no alimentarse con productos locales tiene repercusiones en la salud del consumidor, no sólo en el aumento de las alergias y asmas, ya que muchas otras enfermedades tienen una relación directa con un sistema inmunitario hundido.
¿POR QUÉ?
Los doctores mentados afirman: “Hasta que las cosas no mejoren, se puede comprobar que comiendo alimentos completos, preferentemente no procesados, lo más naturales posible y procedentes de los alrededores de donde se vive, se consigue aliviar notablemente los desórdenes inmunológicos”. ¿Por qué? Porque los seres vivos segregan defensas para defenderse contra las agresiones del medio en que viven. Cuando nos alimentamos con estos seres, que viven en el mismo lugar o zona que nosotros, estamos comiendo “vacunas” para plantarle cara a las agresiones que recibiremos de ese mismo medio: agresiones víricas, medioambientales, del tipo que sean… Por el contrario, si nos alimentamos con productos procesados y de lugares lejanos, estos contienen “vacunas” segregadas por esos seres vivos para ecosistemas que no son el nuestro. Entonces, ello causa disrupciones, confusión… en nuestro sistema inmunitario.
Por si tienen dudas al respecto, consulten las estadísticas de las personas más longevas del planeta: siempre se dan varios nexos de unión entre ellos/as, por diferentes que sean sus culturas, climas, dietas y latitudes. Y uno de ellos es que siempre han comido productos locales, artesanales. Al fin y al cabo, nuestros antecesores, durante millones de años, siempre se alimentaron con productos orgánicos, de temporada y locales. La evolución nos ha adaptado a eso: no a comer fruta, verduras, carne, lácteos o pescado procedentes de climas, latitudes y zonas lejanas, y que, por si fuera poco, contienen muchos productos químicos peligrosos y que, además, han permanecido en cámaras perdiendo su vitalidad y su salubridad. La opción correcta procede, sobre todo, del sentido común. El consumo de alimentos locales, de temporada y orgánicos conlleva consumir alimentos, también, en su óptimo estado de vitalidad. Recordemos el caso, denunciado recientemente por The New York Times, de aquel bacalao pescado en Noruega que fue enviado a China para ser fileteado y, después, devuelto a Noruega para ser consumido. ¿Qué podemos esperar desde el punto de vista nutricional y sanitario de ese bacalao?
Pedro Burruezo / The Ecologist
Asociación Vida Sana
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(Imagen: Cortesía de Vida Sana)